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NOTAS DE LA DIRECTORA...
En 1988, enfurecidas por la propuesta de ley Sección 28 de Margaret Thatcher, un grupo de lesbianas saltó desde la tribuna de la Cámara de los Lores al hemiciclo, exigiendo la protección de los derechos de lesbianas y gays en el Reino Unido. La cultura del silencio propagada por esta ley, que prohibía a las escuelas y a los gobiernos locales "promover" la homosexualidad, tuvo efectos devastadores en mi generación.
Mi motivación para contar la historia de Jean proviene de mi comprensión personal de la homofobia interiorizada, así como del deseo de dar voz a aquellos profesores olvidados que lucharon contra el estigma y la difamación bajo la Sección 28.
Estoy harta de que todo el mundo diga lo lejos que hemos llegado, cuando leyes traicioneras y homófobas como ésta, siguen existiendo en todo el mundo. Tengo una hijastra de seis años y lo único que oigo en su colegio es el mismo discurso de siempre: todo son "mamás y papás". A los niños se les enseña muy poco sobre los distintos tipos de familia. El legado de la Sección 28 está vivo y coleando, y es sólo un ejemplo de la terrible homofobia institucionalizada con la que las comunidades LGBTQ+ tienen que lidiar día a día.
Intentamos ahondar en todo esto con el relato de Jean. Explorar cómo "salir del armario" no es sólo un momento singular en el tiempo; es una batalla diaria. La decisión de corregir o no al taxista que acaba de asumir que tu novia es tu hermana. La elección de las palabras cuando el amigo de tu hijo del colegio acaba de preguntar quién de los dos es la "mamá". La decisión de llevar tu homosexualidad con valentía, en tu forma de vestir o de cortarte el pelo, o de disimularla para que te lleven más fácilmente.
El plan siempre fue hacer un retrato de una mujer que se enfrenta a su identidad, en lugar de un gran drama político sobre la propia ley. Como narradora, quiero observar con un microscopio las pequeñas cosas que le quitan el sueño a Jean, en un intento de replantear el debate sobre cuestiones más importantes como la homofobia, el patriarcado y la clase social que asolaban el Reino Unido en los años 80, como lo hacen ahora.
Siempre tuvimos la intención de rodar BLUE JEAN en 16 mm, y con una estética ligeramente exaltada. Queríamos crear un lenguaje visual inspirado en los clásicos de la época, más que un retroceso a los años 80. Inspirándome en cineastas como Kelly Reichardt y Chantal Akerman, busco presentar a una protagonista sin glamour ni tergiversación. Jean no es una heroína, y precisamente por eso me ha encantado indagar en su historia estos últimos cuatro años