Título: |
LA BELLA DURMIENTE |
|
Tit. Orig.:
|
SLEEPING BEAUTY |
Nacionalidad: |
EE.UU., 1959 |
|
Dirección: |
CLYDE GERONIMI |
|
Guión: |
ERDMAN PENNER. Basado en el cuento "LA BELLA DURMIENTE DEL BOSQUE", escrito por CHARLES PERRAULT |
Fotografía: |
Color |
Música |
GEORGE BURNS |
Interpretes: |
Animación |
Censura: |
AUTORIZADA PARA TODOS LOS PÚBLICOS |
|
Duración: |
70 MINUTOS |
|
Por PACO CASADO
La prueba de que una persona llega a ser un auténtico artista es la perduración de su obra a través del paso del tiempo. En este sentido Walt sDisney no cabe duda de que lo era, ya que año tras año sus películas se vuelven a reponer una y otra vez en las pantallas del mundo entero consiguiendo mayor triunfo si cabe que en el día de su estreno.
Tal vez sea eso lo que está llevando a muchos críticos a reconsiderar la postura adoptada anteriormente ante la obra de este mago del dibujo animado. Bien es cierto que Disney llegó a un logro tal en el dibujo y en la animación de sus personajes que se pasaba de perfecto y los hacía un tanto relamidos.
Posiblemente pasará como en la pintura que de lo excesivamente perfecto y bello se pasa con frecuencia a lo abstracto o sugerente.
Esto es lo que le ocurriera a los críticos con la obra de Disney, prefiriendo en su lugar la de otros autores más modernos y con dibujos más a tono con la época.
El merito obtenido por Disney nadie se lo puede quitar, se le reconozca ahora o cuando hayan pasado más años.
En este film llegó a dominar el dibujo en diversos planos utilizando los movimientos de masas y la usando la pantalla ancha, del Technirama con notable aprovechamiento y personal estilo.
La cinta a pesar del paso del tiempo sigue conservando sus valores que la hacen destacable y notable dentro de la producción Disneyana. Fue nominada al Oscar la música. Producida por Carlos Reygada, Carlos Serrano Azcona, Jaime Rosales y Jaime Romandía, hace su ópera prima el guionista y director madrileño Carlos Serrano Azcona, que fue ayudante de dirección de Carlos Reygada en su primer largometraje, Japón.
Antes estudió Filosofía en la Universidad Complutense y dirección en la London Film School, pero poco aprovecharía el tiempo a juzgar por los resultados de su ópera prima.
A la vista de quienes son los productores, del estilo de cine que suelen hacer, de la ayudantía de dirección con el que aprendió, no es de extrañar que el cine que lleva a cabo en su primera película este individuo sea exactamente igual que el de sus próceres, con las mismas características, de aburrido, de sin sentido, de sin argumento y de sin idea de lo que es el lenguaje cinematográfico en su afán de innovar o de epatar, siempre con la cámara a mano y pegada a la nuca del protagonista que deambula por las discotecas y las calles de noche, de día o duerme en un banco, sin la más mínima elipsis de tiempo.
El protagonista se ha divorciado de su mujer pero quiere ver a sus hijas, cosa que tiene prohibido por ley y a pesar de ello se empeña en hacerlo. Ha trabajado fugazmente en la discoteca de un amigo pero es expulsado a las primeras de cambio y se vuelve a quedar en la calle sin nada que hacer. Termina acercándose a ver a su abogado que le vuelve a decir que no haga nada y acaba por querer tirarse de un puente y ahí se corta la historia, si es que a eso se le puede llamar así, que está mejor contada en estas cuatro líneas que en las insoportables imágenes de esto ya que no nos atrevemos a llamarle película.
Esta misma técnica en las cintas de Reygada es aburrida, se ve crecer la hierba, observar íntegro un amanecer o una puesta de sol, pero al menos tiene una belleza que aquí no hay por ningún lado. Y se ponga como se ponga el director y sus patrocinadores esto es anticine, anticomercial y dudamos que encuentre quien lo estrene. Pasó por el Festival de San Sebastián en una de las secciones paralelas, que es donde se ha llegado a exhibir y los pocos que la vieron salieron echando pestes.