INFORMACIÓN EXCLUSIVA
NOTAS DEL DIRECTOR...
“Somos animales solitarios. Y pasamos todas nuestras vidas tratando de ser menos solitarios. Uno de nuestros métodos antiguos es contar una historia rogando que la persona que nos escucha diga y sienta “Sí, es así, o al menos así es como me siento yo también, no estás tan solo como pensabas”. (John Steinbeck).
Hace un tiempo, me encontré con un artículo de una “Epidemia de baile” que ocurrió en la Edad Media en una pequeña ciudad de Francia, donde la gente moría de agotamiento porque no podían dejar de bailar.
La imagen de esta gente impulsada por una pasión peligrosamente fuerte, como poseída, era algo que no podía quitarme de la cabeza. Inmediatamente supe que quería hacer algo con eso. Con la imagen de la epidemia de baile en mente comencé a desarrollar la historia de Santiago, inspirada en la vida de mi tío, un hombre muy contradictorio, un artista desconocido, lleno de pasión y sensibilidad, que murió repentinamente a la edad de 35 años. Mi tío fue un modelo a seguir en mi vida y esta película en cierto modo es una carta de amor para él.
La historia de la epidemia se tradujo en el ritmo de la película, más que en una adaptación literal de la historia, y así el personaje contemporáneo de Santiago comenzó a desplegarse. La contradicción de algo tan vital como el baile sin pausa asociado con la muerte me hizo pensar en nuestra propia existencia de una forma nueva. Me di cuenta de que el baile epidémico me fascinaba porque contiene en sí mismo la violencia dentro de la belleza, y la belleza dentro de la violencia.
Ambientada en la Argentina actual, un país en constante crisis que se hunde bajo el peso del materialismo occidental, ÁMAME cuenta la historia de Santiago. Un hombre quebrado emocionalmente. Y de su hija adolescente en el proceso de emancipación de su padre.
A pesar de las crecientes tensiones en sus relaciones personales durante este verano, Santiago no puede parar, incluso aun cuando el mundo alrededor suyo se cae a pedazos, como esos bailarines en la epidemia de baile. Él continúa intentando comprender el sentido de todo. Y aunque por momentos parezca estar volviéndose loco, él sí quiere hacer las cosas bien, pero no puede dejar de lado su extremo romanticismo por la vida y el amor.
Yo veo a Santiago como un hombre flotando en el océano, intentando llegar al fondo para tocar el suelo pero siempre siendo incapaz de lograrlo ya que es empujado hacia arriba y termina flotando de nuevo en la superficie del mar. Un hombre tratando de agarrar la intensidad de la vida, pero siempre ésta se le escapa entre sus dedos. Un hombre que atraviesa su existencia saltando de extremo a extremo de placer y conflictos, creando mucho ruido, emociones y aventuras a su alrededor en busca de ser amado por cada persona que se cruza en su camino… Pero siempre existe ese vacío subyacente, ese dolor y soledad al cual no puede acceder. Por momentos es capaz de sentir la gravedad de su condición pero no sabe qué hacer con ella, entonces sigue adelante, sabiendo que eventualmente podría golpearse la cabeza contra la pared…