|
SINOPSIS
La profesora Novak se une al equipo de docentes de un internado internacional para impartir clases sobre “alimentación consciente”. Uno de sus objetivos principales es enseñar que “comer menos es más saludable”, una práctica con la que se va ganando la confianza de sus alumnos hasta que saltan las alarmas entre el profesorado y los padres. Demasiado tarde: el Club Zero se ha hecho realidad y no será sencillo romperlo...
INTÉRPRETES
MIA WASIKOWSKA, SIDSE BABETT KNUDSEN, ELSA ZYLBERSTEINB, MATHIEU DEMY, AMIR EL-MASRY, ISABEL LAMERS, AMANDA LAWRENCE, CAMILLA RUTHERFORD, SAM HOARE,TOUSSAINT MEGHIE, KEELEY FORSYTH, MEGAN HUGHES, TY HURLEY
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
CRITICA
BANDA SONORA
CLIPS
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE
PREMIOS Y FESTIVALES
- Festival de Cannes 2023
- Premios del Cine Europeo 2023
- Festival de Sitges 2023
-Festival de cine europeo de Sevilla
INFORMACIÓN EXCLUSIVA
NOTAS DE LA DIRECTORA...
CLUB ZERO pone el objetivo en los padres que delegan la responsabilidad de la educación de sus hijos en profesores que pueden distorsionar esa relación de confianza que se les ha concedido. En nuestro caso, la profesora Novak manipula a los alumnos y les aleja de sus padres. Cuando estos perciben el peligro y deciden salvar a sus hijos, ya es demasiado tarde. CLUB ZERO aborda este temor y plantea la pregunta: “¿Cómo pueden los padres velar por sus hijos cuando simplemente no tienen tiempo para ellos?”.
Este es un problema que afecta a la sociedad en su conjunto: los acontecimientos descritos en la película podrían sucederme tanto a mí como a cualquiera. Los padres no saben todo lo que sucede en la escuela y no tienen el tiempo ni los medios para averiguarlo. Vivimos en un sistema basado en la meritocracia que nos exige trabajar cada vez más. Y tengo la sensación de que el fracaso de los padres es sistémico.
CLUB ZERO tiene lugar en un internado para enfatizar el hecho de que los padres dependen de los educadores. En nuestra sociedad, la enseñanza suele estar mal remunerada y no suficientemente valorada, y debería ser justo lo contrario. ¿Deberían los padres confiar plenamente en los profesores o deberían asumir más responsabilidades? ¿Por qué pasa esto en una sociedad basada en el trabajo y el éxito? Me interesa cómo nuestra sociedad delega este tipo de responsabilidad. Como dice la directora Dorset: “Los padres no tienen tiempo para estar con sus hijos, por eso es nuestra responsabilidad brindarles la atención y el cariño que necesitan».
Actualmente, los jóvenes están preocupados por su futuro y se preparan para defenderse en él. Quieren actuar, ejercer responsabilidades, tener control de su existencia y romper barreras para encontrar sentido a sus vidas.
Quieren salvar el planeta y, con ello, su futuro.
Están comprometidos y algunos se unen a grupos radicales porque no quieren esperar hasta que sea demasiado tarde. Yo entiendo su punto de vista y tengo mucha empatía con esta generación.
En CLUB ZERO, la profesora Novak se aprovecha de los miedos de los alumnos y los mezcla con su ideología. Ella cree sinceramente que los está salvando y es lo que la hace tan convincente y tan peligrosa: sus creencias coinciden con el deseo de los jóvenes de cambiar el mundo y lo aprovecha para acentuar la propensión de algunos de ellos a desarrollar trastornos alimentarios.
En la década de los 80 iba a una escuela católica exclusivamente para niñas y a muchas de nosotras nos sedujo la idea de intentar comer muy poco. Incluso era una forma de rivalidad entre nosotras. Solo masticábamos chicle sin azúcar y nos molestó que una de las chicas se comiera un sándwich durante el descanso, pero en secreto la admirábamos, porque no le importaba lo que nadie pensara de ella. Se trataba de un sentimiento de pertenencia y del deseo de establecer ciertas reglas que había que obedecer. Estas relaciones también están presentes en CLUB ZERO. Ben, por ejemplo, es como la niña que se come un sándwich, pero su deseo de pertenecer al grupo es tan fuerte que decide unirse a ellos. Hay una mentalidad de manada de la que es difícil escapar.
