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SINOPSIS
Corre el año 1950 cuando la joven Ellis debe hacer una elección importante en su vida, elegir entre dos hombres y dos paises...
INTÉRPRETES
SAOIRSE RONAN, DOMHNALL GLEESON, MICHAEL ZEGEN, EMORY COHEN, MARY O'DRISCOLL, JULIE WALTERS, EILEEN O'HIGGINS, EMILY BETT RICKARDS, JIM BROADBENT
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INFORMACIÓN EXCLUSIVA
La novela que Colm Tóibín publicó en 2009, Brooklyn, una de las novelas más aclamadas de la última década, ha sido adaptada por el guionista Nick Hornby ('Alma salvaje', 'An education') y el director John Crowley. La fuerza y eje central del libro era una típica historia de inmigración, pero narrada por una voz que muy pocas veces se ha escuchado. Mientras que ha habido numerosas historias sobre hombres jóvenes, ambiciosos o desesperados, que se ven empujados a buscar fortuna en América, la novela cuenta una historia diferente, una que trata sobre una callada y modesta pero muy luminosa joven llamada Eilis.
Eilis ha vivido toda su vida en la diminuta localidad de Enniscorthy, Irlanda –donde todo el mundo sabe lo que les pasa a los demás y hasta más cosas–, cuando se ve impelida a viajar a América, debido a su hermana, que quiere que Eilis madure. Eilis llega ya al tumultuoso y heterogéneo Brooklyn llena de añoranza, sintiéndose una exiliada. Sin embargo, cuando Eilis consigue adaptarse hábilmente a la vida neoyorkina, encuentra a un divertido, dulce y carismático pretendiente decidido a ganar su corazón. Justo cuando parece estar a punto de iniciar una nueva vida, una tragedia familiar la lleva de regreso a Irlanda, retrocediendo a la vida que dejó atrás…, y a una decisión que podría afectar a su futuro para siempre.
Atrapada entre dos diferentes apelaciones a su corazón, Eilis se enfrenta a uno de los dilemas más formidables y difíciles de nuestro fluido mundo moderno: descubrir cómo combinar el lugar de dónde procedes con el lugar al que sueñas ir. En cuanto a la trascendental decisión que debe tomar Eilis, Hornby observa: “Yo creo que Eilis se puede imaginar teniendo una vida en América y teniendo una vida en Irlanda, pero no puede mantener ambas percepciones al mismo tiempo. Sabe que es imposible armonizar esas dos vidas. De manera que creo que por ese motivo consigue amar, momentáneamente, a dos personas a la vez, porque se hallan en dos mundos distintos. Sin embargo, finalmente, Eilis tiene que vivir solamente en uno”.
Tóibín afirma: “Ésta es la desconocida historia de dos países; de mi país, Irlanda, donde durante los últimos 150 años todas las familias han perdido a uno o dos de sus miembros, gente que se ha marchado y nunca ha regresado. Pero también es la historia oculta de Estados Unidos. Estas personas son los abuelos y bisabuelos de los americanos actuales. Así es cómo ellos llegaron aquí. Y esa historia no se ha contado muy a menudo”.
Colm Tóibín, el aclamado escritor irlandés (The Blackwater Light Ship, The Master) que, al igual que la heroína de Brooklyn, nació en Enniscorthy, Irlanda, pero posteriormente se trasladó a Nueva York, ha sentido durante mucho tiempo gran fascinación por las lealtades y divisiones familiares, la búsqueda del hogar y la identidad, y el modo en que hombres y mujeres desean y preparan el terreno para el amor. La novela parecía fusionar todos estos temas en una historia sobre el poder transformador de la experiencia migratoria. Aunque la acción se desarrolla en la década de los cincuenta y dentro de la unida comunidad irlandesa en Brooklyn, también parecía hablar de la eterna necesidad de dar respuesta a dos de las cuestiones más sencillas, aunque también más angustiosas, de la vida: ¿a qué lugar, y a quién, pertenecemos realmente?
En su revisión del libro, la novelista Pam Houston lo describió como “una clásica historia de transición a la madurez, pura, nada sensacionalista, discretamente profunda…; sólo está el eco de una joven mujer que lenta y deliberadamente va adentrándose en sí misma, aprendiendo a tomar y a defender sus decisiones…”
El libro proporcionaba una insólita visión de la experiencia de una inmigrante, de una joven desvalida que no sólo aprende a abrirse camino en su nuevo país sino a través de su complicado corazón, así como a sobrevivir y no dejarse pisotear. La singularidad de esa perspectiva, casi omitida en la actualidad, fue lo que inicialmente llevó a las productoras nominadas al Oscar Finola Dwyer y Amanda Posey, de la compañía establecida en Londres Wildgaze Pictures, a concebir la traslación de la novela a la gran pantalla. Se sintieron inspirados por la idea de contar una historia aparentemente familiar desde un ángulo nunca antes visto.
