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SINOPSIS
Marie es una de las corresponsales de guerra más célebres, un espíritu intrépido y rebelde, que marcha hacia las líneas del frente de los conflictos en todo el mundo para dar voz a los que no tienen voz, mientras prueba constantemente los límites de la valentía. Tras ser golpeada por una granada en Sri Lanka, ella usa un parche en el ojo. Marie sacrifica las relaciones amorosas y, con el tiempo, su vida personal comienza a desmoronarse a medida que el trauma que ha presenciado cobra su precio...
INTÉRPRETES
JAMIE DORNAN, ROSAMUND PIKE, TOM HOLLANDER, STANLEY TUCCI, FAYE MARSAY, GREG WISE, NIKKI AMUKA-BIRD, ALEXANDRA MOEN, FADY ELSAYED, IMOGEN KING, JÉRÉMIE LAHEURTE, AMANDA DREW, RAAD RAWI, HILTON McRAE
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PRESENTACIÓN DEL DIRECTOR...
Estamos en la era de la posverdad, en la que los hechos se distorsionan y dictadores, terroristas y políticos utilizan la propaganda en su beneficio personal. El resultado es aterrador: la gente a menudo no sabe qué o a quién creer. Los datos se han convertido en algo maleable. El periodismo está siendo atacado y está cada vez más polarizado. El discurso mediático se manipula y los bulos se construyen como “noticias” que se presentan como investigaciones reales.
Me preocupa mucho la amenaza que esto supone para nuestra sociedad y, por eso, he querido rodar A Private War, sobre la mítica corresponsal de guerra Marie Colvin. Ella fue una de las periodistas más reconocidas de nuestra época. Una mujer valiente y rebelde, dispuesta a arriesgarlo todo por contar una historia. Demostró tener nervios de acero en situaciones de peligro, y destacaba por su deseo de contar de primera mano el sufrimiento que causa la guerra. Quería que el mundo fuera tan consciente como ella de las terribles atrocidades que tan a menudo ignoramos.
Estar tan expuesta a tanto sufrimiento fue haciendo mella en ella y empezó a perder el control sobre su vida personal. Se dice que los reporteros de guerra se vuelven adictos a los conflictos, y en su caso sin duda fue así. Los conflictos eran una especie de droga de la que no podía escapar. Paradójicamente, la guerra a menudo fue su refugio. A Private War es mi primera película de ficción. Al plantear la historia de Marie, me identifiqué inmediatamente con su deseo de ponerle cara a los conflictos. Ha sido uno de los objetivos que siempre me he marcado durante mi carrera como director de documentales. Fue el motor de Cartel Land (Tierra de cárteles), sobre un grupo de vigilantes que intentaron frenar el tráfico de drogas en México, y de City of Ghosts, que daba voz a los periodistas-ciudadanos que documentaban los horrores que cometía el ISIS en sus pueblos natales en Siria. Al igual que Marie, he sentido ese subidón extraño que produce informar sobre la guerra y también he tenido que lidiar con los oscuros pensamientos que inevitablemente acompañan a este trabajo.
A Private War celebra el periodismo y la figura de Marie, que arriesgó su vida una y otra vez para contar una verdad que muchos no queremos oír. Para mí ha sido muy importante detenerme en la vida personal de Marie y por ello he intentado analizar también sus conflictos internos. No quería plantear la película como un biopic, sino estudiar cómo esas adicciones tan paradójicas hacían de Marie una periodista brillante y un alma torturada que a menudo se preguntaba si al mundo le interesarían las cosas que ella contaba.
LA PRODUCCIÓN...
“A Private War es un retrato psicológico de Marie Colvin, la reconocida corresponsal de guerra de The Sunday Times”, comenta Matthew Heineman. El director debuta con esta película después de convertirse en un referente en el mundo de los documentales gracias a obras como Cartel Land (Tierra de cárteles), candidata a los Óscar, y City of Ghosts. “Repasamos los últimos diez años de su vida, durante los que informó desde la primera línea de combate sobre los brutales conflictos de Sri Lanka, Iraq, Libia, Afganistán y Siria. El filme analiza esa pulsión que sentía y por la que viajaba hasta los lugares más azotados por la guerra, y cómo su trabajo afectó su vida personal”.
