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SINOPSIS
Bobby tiene un hermano gángster además de unos padres más bien pendencieros por lo que tiene la necesidad de cambiar de aires. Su destino es Hollywood donde su tío lo contrata como chico de los recados. Al poco se enamorará de una chica que tiene novio pero la vida da mil vueltas y tras un tiempo la vida de Bobby da un vuelco...
INTÉRPRETES
JESSE EISENBERG, KRISTEN STEWART, BLAKE LIVELY, ANNA CAMP, COREY STOLL, STEVE CARELL, KELLY ROHRBACH, PARKER POSEY, JUDY DAVIS, PAUL SCHNEIDER, TONY SIRICO
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El nuevo filme de Woody Allen, CAFÉ SOCIETY ofrece una visión panorámica del Nueva York y el Hollywood de la década de 1930, con un reparto caleidoscópico de personajes que abarca desde estrellas de cine, millonarios y playboys a profesores, chicas de la calle y mafiosos.
El amplio abanico de personajes del filme era esencial desde el principio. “Cuando escribí el guion, lo estructuré como una novela”, comenta Allen. “Al igual que en un libro, te detienes un rato en la película para ver una escena del protagonista con su novia, una escena con sus padres, seguida de una escena con su hermana o el gánster de su hermano, una escena con estrellas de Hollywood e individuos varios dedicados al trapicheo, y luego la Café Society, con políticos, debutantes, playboys y la gente que engaña a sus respectivas parejas. Para mí, fue siempre una historia no de una sola persona, sino de todo el mundo”.
Entre ese surtido de historias de la película se encuentra la de Bobby Dorfman, un chico del Bronx cuyas ambiciones lo llevan a Hollywood y de vuelta nuevamente a Nueva York. “La historia de amor de Bobby es el eje central en torno al cual gira el resto del filme”, comenta Allen, “pero todos los demás personajes componen la atmósfera y la estructura de la propia historia”.
Como en una novela, la historia de la película se cuenta a través de la voz del autor, de modo que Allen decidió que sería apropiado que el filme tuviera narración y ocuparse él mismo de esa labor. “Me incluí a mí mismo porque sabía exactamente qué inflexión quería que tuviera cada palabra”, aporta. “Pensé que, como yo había escrito el libro, sería como si estuviera leyendo mi novela”.
'Café Society' se refiere a los miembros de la alta sociedad, aristócratas, artistas y famosos, que se reunían en cafés y restaurantes de moda en Nueva York, París y Londres a finales del siglo XIX y principios del XX. El término se hizo popular en el Nueva York de los años 30, tras el fin de la Ley Seca y la aparición de la prensa amarilla, que cubría con avidez a los integrantes de esa Café Society. Por aquel entonces, había docenas de clubes deslumbrantes en Nueva York, entre ellos algunos con orquestas de 50 piezas. Cada noche, los famosos lucían sus mejores galas y hacían el circuito desde los clubes de jazz de Greenwich Village a locales legendarios de los alrededores del centro como El Morocco, a la calle 142 en Harlem, donde se encontraba el Cotton Club. “Esa época siempre me ha fascinado”, admite Allen. “Fue uno de los momentos más apasionantes de la historia de la ciudad, con una tremenda vida teatral, vida en los cafés y restaurantes. De un extremo a otro, fueras por donde fueras, la isla bullía entera de sofisticadas actividades nocturnas”.
El Hollywood de la Edad de Oro también tenía sus puntos de encuentro para los ricos y famosos, pero su vida nocturna era sensiblemente distinta de la de Nueva York. “Era el glamur de Cocoanut Grove y el Trocadero”, comenta Allen. “No había muchos lugares a los que ir, no duraba hasta tan tarde, la ropa era más ligera y todo el mundo iba a los sitios en coche. Había una parte que era muy glamurosa, porque contaban con las estrellas de cine, pero Nueva York poseía cierta sofisticación de toda la noche de la que Hollywood carecía”.