“BROOKLYN no sólo es la historia del viaje que emprende una inmigrante desde Irlanda a América, es también el viaje que Eilis realiza al convertirse en la mujer que quiere ser”, dice Posey. “Es una historia sobre una mujer que encuentra su verdadera voz y descubre su capacidad de elegir, especialmente durante una época de la historia en la que muchas elecciones estaban restringidas”.
Dwyer añade: “También es una historia muy universal, sobre la idéntica atracción que ejercen tu hogar natal y cualquier sitio en el que acabes haciendo tu vida adulta. No tienes que estar a miles de kilómetros de tu hogar para sentirte identificado con ese sentimiento. Todos hemos dejado atrás a lugares y personas”.
Las productoras estaban entusiasmadas con llevar adelante el proyecto, pero Dwyer y Posey sabían que desde el principio tenían ante sí un importante obstáculo: encontrar a un guionista capaz de convertir por primera vez una obra de Tóibín en una película. ¿Habría alguien que pudiera capturar el drama de la historia manteniendo al mismo tiempo intacto el sutil lirismo que ha hecho a Tóibín tan apreciado como escritor?
Afortunadamente, las productoras creían que ya conocían a la persona adecuada: Nick Hornby, con quien habían colaborado en la oscarizada película 'An education', la historia de una estudiante inglesa en la década de los sesenta, destinada a estudiar en Oxford pero tentada por un tipo de vida completamente diferente. Hornby, popular novelista y muy alabado por la crítica por méritos propios (High Fidelity, About A Boy, Juliet Naked, Funny Girl), había adaptado recientemente las memorias de Cheryl Strayed para el filme 'Alma salvaje'. Para Hornby, la trascendencia de BROOKLYN radica en la habilidad que tiene Tóibín para captar el espíritu humano cuando se divide entre distintos compromisos, ya sean con el país, con la familia o con un amor. “El modo en que Colm describe el dolor de querer estar en dos sitios a la vez, es un hermoso ejercicio de malabarismo; y parece prestarse particularmente bien al formato cinematográfico”, señala Hornby. “Yo creo que si uno se identifica con los personajes de Orgullo y prejuicio también se sentirá identificado con BROOKLYN, porque, en el fondo, se halla esa misma y atemporal elección de una mujer entre dos clases diferentes de hombres”.
Aunque, naturalmente, Homby no ha experimentado la vida de un inmigrante de mediados del siglo pasado, Hornby se identificó personalmente con la curiosidad que siente Eilis en torno a la vida que podía tener alejándose de los confines de su pequeño pueblo irlandés. “Como alguien que ha crecido en los suburbios y que contaba los días para irme de allí, era capaz de identificarme con la esencia de su viaje”, señala.
De hecho, Hornby dice que la adaptación surgió de una manera bastante orgánica, a pesar del pensamiento de muchos de que convertir en diálogo cinematográfico la prosa profundamente emocional de Tóibín sería una labor abrumadora. “Dado que la forma de escribir de Colm es muy precisa y que hay datos que descarta u omite, puede pensarse que es un libro muy emocional, pero a mí no me lo parecía tanto”, explica el guionista. “Los hechos que le suceden a Eilis parecían verdaderamente listos para su dramatización. A mí me interesaba capturar esa deliciosa mezcla de tonos: el cómico, el romántico y el trágico. Y sobre todo quería que el público las pasara canutas con Eilis, llegara a amarla a ella y a la gente que la rodea, y se sintiera realmente afectado por su viaje”.
El enfoque, delicadamente contenido pero profundamente romántico, de Hornby satisfizo a las productoras. “Nick resaltó todas y cada una de las muchas capas emocionales del libro y, al mismo tiempo, enfatizó mucho el humor”, dice Dwyer. “Pero, por encima de todo, Homby representó brillantemente la voz de Eilis”.
Tóibín se sintió especialmente complacido con la adaptación de Hornby. Dice de su propia reacción: “Me quedé muy sorprendido de la claridad de su adaptación. Nick verdaderamente entendió que la emoción central del libro es el amor, que trata sobre alguien que se encuentra dividido entre distintas posibilidades; y que si, simplemente, sigues esa idea hasta el final, como efectivamente él hizo, es posible lograr algo extraordinariamente puro”.
Disponiendo ya de una novela y de un guión con tantos matices, el siguiente reto era conciliar el material con un director que pudiera llegar a él aportando una visión muy personal. John Crowley, más conocido por el drama BOY A y ganador del premio BAFTA, pareció tener una inmediata comprensión del material; ya que es, asimismo, un irlandés que vive fuera de Irlanda, en su caso, habiendo sustituido su hogar natal por Inglaterra.
Colm Tóibín sintió enseguida una gran afinidad con Crowley debido a su familiaridad con las emociones que implica el hecho de dejar tu país… y, en concreto, dejar Irlanda. “John ha pasado por la experiencia de proceder de un territorio irlandés e, incluso viviendo bajo cielo inglés, estar moviéndote entre dos lugares, así que tan pronto como empezamos a hablar, estaba claro que era algo que él entendía”, dice el novelista. “Era su vida”.