Han pasado siete años desde la muerte de Marie Colvin en Homs (Siria) el 12 de febrero de 2012 y Heineman ha querido honrar su historia planteándola de la manera más completa y cercana posible, al igual que hacía Colvin en sus crónicas. El artículo publicado por Marie Brenner en 2012 en la revista Vanity Fair titulado “Marie Colvin’s Private War” sirvió de inspiración para la película, pero fue solo el principio. Heineman empezó a documentarse sobre Marie como si estuviera preparando un documental. Voló a Londres, lugar de residencia de Colvin cuando no estaba en zonas de guerra, y conoció a sus amigos y compañeros. Se empapó de todo lo que encontró sobre ella: sus artículos, entrevistas que había hecho Colvin y las entrevistas que realizó Brenner para su reportaje en Vanity Fair.
“Para mí ha sido increíble ir conociendo a Marie”, confiesa Heineman. “Siento que he conectado con ella, gracias en parte a mi trayectoria como director de documentales, y siento una enorme afinidad hacia su manera de enfocar la historia desde el lado humano de los conflictos. Mi madre también es periodista y he estado siempre rodeado de mujeres fuertes y valientes, así que es un honor contar la historia de Marie. He intentado entender quién era Marie y encontrar la manera de plasmarlo en la gran pantalla”.
RODAR EN TIEMPOS DE GUERRA...
“Empezamos el rodaje en Jordania”, cuenta Heineman. “Fue una maravilla poder ambientar las escenas de Sri Lanka, Iraq, Libia, Afganistán y Siria sin salir del país. Dimos con localizaciones muy distintas en Jordania, y pasamos muchos meses creando las diferentes zonas de guerra, documentándonos a conciencia para intentar recrear, en la medida de lo posible, cómo eran. Trabajé mano a mano con Bob [Richardson] y Sophie [Becher] para retratar la guerra de la manera más realista posible en una película de ficción. No puedo decir que las condiciones fueran duras, porque estábamos trabajando en una producción de cine, pero sí intentamos crear la sensación de cómo es estar en un lugar en guerra”.
“Antes de empezar el rodaje de A Private War, me documenté sobre los seis países en los que está ambientada la acción. Estudié la historia, la cultura y la religión, pero también investigué detalles mucho más mundanos, como el tipo de iluminación, las técnicas de construcción y la forma de rezar o de comer de la población. Matt tiene mucha experiencia rodando en zonas de guerra y a los dos nos pareció muy importante retratar cada una de las zonas de la manera más realista posible, calcándolo todo hasta al milímetro. Después de haber decidido dónde y cómo íbamos a crear estos mundos, empecé a estudiar los detalles más personales. Una montaña de escombros no llama la atención hasta que te fijas en un zapato o un juguete roto. Esas son las cosas que hacen que el público se identifique con lo que está pasando, sin necesidad de explicar qué ha pasado ni quién puede estar bajo los escombros. Esos detalles marcan la diferencia y nos ayudan a retratar las consecuencias de la guerra para el ser humano”, explica la diseñadora de producción Sophie Becher.
Antes de empezar el rodaje, Becher envió a los actores una ‘biblia’ de imágenes para que pudieran imaginarse en cada uno de los entornos. “Me gusta hablar largo y tendido con los intérpretes y les pregunto qué han aprendido sobre sus personajes y cómo se han documentado para el papel”, añade Becher. “Así puedo incluir sus ideas y emociones en el diseño de producción”. Becher también trabajó estrechamente con el director de fotografía Robert Richardson para acordar la estética de la película. “Me acercaba y le decía a Bob: ‘Estas son las texturas que vamos a usar para las paredes’, y entonces nos poníamos a probarlas todas”, dice. Ha sido un proceso muy colaborativo, y la decisión de Richardson de rodar A Private War en condiciones de poca luz les obligó a cuidar todos y cada uno de los detalles.
Por su lado, Richardson, ganador de tres Óscar y colaborador habitual de Martin Scorsese, Oliver Stone y Quentin Tarantino, dice que trabajar en equipo con Heineman ha sido “muy satisfactorio”.
“Matt quería que todo lo que se viera en el plano fuera real”, explica. “Su trayectoria profesional ha pesado mucho a la hora de definir cómo se ha concebido esta película. Tenía muy claro qué quería evitar, qué lugares no quería visitar y qué zonas sí. Comentamos la composición, la iluminación y el método que usaríamos para mover la cámara. Todo partiendo de su carrera como director de documentales”.
“Me parece increíble que Jordania nos haya servido para recrear tantas zonas de guerra diferentes”, recuerda Pike. “El país es tan variado que incluso los jordanos se sorprendían. Fuimos a un bosque y los locales que nos acompañaban no lo conocían: no tenían ni idea de que existiera algo así en su país”.