Además de ser un retrato de una época, CAFÉ SOCIETY es una saga familiar. El padre de Bobby, Marty (Ken Stott) es un tipo brusco pero profundamente moral, dueño de una modesta joyería en el Bronx. Su mujer, Rose (Jeannie Berlin) siempre tiene lista alguna valoración negativa de su capacidad mental y otros defectos. “Cree, probablemente de forma errónea, que con otro marido distinto podría haber tenido una vida mejor”, aporta Allen. “Discuten sin parar, pero están entregados el uno al otro y se quieren mucho, simplemente tienen una forma distinta de demostrarlo. No se apartarían de la cama del hospital si al otro le pasara cualquier cosa”.
Ben (Corey Stoll), el mayor de los tres hijos de la familia Dorfman, es un gánster. “Ben ve que su padre jamás podía permitirse nada y siempre tenía dificultades”, comenta Allen. “Se juntó con bandas de delincuentes, consiguió trabajos que daban un buen dinero, pero no eran legales, y descubrió que fuera de la ley se podía llevar una vida muy lucrativa y glamurosa”. Aunque Ben se haya apartado éticamente de su familia, su devoción hacia sus familiares no ha cambiado, siempre está presente en los acontecimientos familiares y disponible para ayudar a todos. Evelyn (Sari Lennick), la brillante hermana mediana, se convierte en profesora, se casa con Leonard (Stephen Kunken), un profesor, y busca una vida más cerebral. Leonard, aunque es un poco cerebrito, es un hombre de principios que adora a Evelyn. Al comienzo de la historia, Bobby (Jesse Eisenberg), se marcha a Los Ángeles, con la esperanza de encontrar algo más interesante que trabajar en la joyería de su padre. Trabajar para el hermano de su madre, Phil Stern (Steve Carell), un importante agente, parece mucho más prometedor. “Bobby empieza la película como una página casi en blanco, una especie de soñador ingenuo que cree que puede ir a Hollywood y se verá acogido con los brazos abiertos por la industria”, explica Eisenberg. “Por supuesto, no sucede así. Pero cree que quiere algo más emocionante, y que forma parte de una generación y de una cultura que hizo que ese sueño pareciera posible, sobre todo porque tenía un tío que lo había conseguido. Cuando se ve expuesto al mundo real, tanto a la belleza del mismo como a la lucha, se transforma en otra persona, encantadora aunque con sus defectos”.
El tío de Bobby, Phil, posee gran poder e influencia y conoce personalmente a muchas de las estrellas más importantes de Hollywood, pero tarda en reconocer la voz de su propia hermana por teléfono. “La primera vez que ves a Phil, resulta imponente”, comenta Carell. “Siempre está haciendo varias cosas a la vez, siempre tiene a la vez una llamada y una reunión, y se mete de lleno en ese papel. Pero, cuanto más lo ves, más te das cuenta de que tiene un lado más blando y vulnerable, y que posee una cierta decencia, no toma decisiones a costa de los sentimientos de los demás. Creo que eso lo hace más humano y más entrañable”.
Como Bobby es un recién llegado a Los Ángeles, Phil le pide a su ayudante, Vonnie (Kristen Stewart), que le enseñe la ciudad. Después de realizar con él un recorrido por las casas de estrellas de cine y de compartir sus experiencias y opiniones sobre Hollywood, Bobby se queda prendado de inmediato. “Vonnie es una chica ambiciosa y fresca, que es perfectamente consciente de la naturaleza superficial del negocio en el que trabaja”, aporta Stewart. “Es divertido y emocionante, pero también ve una cierta vacuidad y eso le da un encanto”. Eisenberg agrega: “Creo que ambos personajes se sienten constantemente atraídos a la vez que intentan resistir el encanto del lado más deslumbrante de la ciudad del entretenimiento. Pero Vonnie ofrece un antídoto maravilloso para Bobby. Es cínica, graciosa y parece tener una perspectiva del mundo real”. Por desgracia, Vonnie tiene novio, así que Bobby tendrá que conformarse con su amistad.
Mientras se encuentra en Los Ángeles, Bobby se hace amigo de otros dos neoyorquinos, Rad Taylor (Parker Posey), una vivaz mujer dueña de una agencia de modelos, y su acaudalado marido productor Steve (Paul Schneider). Steve invita a Bobby a su casa a ver una de sus películas, y Bobby tiene ocasión de experimentar por primera vez lo que podría depararle su vida en Hollywood.
