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SINOPSIS
Un negociante norteamericano pretende recuperar sus pérdidas viajando a Arabia Saudí para vender al monarca su idea...
INTÉRPRETES
TOM HANKS, TOM SKERRITT, SARITA CHOUDHURY, SIDSE BABETT KNUDSEN, TRACEY FAIRAWAY, DHAFFER L'ABIDINE, LEWIS RAINER, ROLF SAXON, JAY ABDO, DAVID MENKIN
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Todo empezó en 2012, cuando Tom Hanks tuiteó lo mucho que le había gustado la novela de Dave Eggers. Al ganador de dos premios Oscar se le planteaba una duda: “Había leído varios libros y artículos de Dave Eggers, incluida la publicación que sacó con McSweeney’s”, comenta Hanks. “Devoré Esperando al rey de una sentada y al terminarlo una pregunta me rondaba la cabeza: ¿el autor vería bien que se hiciera una película basada en su libro?”.
El material original también dejó huella en el realizador alemán Tom Tykwer, codirector del filme de ciencia ficción 'El atlas de las nubes' (protagonizado por Hanks en 2012). “Esperando al rey” me tocó la fibra de una forma muy particular”, recuerda Tykwer. “Me pareció una novela muy actual, y por ese mismo motivo sabía que no había tiempo que perder: ¡había que llevarla al cine ya! Dicho lo cual, además de retratar a la perfección el mundo contemporáneo, también tiene ese aire de novela clásica, de obra que perdura en el tiempo. Esa combinación de actualidad y atemporalidad me cautivó, y me centré de lleno en poner en marcha la producción lo más rápido que pude”.
Tykwer había trabajado anteriormente con Eggers, adaptando su novela “Qué es el qué: la autobiografía de Valentino Achak Deng” para una miniserie, y organizó una reunión con el autor de San Francisco y Hanks en un hotel de Los Ángeles. Después de proponer ideas para llevar el libro al cine, Tykwer y Eggers llegaron a un acuerdo muy poco convencional en Hollywood. “Dave y yo confiamos ciegamente el uno en el otro”, explica el director. “Me encanta que se ofreciera a pasar del rollo de los contratos y propusiera que ambos firmáramos un folio en el que pusiera ‘Prometo no portarme como un cretino’. Compartimos el mismo concepto del intercambio artístico. Dave sabe que cuando permites que alguien se apropie de tu visión, tienes que mantenerte al margen”.
Tykwer también tenía muchas ganas de volver a colaborar con Hanks. “Para un realizador, trabajar con Tom es muy liberador porque siempre está abierto a todas las situaciones”, apunta el director. “Es como un niño megainteligente que entra en una habitación y pregunta, ‘¿Dónde están los juguetes?’ y luego dice, ‘Vale, ¡a ver qué podemos hacer con ellos!”. Ese enfoque te inspira a ser muy creativo porque sabes que cuando se te ocurre algo, él va a coger tu idea y hacer algo increíble con ella”.
A la hora de adaptar la historia de Eggers para la gran pantalla, Tykwer aprovechó el encanto natural de Hanks para centrarse en los elementos más cómicos de la dramática situación de Alan Clay. “La novela tiene un sentido del humor extraño, mezclado con muchos momentos melancólicos e incluso trágicos”, comenta Tykwer.
“Al principio Alan está perdido: se ha divorciado, su puesto en Reliant Corporation está en el aire y le preocupa perder el contacto con su hija”, explica Hanks. El padre de Alan, interpretado por el ganador de un premio Emmy Tom Skerrit, echa más leña al fuego cuando le recuerda por teléfono una de sus peores meteduras de pata laborales: arruinó a la potente Schwinn Bicycle Company tras subcontratar cientos de trabajos de producción a China.
“Es como si Alan estuviera solo en un iceberg, o en un desierto, en este caso”, dice Hanks. “No parece que tenga amigos y por si eso fuera poco, le ha salido un bulto en la espalda. A las tres de la mañana, en pleno ataque de insomnio, se convence de que ese bulto va a acabar con él lentamente, gotita a gotita, como un iceberg derritiéndose hasta desaparecer. El pobre Alan está pasándolo fatal, pero la situación resulta graciosa porque se nos presenta como una yuxtaposición: intenta entender el país cuando ni siquiera consigue entender su propia vida”.