A Dornan le recorre un pequeño escalofrío al recordar el rodaje en Jordania. “Fue muy duro”, confiesa. “Estábamos tratando temas espeluznantes: el drama de la población que vive bajo regímenes totalitarios brutales. En muchas ocasiones, Heineman recurrió a refugiados sirios para interpretar a los extras. A veces se escuchaba a alguien llorar y era uno de los extras, que se había derrumbado porque el rodaje le traía demasiados recuerdos”.
Heineman quería rodar así las escenas que transcurrían en zonas de guerra y se propuso trabajar con refugiados que vivían en Jordania y no tenían ninguna experiencia como intérpretes. “La autenticidad ha sido siempre mi objetivo, y más al retratar la guerra. Quería que Rosamund, Jamie y el resto del reparto conocieran a personas de esas regiones que les contaran historias reales y lloraran lágrimas de verdad al hablar de las atrocidades que habían vivido. Creo que al principio fue muy duro para los protagonistas, pero en el fondo trabajar en un ambiente en el que las emociones están a flor de piel nos permitió ahondar más en el drama que estábamos contando y transmitirlo a los espectadores”. Por ejemplo, las mujeres del “sótano de viudas” de Homs habían vivido en refugios similares. Heineman habló con varias mujeres y pidió a dos de ellas que contaran su historia de primera mano, si bien después las adaptó ligeramente para incluirlas en el guion.
Pike también se emociona al recordar ese momento. “Fuimos a rodar la escena en un sótano lleno de mujeres y niños sirios que habían vivido esa situación. Cuando hablo con ellas, cuando lloran contándome su historia, son lágrimas reales porque me están contando hechos reales. Me comporté como lo hubiera hecho Marie y empaticé mucho con ellas al hacer las preguntas y ver cómo recordaban todo aquello. Aprendí mucho de Matt sobre técnicas de entrevista. Fue una experiencia muy dura y profunda. Fue similar cuando rodamos en la clínica, desde donde Marie envió su última noticia, emitida por la CNN. El hombre que interpreta al padre de un niño asesinado vio morir a su sobrino, que fue alcanzado por la bala de un francotirador mientras lo llevaba a hombros. El dolor de ese hombre durante el rodaje fue casi insoportable. Es una película de ficción, pero tiene también un enorme componente documental”.
Antes de rodar la última escena de la película, Heineman y el equipo guardaron un minuto de silencio por Marie y todos los civiles inocentes que han muerto en Siria. Fue uno de los momentos más emotivos para el director puesto que un extra y un doble (ambos de Homs) se les acercaron a Heineman y Conroy con lágrimas en los ojos y les dieron las gracias por hacer la película. El extra tenía heridas de bala y metralla en el pecho y el doble recordaba haber visto a Paul en el centro de periodistas de Homs. Ambos habían perdido a muchos familiares y amigos en el conflicto.
Conroy, un hombre que ha conocido muchas zonas de guerra tanto como militar como periodista, insiste que la documentación y el diseño de producción son impecables. “Estábamos en un puesto de control en Iraq y necesitaba ir al baño, así que me fui hacia el desierto con cuidado, buscando minas. Dos días después estábamos en un palmeral en Sri Lanka. Era como estar en la guerra pero con el lujo de dormir en hoteles buenos y tomarte una cerveza fría por la noche”.
Por otra parte, utilizaron una estética muy diferente para las escenas de Londres. “La idea inicial fue plasmar Londres con un pincel más fino, menos duro”, comenta Richardson. La clave fue hacerlo de manera que se mantuviera algún tipo de conexión entre las escenas de casa y las de los conflictos, para que no parecieran dos películas diferentes. “Algunas secuencias tienen una estética muy pulida y otras son más rudas. Hemos buscado un equilibrio entre la capital europea y las zonas de guerra”.
Pike apunta que rodar en Londres también fue estresante. “Parecía que ya habíamos superado la parte más dura [en Jordania] y luego ya tocaba Londres y la vida social. Pero en realidad, Marie se venía abajo cuando volvía a casa. En Londres tuve que asimilar todo lo que había visto y todas las historias que me habían contado”. Resopla. “He visto una mínima parte de lo que ven los corresponsales de guerra, pero he visto imágenes que nunca serán portada porque son demasiado duras. La realidad de la guerra es mucho más violenta de lo que creemos. Para interpretar a Marie tuve que ver lo mismo que ella. Durante toda su vida se expuso al horror y al sufrimiento”.
