Título:	NUEVA VIDA EN NUEVA YORK
Tit. Orig.:	CASSE-TÊTE CHINOIS
Nacionalidad:	FRANCIA, BÉLGICA, EE.UU., 2013
Dirección:	CÉDRIC KLAPLISCH
Guión:	CÉDRIC KLAPLISCH
Fotografía:	NATASHA BRAIER
Música	CHRISTOPHE MINCK
Interpretes:	ROMAN DURIS, AUDREY TAUTOU, CÉCILE DE FRANCE, KELLY REILLY, SANDRINE HOLT, PETER HERMANN, FLORENCE BONAVENTURA, BENOIT  JACQUOT, LI JUN LI
Censura:	AUTORIZADA PARA TODOS LOS PÚBLICOS
Duración:	117 MINUTOS

 Por  PACO CASADO

    A veces los guionistas y directores se encariñan con los personajes que han creado a los que les han dado vida propia y los siguen a lo largo de varias películas contándonos sus aventuras.
 Un ejemplo muy clásico de lo apuntado es el de Antoine Doinel, creado por François Truffaut en 'Los 400 golpes' (1959) y seguido en varios films en sus correrías amorosas.
 Algo de eso ha ocurrido con el director Cédric Klapisch, que en su nueva cinta nos ofrece una comedia en la que sigue las peripecias, líos y amores imposibles del grupo de amigos que se conocieron durante un intercambio de Erasmus en el año 2002 en Barcelona en su anterior película 'Una casa de locos' y que después se volvieron a encontrar en Londres y San Petersburgo en 'Las muñecas rusas' en 2005 y ahora otra vez en ésta, la tercera parte que cierra su trilogía sentimental, que el propio director denomina como la trilogía de los viajes de Xavier, con una refrescante comedia romántica, con toque de drama, en donde no dejan de pasar cosas que la hacen más entretenida.
 Xavier Rousseau es un escritor de 40 años, tiene dos hijos, que todavía no ha sentado la cabeza y cuando su ex mujer Wendy decide trasladarse a Nueva York debido a su empleo, se ve incapaz de seguir adelante sin ella y sin los niños y se instala en la Gran manzana para poder estar cerca de sus hijos y donde en algún momento volverá a encontrarse con Martine, su amor de juventud.
 Allí su vida como padre, marido, novelista y francés sin permiso de residencia en Estados Unidos se convertirá en un auténtico rompecabezas chino (que da título al original), nunca mejor dicho, ya que está instalado en Chinatown y sus propias peripecias las irá plasmando en el libro que le tiene prometido a su editor.
 Han pasado diez años desde el último encuentro y los personajes han madurado, algunos han quedado atrás, otros ya son padres y tienen una familia, sus vidas no es tan plácida como cuando eran estudiantes, ahora los problemas son muy diferentes e incluso hay niños de por medio como posibles víctimas de los divorcios.
 Sus vidas han estado marcadas por los viajes, Barcelona, Londres San Petersburgo y ahora Nueva York, con un nuevo estilo de vida.
 Klapisch hace una crítica de la sociedad moderna y la deshumanización de la civilización occidental con sus innumerables problemas a veces de difícil solución y divertidas en otras ocasiones.
 Lógicamente en este nuevo film, a pesar de la ligereza del guion se tocan otros temas como el divorcio, la emigración, la homosexualidad, la fecundación in vitro, los matrimonios de conveniencia, la educación de los niños, el sacrificio por estar cerca de ellos, las uniones de parejas gay, las relaciones con su ex, el trabajo a distancia, temas que engrosan los momentos divertidos en los que se ve metido Xavier en esta ocasión.
 El director y guionista aporta algo de su experiencia de cuando estuvo dos años en Nueva York estudiando cine y donde dio sus primeros pasos en el celuloide, siempre sin dramatizar y con un agradable tono de comedia que hace que resulte divertida en muchos momentos.
 La compenetración de los actores después de tres cintas juntos, la mayor experiencia adquirida y la veteranía, hace que obtengan interesantes trabajos dando lo mejor de sí mismos en su respectivos personajes, bien perfilados, reales como la vida misma, destacando especialmente la madurez de Cécile de France que está fantástica, haciendo que a pesar de su largo metraje pase en un suspiro y de forma entretenida.
 En Francia ha superado ya el millón y medio de espectadores.
  Fue nominada al César a la mejor música.

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 Producida por Carlos Reygada, Carlos Serrano Azcona, Jaime Rosales y Jaime Romandía, hace su ópera prima el guionista y director madrileño Carlos Serrano Azcona, que fue ayudante de dirección de Carlos Reygada en su primer largometraje, Japón.
Antes estudió Filosofía en la Universidad Complutense y dirección en la London Film School, pero poco aprovecharía el tiempo a juzgar por los resultados de su ópera prima.
 A la vista de quienes son los productores, del estilo de cine que suelen hacer, de la ayudantía de dirección con el que aprendió, no es de extrañar que el cine que lleva a cabo en su primera película este individuo sea exactamente igual que el de sus próceres, con las mismas características, de aburrido, de sin sentido, de sin argumento y de sin idea de lo que es el lenguaje cinematográfico en su afán de innovar o de epatar, siempre con la cámara a mano y pegada a la nuca del protagonista que deambula por las discotecas y las calles de noche, de día o duerme en un banco, sin la más mínima elipsis de tiempo.
 El protagonista se ha divorciado de su mujer pero quiere ver a sus hijas, cosa que tiene prohibido por ley y a pesar de ello se empeña en hacerlo. Ha trabajado fugazmente en la discoteca de un amigo pero es expulsado a las primeras de cambio y se vuelve a quedar en la calle sin nada que hacer. Termina acercándose a ver a su abogado que le vuelve a decir que no haga nada y acaba por querer tirarse de un puente y ahí se corta la historia, si es que a eso se le puede llamar así, que está mejor contada en estas cuatro líneas que en las insoportables imágenes de esto ya que no nos atrevemos a llamarle película.
 Esta misma técnica en las cintas de Reygada es aburrida, se ve crecer la hierba, observar íntegro un amanecer o una puesta de sol, pero al menos tiene una belleza que aquí no hay por ningún lado. Y se ponga como se ponga el director y sus patrocinadores esto es anticine, anticomercial y dudamos que encuentre quien lo estrene. Pasó por el Festival de San Sebastián en una de las secciones paralelas, que es donde se ha llegado a exhibir y los pocos que la vieron salieron echando pestes.