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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras ser presentada en el pasado Festival de cine de Málaga, fuera de concurso y en la sesión de clausura, llega a las pantallas comerciales esta ópera prima del director vasco Aitzol Aramaio, que es la adaptación de la novela Un tranvía en SP, de Unai Elorriaga, escrita en 2001 y ganadora del Premio Nacional de Narrativa 2002, que resultó polémico.
Cuenta la historia de dos parejas. Lucas y María, son hermanos. Cuando Lucas sale del hospital y regresa a casa, se encuentran con un okupa, Marcos, un joven que se ha instalado allí con lo puesto y acompañado de su acordeón.
Tras la primera sorpresa le invitan a quedarse.
Poco después Marcos conoce a Roma, una enfermera que pinta en sus ratos libres, y hacen buena pareja.
El film, como la novela, muestra el contraste de estas dos parejas tan diferentes.
La de los adultos que vive de sus recuerdos, Lucas de haber perdido a su mujer y María a su novio. En cambio para Marcos y Roma todo son proyectos.
La cinta refleja los problemas de unos y de otros, los momentos felices de los jóvenes y la nostalgia del pasado y su enfrentamiento a la muerte de forma natural ya que un día ha de llegar y no hay otra cosa que aceptarlo con alegría.
La película trata de reflejar el realismo mágico de las páginas de la novela haciendo convivir a vivos y muertos en escenas líricas, fantásticas, aunque no siempre lo logra.
Entre sus imágenes discurren temas como la vejez, la enfermedad, la alegría de vivir, la ternura y el paso del tiempo.
Tiene además algo que no sabríamos cómo definir que engancha al espectador sin que llegue a entusiasmar.
Un buen trabajo del cuarteto protagonista con una realización más bien funcional que saca adelante esta modesta producción, que ofrece una mirada dulce y nostálgica de la última etapa de la vida.
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