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A DIFFERENT MAN
INFORMACIÓN
Titulo original: A Different Man
Año Producción: 2024
Nacionalidad: EE.UU.
Duración: 112 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 16 años
Género: Thriller
Director: Aaron Schimberg
Guión: Aaron Schimberg
Fotografía: Wyatt Garfield
Música: Umberto Smerilli
FECHA DE ESTRENO
España: 31 Enero 2025
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Vértigo Films


SINOPSIS

Edward, un aspirante a actor sin éxito profesional ni amoroso, se somete a una drástica operación para cambiar radicalmente su aspecto. El nuevo Edward es, a simple vista, un triunfador, pero su nueva cara de ensueño se convierte rápidamente en una pesadilla cuando pierde el papel de su vida… El reencuentro con un antiguo amor platónico y la aparición de un misterioso desconocido comienzan a resquebrajar esa fachada...

INTÉRPRETES

SEBASTIAN STAN, RENATE REINSVE, ADAM PEARSON, LAWRENCE ARANCIO, NEAL DAVIDSON, CHRISTOPHER SPURRIER, OWEN KLINE, MARC GELLER, BILLY GRIFFITH, ELEANORE PIENTA, JOHN KEATING, JUNEY SMITH, TRENTON HUDSON

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UN THRILLER DIFERENTE
   Un hombre se somete a una transformación extrema en la provocativa y atrevidamente original A Different Man, de Aaron Schimberg, un thriller oscuramente divertido que se sumerge en la turbia zona entre quiénes somos y cómo nos ve el mundo. La película sigue a un solitario neoyorquino, Edward, al que se le ofrece una rara oportunidad de reconfigurar su rostro, de renacer en una realidad diferente. Pero cuanto más cambian las cosas en la vida de Edward, más cosas permanecen alarmantemente igual. Sí, puede convertirse físicamente en un hombre diferente, escapar de los confines de su piel y empezar de nuevo como alguien irreconocible para su antigua vida. Pero no puede escapar a la sorprendente broma cósmica de que sigue sin ser quien quería ser, ya que un impactante cambio de fortuna le arrastra a una pesadilla cada vez mayor.
  Tan inquietantemente humorística y tensamente paranoica como un gran noir clásico, la película anuncia la llegada de una potente visión cinematográfica completamente diferente a cualquier otra. Con su tercera película, trabajando a una escala mayor que nunca, el guionista y director neoyorquino Schimberg se une a la lista de cineastas estadounidenses que fusionan un dominio del suspense cómico con una gran cantidad de ideas temáticas y la necesidad de contar historias que contemplan el mundo desde nuevos ángulos.
  Aunque él se define como “clásico”, en A Different Man, Schimberg va al grano de una manera que solo una película de estos tiempos podría hacerlo. Ambientada en un mundo un poco alejado de la realidad, donde un extraño tratamiento ficticio tiene el poder de remodelar el rostro de un hombre, la intensa atmósfera hace referencia a una miríada de películas sobre una persona reflejada en el espejo: películas sobre personajes perdidos, máscaras falsas, suplantación de identidad y dobles enredados. Se desarrolla con toda la vertiginosa ilógica de un mal sueño. Pero debajo de todas esas emociones, también se esconde una exploración alucinante de la belleza, la atracción, el éxito, las fachadas y lo resbaladizo de lo que realmente somos.
  ¿Cómo de maleable es el yo? ¿Hasta qué punto es inseparable de las apariencias y las percepciones? ¿Qué es exactamente lo que tiene que cambiar en una persona para cambiar su destino? ¿Y qué sucede cuando vemos que alguien más parece deslizarse hacia el destino destinado para nosotros? Estas preguntas se arremolinan en la atmósfera cuidadosamente cultivada de desorientación vertiginosa de la película, ya que la envidia, el arrepentimiento y los celos frustrados alteran el destino de Edward tanto como su rostro fantásticamente rediseñado.