En esa época, una amiga mía se volvió anoréxica y pasó varias temporadas en el hospital. Eso me abrió los ojos sobre la gravedad de esta enfermedad. Vi claro que realmente es una adicción, y que es muy difícil salir de ella.
Negarse a comer es también una forma de castigar a los demás. Para los padres es insoportable ver que su hijo se niega a comer.
Es un rechazo que se traduce en un rechazo a vivir. Dónde tiene el origen esta negativa es la pregunta crucial. Cuando escribí CLUB ZERO estaba pensando en las huelgas de hambre.
El rechazo de alimentos es también una forma política de huelga: una forma extrema de resistencia pasiva, ya sea contra los padres o contra la sociedad.
El deseo de controlar la comida siempre ha sido una de las metas de la religión. Creo que está relacionado con el hecho de que al ayunar caemos en un estado de euforia que promueve el despertar espiritual. Puedes cambiar de opinión cambiando la cantidad de alimentos que comes. Además, controlar lo que comes implica que controlas tu cuerpo y esto refuerza el sentimiento de poder y refuerza la impresión de que somos “especiales”.
Comer es un acto a la vez muy personal y muy social. Imaginemos reunirnos con amigos para cenar y no comer. Podrían sentirse molestos porque eso equivale a cuestionar su forma de vida. Cada uno de nosotros pertenece a un grupo que obedece a ciertos principios o códigos. Necesitamos comprender la subjetividad de nuestras creencias para comprender cómo la profesora Novak y los estudiantes están convencidos de las suyas.
Su “religión alimentaria” es un ejemplo de creencia radical.
Con los cuentos tradicionales los niños (y los adultos) adquieren valores morales y aprenden a distinguir entre el bien y el mal. En CLUB ZERO, la profesora Novak y los jóvenes revolucionan lo que todos consideramos correcto. Tienen su propio concepto de verdad.
Aunque es evidente que van a morir de hambre, todavía creen. Para mí fue una gran inspiración el cuento “El flautista de Hamelín”, y también los cuentos rusos que transmiten una moralidad radicalmente diferente a la de los cuentos europeos. En ello los delincuentes y matones suelen ser los héroes de la historia.
Cuando nos inspiramos en un cuento, tenemos un enfoque más distante, un punto de vista más general: los detalles psicológicos o sociales quedan relegados a un segundo plano para contar una historia más universal.
Los personajes se parecen más a arquetipos que a individuos.
La estética de la película subraya la dimensión universal de la historia: los escenarios, el vestuario, los uniformes; no sabemos exactamente en qué época y en qué lugar se desarrolla la historia. El inglés se utilizó como lengua universal en los internados y como lengua cinematográfica universal.
En nuestra existencia siempre hay comportamientos y creencias que rozan lo absurdo. Visto desde un punto de vista más lejano, muchas cosas en las que creemos y que hacemos nos parecen ridículas, absurdas o vanas. En mis películas siempre intento encontrar una perspectiva lejana para reflexionar sobre esta cuestión. CLUB ZERO se cuenta desde ese punto de vista: la exageración hasta el punto del absurdo hace que parezcan graciosos los temas más oscuros de la película.
ENTREVISTA AL COMPOSITOR MARKUS BINDER...
¿Empezaste a componer la música antes de filmar o sólo después de recibir las imágenes?...
Esta es una pregunta interesante. ¿Podemos componer la música de una película antes de ver una sola imagen? ¿Es lógico este proceder?
Un director me dijo una vez que siempre trabajaba con los mismos compositores y que sólo empezaban a trabajar cuando se rodaba la película. No podría haber imaginado un enfoque así para mi propio trabajo, especialmente con el poco tiempo que teníamos en postproducción.
