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Etiquetas: ComediaFrancia2020Alain ChabatEric Lartigau
AQUÍ ESTOY
INFORMACIÓN
Titulo original: Jesuislá
Año Producción: 2019
Nacionalidad: Francia, Bélgica
Duración: 97 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de años
Género: Comedia
Director:  Eric Lartigau
Guión: Thomas Bidegain, Eric Lartigau
Fotografía: Laurent Tangy
Música: Evgueni Galperine, Sacha Galperine
FECHA DE ESTRENO
España:
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Vértigo Films


SINOPSIS

Stéphane lleva una vida pacífica en el País Vasco entre sus dos hijos, ahora adultos, su exesposa y su profesión de chef. La chispa de emoción que todos buscamos la encuentra en las redes sociales, donde habla a diario con Soo, una joven surcoreana. Por capricho, decide viajar a Corea con la esperanza de conocerla. Sin embargo, tan pronto como llega al aeropuerto de Seúl, un mundo nuevo se abre ante él...

INTÉRPRETES

ALAIN CHABAT, DOONA BAE, BLANCHE GARDIN, ILIAN BERGALA, JULES SAGOT, CAMILLE RUTHERFORD, DELPHINE GLEIZE, VINCENT NEMETH

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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
En sus primeras secuencias, #AquíEstoy parece una comedia romántica, luego la película adquiere gradualmente el encanto de una historia de iniciación con una resonancia muy contemporánea. ¿Cómo surgió esta historia?...
El impulso inicial vino del productor de Rectangle Productions, quien me contó una historia curiosa: un sueco que conoció a una mujer china en Internet y se fue allí, con el deseo de casarse con ella. Pero ya en el aeropuerto, la chica no aparece y no da ninguna señal de vida. El hombre comienza inmediatamente una huelga de hambre buscando ayuda. Después de una semana, fue repatriado por causas médicas. Habíamos hablado sobre este personaje y, de hecho, cuando llegamos a Corea, en la embajada nos dijeron que cuatro veces al mes, la gente tenía que ser repatriada después de venir a conocer a mujeres coreanas, que nunca llegaban a aparecer. Encontré esta historia y este viaje cautivador, porque dice algo de la posible y absurda virtualidad a la que las redes sociales pueden conducir. Es la puerta abierta a la fantasía, a la posibilidad de un amor excesivamente idealizado. Cada uno puede fabricarse fácilmente su propia historia. Me atrajo la idea de tratar de entender el mecanismo que anima a una persona en busca de ese amor absoluto; y su corolario: ¿qué sucede cuando la fantasía se transforma en una realidad concreta?

¿Cómo diseñaste este itinerario para Stéphane?...
Lo que me gusta es que Stéphane es un personaje al que no le va mal al principio. No quiere hacer una revolución, pero lo que está en juego con este camino es una especie de profunda transformación; al final es una búsqueda interior. Cuando lo escribía, quería trabajar en la idea de que el personaje de Stéphane se inventa una vida en el corazón de su propia existencia en el País Vasco. Sentimos que está disociado de sí mismo y de los demás. Ha inventado una realidad alternativa como hacen muchos. Stéphane invirtió mucho en su restaurante y no estaba lo suficientemente atento a lo que estaba pasando a su alrededor. Él es alguien que busca el contacto con los demás y que le gusta hacer el bien a los demás, a través de la comida en particular. Parece estar equilibrado, todo parece irle bien, pero esta desconectado sin ser consciente de ello. Y de repente, salta detrás una suerte de alegoría amorosa que conoce en Instagram. Y es vertiginoso, porque lo escenifica. Esta fantasía es un detonante. Rápidamente nos daremos cuenta de que su objetivo final no era encontrar a Soo. Estoy convencido de que lo sabe inconscientemente: ¡lo que Stéphane está buscando es a sí mismo!

