Título: |
MUJERES EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DEL AMOR |
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Tit. Orig.:
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FRAUEN IM LIEBESLAGER |
Nacionalidad: |
ALEMANIA, 1977 |
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Dirección: |
JESS FRANK (JESÚS FRANCO) |
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Guión: |
ERWIN C. DIETRICH (JESÚS FRANCO) |
Fotografía: |
RUEDI KÜTELL |
Música |
WALTER BAUMGARTNER |
Interpretes: |
WAL DAVIS, MONICA KELIN, ADA TAULER, INGRID KEHR, NANDA BERGER, BRIGITTE MAYER |
Censura: |
AUTORIZADA PARA MAYORES DE 18 AÑOS. CLASIFICADA "S" |
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Duración: |
77 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
Jesús Franco, realizador español, que no es otro que quien se esconde bajo el seudónimo de Jess Frank, comenzó su carrera en nuestro país al final de los años cincuenta. Siempre fue un realizador mediocre, que prefirió ocultar su poca fortuna como realizador emigrando a Alemania, donde hizo últimamente toda su producción en las que abundan films de acción y de terror.
Ahora nos llega una película realizada en Suiza, hablada en alemán y adaptándose a la corriente imperante de sadismo, desnudos al por mayor, sexo y otras lindezas.
La acción transcurre en un imaginario país sudamericano, en la selva, donde son llevadas unas chicas secuestradas, para dar satisfacción a los guerrilleros.
La falta de datos y referencias brilla por su ausencia, centrándose casi toda la acción en este exótico lugar y en el desarrollo del trabajo que estas pobres chicas han de efectuar. No faltan las rencillas, la venganza, los números de sangre y las escenas sexuales, con abundancia de carne femenina en la mayoría de las imágenes del film.
La escasez de medios, la pobreza de su realización, la falta de imaginación, la propia mecánica de la puesta en imágenes, repitiendo constantemente posiciones de cámara, el amaneramiento de la interpretación y cuantos elementos artísticos han intervenido en la cinta, dan rápidamente la impresión de ser un producto de poca calidad, por no decir nula. Producida por Carlos Reygada, Carlos Serrano Azcona, Jaime Rosales y Jaime Romandía, hace su ópera prima el guionista y director madrileño Carlos Serrano Azcona, que fue ayudante de dirección de Carlos Reygada en su primer largometraje, Japón.
Antes estudió Filosofía en la Universidad Complutense y dirección en la London Film School, pero poco aprovecharía el tiempo a juzgar por los resultados de su ópera prima.
A la vista de quienes son los productores, del estilo de cine que suelen hacer, de la ayudantía de dirección con el que aprendió, no es de extrañar que el cine que lleva a cabo en su primera película este individuo sea exactamente igual que el de sus próceres, con las mismas características, de aburrido, de sin sentido, de sin argumento y de sin idea de lo que es el lenguaje cinematográfico en su afán de innovar o de epatar, siempre con la cámara a mano y pegada a la nuca del protagonista que deambula por las discotecas y las calles de noche, de día o duerme en un banco, sin la más mínima elipsis de tiempo.
El protagonista se ha divorciado de su mujer pero quiere ver a sus hijas, cosa que tiene prohibido por ley y a pesar de ello se empeña en hacerlo. Ha trabajado fugazmente en la discoteca de un amigo pero es expulsado a las primeras de cambio y se vuelve a quedar en la calle sin nada que hacer. Termina acercándose a ver a su abogado que le vuelve a decir que no haga nada y acaba por querer tirarse de un puente y ahí se corta la historia, si es que a eso se le puede llamar así, que está mejor contada en estas cuatro líneas que en las insoportables imágenes de esto ya que no nos atrevemos a llamarle película.
Esta misma técnica en las cintas de Reygada es aburrida, se ve crecer la hierba, observar íntegro un amanecer o una puesta de sol, pero al menos tiene una belleza que aquí no hay por ningún lado. Y se ponga como se ponga el director y sus patrocinadores esto es anticine, anticomercial y dudamos que encuentre quien lo estrene. Pasó por el Festival de San Sebastián en una de las secciones paralelas, que es donde se ha llegado a exhibir y los pocos que la vieron salieron echando pestes.