El novelista disfrutó viendo al director inspirarse en sus personajes. “John es muy minucioso y concreto en cuanto a lo que quiere. Pero lo que más puso en esta película fue su corazón. John es una persona amable, inteligente y divertida, y todas esas cosas se ven claramente en el filme”.
Por su parte, Crowley había leído la novela de Tóibín mucho antes de que hubiera un guión, y simplemente le había atraído como lector. Ahora, Crowley lo veía como la oportunidad de representar una época, un lugar y un personaje inolvidable que podía profundizar en la imagen de la experiencia inmigrante en América.
“A pesar de ese punto de familiaridad que sentía en torno al tema, la verdad es que BROOKLYN me parecía que exponía un lado de la historia que no se había contado”, comenta el director. “Todo el mundo conoce las anteriores oleadas de inmigración europea, pero la historia de alguien que en la década de los cincuenta emigra desde Irlanda a América es uno de los aspectos menos tratados en relación a lo que ocurrió en aquel período. El modo en que Colm contaba la historia no era melodramático en absoluto y, sin embargo, era extraordinariamente emocional. Es un libro aparentemente simple, pero verdaderamente yo creo que el hecho de que Eilis tenga que elegir entre dos países y dos hombres no puede ser más dramático”.
Crowley cree también que la razón de sustituir un mundo por otro es tan relevante ahora como lo era en los años cincuenta. “Ésta es una historia sobre el exilio”, afirma Crowley. “Cuando dejas un país y decides vivir en otro sitio, ya no eres de tu lugar de procedencia, pero tampoco lo eres en absoluto del país que has elegido para vivir. De manera que te conviertes en miembro de una especie de tercer país, un país de exiliados. En el mundo actual, un amplio número de personas no vive en su país natal. La historia de BROOKLYN, tal y como Colm la escribió y como luego Nick desarrolló y adaptó cinematográficamente en su guión, es completamente fidedigna con esa experiencia”.
Para Crowley, BROOKLYN muestra también una moderna concepción del amor. “Es una historia que dice que el amor es complicado”, reflexiona, “y que el corazón no tiene por qué ser necesariamente fiel a una sola persona; quizás, a diferencia de la cabeza, puede concebir el hecho de amar a dos personas a la vez. La elección de Eilis entre dos hombres es también una elección por el tipo de vida que quiere tener. No obstante, tiene dificultades para comprender el hecho de que, para hacer eso, hay una parte de sí misma que, al menos, debe cauterizar. Todo ello le supone un elevado coste a nivel emocional y, sin embargo, la única manera que tiene de vivir su vida es seguir adelante. El amor en esta historia es una fuerza muy auténtica que potencialmente puede ser destructiva o liberadora, dependiendo del camino que se tome”.
Para las productoras, la visión de Crowley de combinar el sentido del romanticismo de la vieja escuela con la sinceridad del siglo XXI era algo apasionante. “En nuestra primera reunión, John describió BROOKLYN como un cuento de hadas moderno”, recuerda Posey. “John pensaba que el intento de Eilis por reconciliar sus dos mitades era una especie de paradigma. Pero también aportó su verdadero conocimiento personal sobre lo que eso significa”.
Crowley afirma que en su dirección cinematográfica quería hacerse eco de la austera elegancia de la novela y el guión; deslizándose por la delgada línea que hay entre la crudeza y el sentimentalismo, sin ceder ante ninguno de ambos aspectos. “Al igual que en el libro, yo quería que el poder de la historia llegara de una manera sigilosa y desprevenida al espectador”, afirma. “También quería enfatizar su sentido del humor y su gran dimensión. El objetivo no es que sea una historia grandiosa, pero yo creo que este relato de una chica irlandesa de los años cincuenta contiene en sí misma la gran historia de los europeos en la América del siglo XX”.
Crear ese poder en la pantalla requería un estilo de dirección muy hábil y paciente. Finola Dwyer dice que eso es exactamente lo que Crowley aportó. “Sabíamos que éste iba a ser un verdadero trabajo actoral, y John es absolutamente genial trabajando con los actores. De todos ellos logró sacar unas interpretaciones asombrosas”.
BROOKLYN requería a una actriz que pudiera encarnar fielmente a Eilis con su discreto y ácido sentido del humor, su perspicaz inteligencia y sus progresivas aspiraciones. Al igual que muchos ignorados inmigrantes americanos, Eilis llega a América como una modesta, si bien muy capaz, y solitaria chica que está a punto de experimentar una profunda transformación personal.
Colm Tóibín dice de Eilis, “Yo creo que en el libro intenté construir un personaje que no fuera apocado, que no fuera prepotente y no dedicara su tiempo a mirarse en el espejo, pero que, sin embargo, en su interior hubiera unos sentimientos profundos y, en ocasiones, fuera algo obstinada. Allá donde va, Eilis gusta a la gente. Pero ella no sabe realmente cuál es el motivo. No actúa de una forma deliberada”.