En “Prete-moi ta main”, Alain Chabat vive de su olfato. En “#AquiEstoy”, su personaje
es chef. En “La familia Belier”, se trata la sordera. Pareces tejer historias donde los cinco sentidos se resaltan y afectan mucho a sus personajes...
Lo que me interesa de los sentidos es lo que nos dicen de nuestra parte animal y lo que nos provocan: un olor te recuerda algo, puede devolverte a tu infancia; el sabor es inseparable del placer de compartir, y me encanta este lado primitivo de la comida. Este restaurador, que no conoce los códigos de Corea donde aterriza, gracias a este arte que es la gastronomía, puede enetenderse con otro chef y elaborar un plato que mezcle estos dos continentes: este plato le permitirá experimentar la otredad. Con Thomas Bidegain, con quien tengo tanto en común, inmediatamente encontramos el trabajo perfecto para el personaje de Stéphane. No quería que trabajara en la ciudad, sino que estuviera conectado con la naturaleza en su vida diaria, y no quería que fuera un ermitaño. Sus clientes se desplazan al campo para disfrutar en su establecimiento.

La película se abre con un majestuoso plano de un roble, donde se desarrolla tu amor por
la naturaleza y tu preocupación por conectar a tu personaje con la tierra, aunque mantenga una relación dependiente con su teléfono...
Un plano inicial es importante, porque inmediatamente lleva al espectador a algún lugar.
Incluso si no te gustan los árboles, es posible que todas estas ramificaciones sean fascinantes, similares a las de nuestro cerebro. El roble es mi árbol favorito, junto con el ginkgo biloba. Ambos son árboles milenarios. Hay algo en el roble que es noble, rústico.
Estoy locamente enamorado de un roble de cinco siglos que hay en mi casa familiar.
Cuando era pequeño, siempre me refugiaba en él cuando tenía problemas. Fue un verdadero consuelo para mí.

Entre los animales de la película, está todo este bestiario que puebla las paredes del restaurante d
e Stéphane y representa restos, vestigios de un pasado que no le pertenece...
La taxidermia es algo bastante especial... Un día recibí una sublime garza real, y me di cuenta de que ponía a mucha gente incómoda. Entiendo esta incomodidad. Porque incluso si el animal ha muerto, sigue siendo un cuerpo momificado. En la película, es la imagen del padre que estos animales transmiten. El anticuario dice, además, que el padre de Stéphane parecía un jabalí.

Este padre actúa como un fantasma familiar del que Stéphane tendrá que deshacerse para encontrarse a sí mismo...
Esta idea induce la presencia del polvo omnipresente y Stéphane logrará alejarse de todo. Este es un primer paso, desencadenado por Soo. Este es su papel en la historia: ella es un catalizador, pero también un ángel guardián.
Todo era posible con un punto de partida como este. ¿Tenías que decidir? De hecho, esta es la película menos identificable de tu filmografía en términos de género...
Sí, los géneros de mis películas anteriores son muy marcados, pero esto es diferente.
La revolución que experimentará el personaje es interior, a la vez simple, prodigiosa y banal. Realmente quería que mi personaje no fuera infeliz o estuviera deprimido al principio.
Todo está bien para él. Ha forjado una pequeña fortaleza alrededor de su realidad. Stéphane no pedalea contra la corriente de su vida. Está en sintonía con la gente que conoce, con su día a día. Pero hay otras realidades que no quiere ver. Como anécdota, tengo un amigo que se enteró de que su hijo era gay cuando tenía 25 años, ni siquiera lo vio venir. En realidad estaba furioso consigo mismo por no querer admitirlo antes. Me inspiré un poco en esta historia.

No juzgas a tus personajes. Sin duda Stéphane lo hizo lo mejor que pudo...

Todo el mundo trata de hacerlo lo mejor posible. De ahí la secuencia entre Stéphane y su hijo en el desayuno después del día de la boda: aquí Stéphane se da cuenta de que todo el mundo a su alrededor ve más claramente que él. Pero en ningún momento sus parientes le juzgan.

Lo interesante es que la odisea que tendrá que vivir para reconectarse con los demás y consigo mismo nunca hace que la película se hunda en el desencanto. Y sin embargo, cuando Stéphane finalmente encuentra a Soo, su fantasía se termina y el desencanto emerge ligeramente, pero sin estar forzado. Tu película, mezcla la risa con la ternura y la contemplación amablemente.
Eso es lo que me gusta del cine: diversidad y contradicciones. Me gusta ver los defectos de un personaje. Siento mucha más empatía por alguien cuando percibo sus grietas. La persona empieza a llegarme, porque me da acceso a más intimidad. Y así lo puedo entender mejor. Cualquier guion propuesto a cinco directores separados da cinco películas diferentes. Pero éste, dado a cinco cineastas, daría para quinientas. Esta es solo una interpretación, cuando escribo con Thomas Bidegain, tengo todo en mente: los marcos, los movimientos, los planos, todo. Así que en el rodaje, para no aburrirme, disparo muchas otras secuencias no planificadas: siempre quise que Stéphane probara cosas distintas, que actuara para crear el movimiento de péndulo del que estás hablando.

