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CRITICA
Por: PACO CASADO
Alan Clay, es un ejecutivo venido a menos de una empresa americana, que viaja a Arabia Saudí para ofrecer al Rey un sistema holográfico de comunicación, pero éste no acude a su despacho y él, mientras espera, hace amistad con Yousef, su ingenioso chofer, un hombre un tanto peculiar, y con la bella doctora musulmana Zahra Hakem que le cura un bulto que le ha salido en la espalda que le ayudarán a entender a ese país.
La novela del escritor norteamericano Dave Eggers 'Un holograma para el rey' es más dramática que la película que, sin ser comedia, tiene un tono más ligero, especialmente en la forma de mostrar el evidente contraste de cultura y una burocracia impenetrable que desespera al protagonista, ya que las costumbres locales le desconciertan y la espera le abruma.
Entre tanto Alan, un americano medio, que está arruinado debido a su reciente divorcio y tiene una hija adolescente, reflexiona sobre los errores cometidos tratando de autojustificarse, al tiempo que la espera le va cambiando la vida.
Lo mejor es la descripción de ese mundo económico globalizado donde el personaje ha sido causante de deslocalizaciones y de despidos y por otro es a la vez víctima de su propia actuación.
La historia es doble, la de la crisis actual que vive Occidente y la globalización ante ese mundo cada vez con más fuerza y también la privada de Alan, que un día accidentalmente conoció a un familiar del rey saudita, lo que le proporcionó este puesto de trabajo.
Pero su vida se está desmoronando debido a su reciente divorcio y no quiere perder la relación con su hija a la que desea poder pagar la Universidad.
Extraña la visión que hace de Arabia Saudí, tan idílica y superficial, en la que, por otra parte, refleja la situación de la mujer en ese país en el que no puede expresar abiertamente sus sentimientos y menos aún con un hombre occidental.
Por otro lado llama la atención la descripción de ese mundo urbanita tan especial, muy diferente al de las mejores ciudades, que sigue viviendo con las fórmulas y costumbres de varios siglos atrás, pero con la más avanzada tecnología actual.
En la historia hay un choque de culturas en un mundo donde no hay prisa y una forma de vida muy diferente a la que Alan está acostumbrado en su país, que no esperaba encontrar.
Lo peor es que el guion, basado en el best seller de Dave Eggar, introduce muchas escenas intrascendentes para rellenar la abúlica y tediosa espera, que se hace monótona y repetitiva y se va desinflando y convirtiendo un sin sentido el tercio final.
Un pequeño film, que fue rodado en Marruecos, bien narrado, tiene el atractivo del trabajo siempre eficaz de Tom Hanks, sobre todo en la amistad que entabla con el taxista que le ayuda a comprender ese mundo nuevo para él, a la que le falta un poco más de humor y la interesante relación que establece con dos mujeres con las que muestra actitudes muy diferentes, la danesa y la doctora árabe.
Los demás actores están todos correctos.
Tom Tykwer, irregular director alemán de cintas como Corre, Lola, Corre (1998), su tercer título, que levantó demasiadas expectativas o El perfume, historia de un asesino (2006), demuestra su talento visual en algunas escenas, pero no logra darle el ritmo necesario para evitar que el espectador no se aburra y desconecte.
Ganó dos premios del cine alemán, montaje y sonido.
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