El novelista dice también de Eilis: “Ella es, de algún modo, más feliz entre las sombras…, así que para mí era un sujeto más dramático porque, aunque Eilis no se reafirma como persona de manera natural, al final del libro controla su universo. Eilis se abre camino en el mundo de una forma impresionante pero nada estridente”.
Los realizadores buscaban a una actriz que lograra meter al público en el mundo de una joven que consigue llegar a realizarse, con su discreto ingenio y determinación, y que además pudiera entender la nostalgia de Eilis por Irlanda. La elección perfecta era Saoirse Ronan.
De padres irlandeses pero nacida en Nueva York y criada fuera de Dublín, Ronan consiguió el reconocimiento por primera vez en la película de Joe Wright 'Expiación, Más allá de la pasión', logrando una nominación al Oscar a la mejor actriz secundaria por su interpretación de ‘Briony’. A continuación, actuó en 'The Lovely bones', 'Hanna' y, más recientemente, la oscarizada película de Wes Anderson 'El gran hotel Budapest', habiendo actuado en las tres con sólo 20 años. Encontrándose ahora en su mejor momento profesional, Ronan estaba preparada para enfrentarse a un papel complicado y muy exigente emocionalmente.
Ronan dice que sintió una inmediata, casi sorprendente, afinidad por Eilis tan pronto como leyó el guión. “Nick Hornby no es de Irlanda, sin embargo, logró captar totalmente el espíritu del país. El estilo literario era realmente hermoso y primorosamente sutil”, comenta. “Lo sentía muy dentro de mi corazón porque hablaba sobre mi gente. Fue el viaje que mis padres hicieron al regresar en los años ochenta; se trasladaron a Nueva York y experimentaron todas esas mismas cosas, a pesar de que era una época distinta. La mayor dificultad que cualquiera puede tener en la vida es abandonar la seguridad de la familia y los amigos sustituyéndola por algo completamente nuevo”.
El vertiginoso sentimiento que siente Eilis de estar dividida entre dos mundos le tocó especialmente en lo más hondo a Ronan. La actriz prosigue: “Yo soy muy irlandesa en ciertos aspectos, pero también tengo una sensibilidad americana puesto que nací en Nueva York. Yo creo que eso fue lo que hizo que la historia resultara aún más emotiva para mí, porque siento una fuerte conexión con ambos países, al igual que Eilis. Todo lo que Eilis experimenta era exactamente lo que yo experimentaba en ese momento de mi vida, y que todavía hoy siento. Así que, emocionalmente, la historia me era extraordinariamente cercana”.
Una vez en el set, esas emociones afloraban a la superficie y, aunque Ronan las trabajaba cuidadosamente, señala que a veces se veía arrastrada por ellas. “Antes, siempre era capaz de distanciarme al final del día de trabajo, dejar atrás la historia, marcharme a casa y ser simplemente yo misma. Pero, en este filme, había veces en las que la situación era tan real para mí, y estaba tan metida en el personaje, que eso me provocaba lágrimas”, afirma.
La mezcla de emociones a las que Eilis se enfrenta –desde confusión y pena hasta alegría y afecto– era también un apasionante reto que Ronan intentaba equilibrar gradualmente. “Teníamos que hacer desde escenas desgarradoramente bellas y totalmente tristes a secuencias que eran maravillosamente divertidas”, señala Ronan. “Eilis pasaba por todas esas muy naturales sensaciones que todos los seres humanos experimentamos: dolor, relaciones, trabajos, vínculo paterno-filial, independencia. Pero me gustaba la sutileza que había en todo. El reto está en comprender lo que experimenta interiormente Eilis e interpretar al personaje de muchas y diferentes maneras. Y también se trataba de equilibrar el drama que conllevan las circunstancias de la vida real con el humor que la gente emplea para gestionar dicho drama, algo que sé con certeza que los irlandeses hacen muy a menudo. Utilizamos el humor como una forma de lidiar con la vida y la muerte. De manera que se trataba de buscar el equilibrio en todo ello”.
A Ronan le gustó sobre todo conocer el trasfondo del romance que surge gradualmente entre Eilis y Tony Fiorello. “En el caso de Eilis y Tony, se trata, literalmente, de la colisión de dos mundos completamente diferentes”, observa. “Los Fiorello no son sólo italianos sino también muy americanos bajo el punto de vista de Eilis. Criados en la dureza de Nueva York, muestran una típica actitud combativa, mientras que Eilis proviene de la Irlanda rural, no obstante, afortunadamente, su espíritu también es bastante luchador. De nuevo, desde ambos lados se utiliza el humor como medio de comunicación”.
De igual manera, Eilis sentía curiosidad por el repentino cambio de perspectiva y estado de ánimo de Eilis cuando regresa a Irlanda siendo más dueña de sí misma. “Ahora, ella tiene una vida completamente distinta que la gente de Enniscorthy desconoce, pero, en cuanto vuelve, reincide un poco en sus antiguas pautas de vida, permitiendo que de nuevo le digan lo que debe hacer. La diferencia es que ahora es consciente de ello, mientras que antes no lo era. En un caso como éste, no sé si alguna vez llegas a saber si has tomado la decisión correcta. Yo no creo que Eilis llegue a saberlo nunca. Pero eso es un elemento más de la belleza de esta historia”.
