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SINOPSIS
Narra la historia de como se fraguó el rescate de más de trescientos mil soldados antes de que el ejército alemán les atacara durante la Segunda Guerra Mundial...
INTÉRPRETES
TOM HARDY, CILLIAN MURPHY, KENNETH BRANAGH, MARK RYLANCE, HARRY STYLES, JAMES D'ARCY, ANEURIN BARNARD, JACK LOWDEN, BARRY KEOGHAN, BRADLEY HALL
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INFORMACIÓN EXCLUSIVA
LA PRODUCCIÓN...
Christopher Nolan ha llevado al público a las calles de Gotham City, al mundo infinito de los sueños y a lo más recóndito del espacio. Ahora, por primera vez, el innovador director/escritor/productor ha puesto sus ojos en un acontecimiento real que le ha acompañado durante toda su vida: el milagro de Dunkerque.
'Dunkerque' está basada en la evacuación que —aunque tuvo lugar en los primeros meses de la Segunda Guerra Mundial— tuvo un impacto directo en el devenir de la contienda. En lugar de un drama épico, el objetivo de Nolan era convertir ese momento histórico en cine inmediato e inmersivo: un thriller de acción épico impulsivo marcado por el paso del tiempo con mucho en juego.
En palabras del director: “Lo que ocurrió en Dunkerque es una de las mejores historias de la humanidad, la lucha definitiva a vida o muerte contra el tiempo. Fue una situación con un nivel de suspense extraordinario, esa es la verdad. Nuestro objetivo con esta película era lanzar al público a la acción siendo muy respetuosos con la historia, pero también con cierta intensidad y, por supuesto, una gran dosis de entretenimiento también”.
La socia en la producción desde hace mucho tiempo de Nolan, Emma Thomas, añade: “‘Dunkerque es un gran espectáculo cinematográfico, pero también una historia muy humana y, en ese sentido, resulta universal. Chris quería colocar al espectador en el centro de la experiencia junto con los personajes, tanto si se trata de los soldados que están en la playa como de los pilotos que están volando o los civiles de los barcos”.
La extraordinaria historia real en que está basado el film fascinaba a Nolan desde hacía varios años “y tenía muchas ganas de contarla desde hacía tiempo”, confiesa. “Al igual que la mayoría de los británicos, crecí con el mito de la evacuación de Dunkerque y la victoria que lograron arrancar de las garras de la derrota”, afirma. “Es un elemento muy importante de nuestra cultura. Forma parte de nosotros”.
La historia comenzó a finales de mayo 1940, cuando la Fuerza Expedicionaria Británica, junto con tropas francesas, belgas y canadienses, se vio obligada a retroceder hasta las playas de Dunkerque. Aunque su hogar estaba a poco más de 40 kilómetros, no era fácil llegar. La poco profunda playa, con su calado de 6,5 metros, impedía a los barcos de la armada británica rescatarlos. Pero había una esperanza: hacer un llamamiento para que embarcaciones pequeñas acudieran en su ayuda con una flotilla de “barquitos” no militares desde la costa sur de Inglaterra para llevar a esos hombres a casa en la denominada Operación Dynamo.
El asesor histórico de la cinta, Joshua Levine, autor del libro Forgotten Voices of Dunkirk, enfatiza que la evacuación de 1940 es mucho más que una historia de los británicos. “Fue un acontecimiento impresionante que sigue teniendo relevancia internacional. Todo lo que se celebra en torno a la Segunda Guerra Mundial —en el Reino Unido, los Estados Unidos y en todo el mundo— no se habría producido sin el acontecimiento de Dunkerque. Fue increíblemente importante. Si el ejército británico hubiera sido aniquilado o hecho prisionero, probablemente el país se habría rendido, y viviríamos en un mundo muy diferente. Para mí, Dunkerque tiene que ver con conservar la libertad. Cuando esos barcos se pusieron en marcha, el mundo todavía tenía una oportunidad”.
Kenneth Branagh, que da vida a un comandante de la armada británica, está de acuerdo. “Tu vida y la mía serían muy distintas de no haber sido por ese momento valiente, paciente e imposible que vivieron las personas atrapadas en la playa y que, con su actuación, protegieron el futuro de todos nosotros. Su lugar en nuestra historia militar, social, política y emocional nunca estará suficientemente valorado. En ese sentido, podría parecer que una evacuación es algo poco glorioso pero, en cierta medida, aporta algo increíblemente heroico acerca del espíritu humano”.
De hecho, el rescate de su ejército atrapado con aparentemente escasísimas posibilidades dio lugar a un término que se ha incorporado al léxico cultural británico: “el espíritu de Dunkerque”. Thomas lo define en estos términos: “Es algo de lo que los ingleses se sienten orgullosos, ese punto de osadía y determinación frente a la adversidad”.
Mark Rylance, en el papel del capitán de una de las pequeñas embarcaciones, agrega: “Tiene un significado muy profundo para los ingleses. Lo teníamos todo en contra en esa playa, pero aprovechamos la oportunidad y logramos burlar a las fuerzas enemigas que nos superaban en ese momento. El espíritu de Dunkerque tiene que ver con la perseverancia y la resistencia, además de con la generosidad”.