Alain Chabat rara vez ha tenido un papel tan físico en el cine...
Le dije a Alain que este guión sería escrito para él. Por lo tanto, se trataba de llevar este personaje a varios lugares, hacia todos sus miedos, sus temores, enfrentarse entre sí, enfrentarse a sí mismo. ¡Y Alain se metió a fondo! En cualquier caso, había un deseo de mi parte de ir a todas partes con él, de abrir puertas traseras.
Por eso también quería que el personaje de Alain se moviera todo el tiempo. A lo largo del rodaje, escribí escenas que le di a medida que avanzaba. Esto le ayudó a estar en sintonía con su personaje. Se sorprendía todos los días de lo que le estaba haciendo, como la escena del baile con el walkman en el aeropuerto, por ejemplo. Como Alain es un hombre curioso y tenemos una confianza mutua, se prestaba a este tipo de juegos.

El vértigo amenaza en tu película: Stéphane salta hacia la lucidez tan pronto como pone
un pie en una sala de cine en el aeropuerto. Allí, el fenómeno de la proyección/ identificación funciona y comienza a ver más claramente. Es una escena cómica y poética. Y cuando sale del aeropuerto, ¡qué alivio para el espectador!...
Sí, quería que Stéphane se moviera gradualmente hacia una mayor conciencia. La sala de cine le hace un efecto espejo. Para mí esta escena es en la que la parte de Stéphane más inconsciente se puede expresar: se deja escuchar a sí mismo y descubre parte de su verdad interior. Posteriormente, este carácter de ilusión le desborda. Es absurdo, un sinsentido. Stéphane no quería nada de esto, pero sigue sus instintos y su inconsciente le llevará a la salida de emergencia. El clímax, si no se maneja correctamente, puede conducir a una cierta forma de vértigo.

En la secuencia de la sala oscura en el aeropuerto, como en toda la película, se cuestiona el lugar del romanticismo hoy en día. ¿Dónde queda el romanticismo en la era de los intercambios virtuales generalizados? ¿Han cambiado las redes sociales el “mapa de Tendre”?...
Las redes sociales alimentan el romance, pero de una manera “kleenex”. Según nuestros intereses, una serie de personas que se hacen eco de ellos se construyen a medida que avanzamos. Así que podemos pasar una hora fantaseando con una chica, con un árbol, con un coche... Siempre nos contamos historias. Y tan pronto como apagues la máquina, suena “pschitt”. Desde el momento en que apagamos nuestro teléfono, surge el vacío.
Estas redes son un poco un espía con todo. Mi película dice que tenemos una necesidad imperiosa de romance. Y creo que es porque en el fondo yo soy un romántico.

El propio título contiene una pequeña paradoja: el “#” crea dudas sobre la realidad, sobre
la presencia de la declaración “Aquí estoy”...
Encontré el título de inmediato, incluso antes de empezar a escribir el guión. Stéphane no está aquí... Vuelve a la noción del presente, en el sentido más verdadero de la palabra.
La noción de tiempo surge en mi mente constantemente, porque me cautivan estas preguntas: ¿Cuál es el presente? ¿Qué es vivirlo realmente? ¿Cómo llegas a estar en simbiosis con él? Y sobre todo: ¿Cómo podemos estar desde el punto de vista del sentimiento? ¿Cómo puedes confiar en tu parte instintiva?

Stéphane fotografía cualquier cosa y todo el tiempo. ¿Qué tenías en mente cuando lo hiciste un hombre dependiente de su teléfono? ¿Tiene miedo de perder la memoria? ¿Intenta detener la carrera del tiempo capturando cada momento de su vida?...
Stéphane se refugia en una burbuja. Esta es la paradoja: las redes sociales crean la ilusión de conectarnos con el mundo, pero también pueden colocarnos en esta burbuja. La película también plantea la cuestión de lo que realmente compartimos o no.