Cuando el novio de Vonnie rompe repentinamente con ella, Bobby aprovecha la oportunidad para cortejarla, y al final ella acaba por corresponderle. Cuando empieza a ascender en la agencia de Phil, llega a la conclusión de que Los Ángeles no es para él. Le pide a Vonnie que se case con él y vuelva a Nueva York para llevar una vida bohemia en Greenwich Village. Vonnie parece a punto de aceptar cuando reaparece su ex novio. Aunque quiere a Bobby, se decide sin embargo por su ex novio, y deja a Bobby desconsolado.
A su regreso a Nueva York, Bobby empieza a trabajar para su hermano mayor, Ben, que se ha hecho cargo de un club nocturno llamado “Club Hangover”. Bobby demuestra rápidamente ser astuto y tener mucha mano izquierda, con una facilidad natural para manejar a la gente y excelente instinto para atraer al club a los miembros más destacados de la Café Society. Rad lo convence para que reforme el club y le cambie el nombre por uno que suena más chic, “Les Tropiques”. El lugar no tarda en estar atestado de miembros de la alta sociedad, famosos, políticos y playboys, entre los que Bobby se mueve como pez en el agua, como el encantador anfitrión de una fiesta que nunca se acaba.
Una noche, Rad le presenta a Bobby a Veronica (Blake Lively), una mujer de la alta sociedad cuyo marido acaba de abandonarla por su mejor amiga. “Veronica está claramente dolida y un poco herida por lo sucedido, pero aún no está hastiada del mundo”, explica Lively. “Posee cierta pureza que resulta reconfortante, en cuanto a cómo se entera de la ascendencia de Bobby y la afronta con curiosidad, sin prejuicios. Veronica posee una amplitud de miras que derriba todas las barreras sociales y políticas que predominaban por aquel entonces”. El encanto y la confianza de Bobby no tardan en conquistar a Veronica y, después de un idilio breve pero intenso, ella le confiesa que está embarazada. Pese a que Bobby aún no ha acabado de superar lo de Vonnie, le propone matrimonio y se casan. “Veronica fue un personaje verdaderamente interesante de abordar, porque la película es una historia de amor, y estás deseando que todo les vaya bien a las dos personas implicadas en la misma”, asegura Lively. “Entonces aparece Veronica, y se supone que te tiene que caer bien, pero también quieres que la pareja original se vuelva a juntar. Estás de parte de ella, pero al mismo tiempo también estás de parte de ellos. Fue un buen personaje para interpretar, para que se entrometiera y complicara un poco las cosas”.
Entretanto, Evelyn y Leonard están teniendo dificultades con su vecino de al lado, un tipo arisco que se va volviendo cada vez más amenazador. Los suaves intentos de Leonard de resolver sus disputas de forma razonable parece que solo consiguen hacer más volátil la situación. Preocupada por la seguridad de Leonard, Evelyn le pide a Ben que hable con él, lo que más tarde lamentará.
Tras haber trabajado con muchos de los mejores directores de fotografía del mundo, Allen colaboró por primera vez en CAFÉ SOCIETY con Vittorio Storaro, ganador de tres Óscar. “La fotografía en una película es muy importante para mí a la hora de contar la historia y Vittorio es un artista magnífico”, comenta Allen. Como novedad para ambos, rodaron la película en formato digital. Storaro llevaba años experimentando con cámaras digitales, y sentía que la tecnología había evolucionado por fin hasta el punto en que los resultados le resultaban satisfactorios. Los dos colaboraron estrechamente para dotar de estéticas diferentes a los tres mundos de la película. “En el Bronx, hay una luz vespertina, casi invernal y desaturada”, explica Storaro. Los Ángeles era lo contrario: “En Hollywood, hay colores primarios muy fuertes, en tonos cálidos, muy soleado”, prosigue. “Cuando Bobby regresa a Nueva York, todo tiene mucha más luz y mucho más colorido, sobre todo las escenas de los clubes nocturnos. A medida que avanza la película, hay más equilibrio entre los elementos visuales de las dos ciudades opuestas. Eso es algo que siempre me gusta añadir: partes que son opuestas visualmente al principio, pero que, poco a poco, se van haciendo más similares, hasta que se unen”.