El principiante Fionn Whitehead, que interpreta el papel de uno de los jóvenes soldados británicos en la playa, explica: “El espíritu de Dunkerque hace pensar en un sentido de unidad y comunidad: colaborar para ayudar a alguien en apuros”.
Nolan y Thomas visitaron Dunkerque por primera vez en el pequeño barco de pesca de un amigo, similar a los empleados durante la guerra, a mediados de los años 90 del siglo pasado. La aventura les permitió apreciar de forma totalmente diferente el acontecimiento clave sobre el que tanto habían leído. Azotados por la bravura del mar y el mal tiempo, el viaje para atravesar el Canal les llevó 19 horas, algo con lo que no contaban. “Cruzar fue muy complicado”, recuerda Nolan, “y eso que nadie nos estaba tirando bombas. Lo que realmente me sorprendió fue su carácter extraordinario: la idea de civiles llevando pequeñas embarcaciones a una zona de guerra. Podían ver el humo y el fuego desde kilómetros, y por eso su determinación de hacerlo y lo que eso nos dice acerca de su espíritu de comunidad resultan extraordinarios”.
Nolan prosigue: “Al pensar en cómo contar la historia, desde el principio pensé en mostrar los acontecimientos por tierra, mar y aire: ver la acción desde la perspectiva de los hombres en la playa, la gente que iba a ayudarlos en los barcos y los pilotos que trataban de protegerlos desde arriba. Inmediatamente me asaltó la necesidad de utilizar una escala diferente para cada parte de la historia, porque los chicos de la playa se pasan toda una semana allí durante la película, mientras que los barcos hicieron su travesía en un largo día y la acción de los Spitfire ocupa toda una hora. Cada una de esas historias —una semana en tierra, un día en el mar y una hora en el aire— tenía sus propias características temporales, así que, al reunirlas en el montaje, tuve que gestionarlas con mucho cuidado. Entrelazar esas historias te traslada a los acontecimientos de manera muy subjetiva y te permite comprender lo que le pasa a cada personaje, al tiempo sugiere que existen otras muchas peripecias desconocidas. En un acontecimiento de esta magnitud, resulta imposible contar tantas experiencias individuales en una sola película”.
Investigando para el guion, Nolan leyó numerosos libros y relatos de primera mano. También consultó mucho a Levine, del que dice: “comprendió muy rápidamente el complicado equilibrio entre el entretenimiento y la precisión histórica que buscábamos. También se encargó de organizarnos encuentros con algunos veteranos supervivientes de la Operación Dynamo. Fue un gran honor conocerlos, escuchar sus experiencias y descubrir lo que Dunkerque significó para ellos”.
“Sin embargo”, apunta Thomas, “Chris no quería inventarse las palabras de esos héroes de la vida real o tener que modificar sus historias por imposiciones de tiempo o carga dramática, y decidió que lo mejor sería servirse de personajes de ficción inspirados en todo lo que descubrió durante su investigación”.
Ver el acontecimiento a través de los ojos de unos pocos personajes fue algo que sorprendió a Branagh cuando leyó el guion. “Chris logró integrarlo todo en una historia muy humana que reúne todos esos momentos personales dentro de una dimensión épica”, señala el actor. “Creo que es muy brillante, un maestro del cine”.
Rylance añade: “No me imagino a nadie más que pudiera haber sido tan fiel y conciso al contar esta historia de manera más emocionante y entretenida. Creo que se trata de una experiencia cinematográfica extraordinaria”.
Tom Hardy, que colabora con Nolan por tercera vez, coincide: “Una y otra vez, Chris siempre logra poner el listón un poco más alto. Es un verdadero profesional que no deja piedra sin remover ni desaprovecha ninguna oportunidad. Siempre lo tiene todo bajo control y como desea, pero sin ser inflexible. Y eso lo convierte en un artista muy potente. Es generoso, sensible, divertido e increíblemente inteligente. Y confío en él: si dice que va a hacer algo, lo hace”.
Para ayudarle a lograr su triple visión basada en el tiempo para el film, Nolan colaboró con su equipo creativo, incluido el director de fotografía Hoyte van Hoytema, el diseñador de producción Nathan Crowley, el diseñador de vestuario Jeffrey Kurland, el montador Lee Smith, el supervisor de efectos especiales Scott Fisher y el supervisor de efectos visuales Andrew Jackson.
El principal objetivo de Nolan era situar al público directamente en la playa, a bordo de los barcos que atravesaban el Canal y a los mandos de los Spitfire. Fue el primero en utilizar cámaras IMAX en una gran película, El caballero oscuro, y lo ha seguido haciendo en todos sus trabajos posteriores. Pero, en Dunkerque, amplió el uso de este tipo de películas y filmó todo el film utilizando una combinación de IMAX y 65 mm, algo que confirma: “No lo había hecho antes, pero ‘Dunkerque’ es una gran historia y exigía un gran lienzo”.