Al adaptar la novela, Tykwer se centró en el humor que rodea la dramática situación de Alan. “Decidí plantear el filme como una comedia”, comenta. “Es una historia bastante oscura sobre las penurias del protagonista, pero por terrible que sea la situación de Alan, también es muy absurda. Si a eso le sumas que tienes a Tom Hanks aprovechando todas las posibilidades del guión, sabes que el resultado será una película divertida, profunda, compleja y, por encima de todo, muy interesante. Ese fue mi objetivo al adaptar la obra de Eggers”.
A Hanks le sorprendió el enfoque de Tykwer. “Teniendo en cuenta la situación tan traumática que vive Alan Clay, me quedé de piedra cuando Tom Tykwer me dijo que el libro le parecía gracioso. No le hice mucho caso y pensé que si volviera a salir el tema quizá sería motivo de discusión. Después, al leer el guión me di cuenta de que, en lugar de cebarse en el cacao mental de Alan, Tom había encontrado el humor en las observaciones que hace el protagonista sobre el mundo que le rodea”.
Cuando Alan llega a Arabia Saudí no tiene ni idea del país, más allá de los típicos clichés exagerados. “Aunque él no es feliz, intenta transmitir optimismo para vender el holograma 3D y para animar a su equipo. En esos momentos vemos cómo era antes Alan Clay, un tío lleno de vida y energía. Y es ahí donde reside la comedia”, dice Hanks.
Además de centrarse en el humor del libro, Tykwer también ha amplificado los elementos románticos de la novela de Eggers al trasladarla a la gran pantalla. “Le fui dando cada vez más peso a la historia de amor porque está estrechamente ligada a la decisión que se toma en el tercer acto, cuando la película se vuelve mucho más optimista”, comenta el director.
Alan consigue superar su mal rollo gracias a Zahra Hakem, una cirujana muy atractiva interpretada por la actriz londinense Sarita Choudhury. La actriz se ganó al público internacional con el papel de Mira, la sufrida esposa del jefe de la CIA Saul Berenson, en la galardonada serie “Homeland”. Según recuerda Hanks: “La primera vez que vi a Sarita en ‘Homeland’ pensé, ‘No sé quién es, pero es cautivadora. No sé de dónde ha salido, pero no puedo dejar de mirarla’”.
Choudhury también causó muy buena impresión en su primera reunión con Hanks y Tykwer. “En la película, Alan se siente atraído por Zahra porque ella es mucho más segura y atrevida que él”, explica Hanks. “Transmite tranquilidad, al igual que la propia Sarita. Tiene esos ojazos y esa melena que parece tan suave que dan ganas de usarla como manta. Es un prodigio de la naturaleza. Dicho lo cual, Sarita también tiene un alma tan oscura como sus ojos negros. Me ha encantado trabajar con ella en esta película”.
Choudhury dice que no ha sido fácil interpretar a un personaje que se parece tan poco a ella. “Zahra no tiene nada que ver conmigo”, se ríe Choudhury. “Es inteligente e independiente, pero vive en un país donde la ley le obliga a comportarse de una forma determinada. Me la podía imaginar siendo muy feliz en Nueva York, pero decidió quedarse en Arabia Saudí. Es una mujer llena de contradicciones, y tuve que andar con mucho tiento para no restarle importancia a los que aspectos de su personalidad que no entendía”.
A la hora de preparar el papel, la actriz acompañó a algunos médicos en sus rondas, estudió árabe y también aprendió a hablar inglés con acento de Yeda. Cuando empezaron a rodar, empezó a vestir como una mujer saudí. “La primera vez que puse el hiyab fue muy raro, como si llevara un traje de neopreno”, comenta. “Me costó hacerme al pañuelo y al hiyab. No pensé que fuera a sentirme atractiva con esa ropa, pero la verdad es que casi hasta me veía guapa. Y eso me sorprendió mucho”.
El vestuario le ayudó a entender el carácter reservado de su personaje. “Zahra es bastante estricta”, apunta Choudhury. “La primera vez que Tom Hanks viene a mi consulta me habla de lo que siente y de lo que piensa, pero yo me pongo en plan médico. No estoy acostumbrada a que un hombre entre en mi consulta y comparta sus sentimientos conmigo. Zahra se protege mucho; yo no pongo esas barreras en mi vida personal, y llevar eso al personaje ha sido bastante complicado”.