Aunque la película está rodada en su mayor parte con el tipo de imágenes estáticas y planos más generales propios de la época, Storaro y Allen utilizaron una steadicam siempre que hablaba el narrador. “El narrador no pertenece a ninguna época, a ningún tiempo, a ningún lugar geográfico”, explica Storaro. “El narrador es completamente abstracto. Así que, cuando el narrador se pone a contar la historia, nos pareció que debía tener su propio punto de vista. Decidimos que sería un momento estupendo para usar la steadicam, a fin de estar más bien alrededor del personaje, con mayor libertad para contar la historia según el aspecto emocional de la misma”.
Tanto “Club Hangover” como “Les Tropiques” se construyeron en el mismo plató cerrado de Manhattan. El mayor elemento del cambio de uno a otro eran las paredes, que el diseñador de producción Santo Loquasto se encargó de crear a base de grandes paneles que se pudieran intercambiar y mover con facilidad. “Tomé como modelo para los clubes las películas de la época, así como fotografías de los propios lugares”, comenta Loquasto. “Con los años, hemos ido acumulando toda una biblioteca de referencias de ese mundo, incluso filmamos en ‘El Morocco’ para ‘Días de radio’. Utilicé elementos de cosas que recordaba que le gustaron a Woody al localizar exteriores a lo largo de los años, como la escalera en espiral o la distribución del bar. Cuando trabajo, siempre tengo que tener presente que es la visión de Woody de este mundo, más que una recreación del mundo real. Siempre digo que es un recuerdo, no una reproducción, que es realmente la verdad. Siempre le preocupa que, si nos obsesionamos con la exactitud en la decoración, pareceremos quisquillosos de un modo que no le resultará atractivo a la vista”.
La secuencia inicial del filme se rodó junto a la piscina de una casa que otrora fue propiedad de la estrella de Hollywood Dolores del Río, de la que a Loquasto le habían encantado unas fotos que vio en un libro sobre Los Ángeles. Loquasto envió fotos al departamento de localizaciones y por suerte consiguieron encontrarla. La casa ejemplifica el contraste entre Los Ángeles y Nueva York que buscaba Loquasto. “Mientras el club de Nueva York era blanco, negro y rojo”, comenta Loquasto, “la casa de Dolores del Rio tenía la piscina, la casa blanca, la hierba verde y el precioso mobiliario plateado y aguamarina de la época”.
El lúgubre apartamento de Rose y Marty Dorfman se filmó en un apartamento de Riverside Drive que estaba en ese momento desocupado. “Ya estaba en un estado bastante espantoso, y nos permitieron avejentarlo aún más y cambiarle el mobiliario”, recuerda Loquasto. “Se suponía que la casa de Evelyn y Leonard iba a estar en algún lugar fuera de la ciudad, así que buscaron en ambas orillas del Hudson. “Fue difícil encontrar casas y aceras que resultaran adecuadas. Vittorio quería que esta localización fuera más gris de lo normal, así que la hicimos marrón topo y gris”.
El trabajo de la diseñadora de vestuario Suzy Benzinger sirvió para ilustrar las diferencias entre el glamur de Hollywood y Nueva York. “Hollywood se construyó sobre un mundo increíblemente falso que se creó para atraer a millones de personas al cine”, afirma Benzinger. “Para ellos, era muy importante hacer a las starlets glamurosas, las vestían cada vez que salían de casa. Todos hemos visto esas fotos de estrenos de Hollywood de los años 30 en los que las damas llevan abrigos de piel con orquídeas. Y cuando te fijas en la fecha de esos estrenos, son en agosto, cuando hace un calor infernal en California. En Nueva York, es más realista: Hace frío fuera, así que las mujeres llevan sombrero”.
El estilo de Nueva York tenía un aire diferente porque la gente, influida por la estimulante vida cultural que bullía a su alrededor, se compraba esmóquines y ropa de alta costura. “Las mujeres de Nueva York eran algo más europeas, algo más chic que las de California”, opina Benzinger. “En esa época estaban apareciendo muchos diseñadores franceses en Nueva York, y entre las damas había una enorme competencia con Chanel y Schiaparelli”. Como no podía depender de las fotos fundamentalmente en blanco y negro de la época, Benzinger tuvo que recurrir a otras técnicas: “Leía artículos de revistas de moda de los años 30 que decían cosas como ‘¡Este es el color de moda llegado de París!’”, comenta.
