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NOTAS DEL DIRECTOR...
Explorando la Cueva de Altamira en Cantabria, María Sanz de Sautuola, una niña de nueve años, mira hacia arriba. Bajo una luz tenue, bisontes, ciervos, caballos, jabalíes…, más de cincuenta tipos de animales diferentes bailan y giran ante ella en una composición de movimiento impresionista. Es una experiencia de gran belleza. Altamira fue la primera cueva en la que se descubrieron pinturas prehistóricas y María fue la primera persona en 16.000 años en observar estas obras de arte. Esto cambió nuestra percepción del hombre primitivo para siempre.
El núcleo de la película es la historia de amor entre una mujer y un hombre que tienen diferentes puntos de vista pero se aman profundamente. Su amor es puesto a prueba cuando el padre de María, Marcelino, presenta las pinturas a los arqueólogos más prestigiosos del mundo y es ridiculizado y acusado de farsante. Él lucha por que el descubrimiento de María sea reconocido. Su esposa Conchita, una joven y bella mujer que profesa una profunda fe cristiana, se encuentra entre la espada y la pared, con el alma dividida entre el amor por su familia y su Fe.
Tanto Marcelino como Conchita muestran una gran pasión y determinación en el seguimiento de sus respectivos ideales. Pese a que la Cueva de Altamira y sus pinturas son la causa de sus problemas, las pinturas de Altamira son las que finalmente los reconcilian.
Filmada en scope, la película alternará impresionantes planos generales con otros más íntimos, más próximos; los sentimientos y las emociones son expresados a través de los ojos y el lenguaje corporal, y en el alma misma de los protagonistas. Las panorámicas de hermosos paisajes naturales y la música armónica y apasionada servirán para realzar el drama humano, añadiendo color y emoción. La película tiene un final agridulce pero éste se justifica por el hecho de que Altamira es una historia completamente real.
Con la apertura de la Cueva de Altamira en 1878, nuestra visión del arte cambió. Pero este descubrimiento nos enseñó algo aún más importante, que teníamos un cerebro activo, creativo y sensible más de mil años antes de lo que habíamos creído hasta entonces. Las pinturas de Altamira hicieron reflexionar a las mentes modernas más tempranas y la capacidad para comunicar ideas sofisticadas a través del arte. Se trata de uno de los descubrimientos más importantes del siglo XIX, tal vez el más importante de todos los tiempos, que sirvió para generar una visión completamente diferente del ser humano.
Altamira habla de la llegada del pensamiento moderno, de la búsqueda de la verdad. Es una historia sobre el aprendizaje y el conocimiento, y sobre la necesidad de luchar contra los dogmas y la hipocresía.