Al igual que Hanks, Tykwer también conocía a la actriz por su gran trabajo en “Homeland” y en algunas de sus películas anteriores, como La chica del agua y Mississippi Masala. “Sarita es una actriz fantástica”, dice el director. “Buscábamos a una mujer fuerte, que pudiera darle réplica a Tom Hanks, cosa que no es tarea sencilla. De ahí que nos llevara un tiempo dar con la persona indicada. Para mí, Alan y Zahra son como unos Romeo y Julieta de mediana edad. Son de clanes distintos, pero su historia debe resultar creíble, por muy difícil o imposible que pueda parecer que se enamoren”.
Antes de conocer a Sarita, la primera persona con la que Alan entabla amistad en Arabia Saudí es Yousef, un taxista interpretado por el actor egipcio Alexander Black. “Yousef es la personificación de un puente entre dos culturas”, explica Black, cuya experiencia interpretativa anterior a Esperando al rey se limita a actuaciones como humorista de stand up. “Tiene muy interiorizadas algunas costumbres saudíes, pero a su vez conoce bien la cultura occidental y escucha música estadounidense. En el fragmento del guión que me mandaron para el primer casting, Yousef comentaba que podría haber una bomba en el coche porque se ha estado mandando mensajes con una mujer casada. Pensé, ‘Este tío es muy impulsivo y se ha metido en un buen lío’ y eso me hizo mucha gracia”.
La ascendencia egipcia de Black ha sido una gran baza para el director. “Además de tener un sentido del humor increíble, Alexander ha añadido un equilibrio muy interesante entre las influencias occidentales y las costumbres de Oriente Medio”, comenta Tykwer. “Queríamos trabajar con un actor que no fuera muy conocido, que saliera de la nada y sorprendiera al público, al igual que Yousef sorprende a Alan”.
Hanks disfrutó mucho de las ingeniosas charlas con el actor durante las arduas secuencias en la carretera. “Al ser humorista, Alexander enseguida sabe qué funciona y qué no”, dice Hanks. “No busca conseguir la risa fácil, sino que su objetivo siempre es algo mucho más sutil”.
El paisaje geográfico, cultural y psicológico que retrata Esperando al rey se basa en un mismo viaje realizado por dos hombres distintos. En primer lugar, Eggers viajó a Arabia Saudí y utilizó sus experiencias para escribir la novela. Después, para adaptarla al cine, Tykwer se documentó repasando el viaje de Eggers a Yeda y a la ciudad fantasma conocida oficialmente como la “Ciudad Económica del rey Abdalá” o KAEC (por sus siglas en inglés).
“Decidí viajar a Arabia Saudí para entender de verdad todo el subtexto cultural”, explica Tykwer. “Como ya hiciera Dave, volé a Yeda y pedí a un tipo llamado Mandur que fuera mi guía. Por casualidades de la vida, resultó que había sido el chófer de Dave, en quien basó el personaje de Yousef. Así que podríamos decir que yo me convertí en Alan Clay, de viaje con el conductor que inspiró a Dave a escribir la novela”.
Cuando volvía de la KAEC (en la película, la “Metrópolis Real de la Economía y el Comercio”), Tykwer acabó inesperadamente en la ciudad sagrada de La Meca. Algo que también le ocurre a Alan Clay en la película. “No puedo ir a La Meca porque no soy musulmán, pero nos pasamos la salida y acabamos atravesando la ciudad”, recuerda Tykwer. “Me sentí bastante intimidado. No fue intencionado, simplemente nos encontramos de repente en medio de la ciudad y el guía dijo: ‘Si seguimos conduciendo nadie se dará cuenta.’ Luego fuimos a un pueblecito a visitar al padre de Mandur, por lo que las escenas que aparecen en la película se parecen mucho a las situaciones que viví en la realidad. El viaje a Arabia Saudí me dio la confianza que necesitaba para rodar una película sobre esa zona del mundo”.
Al no obtener el permiso para rodar Esperando al rey en Arabia Saudí, el equipo de Tykwer buscó localizaciones en los Emiratos Árabes Unidos, puesto que el paisaje y la arquitectura son muy parecidos. No obstante, los funcionarios del país prohibieron que se rodara allí, y Jordania y Egipto también se opusieron a que la producción se desarrollara dentro de su país. Así pues, finalmente se decantaron por Marruecos, a unos 5.000 kilómetros al oeste de Arabia Saudí. El rodaje principal empezó en marzo de 2014.
“En un principio, Tom Tykwer quería rodar en el escenario real, porque es una ciudad fantasma muy absurda”, comenta el director de producción Uli Hanisch. “Pero al no obtener los permisos, Tom se dio cuenta de que esto nos daba libertad para alejarnos de lo real y exagerarlo todo a nuestro favor”.