Alain Chabat tiene un aspecto extremadamente abierto. ¡Lo hace perturbador y seductor!
Tengo la impresión de que en tus planos, pero también en el peinado y el traje de Stéphane, centras la atención del espectador en su mirada...
Para mí, Alain Chabat es del mismo tipo que Gérard Depardieu. Es un actor que admiro.
Encarna el poder y la fragilidad de Stéphane. Tiene una empatía casi total en la vida. Es algo que camina con él. Al verlo simplemente caminar, había directrices de media página de guion que podía quitar directamente. Es la fuerza de un actor o actriz que de repente encarna a tu personaje. Alain es un ser dotado de esta capacidad de no-juicio, y eso era importante para interpretar a Stéphane. Alain es un ser sin prejuicios. Siempre aplica una mirada benévola en la gente, y está dotado de este don sublime: levanta el ánimo a todos, te hace superarte a ti mismo. Es muy vigorizante, ya que es un intercambio libre, que permite todas las combinaciones posibles. Tiene una poesía y una delicadeza en su manera de mirar a los demás y el mundo que me emociona mucho.

¿Cómo describirías su aspecto, tú que ya lo habías filmado en “Prete-moi ta main”?...

Es inocente y puro, aunque ha vivido muchas experiencias. Aparte de la dulzura, tiene una profunda humanidad. También tiene algo muy infantil. Siempre induce algo nuevo.
En sus ojos, vemos que está en el presente.

¿Y su forma de ser?...
Es súper infantil. ¡Me hace reír! Es casi torpe, pero con una seguridad que es muy conmovedora.

¿Por qué elegiste a Doona Bae, una estrella coreana, para interpretar a Soo, una mujer
común y corriente?...
Resulta que Doona es una estrella en Corea, pero no es por eso que pensé en ella para este papel. La conozco desde hace diez años. Hemos estado más en contacto durante los últimos cuatro años. No quería filmar en Japón o China, y pensé que en Corea, se podía perder, como era posible en Montenegro, donde el personaje de Romain Duris va en “L´homme qui voulait vivre sa vie”. Corea tiene algo misterioso. Este país es un mundo de paradojas, especialmente a los ojos de nosotros los occidentales. Un “no” puede significar “sí” y viceversa. También hay algo preocupante, porque los propios coreanos están preocupados, estando rodeados de enemigos con China y Japón, que los han invadido en el pasado. Hoy en día, hay una guerra química con China, que es otra forma de ser invadida a través de la contaminación. Este país me parece fascinante por todas estas razones. Y si el Norte ataca, el Sur está equipado para volar todos sus puentes, lo que necesariamente influye en la mentalidad de las personas. El peligro es permanente allí.
Y ya que quería rodar desde hace tiempo con Doona, fue una oportunidad para grabar mi historia en Corea.

¿Qué tiene Doona Bae tan singular para ti?...

Es una actriz con doscientas caras. Ella puede ser de gran banalidad y girando la cabeza, de repente, puede transmitir mediante sus ojos y su cuerpo un carisma absoluto.
También tiene una manera muy increíble de moverse. Da la sensación de que entra en tu cabeza cuando se mueve y ofrece algo muy fuerte, mientras que es modesta y reservada.
Es una chica sublimemente inteligente, muy curiosa, también es muy caprichosa e inesperada. En definitiva una mujer libre. ¡Todo lo que amo!
El personaje de Soo lleva la noción, magnífica y central, de “nunchi”,que se refiere al lenguaje no verbal, a la exhortación, a observar y decodificar las emociones del otro sin formularlas. ¿No te permite esta idea alabar el propio misterio?
Absolutamente. Buscabamos junto a Thomas Bidegain una noción típica de su país que Soo mostrara y la hiciera singular. Thomas llegó una mañana con esta idea encontrada en Internet y acogimos esta oportunidad porque tenía algo totalmente irracional y que me encanta en esta noción de “nunchi”. Creo que traduce tan bien Asia y Oriente en lo que pueden diferir de nosotros. El “nunchi” hace posible no tener que formularlo todo.
Siempre he llevado esta noción en mí mismo, desde la infancia, pero sin poner una palabra para ello. Es una parte integral de mi personalidad. De repente, gracias a esta palabra, encontré una definición de un sentimiento que era instintivo en mí.