  Los giros narrativos precisos y contundentes de la película, las expectativas astutamente subvertidas y los diálogos cargados de emoción son parte de la forma en que Schimberg profundiza. Schimberg no oculta su amor por el género, un amor palpable en sus diálogos cómicos crepitantes y su estilo cinematográfico de medianoche. Las paredes de su oficina son un desfile de pósters de las inquietantemente hermosas películas de terror de Val Lewton para la RKO. Pero para Schimberg, el género es simplemente el vehículo adecuado para llevar al público a viajes fascinantes para conocer personajes que no se han visto en la pantalla y profundizar en quiénes somos, cómo somos percibidos por nuestro exterior y qué anhelamos a pesar de esas realidades.
  Schimberg ha explorado desde el principio de su carrera el territorio a menudo prohibido de las diferencias faciales, de lo que la belleza (y la supuesta bestialidad) otorgan, y cómo la mirada de la cámara de cine, durante tanto tiempo asociada con el deseo, puede trastocar esos conceptos. Su película anterior, Chained for Life, fue anunciada como “una película definitoria sobre la representación de cualquier grupo que Hollywood margine”.
  Con A Different Man, utiliza estos temas no solo para crear suspenso, sino también para desentrañar la precariedad de la identidad, para entrar en la difícil conversación sobre la representación verdadera y la falsa, y para reírnos frente a nuestra compulsión interminable de querer lo que no tenemos (incluso si alguna vez lo tuvimos).
  “Este no es un tema fácil de explorar en una conversación, y mucho menos en el cine, que depende comercialmente de los más altos estándares de belleza”, admite el guionista y director.
  Para Schimberg, el tema es profundamente personal. Él mismo tiene un labio leporino y paladar hendido bilateral corregido que dejó su huella en su forma de ver el mundo. “En cuanto a las desfiguraciones faciales, la mía es una de las más comunes, sin embargo, solo he visto representaciones de personas como yo que son negativas o insultantes. Desde que tengo uso de razón, me he preguntado: ¿cómo presento a alguien como yo de manera positiva, o al menos fiel a mi propia experiencia?”
  Inicialmente, cuando se sentó a escribir A Different Man, Schimberg estaba pensando en hacer un riff de la película de terror de Rouben Mamoulian de 1931 Dr. Jekyll and Mr. Hyde, intrigado por la liberación de perderse a uno mismo por otro personaje. “Estaba pensando en una historia en la que un hombre desfigurado se cura durante unas horas cada noche y disfruta de la vida como un hombre normal”, dice el director. “Esta idea resultó demasiado difícil de manejar, pero me aferré al germen de la misma”.
  En este punto, Schimberg de repente se encontró paralizado por, entre otras cosas, la comedia dramática de 2017 Wonder, protagonizada por Julia Roberts y Jacob Tremblay, sobre un niño que se enfrenta a la vida de la escuela primaria con las diferencias faciales del síndrome de Treacher Collins. Schimberg, que nunca toma las cosas al pie de la letra, comenzó a preguntarse sobre la historia de fondo más profunda que podría esconderse detrás de los famosos antecedentes de la novela juvenil de R. J. Palacio, que vendió varios millones de copias.
  “La historia cuenta que la inspiración para el libro surgió cuando ella y su hijo pequeño estaban en una heladería”, dice Schimberg, relatando la anécdota que a menudo cuenta la autora. “Y vieron a ese niño de aspecto diferente, su hijo se asustó y ella se puso nerviosa porque no sabía cómo manejarlo. Sacudió su confianza como madre y sus convicciones morales. Así que escribió este libro para mostrarle a la gente que si ves a un chico desfigurado, aunque no lo sepas, podría ser una gran persona”.
  Pero en su mente inquieta, el guionista y director quería saber más sobre la persona que se había quedado atrás, sobre las reacciones internas de ese chico de la heladería que se convirtió en musa inesperada.
  “Estaba pensando en cómo se sentiría el chico de verdad, sentado en el cine viendo un tráiler sobre un niño que se parece a él, interpretado por un niño que no se parece a él”, explica Schimberg. “Está viendo su vida tal como la imaginó esta madre que estaba inquieta por su presencia. Fue entonces cuando empecé a pensar en una película sobre un hombre que sospecha que su vida es la base de un fenómeno similar a Wonder. Está seguro de que esta exitosa historia está basada en él, pero nadie le cree”.
