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CRITICA
Por: PACO CASADO
El director vasco de 'El día de la bestia' (1995) y otros títulos de terror, Álex de la Iglesia, se pasa a la comedia con 'Mi gran noche' (2015), una cinta de desmadre total en la que hace homenaje a la comedia americana de la que toma algún que otro gag, con la que pretende mostrarnos una realidad superficial, pero a la vez compleja, insustancial, a veces mentirosa, que es nuestra vida.
La historia cuenta lo que ocurre en la grabación en pleno mes de agosto de un Especial Nochevieja para una cadena de televisión en la que se da cita un gran número de figurantes que deben sonreír y fingir el momento que viven muchas fechas antes del evento que están representando, a pesar del calor que padecen, dando rienda suelta además a una serie de incidencias, pasiones, envidias, conflictos familiares y egos de los presentadores que se odian, de los artistas y cantantes rivales como Alphonso y Adanne, que se pelean por salir antes, en esta comedia coral, mientras un fan del primero quiere matarlo y un par de fans del segundo quieren hacerle un chantaje sexual.
Un retrato paródico y cruel de la grabación del programa de Fin de año, cuyo esquema lleva sin cambiar desde tiempo inmemorial, donde todo es falso, el cava no existe, el pollo es de cartón, las risas forzadas, los aplausos nada sentidos y los bailes son por orden del regidor.
Una película muy coral, en la que los personajes se pretende que simbolicen algunos tipos de la sociedad actual, interpretados por los actores fetiches del director, a los que cada vez añade más, además de los extras, que son como esclavos, y entre los que también se da algún que otro drama, como el de José, un parado que lo envía la agencia de Empleo de Trabajo Temporal para hacer de figurante en la grabación, cuya madre ha tenido que ser rescatada por la policía de su casa que se ha incendiado.
Una especie de versión divertida de 'El ángel exterminador' (1962), de Luis Buñuel, ya que los figurantes no pueden salir debido a la huelga que se desarrolla fuera del estudio provocada por los trabajadores de la productora que han sido despedidos, en batalla campal con la policía.
Un argumento con enredos constantes, en una acción trepidante, con un inicio brutal, a un ritmo vertiginoso, aunque después se van serenando las distintas subtramas que se desarrollan dentro del argumento, con varios gags salpicados a lo largo del mismo.
Como centro y eje un Raphael, para el que fue pensada y escrita, que se autoparodia, en un papel que encaja con su personalidad y en cuya banda sonora se incorporan varias de sus canciones.
De camino, muy al fondo y de pasada, se critica la corrupción, la precariedad laboral, la huelga, la manifestación de protesta, lo que la hace más real, con la presencia en la calle de los empleados de la productora que se han quedado sin trabajo y que reivindican sus derechos.
Mientras, en el interior se crea un mundo ficticio e irreal, falso, efímero, en contraste con la dura realidad que se vive en el exterior.
Álex de la Iglesia desarrolla un argumento coral, esperpéntico y caótico, con posibilidades cómicas y dramáticas que por momentos se convierten en algo confuso, sobre todo en el desenlace, con algunos gags divertidos, a los que se le podía haber sacado más partido, que en algunos momentos se enreda en problemas personales de algunos de los implicados en esta ceremonia de la confusión.
Un embrollo que es un auténtico desmadre, con el que el bilbaíno vuelve de nuevo a la televisión, como lo hizo en 'Muertos de risa' (1999), pero de manera más subversiva en este caso, medio al que pretende homenajear con esta parodia con todo tipo de situaciones surrealistas que esconden el lado oculto de la misma.
Está bien Raphael en su papel de un divo dictador, junto a un Pepón Nieto que tiene bastante protagonismo junto a Blanca Suárez y en cambio aparece menos una figura más comercial como la de Mario Casas.
Premio al mejor director y actor (Raphael) en el Festival de cine de Tokio..
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