Para CLUB ZERO, gracias a mi relación con Jessica, seguí muy de cerca el desarrollo de la película: el nacimiento del proyecto, los primeros borradores del guion, etc. Hablamos mucho sobre el tono que quería darle. Por eso capté muy pronto la atmósfera de la película y rápidamente imaginé la paleta sonora. Hice algunas maquetas antes de que comenzara la filmación y resultó que era exactamente lo que Jessica quería. Por ejemplo, trabajamos en los zumbidos mucho antes del rodaje y nos cuestionamos el ritmo de estos sonidos, el número de notas que debían contener y la interpretación de su versión polifónica. Por supuesto, me di cuenta de que componer una pieza demasiado específica en esta etapa del proceso no tenía mucho sentido. Necesitaba el ritmo que sólo las imágenes podían darme.
¿Puedes hablarnos sobre la simbiosis entre imágenes y música y la función de la música en la película?...
Cuando escuchas música, sin tener un soporte visual delante de tus ojos, a veces surgen en tu cabeza imágenes o una historia, ya sean elementos estrictamente visuales o emocionales.
Lo que siempre nos sorprendió durante el montaje fue el increíble poder de una simple imagen y hasta qué punto al mezclarla con música se podía multiplicar por diez su poder.
Este efecto complementario que el medio visual y el medio acústico tienen entre sí es tremendo.
Si creamos una imagen que vaya con la música, rápidamente aparecerá una primera impresión sorprendente. El siguiente paso es reducir y pulir este efecto hasta lo esencial.
La intención de Jessica como cineasta no es buscar un efecto rápido. Teniendo esto en cuenta, ¿es la música una especie de resistencia, un contrapunto o un apoyo a la imagen? A nivel visual, esta película se desarrolla en un ambiente europeo muy tradicional. La música, por el contrario, es difícil de identificar. Esto es lo que me fascina. Los instrumentos que utilicé provienen de todo el mundo. Los sonidos que se escuchan durante los créditos iniciales y finales se obtuvieron de una vieja espineta, que se asemeja a un piano pequeño. Los tambores vinieron de Marruecos y Londres, mientras que el resto de tonos de cuerda los conseguí con un instrumento vietnamita y una especie de banjo de dos caras que traje de Siberia. Realmente no importa el origen de estos instrumentos. El ritmo de la música es occidental y va en la dirección del techno, pero no se sabe exactamente de dónde se supone que viene el sonido. Creo que esa es la belleza del arte, que puede carecer de nacionalidad y no tiene que ser culturalmente identificable.
Sin embargo, ¿se inspiró en determinadas fuentes culturales durante su investigación?...
Quería que la música de la película fuera secular. Insisto en esto. La religión me parece interesante desde un punto de vista cultural, pero por lo demás desconfío de ella. Podríamos decir que la música techno o electrónica encarnan la secularización de la música sacra. Aunque no tenga nada que ver con cuestiones religiosas o emocionales, la música que se basa en la repetición y el ritmo es inmersiva y produce un efecto espiritual en el cuerpo o incluso en el organismo. Como baterista, siempre noto este efecto. En Zimbabwe asistí a un concierto de Thomas Mapfumo: estaba de espaldas al público, totalmente absorto, y había toda una orquesta a su alrededor tocando la misma pieza una y otra vez. Teníamos la impresión de estar en un club de techno pero en realidad los músicos tocaban mbiras, un instrumento de percusión hecho de tiras de metal fijadas dentro de una calabaza. Por cierto, también usé mbiras para la banda sonora. Luego construí mi propia batería en mi estudio con mantas colgadas por todas partes para mantener un sonido agradable y seco y luego toqué, música electrónica, con baterías hechas de pieles de animales. Nuevamente surge una conexión entre sonidos rituales y repetitivos, que usted conoce tanto de la música electrónica, como de algún tipo de música tradicional de África y el Sudeste Asiático.
Jessica también habló sobre crear lo que ella llama “irritaciones” a través de la música...
Sí, se pretende establecer una distancia entre la película y el espectador. Y creo que funciona bien. Tengo la sensación de que la música mezclada con las imágenes crea una cierta distancia o, en palabras de Jessica, una “irritación” para el espectador. ¿Pero quién sabe? En cierto momento dejé de buscar qué reacciones se suponía que debía provocar en el espectador porque cada uno reacciona de manera muy diferente.