  Schimberg juntó estas ideas dispares y así nació Edward, el actor neoyorquino cuyo rostro es reconstruido por una droga experimental, así como su alter ego resucitado, Guy, una fotogénica estrella en ascenso que parece surgir de la nada. Sin embargo, no importa cuán drástica sea la transformación externa de Guy, pues parece que no puede evitar sentirse atraído a reemplazar su nueva y carismática cara con una máscara que simula su rostro anterior, oscilando entre identidades, incapaz de vivir consigo mismo... con cualquiera de sus yoes. Como en una broma macabra, su nueva vida comienza a hundirse, mientras el actor que lo interpreta en una obra de teatro sigue ascendiendo astronómicamente.
  Schimberg señala que, mientras escribía el guion, tenía otra razón para contemplar las consecuencias no deseadas de aquellos que se propusieron cambiar radicalmente sus vidas. Recuerda haberse reunido con una antigua conocida que parecía completamente diferente a cómo la había conocido en el pasado. Ella le dijo que había tomado la decisión consciente de rehacer su personalidad, abandonando su entrañable timidez por un estilo más agresivo. Ya no quería que la consideraran una presa fácil, explicó, diciendo que eso la estaba frenando personal y profesionalmente.
  Pero Schimberg estaba atónito por los aspectos atractivos de sí misma a los que estaba renunciando. “Me preguntaba qué estaba ganando y qué estaba perdiendo”, reflexiona Schimberg. “Además, ¿qué versión era la verdadera ella? ¿Ambas? ¿Ninguna? Y luego me pregunté si yo era capaz de hacer un examen de personalidad similar “.
  Todos los elementos inquietantes de A Different Man comenzaron a tomar forma. La existencia tambaleante y ansiosa de Edward antes de su transformación. Su apartamento estrecho y sucio con su inexorable gotera en el techo. Una vecina misteriosa y seductora que de repente se interesa coquetamente por él, convirtiéndose en su única amiga y catalizadora de su destino. Un milagro médico moderno que juega con sus fantasías de auto-reinvención, pero que tiene un coste imprevisto. Y la oportunidad del recién nacido Guy de brillar en el papel de su vida, un papel que cree que es la única persona en la tierra que podría entender.
  Luego vino el asombroso tercer personaje de la película, el hombre que impulsa la historia a un territorio más complejo y estratificado, a un salón de espejos astutamente cautivador, uno reflejándose sobre el otro: Oswald, otro actor con la misma condición, pero uno tan sorprendentemente seguro, talentoso y auténtico, que rápidamente le roba el papel a Edward.
  Cuando Oswald asume el papel de Edward, convirtiéndose en la estrella del proceso, deja a Guy en una inquietante crisis fuera de control.
“En cierto sentido, a Edward le roban su identidad dos veces”, explica Schimberg sobre el giro dramático de la película. “Y al mismo tiempo, Edward se convierte en una especie de impostor enfrentado a algo real y auténtico. Hay una sensación de que se cambian las tornas, de los actores que interpretan a los discapacitados a los actores discapacitados que interpretan a quienes quieren interpretar”.
  El cine siempre ha buceado en el abismo entre la apariencia visual y la identidad interior, entre la fantasía y la verdad lacerante, y A Different Man pertenece a una pequeña pero vital tradición de películas sobre cambios de imagen radicales.   La lista incluye películas memorables como el clásico de terror de Georges Franju Without A Face, la parábola de trasplante de rostros de Hiroshira Teshigahara The Face of Another, el desgarrador thriller de ciencia ficción de los 60 de John Frankenheimer, Seconds, el thriller de acción de los 80 de John Woo, Face/Off, y la fábula de Pedro Almodóvar sobre un cirujano que experimenta con un prisionero en su sótano, La piel que habito.
  Pero por mucho que haga un guiño a sus precursores, A Different Man gira en una nueva y audaz dirección, revirtiendo las raíces del prejuicio facial incluso cuando el público se siente atrapado por la historia de Edward.