¿Cómo pensaste en la escenografía del aeropuerto?...
Fuimos junto a Thomas Bidegain a Seúl y nos alojamos por una semana en este aeropuerto para escribir. Estábamos buscando lugares, atmósferas; escuchamos, observamos.
Es una ciudad en sí mismo. Encuentro fascinante este tipo de lugares donde puedes conocer a tanta gente de todo el mundo. Los aeropuertos generalmente me disgustan, pero este realmente tiene algo mas intenso. Siempre hay algo que ver. Incluso los niños tienen formas diferentes de estar en movimiento que nosotros. Estetícamente este aeropuerto tiene muchas curvas. Puede ser agonizante, porque tiene un lado frio e impersonal, y sin embargo estábamos llenos de energía al caminar por allí.

Tu película es muy brillante en su conjunto, incluso con tres sets con energías muy diferentes a las otros...
Quería una película brillante y colorida. Me pareció embriagador tener que conectar tres lugares diferentes. El País Vasco, que me encanta, tiene una paleta de color verde muy amplia. Vegetación densa y en movimiento. El Aeropuerto Inchéon de Seúl es una obra de acero y vidrio. El parque que da a Seúl al final de la película, es un lugar deslumbrante.
Quería que hubiera naturaleza en la ciudad y conocer a Stéphane y sus hijos en ese lugar.
Mi jefe de operador, Laurent Tangy, es muy sensible al lugar y nos entendimos bien en el tema de la luz. Mis marcos eran precisos, con movimientos siempre relacionados con la energía de los personajes. Queríamos que los sets fueran distintos y conectados entre sí por la luz.

¿Por qué Blanche Gardin como colaboradora de Stéphane? ¿Y por qué elegiste darle a
su personaje un acento del sudoeste?...
Conozco a Blanche desde hace 15 años. Me encantan sus espectáculos. Ella me fascina.
Tiene una mirada arrolladora. Es una bomba de energía, de generosidad, tiene una sensación de improvisabilidad que está fuera de lo común. Es capaz de sumergirse totalmente, mientras que tiene los pies firmemente en el suelo. Blanche me emociona mucho.
Tiene una potencia innata y a la vez su fragilidad hace que desees protegerla y tranquilizarla.
El acento del suroeste que adopta para el personaje fue su idea. Me pareció divertido y creíble.

Su personaje es espontáneo y hace que las cosas sucedan con preguntas falsamente ingenuas y un verdadero sentido pragmático, casi a la manera de Becassine...
Su personaje era peligroso porque aporta información importante, pero no debería ser una sucesión de frases informativas. Hace destacar a Stéphane y revela muchos de sus rasgos de carácter. Ella y Stéphane son dos personajes complementarios. Y la perspectiva de tener a Blanche y Alain juntos me gustaba mucho, porque sabía que esa alquimia podía funcionar. Sin ser pareja, forman una.

¿Por qué Jules Sagot e Ilian Bergala en los papeles de los hijos de Stéphane?...

El casting tomó mucho tiempo para encontrar a los hijos de Stéphane. Me costó encontrar el “color” de estos personajes. Químicamente tenía que funcionar, y me dejaron boquiabiertos las pruebas con Jules Sagot. Jules inmediatamente trajo un carácter ambivalente y libre. Quería que tuviera una parte misteriosa y creo que Jules lo muestra bien.
En cuanto a Ilian Bergala, que interpreta a David, lo dirigí en “La familia Belier” en la que interpreta al novio del personaje de Louane. Nos envió unos ensayos filmados y me engañó.
Había alcanzado una verdadera madurez, y tenía una parte capital de la infancia que se adaptaba muy bien al personaje. También quieres protegerlo, porque transmite esa vulnerabilidad y emotividad.

¿Por qué pensaste en la cineasta Delphine Gleize como la madre de los hijos de Stéphane?...

Me encanta este personaje con el que Stéphane ha mantenido una relación cómplice a pesar de su divorcio. Quería a alguien generoso, con una hermosa mirada de nuevo sin prejuicios. Delphine exuda algo muy dulce, cariñoso y sensual. También tiene mucho carácter y es una buena amiga mía. Así que fue una fuente de alegría para mí compartir esta historia.

