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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una cosa es que el cine busque motivos de inspiración en nuevos lugares y otra que se deje influir por otros medios de diversión.
De un tiempo a esta parte se han adaptado muchos videojuegos al cine y también de algunas películas se han sacado estos divertimentos, pero lo que está ocurriendo últimamente es que se están dejando influir los directores por las técnicas de los videojuegos y eso a la larga es perjudicial para el cine.
Mark Neveldine y Brian Taylor proceden del mundo de la publicidad, de los spot publicitarios y de los videoclip musicales y en su debut en la dirección de un largometraje de ficción, según confesión propia, han querido hacer un videojuego de acción.
Para ello no se les ocurre más que inspirarse en un interesante film de cine negro, Con las horas contadas (1950), dirigido por Rudolph Maté y protagonizado por Edmond O'Brien, Pamela Britton y Luther Adler y hacer un remedo de su argumento, poniendo en movimiento a Chev Chelios, un asesino a sueldo de la mafia que está cansado del negocio se quiere retirar y empezar una nueva vida con su novia, Eve, que no sabe a lo que se dedica cuando no está con ella, y no duda en dejar escapar al tipo que supuestamente debía asesinar para iniciar una nueva vida con ella.
Pero esta deserción le trae consecuencias nefastas cuando una inesperada llamada de Ricky Verona, un peligroso matón, le advierte de que ha sido envenenado mientras dormía y que tan solo le queda una hora de vida.
Verona, le ha inyectado la droga conocida como el cóctel de Beijing que le matará en una hora paralizándole el corazón.
Para intentar sobrevivir a esa sustancia Chev deberá estar en continuo movimiento para que el veneno no llegue al corazón y le acabe matando.
Su doctor le aconseja que no deje de moverse para producir adrenalina que movilice la masa cardíaca, lo que aprovecha para buscar un antídoto y de camino dar matarile a sus enemigos.
Las crispadas imágenes del vertiginoso montaje apenas dejan ver la acción que va a un ritmo epiléptico, cuyos personajes a veces se mueven como los del cine mudo, con una cámara mareante, con un guion al que no le importa más que la acción desenfrenada y apenas nada sus protagonistas, lo que a veces las acciones que llevan a cabo resultan ridículas, repetitivas y risibles ya que no tienen ni pies ni cabeza, ni forma de justificarlas por lo increíbles que resultan.
El exnadador olímpico Jason Statham, que como es habitual rodó él mismo todas las persecuciones y escenas de acción, confirmó con este film su estatus de icono de acción moderno.
Lo que nos tememos es que si tienen éxito estos dos directores, por llamarles de alguna forma, continúen haciendo este mal al cine, como en efecto así sucedió, ya que el éxito que cosechó la cinta a nivel internacional propició una secuela con los mismos protagonistas y directores, lamentablemente.
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