  La feroz ambición, la fuerte escritura y los intrépidos riesgos estructurales y temáticos del guión de la película llamaron inmediatamente la atención de Christine Vachon, la legendaria productora de Killer Films cuyo propio trabajo pionero se remonta a su primer largometraje, Poison, de Todd Haynes, de 1991. Killer unió fuerzas con la productora y socia de Schimberg desde hace mucho tiempo, Vanessa McDonnell, y el proyecto comenzó a cobrar fuerza rápidamente. Entonces llegó el momento de encontrar a tres actores inusualmente valientes, uno de los cuales difícilmente reconocerías.

PONERSE LA MÁSCARA: EL CASTING...
  Uno de los primeros defensores del guion de Schimberg fue el actor Sebastian Stan, conocido por los fieles de Marvel por su Soldado de Invierno en el UCM, pero especialmente arriesgado en su elección de proyectos, con trabajos que incluyen a Jeff Gillooly, el ex marido criminal de Yo, Tonya; Tommy Lee, el baterista de Mötley Crüe en Pam & Tommy, y la cita del infierno caníbal en Fresh. Desde el principio, Stan estuvo completamente involucrado en A Different Man. Se subió abordo tanto como productor como para asumir los dos papeles principales de la película: conectados y entrelazados, pero cada uno con sus propias ansiedades existenciales. Mientras que Edward es exquisitamente tímido y emocionalmente reservado, el musculoso y exitoso Guy puede ser adulado, pero es secretamente inseguro y se siente cada vez más alienado.
  Los desafíos eran innumerables. Por un lado, Stan tendría que comprometerse a usar prótesis faciales completas durante un caluroso rodaje de verano en Nueva York. También tendría que adentrarse en la implosión de la psique de un hombre cuyo deseo de cambiar su vida lo conduce a una espiral de degradación y destrucción inesperadas. Stan se metió de cabeza en el papel. “Desde la primera lectura, parecía que Sebastian necesitaba hacer esta película”, observa Schimberg.
  “Era un hombre con una misión”.
Stan describe el guión de A Different Man como diferente a todo lo que había leído, señalando la rareza del proyecto.
  “Nadie me había enviado nunca algo así”, dice. “En los últimos cinco años más o menos, realmente lo he sentido como un desafío, con un elemento transformador. No solo la transformación física, a nivel emocional, este era un territorio muy nuevo para mí. Como actor, por supuesto, siempre es mejor cuando te pierdes en el espejo”.
  Sin embargo, si le preguntas a Schimberg, hay algo aún más profundo y psicológicamente fascinante en la atracción de Stan por interpretar a Edward/Guy: “Sentí que Sebastian era capaz de expresar una parte atormentada de sí mismo que no puede expresar en otros papeles”, dice el director, impresionado por el compromiso total del actor. “A Sebastian se le juzga por su apariencia. Lo noto caminando por la calle con él. La gente lo ve y proyecta ciertas cosas en él. Y, por supuesto, muchas personas lo verían como algo positivo, algo que desean. Pero ser famoso, ser clásicamente guapo, también puede ser limitante”.
  Con una dirección inusual pero arriesgada, Schimberg hizo que Stan considerara su propia fama como una forma de explorar la cosificación social que Edward experimenta a diario. Stan recuerda: “Aaron me dijo: ‘Deberías apoyarte más en lo que se siente al ser una celebridad’. Nunca se me hubiera ocurrido abordarlo desde ese ángulo, pero me dijo: ‘Tú sabes lo que es sentir que eres propiedad pública’”.
  Para comprender mejor la experiencia de Edward, Stan consultó con un especialista en neurofibromatosis de la Universidad de Nueva York y absorbió testimonios personales de personas que viven con deformidades faciales. Lo más valioso para interpretar a Guy, dice, fue una conversación que tuvo con Elna Baker, la escritora y podcaster de This American Life que, después de pesar 265 libras en la universidad, perdió 110 libras en una clínica. El lado positivo de su nueva apariencia era más complicado de lo que había imaginado.
  “Elna habla íntimamente sobre lo que le sucedió al caminar de repente en el mundo como todos los demás”, dice Stan. “Aunque al principio parecía que ganaba algo enorme, una libertad que tal vez nunca existió, perdió su identidad,
  Rápidamente se convirtió en algo monótono. Hubo un verdadero subidón de montaña rusa, como el que siente Edward cuando se convierte en Guy, y luego, un colapso”.