¿Cómo pensaste en integrar las pantallas del teléfono en la imagen? Parece que el cine
ya no puede prescindir de él, así que , ¿cómo podemos innovar desde este punto de vista?...
Ha sido una gran búsqueda con los creativos de mi equipo técnico. El aderezo era difícil de encontrar. Tenía que ser armonioso con la imagen y tuve que anticipar mis planos de acuerdo con las pantallas del teléfono de Stéphane. Tenía una idea vaga de la composición y tuve que averiguar cómo incorporarlos adecuadamente. Fue laborioso, pero muy emocionante, porque tenía que ser simple, legible, gráfico, fluido en la narrativa y sin
efectos. Estas pantallas traen información o comedia: ¡es una historia en la historia, un cubo de Rubik! El flagelo de Internet que se está convirtiendo en una onda invasiva. Una vez más una cuestión de paradoja, los “me gusta”, los comentarios y las suscripciones aumentan dramáticamente, hasta el punto de envolver al personaje en la escena del corredor del aeropuerto.

¿Cómo desarrollaste la banda sonora de la película?...

Para los temas ya existentes de la partitura, comencé con la música que escucho mientras escribo. Escuché en particular a la banda de rock “The Shoes” formada por Guillaume Brire y Benjamin Lebeau, pero también al cantante franco-libanés Bachar Mar-Khalifé, cuya “Kyrie Eleison” es magnífica, o el “Requiem” de Mozart, ¡es estremecedor! También trabajé con los hermanos Evgueni y Sacha Galperine, con quienes había colaborado en mis dos últimas películas. Se trata de chicos de origen ruso que tienen en su sangre una especie de nostalgia y modestia combinadas. Su música nunca es narrativa, por el contrario, te lleva a otro lugar. Encontrar la música de una película es una de mis partes favoritas en el proceso de fabricación. El momento de la partitura es uno de los que prefiero en la creación de una película. Uno de los momentos más emocionantes. Yevgeny y Sacha, también, se revelan escribiendo su partitura. Los admiro. La edición también es una partitura. Con Juliette Welfling, mi editora, estamos muy atentos al ritmo de una escena. Es fascinante amasarlo todo.

En una secuencia muy agradable, hablamos de la descripción de una mirada, la del hijo
de Stéphane, comparada con la de su propio padre. ¿Miradas de cine no?...
El intercambio padre-hijo tiene lugar. Al final de la película, Stéphane tiene un clic y ya no mira a sus hijos de la misma manera. Ha dado un paso más allá. Esto es en cierto modo turbador para el padre y sus hijos. Pero significa que finalmente se han vuelto a encontrar.

La película termina con una toma de Stéphane que cierra los ojos, después de asegurarse
de que su hijo no tenga frio. Finalmente, ¿no es #AquíEstoy la historia de un hombre que recupera la vista?...
Stéphane está feliz de poder cerrar los ojos al final. Se cierra una ventana. Es un paso en su vida. Lo que realmente me gusta de este personaje es que es muy valiente. Catherine, su ex-esposa, se lo dice, por cierto. Todos soñamos con ir al otro lado del espejo, pero es vertiginoso y puede ser aterrador. Todos tenemos preguntas sobre lo que no tuvimos el valor de hacer. Admiro la determinación y lucha de Stéphane. Tienes que estar bien armado en tu cabeza para tomar medidas. Es mucho más fácil rendirse. Al final de la película, la página se pasa. Y también es un renacimiento: Stéphane vuelve a entrar en su propia vida...


ENTREVISTA A ALAIN CHABAT...
Tu personaje, Stéphane, parece avanzar en esta historia con ambivalencia: está presente
y ausente, siempre en movimiento, pero también en una ligera ingravidez. ¿Cómo trabajaste para encontrar ese equilibrio?...
Es justo decir que Stéphane está a la vez en, como afirma el título, y no esta. Especialmente cuando está en Pais Vasco: parece más presente en su vida virtual que en su familia. Inventa una vida de cierta manera. Pero lo que más me ayudó fue decirme que Stéphane estaba bien. No está en crisis. Todo parece funcionar en su vida; en la superficie, al menos. Va flotando y un buen día, algo hace “click” y todo se ponde en marcha.

