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INFORMACIÓN
Titulo original: As Above, So Below
Año Producción: 2014
Nacionalidad: EE.UU.
Duración: 93 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 16 años
Género: Terror, Thriller  
Director: John Erik Dowdle   
Guión: Drew Dowdle, John Erik Dowdle  
Fotografía: Léo Hinstin 
Música: Keefus Ciancia 
FECHAS DE ESTRENO
España: 19 Septiembre 2014 
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Universal Pictures


SINOPSIS

Bajo las calles de París se encuentran miles de catacumbas. Unos exploradores se adentran en dicho lugar para descubrir cual era la función de esta ciudad subterránea, descubriendo los peores demonios...

INTÉRPRETES

PERDITA WEEKS, BEN FELDMAN, EDWIN HODGE, JAMES PASIERBOWICZ, FRANÇOIS CIVIL, MARION LAMBERT, OSCAR ZHANG, ROGER VAN HOOL  

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   Rodada cámara en mano y con cámaras de casco Panasonic, “Así en la tierra como en el infierno” mezcla misterios de épocas pasadas con el fenómeno actual de la exploración urbana para construir una historia basada en personajes fuertes y una buena dosis de terror psicológico.  
  El largometraje es obra de un dúo famoso por thrillers de terror como ‘La trampa del mal’ y ‘Quarantine’, así como por una de las películas de imágenes desconocidas de archivo más notorias del cine, ‘The Poughkeepsie Tape’s, formado por el guionista y director John Erick Dowdle y el guionista y productor Drew Dowdle. Es el primer largometraje que consigue autorización para rodar en zonas de las catacumbas parisinas prohibidas a los visitantes, lo que aporta credibilidad y una verdadera sensación de claustrofobia a una historia que indaga en auténticos misterios del pasado.
 
  Es fascinante saber que hay más cadáveres enterrados debajo de las calles de París, en un vasto laberinto formado por un sinfín de túneles claustrofóbicos, que habitantes recorriéndolas.

  ‘Así en la tierra como en el infierno’ es una producción de reducido presupuesto. El productor Thomas Tull explica por qué se inclinaron por los dos cineastas.”Drew y John son brillantes y no tardamos en descubrir que sobre todo les interesa desarrollar a los personajes. Sus películas muestran que no van a por el susto sin sentido; les fascina descubrir por qué los personajes son como son, qué les motiva a comportarse de determinada manera, y también les interesa lo que los espectadores podamos aprender de nosotros mismos viajando con ellos”.

  Para escribir el guión de la película recurrieron a terrores inspirados en el mito y en la leyenda. El director dice que su hermano y él llevaban tiempo pensado en el personaje de Scarlett Marlowe, al estilo de un Indiana Jones actualizado, para ser el centro de una historia de aventuras. Cuando el productor Thomas Tull les llamó y les habló de una película situada en las famosas catacumbas parisinas, para los hermanos todo encajó y empezaron a escribir el guión.  
  Mientras se documentaban sobre la historia de las catacumbas para escribir la sobrenatural historia, descubrieron una leyenda según la cual el alquimista francés Nicolas Flamel, que vivió en el siglo XIV, llegó a obtener la piedra filosofal. Un enigmático rastro de pistas deja entender que Flamel está enterrado en el centro de las catacumbas, en un lugar que solo los más valientes pueden alcanzar para encontrar el mayor descubrimiento de la humanidad.
 
  Se dice que a través de la piedra, cuya historia remonta al origen de los tiempos, se puede obtener oro desde cualquier metal, además de la inmortalidad. Muchos dieron su vida intentando conseguir semejante tesoro. Era una buena base para contar la historia de la heroína Scarlett Marlowe y de hasta dónde es capaz de llegar para limpiar el nombre de su padre.
 
   Los hermanos también quedaron fascinados con la idea de indagar en la cultura de los “cataphiles”, los intrépidos exploradores de las catacumbas. No tardaron en enterarse de que, en años anteriores, la exploración urbana (entrar sin permiso en estructuras o ruinas abandonadas) se ha convertido en un fenómeno mundial entre los jóvenes gracias a las redes sociales.

  Los hermanos Dowdle sabían desde un principio que no iba a ser un rodaje tranquilo y cómodo, pero no se esperaban los quebraderos de cabeza que supone llevar a un equipo de filmación y a un puñado de actores varios pisos bajo tierra.  
  Debido a un presupuesto muy reducido, el film se rodó en algo menos de dos meses. En numerosas escenas, tanto los actores como el equipo se arrastraban por el suelo de las catacumbas, y en otras, la cámara perseguía a los actores lanzados por los oscuros túneles cuya única iluminación era el foco de sus cascos. A pesar de las duras condiciones, el director de fotografía Léo Hinstin y los hermanos Dowdle se esforzaron hasta el límite para que las escenas fueran perfectas.
 