  El único personaje de A Different Man que llega a conocer tanto a Edward como a Guy, aunque sea sin saberlo, es Ingrid.
Primero la conocemos como la nueva vecina inesperadamente accesible y juguetona de Edward, que trae una alegría sorprendente y desconcertante a su vida, abriéndose a él y compartiendo sus esperanzas de convertirse en dramaturga.
  Años más tarde, después de haber escrito una obra de teatro inspirada en cómo conoció a Edward, Ingrid se convierte en la directora de Guy, atraída por el actor semental que parece entender misteriosa e intuitivamente el dolor de un personaje basado en su antiguo amigo que desapareció repentinamente.
  Schimberg y Stan habían visto recientemente la actuación de la noruega Renate Reinsve en The Worst Person in the World y, coincidieron en la idea de que podría ofrecer el personaje. Schimberg se preguntó si valía la pena intentarlo ya que tenía una gran demanda, pero Sebastian dijo que “siempre vale la pena intentarlo si es lo que quieres”. Le enviaron el guion y, días después, ya estaba incorporada. “Me quedé impresionado por su actuación en esa película”, recuerda Stan. “Pensé que deberíamos llamarla. Y ella respondió”.
  “Me encantó el guion”, dice Reinsve sobre la que sería su primera película en inglés. “No conocía a Aaron en absoluto, pero me encantó que utilizara el humor negro de una manera inusualmente cálida. Y luego, cuando vi Chained for Life pensé, esta es una forma muy diferente de hacer cine. Me encanta estar en proyectos que plantean preguntas interesantes”.
  Schimberg dice que Ingrid es el papel más difícil de la película. Está encantado de haber encontrado una actriz a la altura del desafío. “Creo que a Renate le gustaba ser la guardiana de los secretos de Ingrid”, dice el cineasta. “A veces es seductora, a veces sarcástica, desdeñosa o insegura. Entra en el apartamento de Edward y se queda más tiempo del que le corresponde. Otras veces, se va abruptamente. ¿Cómo puede una persona ser todas estas cosas? Renate simplemente lo hizo sin problemas. También es una gran actriz cómica y no tiene miedo”.
  “Veo a Ingrid como alguien que intenta encontrar su camino en la vida”, describe Reinsve, “y como buena noruega, es un poco vergonzosa e insegura”.
  ¿Es eso algo muy noruego? «Oh, sí», confirma. «En Estados Unidos, te dicen toda tu vida que puedes ser lo que quieras.
Y en Noruega, te dicen toda la vida que no eres mejor que los demás, y que solo eres parte del grupo, lo que creo que es bueno en algunos aspectos, pero también limitante. Tal vez vino a Estados Unidos para tener algo de confianza en sí misma para hacer algo. Y luego, cuando le regala esta máquina de escribir, se asoma a la vida de Edward, que hace suya».
  Reinsve aprovechó la voraz necesidad de conectar de Ingrid y su curiosidad impulsiva, las mismas cualidades que brillaron en su trabajo para The Worst Person in the World.
  “Ingrid es muy insegura, y creo que lo reconoce en Edward, con quien se siente segura”, dice Reinsve. “Creo que se enamora de Edward, pero no creo que nunca lo reconozca, debido a la imagen que tiene de la persona de la que se supone que debe enamorarse. Eso es lo que la impulsa a escribir sobre Edward. Y cuando conoce a Guy, no sabe por qué su actuación le afecta tanto, aunque como público nosotros sí lo sabemos. Todo esto está sucediendo subconscientemente entre ellos”.
  El romance teñido de ironía entre Edward/Guy e Ingrid se convierte en una especie de La Bella y la Bestia revisionista al revés, al tiempo que profundiza en las crudas realidades modernas de la identidad performativa y la confusión sexual.
  Pero entre ellos se interpone la creación más radical de Schimberg: Oswald, el actor que se parece a Edward pero con un arrollador carisma que roba el plano.
