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NOTAS DEL DIRECTOR...
Cuando el productor Manuel Cristóbal me llamó para ofrecerme dirigir una película basada en la novela gráfica Buñuel en el laberinto de las tortugas, me vino a la memoria mi padre. De pequeño siempre recuerdo a mi padre como un gran admirador de Luis Buñuel, recuerdo cuando me contaba la historia de unos señores que no podían salir de una habitación porque no tenía puertas, no lo entendía… ¡pero me fascinaba!
La posibilidad de contar una historia sobre Luís Buñuel era al tiempo aterradora y fascinante. Cuando empecé a escribir el guion con Eligio Montero nos centramos en Luis, que en 1932, cuando rodó el documental de Las Hurdes era un joven director buscando su propio lenguaje. Aquel rodaje fue un punto de inflexión en su carrera cambiando la forma en que moldeó el surrealismo, su cine y en cierto modo conecta con Los Olvidados que rodó años más tarde.
Durante los meses y meses de investigación y escritura, mis lecturas se centraban en la vida del personaje, entrevistas, anécdotas y más entrevistas. En mi mesita de noche había un libro de la Academia de Cine con entrevistas a personas que habían trabajado con él, era sin duda mi lectura preferida. Tan inmerso estaba en la historia que una noche llegué a soñar que tomaba café en una terraza con el mismísimo Buñuel y le hablaba de la película.
En Buñuel en el laberinto de las tortugas lo que pretendo mostrar es a ese joven artista, no como lo recordamos convertido ya en uno de los grandes, si no en sus inicios, cuando era tan solo Luis. Para lograr ese acercamiento personal al genio fue muy importante contar con la generosidad de su hijo, Juan Luis, con el que mantuve conversaciones en su casa de París llenas de detalles, risas y cariño.
Esta película también nos dala oportunidad de descubrir al espectador a otro artista contemporáneo y amigo de Luis, Ramón Acín. Una persona con un corazón del tamaño de su tierra natal, Huesca, productor accidental del documental de Las Hurdes, pintor, escultor, poeta y persona tremendamente entregada a los demás.
Espero que disfruten del viaje por el universo Buñuel tanto como lo hemos hecho nosotros.
NOTAS DEL PRODUCTOR...
Desde que compre la novela gráfica de Arrugas para que Ignacio Ferreras la llevara al cine, estaba buscando una historia del mismo estilo que me enganchara. No fue hasta que descubrí la novela gráfica Buñuel en el laberinto de las tortugas de la mano de José Fernández de Vega, cuando supe que ahí había una película.
Esto coincidió con que llevaba tiempo buscando un proyecto para Salvador Simó y este parecía perfecto. A ambos nos interesaba la figura de Buñuel porque es un personaje contradictorio, muy contradictorio. Lo explica muy bien el hecho de que en su autobiografía, Mi último suspiro, que la escribió Jean-Claude Carrière, decía claramente que iba a mentir.
Buñuel era un gran socarrón, tenía un particular humor aragonés y era alguien muy divertido que no se tomaba muy en serio a pesar de su genialidad. Buñuel tenía esa modestia de los grandes genios y decía que un día sin risas era un día perdido.
Estoy convencido de que la animación ofrece unas posibilidades narrativas inmensas, incluso más cuando alrededor existe un mundo de fantasía. Estoy seguro de que Luis Buñuel habría hecho animación, tal como hizo su amigo Ramón Acín, artista aragonés y coprotagonista de Buñuel en el laberinto de las tortugas, que tiene piezas animadas y que muchos hemos descubierto en esta historia.
Creo que una de las cosas más importantes de Buñuel en el laberinto de las tortugas es que Salvador Simó, como director, se ha centrado en Luis como persona, reinventándolo a su manera con mucho cariño pero a la vez ningún respeto.
Para esta película hemos creado un equipo que espero que sorprenda con la dirección artística de José Luis Ágreda y la música de Arturo Cardelús. Creo que esta película es un homenaje de la generación de los nietos de Luis Buñuel y esperamos que asombre y entretenga.