  La película es la primera que ha recibido el permiso para rodarse en las catacumbas. El gobierno francés puso generosamente a disposición de los cineastas la zona abierta al público, así como las zonas habitualmente cerradas. Los hermanos Dowdle están muy agradecidos a los productores por haberles apoyado en su empeño.
 
   El equipo tuvo que bajar absolutamente de todo a las catacumbas, la maquinaria, los decorados y el atrezo. Por ejemplo, un piano y, aunque no se lo crean, un coche. Incluso se les autorizó a quemar el vehículo dentro de un túnel para una escena clave.
 
  A pesar del impecable diseño de producción de Louise Marzaroli, los hermanos Dowdle reconocen que habría sido algo más fácil rodar en un plató, pero insisten en que fue muy divertido filmar en las catacumbas.
   
  Antes de rodar, los hermanos Dowdle estuvieron localizando durante diez días en París. “Muchas de las imágenes proceden de referencias literarias, sobre todo del ‘Inferno’, de Dante Alighieri”, explica Drew Dowdle. “Queríamos crear un entorno infernal. Nuestra idea era no añadir nada, rodarlo todo en las catacumbas y en otros lugares que sirvieran para aumentar las catacumbas. Fue una hazaña conseguir los permisos, pero era primordial para nosotros rodar in situ. Con los permisos en la mano y una vez decididas las localizaciones, nos rendimos ante la evidencia de que el equipo de rodaje debía ser muy reducido, tipo guerrilla”.
  
  Aparte de la cámara principal, una RED EPIC, todas las demás cámaras se montaron en los cascos de los actores. “Nos gusta rodar tomas muy largas para que los actores entren en situación y se sientan completamente dentro de la secuencia, como ocurre en un escenario de teatro”, explica Drew Dowdle

  Las catacumbas de París quizá encarnen las fobias más primitivas y arraigadas del ser humano, el miedo a la oscuridad, a la soledad, a los lugares cerrados y a quedar atrapado. Este inmenso sistema de túneles, en gran parte sin explorar, lleva siglos ejerciendo una poderosa fascinación en historiadores, exploradores y novelistas. El misterio es atemporal, ¿qué tesoros y qué terrores encierra?  
  A unos cinco pisos por debajo del suelo de París se encuentran los restos de unos seis millones de personas, más del doble de la población actual de la ciudad de París. Cuando los visitantes penetran en las catacumbas, lo primero que ven es un cartel con lo siguiente: “Arrête ! C’est ici l’empire de la mort”, lo que significa: “¡Detente! Esto es el imperio de la muerte”.
 
  Los historiadores creen que las catacumbas podrían enlazar la historia de París con la evolución geológica del planeta. Se sabe que hace 45 millones de años la zona era un mar cuyo sedimento formó los depósitos calcáreos en los que se excavaron las catacumbas.  
 
   París crecía rápidamente en el siglo XVII y cada vez había menos sitio donde enterrar a los muertos. Los cementerios estaban tan abarrotados que muchos cadáveres no podían enterrarse a bastante profundidad, por lo que reaparecían en la superficie cuando llovía intensamente. Durante mucho tiempo, los habitantes del barrio de Les Halles, cercano al cementerio de Les Innocents (Los inocentes), el más grande y antiguo de París, tuvieron que aguantar el olor a putrefacción.
  
  Hasta el año 1780 no se hizo algo para aliviar los problemas de higiene. Después de una larga temporada de lluvias, el muro que rodeaba el cementerio se derrumbó y los cadáveres en descomposición invadieron el barrio. Luis XVI lideró la cruzada para que los cuerpos empezaran a ser depositados en las antiguas canteras de las que se habían extraído las piedras para construir la ciudad. Fueron necesarios doce años para trasladar seis millones de cuerpos, algunos con más de mil años de antigüedad, a las catacumbas. De hecho, durante la Revolución Francesa se empezó a enterrar directamente en las catacumbas, pero la práctica cayó en desuso a partir de 1860.
 
   Aunque los túneles de las catacumbas cubren más de 288 kilómetros bajo el suelo de París, tan solo una diminuta sección (aproximadamente 1,5 kilómetros) está abierta al público. El acceso a la gran mayoría de los túneles está prohibido por ser considerados peligrosos, pero ahí reside el atractivo para los exploradores urbanos.
 
   Es difícil imaginar que exista una ciudad de la muerte tan cercana al infierno. Un lugar envuelto en el misterio y casi inexplorado… hasta ahora.

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