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CRITICA
Por: PACO CASADO
Estamos ante una nueva película francesa que nos llega con el aval de ser, de momento, la última de Patrice Leconte, el famoso director de 'El marido de la peluquera' (1990).
Vimos este nuevo film con cierto recelo, debido a la fama que tiene Patrick Modiano de que sus novelas son poco menos que inadaptables al cine.
Aquí se cuenta cómo la vida de Victor Chmara se derrumbó durante el transcurso de un solo día en el verano de 1958.
En este sentido tal vez Patrice Leconte puede que haya traicionado un poco la obra original, ya que la desconocemos, pero aún siendo así hemos de reconocer que le ha sacado bastante partido a esta historia de tres personajes perdidos en un hotel de la Costa Azul al final de los años cincuenta.
Cada uno de ello tiene un pasado o una excusa para el encuentro. Yvonne sueña con ser una estrella de cine famosa cuando apenas ha dado los primeros pasos ante una cámara.
Víctor vive de no hacer nada, posiblemente de sus rentas, y trata de encontrar un futuro un poco más esperanzador que la vida que ha llevado hasta ahora.
Y René Meinthe huye de su pasado, roto, de la guerra de Argelia, de su condición homosexual.
Los tres personajes se encuentran, se relacionan entre sí, sin que sepamos muy bien qué es lo que les une o les separa, si la apatía, el aburrimiento o su condición de seres solitarios.
La historia está contada mediante un largo flash-back. Patrice Leconte ha sido lo suficientemente hábil como para darnos en un plano misterioso la idea de que algo está ocurriendo, pero no sabemos qué es lo que ha sucedido hasta el final, ni tampoco lo vamos a desvelar aquí nosotros.
Una vez más Patrice Leconte deambula por cuestiones como la dificultad de amar, la soledad o la naturaleza del amor, que ya había tocado en anteriores cintas suyas como Monsieur Hire (1989) o El marido de la peluquera (1990).
Esta película se deja ver con bastante agrado sin que llegue a la altura de la citada en último lugar.
A pesar de que Patrice Leconte haya tomado la novela de Modiano tan sólo en la superficie, en cambio se ha preocupado de perfilar perfectamente los distintos personajes, dándoles incluso el físico adecuado, con una Sandra Majani de gran belleza, el atractivo de Hippolyte Girardot y la veteranía de Jean-Pierre Marielle, con algunos grandes veteranos del cine francés cubriéndoles las espaldas.
Interesante también, una vez más, la banda sonora de Pascal Estève.
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