Título: |
AMOR Y BALAS |
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Tit. Orig.:
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LOVE AND BULLETS, CHARLIE |
Nacionalidad: |
EE.UU., 1979
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Dirección: |
STUART ROSENBERG |
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Guión: |
WENDELL MAYES
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Fotografía: |
FRED KOENEKAMP |
Música |
LALO SCHIFRING |
Interpretes: |
CHARLES BRONSON, JILL IRELAND, ROD STEIGER, STROTHER MARTIN, BRADFORD DILLMAN, PAUL KOSLO, MICHAEL V. GAZZO, HENRY SILVA, ALBERT SALMI |
Censura: |
AUTORIZADA PARA MAYORES DE 16 AÑOS. |
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Duración: |
103 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
Cada género cinematográfico tiene sus leyes y sus constantes. Del acierto en aplicar éstas, depende el éxito de la película.
“Amor y balas” pertenece al género policiaco. Un agente es enviado desde Estados Unido a Suiza en busca de la novia de un jefe de la Mafia para que declare, por lo que ha de llegar sana y salva.
No hay ni que decir siquiera que el susodicho representante de la ley va a encontrar todo tipo de dificultades para llevar a cabo su misión. Se enfrentará a múltiples enemigos, supliendo la inferioridad numérica a base de inteligencia y la falta de recursos se suplen con astucia y habilidad.
De esta manera, al situar la acción en un país no habitual, cambia el decorado resultando muy funcional la nevada Suiza, que va siendo sembrada de cadáveres al paso del protagonista, en acciones espectaculares y situaciones que elevan de vez en cuando la emoción del relato, que hacen que los espectadores no salgan defraudados de la sala, sino felices y contentos después de los espectaculares enfrentamientos que se desarrollan a lo largo del argumento.
Para completar el número se cuenta con una buena nómina de actores desde el hierático Charles Bronson al tartamudeante Rod Steiger, actor que siempre cumple, pasando por Jill Ireland, que nos da un buen papel encarnando a la ignorante chica objeto de la acción.
Stuart Rosenberg se desenvuelve bien en este tipo de películas de acción y además cuenta con un buen equipo técnico, desde la música de Lalo Schifring a la fotografía de Koenekamp, pasando por el guion de Wendell Mayes.
Producida por Carlos Reygada, Carlos Serrano Azcona, Jaime Rosales y Jaime Romandía, hace su ópera prima el guionista y director madrileño Carlos Serrano Azcona, que fue ayudante de dirección de Carlos Reygada en su primer largometraje, Japón.
Antes estudió Filosofía en la Universidad Complutense y dirección en la London Film School, pero poco aprovecharía el tiempo a juzgar por los resultados de su ópera prima.
A la vista de quienes son los productores, del estilo de cine que suelen hacer, de la ayudantía de dirección con el que aprendió, no es de extrañar que el cine que lleva a cabo en su primera película este individuo sea exactamente igual que el de sus próceres, con las mismas características, de aburrido, de sin sentido, de sin argumento y de sin idea de lo que es el lenguaje cinematográfico en su afán de innovar o de epatar, siempre con la cámara a mano y pegada a la nuca del protagonista que deambula por las discotecas y las calles de noche, de día o duerme en un banco, sin la más mínima elipsis de tiempo.
El protagonista se ha divorciado de su mujer pero quiere ver a sus hijas, cosa que tiene prohibido por ley y a pesar de ello se empeña en hacerlo. Ha trabajado fugazmente en la discoteca de un amigo pero es expulsado a las primeras de cambio y se vuelve a quedar en la calle sin nada que hacer. Termina acercándose a ver a su abogado que le vuelve a decir que no haga nada y acaba por querer tirarse de un puente y ahí se corta la historia, si es que a eso se le puede llamar así, que está mejor contada en estas cuatro líneas que en las insoportables imágenes de esto ya que no nos atrevemos a llamarle película.
Esta misma técnica en las cintas de Reygada es aburrida, se ve crecer la hierba, observar íntegro un amanecer o una puesta de sol, pero al menos tiene una belleza que aquí no hay por ningún lado. Y se ponga como se ponga el director y sus patrocinadores esto es anticine, anticomercial y dudamos que encuentre quien lo estrene. Pasó por el Festival de San Sebastián en una de las secciones paralelas, que es donde se ha llegado a exhibir y los pocos que la vieron salieron echando pestes.