El eje central de BROOKLYN para Ronan radica en la redefinición de hogar. “Me gusta la advertencia que Eilis transmite a una joven casi al final del filme: cuando te marches de tu país, lo añorarás tanto que desearás morirte, y no habrá nada que puedas hacer al respecto aparte de superarlo, pero eso no te matará y llegará un día en que saldrá el sol y comprenderás que es ahí donde está tu vida. Ese espléndido pasaje significa mucho para cualquier persona que alguna vez haya dejado atrás hogar y familia. Eilis necesita llevar a cabo ese viaje increíblemente feliz, doloroso, emocionante y espantoso para tomar una decisión sobre dónde siente que quiere estar. Y, en mi opinión, de eso es de lo que trata BROOKLYN. El vínculo con tu hogar es algo que siempre llevas contigo mientras vas a lugares distintos y te pasan cosas diferentes en la vida. El truco está en llevarlo sin dejarte agobiar por ello”.
Aunque John Crowley conocía su talento, se quedó muy asombrado de los muchos y distintos matices, deliciosos y desgarradoramente sinceros, que Ronan aportó a su interpretación. “Parece como si éste fuera el papel que Saoirse estaba esperando”, reflexiona. “Hay una confluencia entre actor y personaje que sucede, si tienes suerte, sólo una vez en tu vida profesional. Da la sensación de que todo lo que Saoirse dice en el set lo dijera desde su propia realidad. En su interpretación hay tal cercanía y profundidad emocional que resulta sorprendente. El personaje es absolutamente suyo”.
Colm Tóibín se quedó igualmente impresionado por la forma en que Ronan vivió el personaje. “Saoirse tiene la extraordinaria habilidad de sugerir mucho emocionalmente sin hacer prácticamente nada. Es fascinante ver esa cualidad, no sólo para los espectadores del filme sino también para un autor, ya que es eso precisamente lo que siempre intentamos hacer sobre el papel”, comenta.
Tóibín prosigue: “La cámara la ama…, puede que pase inadvertida entre una multitud…, pero en el momento en que tiene que actuar, hay algo que emerge y la ilumina. Y yo creo que el personaje de Eilis tiene también esa cualidad. Hay momentos en los que no desea hacerse notar, pero cuando es necesario o sometida a presión, de ella se desprende luz”.
Finola Dwyer señala que este papel significa un punto de inflexión en la carrera de Ronan. “Todos nos sentimos muy afortunados de poder contar con Saoirse en este momento en concreto. Ronan ha sido una destacada actriz infantil y adolescente, pero éste es realmente su primer papel como mujer adulta, y ha logrado representar, de manera memorable y distintiva, el paso de la adolescencia a la madurez como nadie lo ha hecho antes”, dice la productora.
Ronan dice que fue capaz de llegar a tales niveles de profundidad y realismo debido, en parte, al apoyo de Crowley. “John estaba muy al tanto de todo lo que pasaba en una escena; a nivel emocional, sabe sugerirte dónde deberías estar tú exactamente. El guión es, de algún modo, extraordinariamente simple, pero John veía sus complejidades. Y saca a la luz todos esos secretos que, en cierta forma, tú vas revelando sobre la marcha. Y eso es lo que es hace que trabajar con John sea algo fantástico”.
Finalmente, Ronan desea que el personaje de Eilis impacte por su discreta firmeza. “Espero que la gente vea a Eilis como a alguien que consigue ser lo suficientemente fuerte como para elegir la vida que quiere y sentirse orgullosa de ello”, concluye.
Aunque elegir a la actriz capaz de interpretar a Eilis era vital, igualmente importante era que sus dos pretendientes –uno, americano; el otro, encontrado inesperadamente al regresar a Irlanda– fueran tan atractivos como creíbles. Para interpretar al fontanero de aspecto aniñado Tony Fiorello, quien corteja a Eilis con bravuconerías y tenacidad pese a sus vacilaciones, los realizadores eligieron a la estrella emergente Emory Cohen. Conocido por sus papeles en la serie de NBC “Smash” y la película de Derek Cianfrance 'Cruce de caminos' siendo este su primer papel romántico importante.
A Cohen, natural de Nueva York, le atrajo el personaje como atemporal símbolo de la pasión juvenil, pero también como auténtico inmigrante italiano que cree en el axioma de los años cincuenta de que el deber de un hombre es hacer lo mejor por la mujer que ama. “Básicamente, yo creo que ésta es una historia que te hace pensar en muchas cosas de la vida, tanto la de antes como la de ahora”, afirma. “¿Qué significa amar totalmente? ¿Qué significa ser un buen hombre? ¿Qué significa disfrutar de las pequeñas cosas de la vida?”
