Título:	AMANECE EN EDIMBURGO
Tit. Orig.:	SUNSHINE ON LEITCH
Nacionalidad:	INGLATERRA, 2013
Dirección:	DEXTER FLETCHER
Guión:	STEPHEN GREENHORN. Basado en su propia obra teatral "SUNSHINE ON LEITCH"
Fotografía:	GEORGE RICHMOND
Música	THE PROCLAIMERS
Interpretes:	PETER MULLAN, JANE HORROCKS, GEORGE MACKAY, ANTONIA THOMAS, FREYA MAVOR, JASON FLEMYNG, PAUL BRANNIGAN, DANIELA NARDINI, ROBERT YATES
Censura:	AUTORIZADA PARA TODOS LOS PÚBLICOS
Duración:	99 MINUTOS

 Por  PACO CASADO

       La verdad es que esta película tenía varios inconvenientes a priori, ya que la cinematografía británica no tiene mucha tradición de hacer musicales, por otra parte se trata de una obra teatral que se desarrolla en Escocia, en la que se adaptan unas canciones a una historia, no como en el musical americano que se escribían las canciones expresamente para el argumento, y llevada a cabo por un director casi novato, el londinense Dexter Fletcher, más conocido como actor, que tras debutar con 'Wild Bill' (2011), un turbio drama criminal inédito en España, cambia radicalmente de género, por mucho que sea amante de los musicales desde que era pequeño cuando vio 'Cantando bajo la lluvia'.
 No obstante sale airoso con bastante dignidad, solvencia y buen gusto de este evento.
 Dos soldados, Davy y Ally, buenos amigos, tras su paso por la guerra de Afganistán, a su regreso vuelven a la normalidad de sus vidas y se reencuentran con sus respectivas parejas con las que tratan de reanudar sus relaciones interrumpidas por la separación, Davy conoce a una chica británica, Ivonne, y Ally continua con Liz, la hermana de Davy.
 También los padres de Davy, Rab y Jean, están a punto de celebrar sus bodas de plata.
 Pero un secreto, hasta ahora oculto, pondrá en peligro el equilibrio de las relaciones de las tres parejas.
 No es algo nuevo que algunos musicales modernamente se monten a partir de determinadas canciones que al unirlas componen una historia.
 Si 'Mamma mia!' (2008), tal como se ha anunciado en el lanzamiento publicitario de ésta, estaba basada en las canciones de Abba, en este caso se repite el esquema y son las del grupo The Proclaimers, formado por el dúo escocés de los hermanos gemelos Charlie y Craig Reid, las que estructuran esta comedia musical del también escocés Stephen Greenhorn, basada en la obra teatral 'Sunshine on Leitch', estrenada en 2007, que fue un éxito en Escocia, que se basa a su vez en el álbum homónimo del citado grupo, editado en 1988, que cuenta con canciones de éxito como la archiconocida composición 'I'm gonna be' (500 miles), que podemos escuchar al final de la función.
 La cuestión es que sus canciones no son tan conocidas como las de Abba, salvo la mencionada, pero se llevan bien.
 Como suele ocurrir en las comedias musicales no se les puede pedir que tengan un argumento complicado, sino todo lo contrario, lo más sencillo posible, para colgar las múltiples canciones que lo adornan y que hacen prolongar la historia, aunque a veces sea parándola como es frecuente que suceda, para que se luzcan los cantantes, aunque los que figuran en este film, que sepamos, no son profesionales del canto, caso de Peter Mullan, por ejemplo, aunque no lo hacen mal y también los bailarines, pero en esta ocasión las coreografías no son brillantes, sino más bien elementales, sin complicaciones para los que las llevan a cabo.
 Como es habitual casi todo va encaminado a un final feliz, salvo excepciones, para no hacerlo demasiado previsible.
 A lo largo del guion de este musical dramático se tocan temas como la vida, la guerra, la amistad, el amor, la infidelidad en el matrimonio, la familia, la ruptura de parejas, el arrepentimiento y el perdón.
 En el reparto dos veteranos como Peter Mullan y Jane Horrocks y cuatro jóvenes actores poco conocidos que lo hacen bien.
 Los amantes del género y la nostalgia la disfrutarán y se emocionarán incluso con algunos pasajes. Producida por Carlos Reygada, Carlos Serrano Azcona, Jaime Rosales y Jaime Romandía, hace su ópera prima el guionista y director madrileño Carlos Serrano Azcona, que fue ayudante de dirección de Carlos Reygada en su primer largometraje, Japón.
Antes estudió Filosofía en la Universidad Complutense y dirección en la London Film School, pero poco aprovecharía el tiempo a juzgar por los resultados de su ópera prima.
 A la vista de quienes son los productores, del estilo de cine que suelen hacer, de la ayudantía de dirección con el que aprendió, no es de extrañar que el cine que lleva a cabo en su primera película este individuo sea exactamente igual que el de sus próceres, con las mismas características, de aburrido, de sin sentido, de sin argumento y de sin idea de lo que es el lenguaje cinematográfico en su afán de innovar o de epatar, siempre con la cámara a mano y pegada a la nuca del protagonista que deambula por las discotecas y las calles de noche, de día o duerme en un banco, sin la más mínima elipsis de tiempo.
 El protagonista se ha divorciado de su mujer pero quiere ver a sus hijas, cosa que tiene prohibido por ley y a pesar de ello se empeña en hacerlo. Ha trabajado fugazmente en la discoteca de un amigo pero es expulsado a las primeras de cambio y se vuelve a quedar en la calle sin nada que hacer. Termina acercándose a ver a su abogado que le vuelve a decir que no haga nada y acaba por querer tirarse de un puente y ahí se corta la historia, si es que a eso se le puede llamar así, que está mejor contada en estas cuatro líneas que en las insoportables imágenes de esto ya que no nos atrevemos a llamarle película.
 Esta misma técnica en las cintas de Reygada es aburrida, se ve crecer la hierba, observar íntegro un amanecer o una puesta de sol, pero al menos tiene una belleza que aquí no hay por ningún lado. Y se ponga como se ponga el director y sus patrocinadores esto es anticine, anticomercial y dudamos que encuentre quien lo estrene. Pasó por el Festival de San Sebastián en una de las secciones paralelas, que es donde se ha llegado a exhibir y los pocos que la vieron salieron echando pestes.