  Schimberg escribió el papel de Oswald pensando en su estrella de Chained for Life, Adam Pearson. Ingenioso, nacido en Gran Bretaña y que vive con neurofibromatosis, Pearson llamó la atención de Schimberg por primera vez a través de su extraordinario debut como actor junto a Scarlett Johansson en la impresionante película de ciencia ficción de Jonathan Glazer Under the Skin.
  “Escuché que sus escenas eran improvisadas, así que no sabía qué tipo de habilidad actoral poseía”, recuerda el director.
“Pero cuando conocí a Adam, descubrí rápidamente que es muy extrovertido. Se siente cómodo siendo el centro de atención, es increíblemente encantador, muy agudo, algo así como un hombre renacentista. Y también descubrí que era capaz de hacer algo más complejo que lo que hizo en Chained for Life. Quise escribir un papel que mostrara su todo su espectro, también como una especie de homenaje a él”.
  Pearson, presentador de la BBC y activista por los derechos de las personas con discapacidad, dice que se metió en el mundo de la actuación por equivocación, y que se presentó a la película de Glazer por casualidad: “Ha ido horriblemente bien u horriblemente mal, dependiendo de a quién le preguntes”, bromea.
  Su asociación con Schimberg ha dado como resultado un trabajo del que está especialmente orgulloso. “Este papel es lo más cercano a lo que soy fuera del loco y hermoso circo de tres pistas que es el arte”, dice Pearson sobre Oswald. “Aaron sabe cómo escribir para mí, y sabe cómo soy en la vida real. Siempre es bueno ampliar la cartera de personajes: como actor discapacitado, corres el riesgo de ser encasillado. Fue una verdadera alegría estar involucrado en esto y volver a juntar al equipo”.
  El actor se muestra intrigado por ver qué conversaciones provocará A Different Man. “La identidad es un tema muy profundo y rico con el que jugar narrativamente”, dice. “¿Quiénes somos por fuera? ¿Quiénes somos por dentro? ¿Y qué sucede cuando esos dos mundos no necesariamente operan en paridad? No soy un gran fan de acompañar de la mano al espectador en el cine. Creo que el público es mucho más inteligente de lo que la gente cree, y Aaron lo aprovecha al máximo”.
  Schimberg describe su conexión con Pearson en términos inusualmente íntimos, como alguien que tocó su vida profundamente. «Adam cambió mi visión sobre mi propia desfiguración, porque siempre he vivido con miedo al juicio de los demás», dice el director. «Siempre he vivido con un cierto sentimiento de vergüenza. Adam toma las riendas de la forma en que desea ser percibido. Y eso me ha cambiado.
  Literalmente, A Different Man no existiría sin él. Si Adam no hubiera querido hacerla conmigo, nunca me habría planteado hacerla».
Renate Reinsve de Pearson dice: “Adam es tan divertido, tan inteligente y aporta tanta energía. Se convierte en el dueño de cada habitación en la que entra, pero también tiene una humildad sincera. Nos divertimos mucho juntos”.
  La intensa compenetración entre Guy y Oswald, nacida de una mezcla volátil de reconocimiento, resentimiento y suposiciones, generó electricidad en el plató, y fue la clave indispensable para el efecto final buscado por Schimberg.
  “Al final de la película, crees que Sebastian Stan está celoso de Adam Pearson. Lo entiendes, lo sientes”, dice Schimberg. “Y eso es algo que no creo que nadie haya visto antes”.

MAQUILLAJE, CÁMARA, MÚSICA, Y UNA ESCENA DE SEXO INOLVIDABLE...
  Tensa como un alambre, sin un solo fotograma desperdiciado, A Different Man evoca al mismo tiempo la sensación inestable y vertiginosa de una pesadilla absurda y cada vez más oscura. Schimberg se propuso cultivar una atmósfera descarnada y desquiciada, pero envolvente, en todos los elementos de la producción, desde la rica e inquietante partitura del compositor Umberto Smerilli hasta la fotografía en Super 16 mm realizada por el director de fotografía Wyatt Garfield. La película se rodó íntegramente en el East Village, el Upper West Side y partes de Brooklyn durante 22 días de julio de 2022, y la diseñadora de producción Anna Kathleen ayudó a Schimberg a captar la belleza desgarrada del lado noir de Nueva York.