Cohen dice también que la historia le hizo pensar en la idea de amor a primera vista. “Cuando Tony ve a Eilis, es como si le alcanzara un rayo. Leí unas líneas en el libro de Mario Puzo 'El padrino' que decían que cuando te alcanza ese rayo, ni siquiera puedes irte a dormir porque no puedes sacarte a la chica de la cabeza. De manera que pensé en ello de esa forma. Así es como Tony ve el amor”.
Para interpretar a Tony, Cohen se inspiró en numerosas referencias culturales, desde las interpretaciones naturalistas de cine italiano como 'El ladrón de bicicletas' hasta el estibador que Marlon Brando interpretó en 'La ley del silencio'. Incluso tomó lecciones de swing para sentirse seguro en el trascendental momento en que Tony invita por primera vez a bailar a Eilis.
Crowley dice que además de un exploratorio enfoque, Cohen aportó espontáneamente un instintivo encanto. “Desde la primera lectura de Emory, fue evidente inmediatamente que él era nuestro chico”, dice el director. “No sólo tenía el carisma y la masculinidad del personaje, sino también su vulnerabilidad y autenticidad”.
Surgió también una inmediata y tangible conexión entre Cohen y Ronan, que pudo desarrollarse más allá de las palabras, a través de fugaces gestos y expresiones. “Emory y Saoirse vivían tanto sus personajes que siempre fluía la química”, observa Crowley.
A Cohen le gustó el magnético contraste que había entre Eilis y Tony. “Hay una especie de interesante reverso de mi personaje, que es una persona abierta, intrépida y apasionada, pero que bajo todo eso oculta miedo, miedo a perder a Eilis. Y yo creo que, en cierto modo, ella es casi lo contrario a Tony, pareciendo en su superficie más rígida y cauta que él, pero en su interior hay un auténtico espíritu de libertad y de saber exactamente quién quiere ser…, y eso era algo perfecto porque Saoirse es como la Reina de Irlanda y yo soy como un perro callejero de Nueva York”, dice sonriendo.
La clave para construir su historia de amor de una forma deliciosamente pausada radicaba en saber cuándo contenerse. “John, Saoirse y yo siempre intentábamos descubrir cómo no ir demasiado lejos, reservar algunas emociones y no liberarlas por completo y rápidamente”, he señala.
Dwyer vio en sus interpretaciones la inocencia del amor en su fase más inicial y apasionante. “Al verlos, siempre me parecía que disfrutaban estando el uno con el otro. Hay mucho humor entre ellos, y tienes la sensación de que no sólo hay química a nivel físico sino también mental”, dice la productora.
Tóibín tuvo una reacción similar hacia la pareja. “Pensé, ‘¡Oh, guau, mira a ese chico! Sé exactamente cómo se va a ganar su corazón, siendo, simplemente, muy divertido, muy bueno, muy ingenuo y muy dulce’. Ella sigue buscando en él alguna señal de oscuridad y no encuentra ninguna, así que pensé que Cohen estaba genial”.
Si Tony Fiorello es un dulce seductor, su más provinciano pero caballeroso homólogo irlandés, Jim Farrell, debía representar tanto un atractivo polo opuesto como una legítima amenaza. Este hecho llevó a elegir a Domhnall Gleeson, que se ha venido consolidando como uno de los actores más versátiles de una nueva generación a través de su trabajo en filmes como 'Una cuestión de tiempo', 'Calvary', 'Invencible', 'Ex machina' y la muy esperada 'Star Wars: El despertar de la fuerza'.
Gleeson sabía que también él tenía que encontrar una sutil pero visceral química con Saoirse Ronan, con el fin de suscitar la incógnita en la mente del espectador. “Puede que la vida en Brooklyn le ofreciera más posibilidades, pero mi trabajo consistía en lograr que Eilis pudiera llegar a creer que merecía la pena quedarse en Irlanda por Jim”, dice. “Yo quería crear una auténtica conexión con Saoirse, de manera que el espectador sintiera que valía la pena luchar por eso”.
Al igual que sus compañeros de reparto, Gleeson se identificó, a su modo, con la experiencia de Eilis. “Yo creo que, en uno u otro momento, todo el mundo ha tenido una sensación de desubicación, de no tener claro dónde está tu hogar”, afirma. “Yo, desde luego, lo he sentido en diferentes momentos de mi vida; y me pareció que esta historia captaba eso de una forma brillante. Luego hay también muchos momentos románticos y divertidos en la historia, lo cual es muy interesante”.
Crowley dice que el enfoque que Gleeson dio a su personaje resaltó los elementos agridulces de la historia. “Domhnall tiene una inteligencia extraordinaria”, dice Crowley. “Piensa y profundiza mucho en todos los personajes que interpreta, y aquí aporta una intensidad y madurez a Jim que colisiona a la perfección con el personaje de Tony interpretado por Emory. Era muy importante que Jim y Tony habitaran espacios enormemente diferentes, que fueran versiones totalmente opuestas de los hombres con los que Eilis podía imaginarse estar; y Emory y Domhnall aportaron sensibilidades completamente diferentes pero igual de cautivadoras, lo que subraya la decisión de Eilis”.
