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CRITICA
Por: PACO CASADO
La corresponsal de guerra Marie Colvin fue testigo de algunos de los acontecimientos más trascendentales de los últimos años, como los conflictos de Sri Lanka, Afganistán, Irak, Kosovo, Sierra Leona, Libia y Siria, lugar este último donde murió en la ciudad sitiada de Homs, en un bombardeo junto al fotógrafo frelance Paul Conroy el 12 de febrero de 2012.
La película cuenta vida de esta reportera bélica, una de las corresponsales de guerra más célebre de nuestro tiempo, una mujer de espíritu intrépido y rebelde, que cubrió para el periódico Sunday Times de londres, los conflictos más relevantes de nuestra época, para dar voz a los que no la tenían, poniendo a prueba su valentía.
Una periodista de guerra británica cuya imagen era muy reconocible porque perdió el ojo izquierdo cubriendo un conflicto bélico en Sri Lanka a consecuencia de una granada y llevaba siempre un parche, lo que le valió el premio a la mejor periodista extranjera, pero dejó claro que no abandonaría.
Lo que muestra el film es la apasionante trayectoria de este personaje que adoraba su trabajo hasta el punto que le impedía llevar una vida normal, sacrificando sus relaciones amorosas, ya que así no podía tener marido, ni hijos, al pasarse la vida con largas ausencias y los que se quedaran sufrirían por lo que le pueda ocurrir en sitios donde era fácil perder la vida.
Era un afán su lucha diaria por conseguir la noticia viajando a esos lugares y sobre todo la constante de su trabajo era denunciar los ataques que sufrían las personas civiles, las víctimas inocentes, los más débiles en cualquier lugar del mundo y las violaciones de los derechos humanos en los conflictos internacionales.
Esta biografía combina los dos aspectos del personaje, el público y el privado, en el primero destaca el compromiso con la noticia, aún a riesgo siempre de su vida, muy bien ilustrado con las imágenes de acción, mientras que en el segundo, que trata de lo personal se muestra un poco más flojo, pendiente de alguna manera por el caos sentimental provocado por su egoísmo y el estrés post traumático de los horrores vividos y vistos en sus coberturas informativas, que trataba de olvidar ahogándolos en alcohol, a pesar de lo cual siempre volvía a esos peligrosos escenarios.
Muestra las duras experiencias que vivió bajo bombardeos que le producían pesadillas y nunca supo en qué consistía la felicidad.
A través de algunos fragmento de sus crónicas se aprecia lo bien que escribía.
Logra algo tan difícil como que el espectador se identifique y sufra con ella quedando ganas de saber algo más acerca de esta mujer que era digno de admirar.
Es el debut de Matthew Heineman, un director experto en documentales, que muestra su experiencia en los mismos lo que la hace aún más creíble, mientras que en los momentos íntimos y personales resulta más flojo..
Espléndida la interpretación de Rosamund Pike, metida en la piel de esa periodista de vida complicada y de difícil que se identificaba con los más débiles en las guerras.
Lo más tierno que le dice Marie Colvin a una colega que empieza en el oficio es que en esos pueblos los más débiles, los civiles en esos casos, son los que mueren y nosotros tenemos que contarlo y a ella le costó la vida.
El guion, que se basa en el artículo periodístico, Marie Colvin Private War, escrito por Marie Brenner, publicado por la revista Vanity Fair tiene un esquema demasiado esquemático que se repite constantemente y eso hace que se haga monótona a lo largo de un metraje que resulta alargado.
Nominada al Globo de oro Rosamund Pike y la canción Requiem for a private war, de Annie Lennox y ambos lograron el premio Hollywood.
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