ENTREVISTA CON LA DISEÑADORA DE VESTUARIO TANJA HAUSNER...
Primero hablemos de tu colaboración con Jessica Hausner pues siempre has sido su diseñadora de vestuario...
Incluso diseñé disfraces para ella cuando era estudiante y eso fue lo que me permitió introducirme en el mundo del cine. En aquel momento yo estudiaba Derecho, aunque siempre había querido ser diseñadora de vestuario. Después de este breve desvío hacia el Derecho, trabajé principalmente en el teatro, mientras creaba el vestuario para Jessica. En realidad, nuestra colaboración se remonta a mucho más atrás porque cuando éramos pequeñas nos encantaba disfrazarnos, así que nuestra relación profesional se desarrolló de forma natural. Es muy agradable trabajar con ella porque me permite conocer el proyecto desde el principio. Hablamos de imágenes en cuanto tiene una idea para una película.
Luego tenemos al menos uno o dos años para buscar esas ideas y discutirlas varias veces. Es una gran ventaja poder comprometerse con un proyecto a tan largo plazo. Lo que también me gusta de Jessica es que es tan valiente como yo. No renunciamos a nuestras ideas un tanto atrevidas, como por ejemplo la paleta de colores. No buscamos realismo, sino una estilización que aporte un toque inesperado, siempre con cierta ironía. En el teatro, a menudo, hay un gran concepto al principio y luego, con el tiempo, se va reduciendo cada vez más hasta convertirse en nada más que un intento. Pero Jessica imagina conceptos audaces conmigo y se apega a ellos hasta el final.
Has estado involucrada en el proyecto desde el principio. ¿Se establece la dirección estética durante el desarrollo del guion?...
Generalmente Jessica empieza escribiendo el guion y luego hablamos sobre él. No recuerdo que surgieran ideas para el vestuario en esa etapa. Se trata de dos áreas que son bastante independientes entre sí, pero luego sí que lo comentamos. Hablamos de la paleta de colores, de los personajes, de su entorno original... Es muy estimulante para mí y puedo pensar en crear el vestuario con mucha antelación.
Hablemos del diseño de los uniformes escolares de la película...
Los uniformes siempre han sido un tema importante en todas las películas de Jessica.
Para CLUB ZERO fueron uniformes escolares, para Little Joe fueron batas blancas. También tuvimos los uniformes de la Orden de Malta en Lourdes. Los uniformes son tan especiales que multiplican y refuerzan impresiones. En primer lugar, en CLUB ZERO era fundamental para nosotras que no se parecieran a los uniformes escolares ingleses, que consisten sistemáticamente en una chaqueta, una corbata y un escudo, además de una falda o un pantalón. Queríamos un vestuario más informal – un polo y un suéter para el invierno – todo en colores alegres que contrastaran con la escuela imponente, oscura y amenazadora. Pensamos que sería interesante que los estudiantes con uniformes amarillos se movieran frente a estas paredes oscuras, como luciérnagas.
En segundo lugar, nos planteamos si los chicos y las chicas deberían usar ropas diferentes.
Logramos crear un uniforme unisex, que personalmente me parece muy bonito. Intenté diseñar pantalones muy cortos para los chicos, pero al final casi se convirtió en una especie de falda pantalón, que encaja bien con la figura andrógina de los jóvenes. Creo que es bueno que no haya distinción.
¿Háblenos del vestuario de la profesora Novak?...
Mia no tenía mucho tiempo, por lo que no podía venir a Europa muy a menudo. La tuvimos en Londres una vez y fue entonces cuando le traje diferentes estilos para que los probara. Primero, teníamos un pequeño vestido que le hacía parecer un poco tímida, como una niña mayor a la que realmente no le importa su apariencia, pero le quitaba mucha fuerza y así fue como se nos ocurrió vestirla con la chaqueta, la falda larga y los polos exclusivamente. Es una especie de mezcla de feminidad y masculinidad, que nos devuelve a una cualidad andrógina. Su ropa representa una especie de armadura que usa para que la tomen en serio, sin que dejen traslucir los conflictos internos que pueda tener y que solo salen a la luz de forma muy privada, cuando ella está meditando en su habitación.