Cobrando vida con los oníricos matices de un poema de amor, la película BROOKLYN se desarrolla en dos mundos de atmósferas inconfundibles: uno es la enclaustrada y silenciosa belleza de Enniscorthy, Irlanda, y el otro, el bullicioso caos del distrito de Brooklyn, Nueva York, frecuente primera parada de muchos inmigrantes en su llegada a América. John Crowley se propuso explorar ambos mundos junto a un equipo que incluía al director de fotografía Yves Bélanger, el diseñador de producción François Séguin y la diseñadora de vestuario Odile Dicks-Mireaux.
Llevar la producción a Enniscorthy, una ciudad de 10.000 habitantes situada en el centro del Condado de Wexford, era fundamental para captar matices y reflejar a los entrometidos vecinos de la historia de Colm Tóibín. “Aquí es donde nací”, dice el autor. “Mis padres eran de Enniscorthy, mis abuelos eran de ahí…, y fue muy bonito ver los sets de la película en las mismas calles en las que yo pensaba cuando escribí el libro”.
Deambular por el territorio familiar de Tóibín, el lugar que hizo a Eilis ser la persona que es cuando llega a Nueva York, inspiró igualmente a los actores. “El hecho de llegar a percibir el espíritu de un sitio como Enniscorthy afecta a tu interpretación”, dice Ronan. “Dado que los personajes de BROOKLYN son muy irlandeses y están muy apegados a su tierra, para nosotros era realmente genial estar cerca de personas que son así en la vida real, que tenían el acento de Enniscorthy y que se habían criado allí”.
Mientras que algunos fragmentos de la parte americana del filme se rodaron en las icónicas escalinatas de piedra rojiza de Brooklyn y en las costas de Coney Island, los realizadores también encontraron un sucedáneo de la década de los cincuenta en Montreal, Canadá, que también se utilizó para representar un anterior y antiguo distrito de Brooklyn en el clásico drama sobre el mundo de la mafia 'Érase una vez en América'.
En cuanto a la fotografía, el objetivo de Yves Bélanger era evocar la obra de Tóibín con algunos de los ejercicios más creativos que ha realizado hasta el momento, mediante una estilizada iluminación y un lirico encuadre, que transmitieran tanto la tenue energía de los cincuenta como los indescriptibles sentimientos de añoranza que Eilis experimenta a ambos lados del océano. “Yves hizo un brillante trabajo, y no me puedo imaginar a otro director de fotografía que pudiera haber logrado la belleza que él aportó al filme en tan corto espacio de tiempo”, señala Dwyer.
Asimismo, el diseñador de producción François Séguin se concentró en los detalles nostálgicos de la época de los cincuenta, pero también en los diferentes ambientes de una Irlanda cuya apariencia todavía tenía reminiscencias de los años de pre-guerra tanto en el mobiliario como en la decoración, mientras que Brooklyn estaba experimentado el rápido cambio de la posguerra. En ambos lugares, Séguin centró sus esfuerzos en forjar una visceral identidad propia. “François tiene muchísimo talento”, dice Dwyer. “A pesar de trabajar en una amplia variedad de sets ubicados en países diferentes, fue capaz de crear una atmósfera cohesiva que daba sensación de conjunto”.
También ayudó a recrear la época en la mente de los actores el bello vestuario provisto y creado por Odile Dicks-Mireaux, evocando la inimitable elegancia y armonía de la década de los cincuenta en Nueva York. A Dicks-Mireaux le entusiasmó retroceder en el tiempo hasta dicho período. “Fue un auténtico placer trabajar con estos personajes”, dice Dicks-Mireaux, “además, en los años cincuenta había mucha inventiva y la producción era muy artesanal”.
Tóibín señala que tenía motivos muy concretos para elegir esa época, buscando analizar ese período, discreto pero lleno de implicaciones, situado entre el estruendo de la II Guerra Mundial y los rápidos cambios sociales que tendrían lugar en la década de los sesenta. “Quería que fuera un mundo muy privado en el que poder lanzar una profunda mirada sobre un conjunto de personas, que de otro modo podrían verse relegadas, y colocarlas en primer plano. Por supuesto, no hay ningún periodo realmente neutral, pero éste es más neutral que la mayoría”, dice el novelista.
La fase temprana de la fotografía callejera, especialmente las obras de la enigmática Vivian Maier y el icónico fotógrafo neoyorkino Elliott Erwitt, inspiró a Dicks-Mireaux a través de sus espontáneas fotos de fugaces momentos urbanos. No obstante, Dicks-Mireaux ni siquiera se permitió echar un vistazo a la moda de la época.
“John encomendó específicamente no mirar revistas de moda, pues ésta es una historia de gente real, de chicas de clase trabajadora que intentan ganarse la vida en Nueva York”, explica. “En todos y cada uno de los aspectos del filme, John quería que la estética fuera muy natural y auténtica”.
