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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine lucha denodadamente por no caer, bien bajo los dominios de la televisión o bajo la apatía del público provocada por las causas que sean.
Por ello pasa momentos de apuro y tal vez sea esta la causa por lo que se hacen películas superespectaculares.
Se reúne un buen equipo técnico y se eligen las mejores obras literarias para hacer películas de lujo.
Pero ocurre que se juega con un arma de doble filo. La literatura que tantas veces ha sido fuente de inspiración, puede ser también un elemento absorvente desde el punto de vista cinematográfico y contraproducente si se quieren crear verdaderas y auténticas obras de arte puramente cinematográficas cuando no se sabe manejar.
El mejor espectáculo en una película es la calidad. Muchas veces se usa como elemento espectacular una larga lista de actores famosos, los grandes vestuarios y escenarios o un argumento atrayente.
Sin embargo se descuida el equipo de hombres que han de llevar a cabo el trabajo.
En este caso con "Hawái" se ha hecho lo contrario, se ha contado con la calidad de nombres tales como Trumbo y Taradash en el guion, Harlan en la fotografía y Bernstein en la música, pero ha fallado el hombre que había de dirigir esta gran orquesta de grandes maestros, el realizador George Roy Hill.
Pero si analizamos no ha sido él solo el culpable, sino también los guionistas que no han sabido podar lo suficiente la novela de James A. Michener.
Por ello hay una sobrecarga literaria enb la película que pesa sobremanera y que hace que se hayan introducido cosas innecesarias que alargan inútilmente el metraje y que no sirven a la idea base.
Además creemos que en la mayoría de los casos las cintas espectaculares están reñidas con la tesis, porque o bien estos se diluyen en el largometraje y el espectáculo o se cae en el peligro de una constante reiteración como en este caso ocurre con el puritanismo a ultranza del pastor calvinista Abner Hale.
En este último aspecto es un largometraje que hay que ver con cuidado ya que se pueden infiltrar fácilmente en la ideología de cualquier espectador alguna que otra peregrina teoría religiosa poco ortodoxa.
En el aspecto artístico la cinta posee algunas lagunas debidas a falta de pulso firma en la dirección y al literario guion.
Posee en cambio bellas fotografías con un color dominado en casi todos los momentos y de una notable sobriedad que evita en ocasiones caer en el pastiche colorista.
Música inspirada de Elmer Bernstein.
Entre los actores destacan los dos principales, Julie Andrews está aceptable en un papel dramático muy distante de sus anteriores interpretaciones y a Max Von Sydow le cuadra muy bien el del pastor, que llega a hacerse hasta antipático, cosa ésta que es positiva para la ideología religiosa del film, que hace el espectador no simpatice con el protagonista.
En resumen, film espectacular en el que la literatura asoma sus orejas en más de una ocasión.
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