El equipo técnico creó su propia versión de la KAEC en el sur de Marruecos a partir de unas fotos que Tykwer hizo en Arabia Saudí. “En realidad, en la ciudad hay varios edificios y calles que se cruzan, pero lo redujimos a un sistema un tanto ridículo compuesto por rotondas y calles que crean un bucle continuo”, comenta Hanisch. “Al fondo, colocamos una tienda de campaña enorme y varias zonas de obra, y en primer plano, un edificio muy moderno con un “Centro de Bienvenida” totalmente excesivo. Todo rodeado de desierto. Al exagerarlo tanto añadimos un toque de humor con el que ganó en peso la localización”.
Hanks había estado brevemente en Marruecos durante el rodaje de La guerra de Charlie Wilson, pero en esta ocasión pasó casi ocho semanas en algunas de las regiones más remotas del país. “A veces no me podía creer que estuviéramos tan alejados de la civilización”, recuerda. “Cuando pienso en el desierto me vienen a la cabeza Palm Springs o el Valle de la Muerte en California, donde sabes que nunca estás del todo aislado porque aunque estés en pleno desierto siempre hay una ciudad con agua caliente cerca. Pero en el Sáhara Occidental sabes que si te quedases tirado sin coche, la palmarías”.
“También te encuentras con una cultura que te tolera, pero no te acoge”, sigue. “La experiencia me ayudó a entender la sensación de alienación de Alan, porque no había nada que me resultara familiar como estadounidense”.
Trabajar con esa sensación de lugar también influyó en la decisión de no rodar las escenas exteriores en un plató y utilizar efectos visuales para crear los fondos. “Ya sé que no hace falta ir al desierto para rodar una escena en el desierto, pero creíamos que al trasladarnos allí le aportaríamos más intensidad y profundidad al trabajo de los actores y el equipo técnico, puesto que el viaje de Alan es muy intenso”.
De hecho, el rodaje en Marruecos fue de lo más “intenso” que un realizador se puede echar a la cara. Averías en las furgonetas. Inundaciones inesperadas que anegaron zonas que debían estar sufriendo una gran sequía. Plagas de insectos. “Todos los días nos pasaba algo, desde tormentas de arena y vendavales hasta la aparición de un millón de mariquitas en Casablanca”, recuerda el productor Arcadiy Golubovich. “Una vez enviamos tres días de metraje a Berlín y el material anduvo perdido casi 36 horas. Menos mal que el director de producción Marcos Loges es un genio y lo recuperó”.
Para Choudhury, que ha vivido en Jamaica, México e Italia, rodar en Marruecos puso de manifiesto las limitaciones culturales a las que se enfrenta su personaje. “En Casablanca la arquitectura es impresionante, pero la ciudad da un poco de miedo si eres mujer”, cuenta. “No salí a pasear por la noche. No sentía la libertad de poder hacerlo tranquilamente, y ahí fue cuando me di cuenta de que ya no estaba en Occidente. Eso me sirvió mucho a la hora de meterme en la piel de mi personaje”.
Como en las clásicas comedias negras de Hollywood, el humor de Esperando al rey tiene un trasfondo agridulce. “Hemos planteado como comedia una historia que pone el foco sobre el derrumbe de nuestra estructura económica y nos hace ver que el apocalipsis parece estar a la vuelta de la esquina”, comenta Tykwer. “Utilizamos la comedia para envolver la tragedia, como si se tratara de pinchar un globo con una aguja para que deprenda energía positiva. Espero que el filme divierta a los espectadores, a pesar de los problemas de Alan”.
Para Choudhury la película es un estudio sobre las aspiraciones humanas en diferentes culturas. “El libro de Dave Eggers está lleno de ansiedad y angustia existencia, pero en la adaptación de Tom encontramos una historia que nos lleva a creer que la gente puede pasar página si se esfuerza”, dice. “No es fácil cambiar, y estos personajes, que llevan mucho tiempo anclados en el mismo sitio, así lo demuestran. Pero la idea me resulta muy conmovedora”.
Para Hanks, una leyenda de Hollywood que ha logrado cinco nominaciones a los Oscar interpretando a hombres corrientes que consiguen superar rachas de mala suerte, Esperando al rey es la historia de un hombre que se topa con oasis emocional y espiritual después de vagar por el desierto. “¿Qué sentido tendría hacer una película sobre un tío al que nada le sale bien? Una historia así podría funcionar como libro, pero en el cine se busca otra cosa, llamémoslo esperanza”.
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