Es un papel casi deportivo: en esta película, bailas solo en el escenario de un aeropuerto,
corres, practicas la pelota vasca e incluso en una escena estás en movimiento “absoluto”, lo que aporta un toque de poesía a la película...
Todo lo que sabía antes de recibir el guion de la película era que Stéphane se estaba comunicando con una mujer coreana y que él decidió ir a conocerla, a pesar de que ella no había pedido nada. Lo leí devorándolo como una novela. Entonces, en el momento del rodaje, me di cuenta de que este escenario permitía varias secuencias de improvisación.
En el aeropuerto, Stéphane se encuentra en un universo paralelo. Esto lo lleva a agitarse. Le pregunté mucho a Eric qué iba a ver el espectador en estas secuencias en el aeropuerto. Es cierto que todos estos encuentros en este espacio hacen de estas secuencias momentos especiales donde algo íntimo se desencadena para el personaje, lo que no era obvio a la hora de leer el guion y que da lugar a secuencias de movimiento e intercambios en pantalla. Por supuesto, no trato de medir los efectos que tendrá para el espectador.

Se da muy poca información sobre Stéphane, excepto que su restaurante funciona bien,
que está en buenos términos con su ex-esposa, pero que sus hijos no confian en él y que su padre, fallecido, parece ser una figura como de comandante. ¿Cómo lo visualizaste tu?...
Eric me había dado información antes del rodaje. Hablamos de la dinámica familiar, como la que todos podemos encontrar en nuestras vidas. Reuní esta pequeña información sin hacer demasiadas preguntas, porque no necesitaba muchos elementos para interpretar a Stéphane. En “Prete-moi ta main”, cuando descubrí la película basada en un guión que había co-escrito, me sorprendió la profundidad emocional que Eric había sido capaz de mostrar. Así que me di cuenta de que por la forma de hacer películas, muchas cosas iban a venir de él y se me aparecerían cuando descubriera la película terminada. Con esa confianza me embarqué de lleno en este proyecto. Y en el set, Eric me dio información sobre los pensamientos que podían ocupar la mente de Stéphane en este o aquel momento de la acción. Me hizo estar atento a los pequeños detalles que mi personaje observaba y como podían influir en sus pensamientos. Eric, que es un hombre muy sensible, me ha guiado muy de cerca. Así es como la sorpresa se cuela en los huecos de la película, a veces cuando menos te lo esperas. Es lo mismo en la vida: un simple detalle puede cambiarlo todo.

¿Cómo desarrollaste la apariencia física de tu personaje?...
Durante el rodaje se me ocurrió la idea de que Stéphane se cortara el pelo. Me imaginé que tendría ese deseo, después de varios días en este aeropuerto, de sentirse renacido y que el deseo de una nueva apariencia resultaría. En el set, este aeropuerto nos dio deseos de libertad, como la escena de baile que Eric me hizo improvisar. ¡La gente nos miraba y a mi me daba igual, lo hacía sin pensar! En este rodaje, de todos modos, rápidamente me di cuenta de que los días no siempre se iban a desarrollar como los había imaginado.
Después de un tiempo, dejé de hacer proyecciones y suposiciones para ponerme a su total disposición y poder vivir el momento. Además, en este contexto de rodaje bastante deportivo a veces, tenías que ser reactivo y jugar con lo que había a mano. Así que me aseguré de estar muy atento, que es lo mínimo cuando haces este trabajo, pero aquí de manera aun más contundente.

¿Has aprendido los gestos esenciales de cocinar para esta película?...

Sí, y realmente lo disfruté. Tuve que tomar clases porque no cocino en absoluto. Trabajé con el equipo del chef Cyril Lignac y un gran chef, Aude Rambour. ¡Tenía que parecer creíble en la cocina! Y me encantó aprender, porque realmente me gusta que un papel me haga actuar; me impide pensar demasiado. Además, todos estos gestos hicieron que las secuencias tomadas en el país vasco fuesen muy dinámicas.