Dicks-Mireaux disfrutó especialmente marcando el contraste entre el Brooklyn que seguía la última moda, mundo del que Eilis se convierte pronto en una parte, y la más austera forma de vestir de Enniscorthy. “Había una enorme diferencia entre Estados Unidos e Irlanda durante los años de posguerra”, explica. “Los estilos no podían ser más distintos, lo cual es perfecto para la historia que estamos contando. En América, era una época de rico colorido –rojos, caramelos y amarillos ocre, rosas y colores pálidos–, algo que, simplemente, no existía en Irlanda”.
Otro elemento que ha contribuido igualmente a la evocadora atmósfera del filme es la música, desarrollada en una doliente banda sonora compuesta por Michael Brook. También hay un trascendente momento musical; cuando Eilis se ofrece voluntaria para servir la comida de Navidad a oprimidos inmigrantes irlandeses y, finalmente, se queda embelesada por la emotiva canción irlandesa que interpreta un nostálgico irlandés.
Colm Tóibín comentó a Finola Dwyer y Amanda Posey que la excepcional voz del cantante irlandés Iarla Ó Lionáird le había servido de particular fuente de inspiración mientras escribía esa escena. Inspiradas también ellas, contactaron con Ó Lionáird y tuvieron la satisfacción de poder traerle a Montreal para interpretar en directo el tema “Casadh an Tsúgáin” en el propio set.
Ó Lionáird entendía muy bien por qué esa canción producía tanto impacto en Eilis. “Es una canción de amor cuyo repetitivo estribillo habla de un hombre que pide a una mujer que le aclare de qué forma está unida a él”, explica. “Eilis se siente identificada, pues se siente unida a dos mundos. En la canción, el hombre le dice a la mujer ‘si estás conmigo, estás conmigo’ y también ‘estate conmigo frente a todos, muéstraselo a todos, déjalo claro’. Eilis tiene que acometer su propio futuro y decidir cuál será”.
Ronan se conmovió tanto como su personaje durante la escena. “Con su extraordinaria voz, Iarla era capaz de transmitir todas las emociones que uno experimenta cuando se halla muy lejos de su hogar”, afirma.
Todo el filme BROOKLYN en su conjunto se construye en base a las transcendentales decisiones que Eilis debe tomar: entre Tony y Jim, entre Brooklyn e Irlanda, entre su pasado y el futuro que quiere. Todos los implicados en la producción sabían desde un principio que la historia giraba en torno a la incertidumbre relacionada con su elección definitiva.
“Algunas personas estarán de acuerdo con la decisión de Eilis y otras, no”, dice Amanda Posey. “Nosotros como realizadores sabíamos lo que queríamos que hiciera, y John también, pero deseábamos asimismo que el público hiciera su propia elección. Una de las cosas más hermosas de esta historia es que explora diferentes tipos de amor. Con Tony, Eilis experimenta el primer amor, sin embargo, con Jim la conexión es mucho más madura. Luego está el amor que Eilis siente por su hermana y su madre, que, de nuevo, son diferentes clases de amor. Lo que cuenta el filme realmente es cómo esos diferentes tipos de amor pueden tanto destrozarte como servirte de salvavidas”.
Para Posey, la decisión de Eilis es necesaria, si bien dolorosa. “Una etapa del proceso de maduración de una persona consiste en comprender que al decidir ir en una dirección se está cerrando muchas otras puertas. Sin embargo, yo creo que Eilis descubre finalmente qué es lo mejor para ella, aunque sea doloroso”.
Finola Dwyer añade: “Al final de la película, el futuro de Eilis está muy claro; pero el espectador se marcha sabiendo que la decisión que ha tomado también ha supuesto un enorme sacrificio”.
Saoirse Ronan cree que ciertamente la decisión de Eilis podría haber ido en sentido contrario. “Yo no puedo decir si Eilis ha tomado la decisión correcta; creo que ambas opciones le brindaban la oportunidad de ser feliz”, explica la actriz. “Lo maravilloso y desolador de esta historia es que los dos hombres son igualmente maravillosos. Jim representa el hogar natal y Tony, una nueva vida. Ambos tienen mucho que ofrecerle, y Eilis lo sabe”.
Finalmente, dice Ronan, la actriz no consideró como centro de la historia el tipo de vida que elige Eilis, sino la persona en la que se convierte durante el proceso. “En mi opinión, toda la historia gira en torno a cómo Eilis llega a ser lo suficientemente adulta y madura como para tomar realmente una decisión y llevarla a cabo”, concluye la actriz.
Domhnall Gleeson piensa de forma similar. “Con mucha frecuencia, no es posible saber si las decisiones que se toman son las correctas”, señala. “Pero yo creo que es importante que ahora Eilis tenga efectivamente una opción en su vida, que nunca hubiera tenido si no se hubiera ido a América”.
Para Jim Broadbent, el persistente desasosiego que provoca la decisión de Eilis se desprende de las muchísimas cuestiones que suscita y permanecen en el público. “Lo mejor de BROOKLYN es que el espectador probamente no sabrá cómo irán las cosas; pero tampoco sabrá cómo le habría gustado que fueran”, resum