  Schimberg supo desde el principio que quería rodar en celuloide, como hizo con sus películas anteriores. “Te hace ser ingenioso”, dice el director. “Hay algunos cineastas que usan lo digital maravillosamente, pero yo solo cambiaría a lo digital si tuviera una razón estética para hacerlo. Mi instinto natural siempre es para el cine. Entiendo su mecánica y su proceso”.
  Un elemento nuevo para Schimberg fue el uso destacado y creativo de múltiples capas de prótesis, tanto para crear el personaje del verdadero Edward, como dentro de la obra de teatro que Ingrid escribió sobre Edward. Tenía claro que el maquillaje de Stan debía estar lleno de detalles realistas y ser un sutil aviso para el público. El rostro de Edward no solo tenía que convencer, sino también desprenderse lenta y aterradoramente, revelando a Guy. Y luego, cuando el Oswald de Pearson entró en la película, su rostro tenía que recordar a Edward.
  “Edward necesitaba parecerse lo suficiente a Adam para que cuando él y el público vean a Adam, entendamos que está reflexionando sobre sí mismo”, dice el cineasta. “Esto ayuda a crear la idea de que Edward es un impostor. Se siente excluido por alguien más real”.
  Fue una apuesta arriesgada depositar gran parte de la energía temática de la película en el maquillaje, pero tenía que ser así.
Pensando en el riesgo, Schimberg se ríe: “Nunca pensé demasiado en la realidad de cómo íbamos a hacer el maquillaje, y la producción de la película se concretó tan rápido que podría haber sido un verdadero desastre y hundir la película. Pero Sebastian lo salvó el día trayendo a Mike”.
  Desde el principio, Stan sugirió al artista que clavó los complejos diseños de máscaras en tiempo récord: Mike Marino, el dos veces nominado al Oscar® responsable de las creaciones de maquillaje en The Batman, Coming 2 America y The Irishman.
  La audacia del proyecto cautivó a Marino. “Me encantó el guión”, dice, y señala The Elephant Man de David Lynch, famosa por su radical trabajo de maquillaje, como la primera película que vio. “Tenía unos cuatro años”, dice. “Esa película me perturbó tanto de niño que hasta muchos años después no me di cuenta de que era un trabajo de maquillaje basado en una persona real. Cuando me hice mayor, me di cuenta de lo hermosa que era esta persona. Tu empatía por el personaje empieza desde el momento en que ves al tipo. Y sentí algo parecido con la historia de Sebastian y Aaron”.
  Después de las primeras conversaciones con Stan, Marino le dijo que estaba dentro. Marino explica: “Para mí, el punto de partida tenía que ser emocionalmente intenso. En el momento en que veas a esta persona, debes sumergirte por completo en su punto de vista. Y estaban muy abiertos a las ideas que yo tenía sobre lo que debería y podría ser”.
  “Mike realmente nos hizo un favor, incorporándose”, dice Stan, “porque también estaba filmando The Marvelous Mrs. Maisel en ese momento. A menudo había días en los que tenía que ir a su casa a las cinco o seis de la mañana y él me maquillaba primero, antes de ir allí. Y yo luego todavía tenía tres o cuatro horas antes de empezar a rodar”.
  Incluso en su versión más rápida, la aplicación del maquillaje de Stan llevaba varias horas, por lo que no era posible retirarlo durante un ajetreado día de rodaje de 16 horas, cada una de ellas cargada de múltiples montajes. En beneficio de su actuación, Stan empezó a deambular por las calles de Nueva York totalmente maquillado, empapándose de las reacciones de los extraños. «Creo que fue muy importante para mí poder vivir la experiencia de ir por la calle y sentir cómo cambian las energías a tu alrededor», dice Stan. «Me abrió los ojos en muchos sentidos».
  El actor visitó su cafetería local, donde pasó desapercibido, ya que la mayoría de los clientes evitaban el contacto visual.