Eisenberg, que es él mismo guionista y pronto también director, y ya había aparecido anteriormente en la película de Allen “A Roma con amor”, describe la experiencia de trabajar con Allen como estimulante y también gratificante. “Es estresante, porque no vas a poder pasarte el día en los mismos planos, así que si crees que no te salió exactamente como querías, va a estar igualmente en la película”, comenta. “Pero también es un alivio darte cuenta de que te está observando y corrigiendo alguien que es capaz de centrarse en lo que quiera que sea lo más importante de una determinada escena, y destacarlo de la forma más eficaz, clara y astuta”. Carell agradeció que Allen no hiciera demasiadas tomas: “Cuando haces demasiadas, empiezas a darle excesivas vueltas y entonces es cuando te pueden salir momentos o reacciones artificiales. Creo que le encanta la inmediatez y creo que vale la pena”. Stewart considera que Allen supo sacarle interpretaciones que se salen de lo habitual en ella. “La personalidad de Vonnie posee un optimismo y una ligereza que no me resultan fáciles de reflejar”, asegura. “Así que no dejaba de insistirme en ese aspecto y me obligó a tomármelo con calma y a descubrir esa especie de aire despreocupado”. Lively opina que Allen nunca se mostró dominante ni entrometido, pero siempre estaba allí cuando lo necesitaba. “No te indica exactamente cómo decir las líneas de diálogo”, explica. “Te dice: ‘Debería sonar algo así como...’ y entonces decía una línea. Y conseguiría cambiar por completo tu idea de cómo debería ser la línea”. Carell cree que la forma de dirigir de Allen parte de la base de saber valorar a los actores y su trabajo: “Creo que respeta tanto a los actores que supone que vendrán preparados y que harán su trabajo. Deja la actuación a los actores. Así que, a menos que tengas una pregunta o tenga algo que le preocupe, es muy sencillo: si la cosa funciona, no le oirás decir nada”.
Stewart sintió que apenas necesitó orientación porque el propio guion ya dejaba muy claro su personaje: “En lugar de que él me explicara cómo era, me pasé yo la mayor parte del tiempo convenciéndolo: ‘¡Oh, vaya, conozco este momento! Quiero que sepas de verdad que no me estoy limitando a interpretar esto; esto es algo que he experimentado’. Y eso siempre le sorprendía”. Lively prosigue: “Lo que me gustó del guion es que cada persona tiene su propia razón para ser digna de ser amada, y aun así cada una recibe un trato distinto. Algunas reciben menos amor, otras reciben más, y no por un motivo concreto. Es algo químico, emocional. En el amor, no es cuestión de que una persona sea mejor que otra, sino simplemente de quién te hace latir el corazón con más fuerza”.
La historia de amor que constituye el eje central de CAFÉ SOCIETY es agridulce. Los personajes se preguntan por las decisiones que toman y el rumbo que siguen sus vidas. “La vida es como montar un mosaico enorme, del que solo puedes ver las piedrecitas de una en una, no tienes una perspectiva general”, aporta Stewart. “Eres responsable de las decisiones que tomas, pero tus decisiones carecían de toda la información necesaria. Siempre hay un elemento en juego de ‘y si...’ durante toda la película que me vuelve loca, porque así es la vida, siempre te preguntas si las decisiones que has tomado han sido las correctas”. Carell agrega: “Lo que crees que es tu máxima aspiración podría resultar no serlo. Siempre puedes anhelar o soñar con algo que vaya más allá de lo que tienes justo delante”.
“No son más que las decisiones que toma la gente a lo largo de su vida”, señala Allen. “Las cosas les salen bien a Bobby y Vonnie hasta cierto punto, pero siguen soñando uno con otro, aunque es algo que no sucederá nunca. Si Vonnie hubiera tomado antes otra decisión, estarían juntos. Pero tal como están las cosas, solo pueden estar juntos en sus sueños”.
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