Título: |
LA ISLA DE LAS VIRGENES ARDIENTES |
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Tit. Orig.:
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LA ISLA DE LAS VIRGENES ARDIENTES |
Nacionalidad: |
ESPAÑA, 1977 |
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Dirección: |
MIGUEL IGLESIAS BONNS |
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Guión: |
MIGUEL CUSSÓ, MIGUEL IGLESIAS BONNS
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Fotografía: |
JULIO PÉREZ DE ROZAS |
Música |
CAM española |
Interpretes: |
ROSANA DIPRE, INCA MARÍA, SITA SADAFI, ALEJANDRO DE ENCISO, JOSÉ RIESGO, LUIS INDUNI, ANTONIO MOLINO ROJO |
Censura: |
AUTORIZADA PARA MAYORES DE 18 AÑOS. Clasificadad "S" |
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Duración: |
87 MINUTOS
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Por PACO CASADO
Amparado en las iniciales de su nombre M.I. Bonns, el catalán Miguel Iglesias Bonns hace un tipo de cine de lo más pobre que se fabrica en nuestro país. Es auténticamente milagroso cómo se puede hacer una película con poco más de media docena de actores (por llamarles de alguna forma), un endeble e ingenuo relato y tan poca inteligencia. Bueno, hemos de aclarar que el milagro no existe una vez que se contemplan los resultados.
Su cine gira siempre en torno a la aventura, en escenarios naturales o con pobrísima ambientación en interiores, con el atrevimiento incluso de situar sus relatos en lugares exóticos, ya sea una isla o incluso la selva (recreada en el levante español) para hacer un film de Tarzán.
Posiblemente su cine llegue a figurar algún día en la historia, pero como ejemplo del insólito atrevimiento y la desfachatez derrochada.
Un aventurero busca un inmenso tesoro hundido en el mar durante la guerra del Japón cerca de una isla habitada por un oficial nipón, que aún cree que sigue la contienda al cabo de los años, acompañado de tres jóvenes ingenuas y despampanantes muchachas a las que ha educado en las artes marciales. Para qué seguir... si no merece la pena prestarle más atención a semejante engendro.
Producida por Carlos Reygada, Carlos Serrano Azcona, Jaime Rosales y Jaime Romandía, hace su ópera prima el guionista y director madrileño Carlos Serrano Azcona, que fue ayudante de dirección de Carlos Reygada en su primer largometraje, Japón.
Antes estudió Filosofía en la Universidad Complutense y dirección en la London Film School, pero poco aprovecharía el tiempo a juzgar por los resultados de su ópera prima.
A la vista de quienes son los productores, del estilo de cine que suelen hacer, de la ayudantía de dirección con el que aprendió, no es de extrañar que el cine que lleva a cabo en su primera película este individuo sea exactamente igual que el de sus próceres, con las mismas características, de aburrido, de sin sentido, de sin argumento y de sin idea de lo que es el lenguaje cinematográfico en su afán de innovar o de epatar, siempre con la cámara a mano y pegada a la nuca del protagonista que deambula por las discotecas y las calles de noche, de día o duerme en un banco, sin la más mínima elipsis de tiempo.
El protagonista se ha divorciado de su mujer pero quiere ver a sus hijas, cosa que tiene prohibido por ley y a pesar de ello se empeña en hacerlo. Ha trabajado fugazmente en la discoteca de un amigo pero es expulsado a las primeras de cambio y se vuelve a quedar en la calle sin nada que hacer. Termina acercándose a ver a su abogado que le vuelve a decir que no haga nada y acaba por querer tirarse de un puente y ahí se corta la historia, si es que a eso se le puede llamar así, que está mejor contada en estas cuatro líneas que en las insoportables imágenes de esto ya que no nos atrevemos a llamarle película.
Esta misma técnica en las cintas de Reygada es aburrida, se ve crecer la hierba, observar íntegro un amanecer o una puesta de sol, pero al menos tiene una belleza que aquí no hay por ningún lado. Y se ponga como se ponga el director y sus patrocinadores esto es anticine, anticomercial y dudamos que encuentre quien lo estrene. Pasó por el Festival de San Sebastián en una de las secciones paralelas, que es donde se ha llegado a exhibir y los pocos que la vieron salieron echando pestes.