La cocina es un idioma universal y permite a Stéphane establecer una relación con alguién
en el aeropuerto de Corea. En este sentido, se diferencia del personaje de Bill Murray en “Lost in trasñation”¿Cómo experimentó el rodaje en Corea? ¿Cómo percibiste el paisaje? ¿Cómo te comunicabas con los actores coreanos?...
Encontré a la gente muy cálida allí. Son muy táctiles. En la calle, la gente se coge de la mano, se ríe, habla entre sí, es muy animado. Por supuesto, me perdí muchos códigos, pero me sorprendió descubrir que tenía una idea falsa de Corea del Sur. El actor que interpreta al cocinero en el aeropuerto me impresionó: hizo muchas propuestas, fue muy creativo. Esto ha llevado a un ritmo muy favorable y enriquecedor la película. Es como la vida: tienes que adaptarte y esta experiencia de filmación en Corea nos puso en ese estado inmediatamente. También hay que señalar que la personalidad de Eric ha fomentado estas buenas condiciones de trabajo.

¿Qué director de actores es?...

Eric ama a los actores inmensamente. Tiene talento para el casting. Su idea de ofrecer el papel de mi asistente a Gardin es genial. Conocemos su poder cómico, pero también ha construido un personaje creíble y muy entrañable. En un rodaje, Eric es muy cariñoso y muy enérgico. Tiene una visión muy clara de lo que quiere mostrar y contar. Lleva a su equipo y a todos con su entusiasmo. Está buscando precisión, pero también sabe cómo dejarlo ir cuando tiene que hacerlo. Es alguien que cuida mucho de sus actores y técnicos, naturalmente y sin premeditación. Doona y yo estuvismo muy a gusto, manteniendo una distancia y un misterio que eran muy útiles para alimentar a nuestros personajes.
Las escenas con Doona Bae fueron lo más destacado. No te estoy descubriendo nada, Doona es una actriz fantástica. Es precisa, sorprendente e inspradora. #EllaEstáAquí, sin duda. Además, es alguien a quien le gusta reír, así que encajamos en seguida.

La partitura general de la película es muy contrastante: Blanche Gardin va a alta velocidad
y estimula un ritmo constante en sus secuencias; con la llegada al aeropuerto de Corea, el tiempo frena ligeramente; luego está la inmersión en Seúl, que genera otro tempo... ¿Era consciente de estas variaciones y cómo se adaptó a ellas?...
La película es un viaje, tanto externo como interior. Y el ritmo y el tiempo de la película son muy singulares. Todos los rodajes son únicos, por supuesto, pero nunca había tenido este tipo de experiencia. Tuve que adaptarme a eso, como lo hice con el idioma, por supuesto, cuando estaba colaborando con los actores coreanos. No hablamos el mismo idioma, pero todo el mundo siente si está bien o mal en ambos lados. Este rodaje me obligó a estar alerta continuamente ¡eso seguro!

¿Esta película ha cambiado tu relación con las redes sociales?...

No estoy presente en las redes sociales; No tengo ni idea de Insta, ni Facebook, ni Twitter.
Pero me gusta el principio. Tengo alguna cuenta en Burguer quiz. La gente me parece muy creativa y divertida. Como me encanta la comedia, sobre todo busco cosas graciosas.
Pero no quiero tener una cuenta personal, pasaría demasiado tiempo allí y como ya duermo muy poco...

¿No es esta película, en su opinión, un hermoso antídoto contra la melancolía?...
La película me parece muy cálida. Es una aventura. Lleva al espectador en un viaje y sales sonriente y lleno de emociones.

¿Qué te evoca “nunchi”, este típico concepto coreano de inteligencia emocional?...

Me gusta mucho esa noción. Está estrechamente relacionado con la cortesía y la delicadeza.
Hablé de ello con Doona y los miembros del equipo coreano, quienes también me dijeron que esta cortesía puede ser pesada a veces, pero para el extranjero que estaba allí, me pareció muy inspirador el “nunchi”. El lado bueno de lo tácito, tal vez.

¿No es también una película sobre la reconciliación con uno mismo, de abrir los ojos?...

Claro. Es un lugar común, pero si no empiezas por trabajar en ti mismo, el riesgo es permanecer en los superficial con los demás y el mundo. Hasta que no nos enfrentamos a nuestros comportamientos y mentiras sitemáticas, es muy difícil evolucionar. Stéphane, por otro lado, se mueve en todos los sentidos de la palabra en esta película. Su viaje le salva la vida en cierto sentido. Y Eric cuenta esta historia sin olvidar sus asperezas e incogruencias.

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