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CRITICA
Por: PACO CASADO
Josetxo San Mateo, director madrileño de 51 años, debutó en el cine con 'Percusión' (1982) y tras el fracaso de su ópera prima se refugió en las series de televisión.
Con 'Báilame el agua' (2000), basada en la novela de homónima de Daniel Valdés, hace su segundo film.
Quiere ser testimonio de la realidad de la juventud actual y lo refleja en dos jóvenes inconformistas con su entorno social y familiar, que deciden vivir en la calle.
Pero la realidad se hace dura rápidamente.
Uno termina siendo un camello al servicio de un mafioso.
El otro, más romántico, se enamora de una chica en sus mismas circunstancias, cayendo primero en vender droga para pagar la pensión, después para chutarse y terminar ella prostituyéndose para salir adelante, lo que es difícil una vez que se ha caído en el hoyo. La utopía del mundo que buscan no existe, como tampoco la libertad absoluta.
Rodada en cinco semanas, en 16 milímetros, con un presupuesto de 150 millones de pesetas, se atiene a la novela, que suaviza un poco, pero no deja de ser brutal la caída a los infiernos de la pareja protagonista, que comienza de forma tan romántica e ilusionante para ser arrastrada a la marginalidad más sórdida y terminar huyendo del miedo a la muerte y a la soledad sin esperanza.
Todo es previsible en este duro film, a veces exagerado y otras un tanto falso, con una realización cansina y poco imaginativa.
Bien la pareja protagonista, sobre todo ella tiene luminosidad y alegría en su rostro con un buen futuro por delante.
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