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EL BARRIO COMO ESCENARIO...
Chavalas transcurre en un barrio periférico de una gran ciudad, que podría ser cualquier barrio. Desde Vallecas a l’Hospitalet, de las banlieues de París a la zona suburbial de Husby, en Estocolmo. Lugares estigmatizados y con características comunes, que buscan dignificarse y con los que estamos seguras de que muchas “chavalas” de todo el mundo van a sentirse identificadas.
Mostramos el espacio donde escuchar, ver y sentir situaciones femeninas sin filtros, sin censura, sin maquillaje ni artificios en paisajes urbanos crudos, tan mágicos como decadentes. Un hervidero de chicas con arte y mujeres astutas, donde las señoras sacan su silla a la calle para echar la tarde, aunque rodeadas de hileras de largos bloques más altos que la Giralda. Donde las cabalgatas de Reyes que lanzan caramelos se rodean de jubilados armados con paraguas en posición inversa para acaparar la mayor cantidad de golosinas gratis para sus nietos.
CUANDO LAS DEBILIDADES SE CONVIERTEN EN FORTALEZAS...
Marta ha renegado de sus raíces desde que salió de Cornellà. Desde entonces, intenta buscar desesperadamente un lugar en un mundo artificial
que concibe como lo mejor a lo que puede aspirar.
Pero ese mundo la expulsará hasta llevarla a lo que para ella es el infierno.
Lo que al principio será una pesadilla se convertirá en el primer paso para que Marta madure y acabe encontrando su propia voz y, al final, a sí misma.
En el camino, la ayudarán sus amigas de toda la vida, las únicas que la aceptan tal y como es.
Aunque dibujemos un camino de maduración y reconciliación, evitamos el buenismo de los personajes y la dulcificación de un improbable final feliz.
Al contrario, usamos el humor en las situaciones agridulces para entender a nuestros personajes, que son humanos, reales, quizá antiheroicos pero muy de verdad. Rompemos clichés retratando un universo particular y fresco para dar una imagen positiva, sin ser naïve, de lo que es ser mujer y crecer en una ciudad de la periferia. Para conseguirlo apostamos por la naturalidad y el humor audaz.
A lo largo de la película, Marta va encontrando su sitio en el barrio, aceptándose a sí misma y a sus orígenes.
Cuando llega el momento de su cambio interior, los planos dejan de estar compuestos por las líneas rectas de esta particular arquitectura de periferia y pasan a estar más cerrados en el personaje. A su vez, los edificios empiezan a liberar el encuadre, enseñando por primera vez el cielo de la ciudad.
Finalmente, por fin, las localizaciones de Cornellá dejan de ser asfixiantes. Nuestra protagonista ya está integrada con el entorno y así se mueve visualmente, realizando primeros planos que transmiten una atmósfera íntima y cotidiana.
Marta se siente una más, los encuadres ganan espontáneidad y ella está en cuadro, integrada por los personajes de ese microuniverso que es su población natal.
EL PUNTO DE VISTA DE MARTA...
La cámara siempre está con nuestra protagonista: la película se rueda bajo su punto de vista.
Vemos su entorno acompañándola en todo momento. Marta está en todas y cada una de las escenas de la película: todo lo que ocurre está presentado por ella. Así, la puesta en escena evoluciona con Marta, porque la percepción de su entorno se transforma a lo largo de la película.
Finalmente, es este punto de vista, esta unión con el entorno, la que le hace ver todas las cosas bellas del lugar donde nació y así volver a enamorarse de ese barrio del que ha querido huir.
UN RETRATO SINCERO DE LA AMISTAD ENTRE MUJERES...
La amistad entre mujeres jóvenes, verdadera y cruda, ha sido escasamente retratada en el cine actual. Las cuatro protagonistas son amigas de toda la vida y tienen tanta confianza que pueden espetarse las cosas más ofensivas a la cara o bien entenderse en silencio.
En, "Chavalas", buscamos que las protagonistas fuesen realmente un grupo de amigas que hace muchos años que se conocen bien.
Dedicamos muchas horas al ensayo previo para que el texto fluyese como si no existiera. Además, quisimos que fuesen las mismas actrices las que aportas en expresiones y chascarrillos al modo de expresarse de sus personajes.
Con el trabajo previo conseguimos que las actrices se sintiesen cómodas y hablasen de forma totalmente natural, interrumpiéndose entre ellas y a menudo hablando a la vez. En otras ocasiones, ni siquiera necesitaban mediar palabra para entenderse. Se comunicaban con una sola mirada, sabiendo cuando decían algo queriendo decir lo contrario, cuando mentían o cuando estaban cabreadas pero disimulando.
El trabajo de cámara potencia esta sensación, estando muy cerca de los personajes. A menudo, a lo largo de la película, las cuatro protagonistas comparten plano, estando casi las unas encima de las otras durante sus noches de confesiones.
En otras ocasiones duermen juntas: aparece el pie de una tapando la cara de la otra, los cuerpos mezclados, los abrazos solapándolas y confundiéndolas.
En este sentido, las composiciones de los planos durante esos momentos son mucho más relajados y espontáneos que en las fiestas a las que acude Marta en Barcelona.
Con sus amigas del barrio, Marta se siente integrada de verdad, siente que es parte de ellas.
LA EVOLUCIÓN DE LA FOTOGRAFÍA DE MARTA...
A través del imaginario de Marta, reflejado en sus fotografías, también vemos la evolución del personaje, los mundos por los que va pasando y, finalmente, su reconciliación con el barrio.
Al principio, su fotografái responde a las modas: no tiene un estilo auténtico, no ha encontrado su voz.
Las fotografías son de estudio, poco espontáneas, estéticamente impostadas.
Cuando nuestra protagonista realmente realiza el cambio interior, su interés artístico se centra en el barrio, de forma casi intuitiva. Las calles de la ciudad que le parecían vulgares se le reaparecen como algo auténtico y lleno de belleza. Por fin, libre de prejuicios, conecta con la esencia de ese universo.
LA CIUDAD FRENTE AL BARRIO...
La fuerza visual de 'Chavalas'' también reside en los contrastes entre el extrarradio y una gran ciudad, que resumen la esencia de cada universo y hablan del estado mental de los personajes.
Se da una fuerte contraposición entre una Barcelona vanguardista, de tonos fríos y luminosos, con una Cornellá genuina, con una paleta de colores ocres y tierra, colores que comunican la calidez del propio hogar.