“Es imposible ver las cosas que vio Marie sin sufrir un síndrome postraumático durísimo”, añade Pike. “Matt ha rodado la película que quería, porque él tenía claro que quería contar cómo es esa adicción al peligro, la adicción a vivir en un mundo donde la vida siempre está en juego y cómo afecta el síndrome postraumático en los momentos de intimidad al volver a casa. Es entonces cuando tienes que lidiar con las consecuencias de todo lo que has vivido en esas zonas de conflicto".
DAR VOZ A LA HISTORIA...
Contada desde una perspectiva sincera y auténtica, A Private War es tanto una película de guerra como un apasionante análisis de la personalidad de una mujer extraordinaria que dedicó su vida a buscar el lado personal de los acontecimientos políticos. Han pasado siete años desde la trágica muerte de Marie Colvin en Siria, pero todos los que han trabajado en A Private War sienten que el tema es tan relevante hoy como entonces.
“La película no solo rinde homenaje al periodismo, sino también rinde tributo a la tragedia de Siria”, comenta Heineman. “La última escena transcurre en Homs, donde Marie murió mientras informaba sobre los horrores del régimen de Assad contra la población. Es terrible que desde entonces la situación solo haya ido a peor. Assad sigue bombardeando a la población siria y más de 500.000 civiles inocentes han sido asesinados desde que empezó la revolución. Marie luchó por contar la historia de esa gente y espero que esta película recoja su testigo y siga arrojando luz sobre esos hechos”.
Pike quería contar la historia de Marie, al igual que la periodista luchó por contar la historia de tantos otros. “Hemos intentado trasladar la alegría y la vitalidad de Marie a los espectadores”, comenta la actriz. “Su presencia atraía a todo el mundo. Era una mujer sofisticada, fuerte y determinada. Era divertida, irreverente y no tenía pelos en la lengua; sabía reírse de sí misma pero se tomaba muy en serio su trabajo. Estaba totalmente comprometida con la causa”. La protagonista subraya también que A Private War es una película sobre el arte del periodismo de largo formato y habla de la importancia de los reportajes en esta época en la que predominan las píldoras de información. “Estos temas requieren una lectura reposada y una asimilación”, comenta. “No es como cuando te llega una notificación en el móvil y te enrabietas por algo durante un segundo”.
Hablando de periodismo, Conroy comenta la epidemia de las fake news. “Los medios se están llevando una buena tunda, y creo que es el momento perfecto para decirle a la gente que no puede meter a todos los periodistas en el mismo saco”, dice. “Esta forma de periodismo es lo opuesto a las fake news. Esta es la cruda realidad de lo que hacen algunos profesionales para llevar la verdad a los lectores”.
Tucci comparte su opinión. “El periodismo corre peligro. No solo en países como Siria, pero también en Estados Unidos. El periodismo abierto y libre es fundamental en una sociedad democrática”.
Hollander añade que “el mundo del que formaba parte Marie está desapareciendo y los periódicos están perdiendo importancia”, y después añade su opinión sobre por qué A Private War es hoy más relevante que nunca: “La historia de Marie es la de una mujer en un mundo de hombres, que además es mejor periodista que los hombres que tiene alrededor”, comenta levantando los hombros. “En ese sentido es una película muy actual, y espero que inspire a los espectadores. Marie Colvin es una heroína”.
“La población civil sufre atrocidades por todo el planeta, y cuanto más podamos hacer para contar su situación, mejor. Es muy importante acceder a historias reales en vez de leer las noticias bien masticaditas a través de los medios. Hay que cambiar mucho las cosas. La gente vive bajo regímenes terribles y muchas veces cuando la población emigra a otro país en busca de una vida mejor se les recibe de mala manera con quejas de que vienen a quitarnos nuestro trabajo. Me da muchísima rabia que se piense así”, añade Dornan.
Como no podría ser de otra manera, la última palabra corresponde al hombre que mejor conocía a Marie Colvin. “Llevamos siete años sin Marie”, dice Conroy. “Hay heridas que tardan mucho en cerrarse. Me gustaría que todo el mundo conociera la historia de esta mujer tan increíble y tan comprometida. Sería un error no contarla, la gente debe conocer su vida y todo lo que sacrificó por contar la verdad. Espero que los espectadores salgan del cine pensando que era una mujer extraordinaria”, comenta. “Creo que sonreiría de forma irónica si supiera que estábamos rodando una película sobre ella”, concluye. “Era una mujer muy humilde, no era de las que se ponía a contar batallitas. Creo que, muy en el fondo, le haría ilusión que se le recordara de esta manera, aunque jamás lo diría abiertamente”.
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