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SINOPSIS
Un almirante de la Royal Navy tiene una hija mestiza ilegitima que es criada por su tío abuelo y su esposa. El color de la piel de Belle le impide participar en ciertas traiciones sociales aunque tiene ciertos privilegios. Belle, se enamora de un joven idealista, empeñado en cambiar las cosas. Juntos intentarán hacer cambiar de parecer al Presidente de la Corte Suprema para así abolir la esclavitud en la Inglaterra del siglo XVIII...
INTÉRPRETES
MATTHEW GOODE, GUGU MBATHA RAW, LAUREN JULIEN-BOX, NATASHA WILLIAMS, ALAN McKENNA, PENELOPE WILTON, CARA JENKINS, EMILY WATSON, TOM WILKINSON, SARAH GADON, MIRANDA RICHARDSON
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A la directora Amma Asante le apasionaba la idea de darle una vuelta de tuerca más al sentido y sensibilidades de una película romántica de época, añadiendo a la mezcla de atracción, relaciones maritales, clases sociales y sexos una serie de preguntas provocadoras acerca de la raza, los prejuicios y la justicia.
“Nunca he visto una película sobre los elementos que tan bien conocemos de Jane Austen –el mercado del matrimonio, las niñas convirtiéndose en damas de la sociedad, el afán de romances– combinado con una historia sobre el final de la esclavitud”, asegura Asante.
La chispa de ‘Belle’ prendió en un lugar inusual: un cuadro, que atrajo la atención del productor Damian Jones. Creado en 1779, el cuadro no lleva firma, pero los historiadores creen que seguramente Zoffany fue el autor, un famoso retratista de la realeza y la alta sociedad británica. Esta inusual obra representa a dos mujeres hermosamente vestidas, una negra, otra blanca, aparentemente disfrutando del tiempo libre juntas. Las dos dirigen su mirada hacia el espectador; la chica negra luce una sonrisa pícara con una mano en su mejilla, mientras la otra, descansa de su libro y sin pensarlo agarra el brazo de su compañera.
“Di con el cuadro en una visita a Kenwood House en el norte de Londres”, explica Jones. “Me quedé pasmado cuando vi este retrato tan ambiguo de dos mujeres deslumbrantes, una negra y otra blanca. ¿Eran amigas?, ¿eran hermanas?, ¿una era sirvienta? No se sabía. Se están tocando, tienen una sonrisa irónica… es fascinante. En la mayoría de los retratos de la época no aparecían personas negras, a no ser que fueran sirvientes o esclavos, claro. Ésa es la razón por la que quería seguir investigando”.
Más tarde, Jones iba a descubrir que esa mujer que sonreía coquetamente en el cuadro era Dido Elizabeth Belle, quizás el único ejemplo de una dama mestiza en la sociedad de la Inglaterra georgiana y de una mujer que tuvo que luchar para encontrar su sitio en un mundo donde fue una pionera en todos los aspectos de la vida.
La historia era realmente cautivadora y cuanto más leía Jones sobre Dido, más convencido estaba de que era un personaje histórico que el público tenía que conocer. “La historia de Dido trata de clases sociales, raza, dinero, matrimonio; todos ellos elementos muy relevantes aún en la sociedad actual”, apunta.
Involucró a la guionista Misan Sagay para seguir investigando sobre la vida de Dido. “Gracias a los diarios empecé a hacerme una idea de quién era quién en Kenwood House y lo que estaba claro es que Dido no era una esclava. Era miembro de la unidad familiar”, explica la escritora. Aun así, pudimos recuperar muy pocos datos sobre el día a día de la vida de Dido hasta que se hizo mayor y se casó con un hombre llamado John Davinier. “Estábamos ante una gran historia, pero una en la que no estás sujeto a hechos históricos porque realmente no había muchos”, continúa Sagay.