“La única persona que se me acercó fue un niño”, recuerda. “Había una niña jugando con su madre. Creo que tendría unos seis años. Y ella se acercó y dijo: ‘¿Qué te pasa?’ Y luego su mamá vino y dijo: ‘Lo siento mucho’”.
  Además de ser una prueba de la eficacia de los diseños, Marino entiende por qué Stan querría salirse del plató para adentrarse en el mundo real. «Los actores están tan acostumbrados a ser adorados que muchos de ellos, según mi experiencia, quieren llevar maquillaje», dice Marino. «Incluso Ryan Gosling siempre quería tener la nariz rota o algo así. Me llamaba y me decía: ‘¿Podemos hacer esto? Probemos eso’. Quieren cambiar lo que son, y no sólo ocultar lo guapos que son, pero creo que es más como: ¿Cómo es ser normal? Porque ser una estrella no es normal».
  Las emociones encontradas de deambular por Nueva York como Edward calaron hondo en Stan y se plasmaron en cada centímetro de su actuación. «Sentía una tremenda responsabilidad por entender todo lo que pudiera sobre su condición.
  Tenía mucha ansiedad porque estaba muy fuera de mi elemento».
A pesar de esto, y del duro horario de la película, la camaradería era alta entre el elenco. “Todos estábamos muy sintonizados el uno con el otro y, de hecho, nos divertimos mucho en el set”, dice Reinsve.
  Ese sentimiento de confianza obligaba a ir al límite. Esto fue especialmente cierto en una de las escenas más incendiarias de la película, cuando Guy e Ingrid tienen relaciones sexuales, pero él lleva una máscara de Edward, por insistencia de ella.
  Es un momento poderoso, a la vez oscuramente divertido y peligroso, mientras la retorcida narración se adentra en un pozo de confusión de identidades y miedos emocionales.
  Dice Reinsve sobre el momento: «Realmente amo y odio la frase que Ingrid tiene ahí: ‘Ponte la máscara. Esta es mi creación’.
Es tan...». La actriz se interrumpe, riendo. «Creo que en ese momento, ella está exactamente en el medio, defendiendo lo que está haciendo con esta obra, pero también intentando volver a algo que sea verdadero. Pero tal y como empezó el proceso, nunca puede ser sincera. Así que está perdida».
  Stan recuerda la escena de sexo como psicológicamente desafiante, como deberían ser todas, sugiere.
«Las escenas de sexo son siempre muy complicadas porque quieres encontrar un tipo de intimidad auténtica sin exagerar ni subestimar demasiado», explica. «Y esta escena de sexo tiene 50.000 capas, ¿sabes? Es como un choque mental: ‹Me estás pidiendo que me ponga esta máscara. ¿Qué estás haciendo realmente? La máscara permite que ambos se relajen durante un minuto antes de que se cuelen todas estas otras idiosincrasias».
  Ni siquiera el guionista de la escena era plenamente consciente de la intensidad del momento hasta que lo vio transcurrir entre Stan y Reinsve. «Durante esa escena, era un plató cerrado, pero yo estaba tumbado en el suelo debajo de la cama, mirando el monitor. Sebastian pasa por encima de mí cuando se levanta de la cama. Todo es como está en el guión, pero no fue hasta que estuve tumbado viendo cómo se desarrollaba realmente cuando empecé a pensar: ‘tío, esta escena es una locura. ¿Qué demonios está pasando ahora?». reflexiona Schimberg. «Si Ingrid está pensando en Oswald, al que acaba de ver por primera vez, o si está pensando en Edward, al que echa de menos, o si está pensando en hacer el amor con el personaje de su propia obra, lo que sea que esté pensando no está muy claro. Y la verdad es que no sé la respuesta».
  Cuando se le presiona para que intente dar una explicación, Schimberg revela los objetivos abiertos que se esconden detrás de la hipnótica cinematografía que hace que los personajes y las ideas de A Different Man resuenen mucho después de las escenas finales. “Cuando se trata de este tipo de temas, hay que idear varias estrategias para desarmar a la gente”, dice.
  “Así es como provocas preguntas y conversaciones más profundas sobre lo que acabas de experimentar. Y eso es lo que realmente me gusta hacer con mis películas”.

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