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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine chileno está en un buen momento y entre sus directores destaca Pablo Larraín que ya en su día su película 'No' (2012) fue nominada al Oscar a la mejor producción de habla no inglesa.
Ahora nos ofrece 'El club' (2015) que cuenta la vida tranquila en una pequeña casa de un pueblo costero, de cuatro religiosos que han cometido pecados de pedofilia u otros delitos, donde purgan sus faltas, junto a la hermana Mónica, una monja maltratadora que es su cuidadora, que también tuvo problemas.
Viven en comunidad estos personajes de los que poco a poco iremos conociendo sus secretos y esta situación anómala se transforma en algo rutinario.
Una historia que transita por los caminos del drama y del thriller y en la que el sosiego de los protagonistas se verá alterado por la aparición de un atormentado quinto sacerdote y desde ese momento algo va a cambiar.
Trata de los abusos, de la impunidad, del perdón, de la irresponsabilidad, la arrogancia, la culpa, la pederastia, la atrocidad de la dictadura, el robo de niños recién nacidos, la pérdida de la memoria, entre otros temas, dentro de la riqueza de su argumento.
El film es el mejor del director chileno Pablo Larraín, interesante y a la vez cruel, que es casi una declaración de principios, con imágenes inquietantes y perturbadoras, realizado con escasos medios a los que saca buen partido.
La presencia de una de las víctimas, un perturbado que pregona a voz en grito ante la puerta los problemas que sufrió, hace que ponga al límite de la locura a uno de ellos, lo que provoca la llegada de un nuevo sacerdote enviado por la jerarquía para acabar con el problema.
La cinta toca esos temas que la iglesia chilena tiene ocultos desde hace mucho tiempo. Estos cuatro curas están apartados por haber cometido abusos con niños así como otros delitos como igualmente la monja que los cuida haciendo de carcelera en esa prisión sin rejas.
Una película dura que cuenta cómo la iglesia los tapa, como si no hubiera pasado nada, mientras ellos dicen que es una casa de retiro, en tanto que un psicólogo los evalúa si son conscientes de lo que hicieron y analiza las consecuencias que tuvieron las víctimas sobre esos malos tratos que recibieron.
Ellos se dedican a entrenar a un galgo con el que se portan mejor incluso que con las personas.
El film retrata una situación sobre la que vale la pena reflexionar ya que desgraciadamente está de plena actualidad por los muchos casos que se están conociendo últimamente de sucesos de este tipo como los que se tratan en esta historia.
Una vez más una cinta compleja en lo ético y en lo moral del director chileno con un interesante material dramático sobre la impunidad, el arrepentimiento y el consiguiente perdón aunque en este caso no se arrepienten.
Son unos personajes moralmente inquietantes, con sus miserias y debilidades, seres de carne y hueso que están sacados de casos reales sobre los que se ha escrito el guion que expone las oscuridades de la iglesia, que fue escrito en tres semanas y rodado en dos y media, que no es una denuncia sino una acusación llena de reproches, realizado para que el espectador piense y reflexione sobre lo que está viendo reflejado en la pantalla.
Quinto largometraje de Pablo Larraín, de tonos grises difuminados, con una atmósfera cruel, con unas gotas de humor negro y a ratos hasta siniestro sobre el silencio de la iglesia ante la corrupción de los suyos.
Técnicamente es muy interesante con unas excelentes actuaciones de todo el cuadro interpretativo en el que se encuentra la propia esposa del realizador, Antonia Zegers, con una fotografía gris, sin apenas matices, como la poca transparencia de las conductas y actitud de los personajes.
Destacan en este sentido las escenas de interiores con una especie de neblina ya que posiblemente fueran rodadas en 16 mm. Hace una rigurosa dirección de actores, con un guion sórdido, truculento a veces en su verismo, con su visión algo parcial que hace un alegato contra una Iglesia envuelta en tinieblas que oculta sus defectos.
Oso de plata Gran Premio del jurado en el Festival de Berlín 2015. Mejor película en el Festival de cine fantástico de Austin. Hugo de plata al mejor director y Placa de plata al mejor guion en el Festival de Chicago. Mejor guion en el Festival de Mar del Plata.
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