Mientras tanto, Jones ya tenía una directora en mente: la ganadora del Bafta y del premio Alfred Dunhill UK Film Talent del Festival de Cine de Londres, Amma Asante, que ya le había impresionado con su debut en 2004 con ‘A way of life’. Para atraer la atención de Asante, Jones le envió una postal del cuadro. Funcionó. Algo se encendió dentro de ella al ver la imagen. “Es una obra de arte sensacional y muy poco corriente porque está claro que las dos chicas son iguales”, explica Asante.
Cuando Asante empezó a trabajar en la película, lo primero que quiso hacer fue situar la historia de Dido en el centro de todo. “Quería dejar claro que era la historia de Dido”, apunta. “Quería que el personaje experimentara el cambio de no estar segura de quién es a descubrir su propio poder”.
Para preparar la entrada de Dido Belle al mundo del siglo XVIII –lleno de lujosas casas de campo, jardines enormes y vestidos bordados junto a las crecientes cruzadas para acabar con la esclavitud y evolucionar en la justicia social– los directores recurrieron a la chispa que encendió todo: el cuadro de Dido y Elizabeth. De una sola imagen se iba a construir la vida completa de Dido, desde la elegante casa Mansfield donde creció hasta el juzgado donde el juicio del Zong cambió el curso de la historia de Inglaterra acabando con la esclavitud.
“Tomar la historia de ese cuadro y expandirla hasta conseguir lo que se ve en la pantalla fue un proyecto muy emocionante”, afirma Bowles.
Pero Asante fue más allá del cuadro, llevando a cabo una extensa investigación sobre la vida en los años 1790. “Amma hizo bien sus deberes, estudió las relaciones entre las personas en esa época y eso me ayudó mucho en mi trabajo”, explica Smithard.
Para capturar mejor los diferentes comportamientos –la lucha por el estatus, la reacción social a Dido, los encuentros secretos con John y los procesos legales– Smithard eligió grabar con la cámara Sony F65, la cual describe como una “cámara superior de gran calidad digital y más concebida para el cine que otras cámaras digitales”. Pero incluso con la libertad de movimientos que te permite la cámara digital, Asante y Smithard rehuyeron del manejo de cámara manual, optando mejor por las plataformas móviles de siempre para seguir los movimientos. En el diseño de producción, Bowles también se centró en las tradiciones georgianas. Uno de sus principales desafíos fue el de crear los grumosos muelles de Bristol, un puerto medieval usado frecuentemente por los mercaderes de esclavos, lleno de comerciantes y gente recién llegada de todas las nacionalidades.
Afortunadamente, Londres alberga varias casas prácticamente idénticas diseñadas por el mismo arquitecto, Robert Adams, un pionero del estilo neoclásico de 1760 en adelante. “En último término, nosotros creamos nuestra propia versión para la película, utilizando cinco casas diferentes diseñadas por Adams”, aclara Bowles.
Los vestidos también reflejan el inusual viaje de Dido Belle a través de la moderna sociedad inglesa. La tarea se le encomendó a la diseñadora de vestuario Anushia Nieradzik. Quiso darle una gran autenticidad a la película, permitiendo a los personajes moverse como lo habrían hecho en el siglo XVIII.
Como el resto del equipo, el punto de partida y lo más importante para Nieradzik fue el cuadro. “Para los artistas del siglo XVIII, la prioridad era el estatus, por lo que era poco usual ver a una chica mestiza sin arrodillarse. Así pues, me hice eco de esa relación para vestir a las dos chicas”.
La diseñadora creó una alternancia similar entre la tranquilidad pastoral de Kenwood y la energía modera de Londres.
Aunque los vestidos en el siglo XVIII podían llegar a ser de una belleza espectacular, también podían ser incómodos y apretados. Pero Nieradzik piensa que nuestra concepción de la era puede estar mal influenciada por los vestidos erróneos de otras películas.
Por supuesto, los vestidos seguían incluyendo corsés ajustados a la cintura y las faldas con miriñaques. “Tener que llevar un corsé durante 10 horas al día es algo bastante complicado al principio”, admite Gugu Mbatha-Raw.