¿Y las opciones de color? Lleva un polo de diferente color en cada cambio de escena...
¡Exacto! En realidad, siempre es el mismo estilo: una falda estrecha o un pantalón estilo Marlene Dietrich y un polo cuyo color, de darte cuenta de que el tiempo pasa, aunque al final ella se mantenga fiel a su estilo.
¿Y los padres?...
Para nosotros era obvio que todos tenían que tener un estilo diferente entre sí para no quedarnos con un solo “arquetipo” de padre.
Los padres de Ragna tienen un estilo un poco hippie, con una dimensión artística ligeramente antisistema, aunque muy ricos. Por eso, en ocasiones visten kimono, pantalones asiáticos y chanclas. El padre, que tiene un lado un poco infantil, viste una camiseta con personajes de dibujos animados impresos y suéteres extravagantes. Conocemos a bastantes padres a nuestro alrededor que han conservado su espíritu joven y nos sirvieron de fuente de inspiración. Los padres de Elsa hacen alarde de su riqueza usando signos externos. El padre viste camisas Versace y ropa de cuero y su apariencia rezuma poder y virilidad. La madre viste Chanel, con lazos, blusas de seda, chaquetas de flores y pendientes de
perlas. Es muy importante para ambos exhibir lo que tienen. Luego está la madre de Ben, que proviene de un entorno radicalmente diferente. Ella es enfermera y sólo puede matricular a su hijo en esa escuela gracias a una beca. Para Jessica era importante vestirla de amarillo. En mi opinión, era una forma de que el personaje demostrara su generosidad y encarnara un hogar donde su hijo y sus amigos son bienvenidos. Los otros padres son bastante críticos con sus hijos, mientras que ella es crítica con el colegio. Está invadida por un espíritu maternal y quizás demasiado apegada a su hijo, como sugiere la película. En casa, viste blusas, suéteres y delantales estampados. Siempre hay un toque de modestia en ella que resulta conmovedor. Cuando está en las reuniones con los otros padres, hace el esfuerzo de ponerse un sombrero, una chaqueta y una falda, pero aun así no puede disimular que no es de su misma procedencia.
Hablemos de la directora, la señorita Dorset...
Para ella Jessica tenía en mente una especie de estilo Cleopatra. Inmediatamente pensé en abalorios y joyas que le dieran un aspecto grandioso. Lleva collares de varias hileras, en forma de grandes flores, bordados en los hombros, siempre muchas joyas y vestidos de seda. Lo que es muy gracioso es que Sidse salió un día de su camerino y me dijo: “¡Hoy estoy vestida como la reina!”. Me sentí un poco ofendida porque los disfraces no eran de abuela o de reina, a mí me parecían preciosos y chic, sin embargo, ella tenía esa sensación.
Esto no le impidió interpretar el papel de una forma sobresaliente y usar tacones altísimos.
Ella usa estos atuendos con mucha naturalidad.>
¿Qué pasa con la mezcla de negro y dorado del uniforme del “Club Zero” hacia el final de la película?...
Esa es una historia divertida. Me preguntaba qué podría usar la señorita Novak mientras meditaba y encontré un traje de terciopelo negro en una tienda de segunda mano con un letrero dorado bordado en la manga. Le quedaba genial a Mia, así que pensamos que podría usarlo mientras meditaba. Entonces se nos ocurrió que podíamos transformar el bordado dorado en el logo del “Club Zero”. Ni siquiera había pensado en agregar símbolos, pero Jessica me dijo: “¿Por qué no hacerlo?”. Así se creó el uniforme completo. Una mezcla de ideas que surgieron durante una prueba.
Estas cosas son muy divertidas. Mucho mejor que probarse una pieza tras otra sin pensar en la imagen general. También fue importante que Jessica siempre estuviera en las pruebas y también por eso me gusta trabajar con ella. Poder estar con los actores también es increíblemente emocionante. De esas sesiones surgen grandes cosas.
GALERÍA DE FOTOS
https://cineymax.es/estrenos/fichas/102-c/168629-club-zero-2023#sigProId2e86ee28db