“El motivo por el que hemos rodado en IMAX”, prosigue el director, “es porque, con esta cámara, la calidad inmersiva de la imagen no tiene comparación. Cuando te sientas en el cine, la pantalla desaparece y tienes una sensación muy táctil de la imagen. Eso aporta unos panoramas increíbles y acción a gran escala. Pero, con los años, también hemos descubierto que si la utilizas en situaciones más íntimas, crea una inmediatez muy atractiva. Estábamos convencidos de que si lográbamos hacerlo físicamente, sin duda habría valido la pena”.
Otro elemento distintivo de las películas de Nolan es su gusto por capturar la acción con la cámara prescindiendo todo lo posible de los efectos digitales y las imágenes generadas por ordenador. “Para mí”, aclara, “siempre es muy importante probar y trabajar con cosas y personas reales. El resultado es muy visceral y envolvente, y te sumerge en la historia”.
Lo mismo puede decirse del reparto. Cillian Murphy, que colabora con el director por quinta vez, lo confirma: “Solo puedo hablar por mí, pero creo que el resto de los actores opinaría lo mismo: cuando estás en el lugar y la acción se produce de verdad, lo que le ocurre a tu personaje se traslada de forma mucho más sincera y fiel”.
Para acrecentar esa verosimilitud, el equipo técnico, el reparto y el director contaron con la oportunidad de filmar una parte de Dunkerque en la playa de verdad y justo en la misma época del año en la que se produjo la milagrosa evacuación. Surgieron algunas complicaciones logísticas, incluidas las inclemencias del tiempo, la mala mar y la construcción del muelle: un rompeolas estrecho de un kilómetro de largo revestido de madera que se adentraba precariamente en las frías aguas del Canal. Sin embargo, Thomas afirma que era la mejor opción. “La playa de Dunkerque es un lugar singular”, señala. “Estudiamos otras posibilidades, pero teníamos claro que sería difícil replicar de manera fiel la imagen que necesitábamos en otro lugar. Todos nos sentimos muy afortunados de poder filmar en el lugar en el que habían ocurrido los acontecimientos”.
POR TIERRA...
Al igual que ocurrió en la vida real, donde la acción discurrió por tierra, mar y aire, el rodaje de Dunkerque tuvo que integrar esos tres terrenos.
Una de las decisiones creativas más impactantes que tomó el equipo fue concentrarse en el rodaje en tierra justo en el lugar en el que se produjeron los acontecimientos hace casi ocho décadas. Durante la fase de preproducción, Nolan, Thomas y el diseñador de producción Nathan Crowley visitaron Dunkerque juntos. “En un primer momento, no pensamos necesariamente que fuéramos a rodar allí y exploramos otras posibilidades”, rememora Nolan. “Pero ver la realidad del lugar y su geografía única hizo que resultara inevitable hacerlo así, independientemente de lo complicado que pudiera resultar. Así que no nos lo pensamos más”.
Una de las primeras tareas que tuvieron que afrontar en la playa histórica a la hora de prepararla tuvo que ver con su ubicación. Antes del rodaje, barrieron la zona en búsqueda de munición sin explotar que pudiera haber quedado enterrada en la arena durante todo estos años. El productor ejecutivo, Jake Myers, explica: “Sabíamos que nuestro equipo de efectos especiales iba a realizar explosiones controladas, así que tuvimos que estudiar el terreno con sumo cuidado y comprobarlo todo en busca de la última bala que hubiera podido quedar. Por suerte, no apareció ninguna”, comenta divertido.
Sin duda, con mucho, la labor más titánica en Dunkerque fue la restauración del muelle este para devolverle el aspecto que tenía en 1940. Crowley señala: “Recuerdo estar en la playa pensando, ‘Madre mía, tenemos que construir todo un espigón’. Un muelle es un rompeolas de piedra, y había que colocar una estructura blanca de madera encima para que desembarcaran barcos de la época. Eso es lo que teníamos que reconstruir”.
La restauración tuvo un profundo impacto en el historiador Joshua Levine. “Ser testigo de la reconstrucción que tuvo lugar en Dunkerque para convertirlo durante un tiempo en lo que fue en 1940 resultó una experiencia enormemente emotiva”, confiesa. “Fue muy conmovedor, muy impactante, y creo que muy importante”.
“Teníamos que reconstruir el muelle porque es uno de los referentes de Dunkerque”, apunta Thomas. “Y desempeñó un papel vital en la evacuación, ya que la playa en sí misma es muy poco profunda, lo que hace imposible que las embarcaciones grandes puedan llegar a la orilla. Por eso los soldados se arremolinaron en este estrecho espigón, algo que, como puede apreciarse en las fotos, resulta muy visual”.
Myers añade: “Miles de personas se hicieron un hueco en esta pequeña franja que se adentra en el océano y, sencillamente, se quedaron esperando allí, totalmente vulnerables a los ataques aéreos”.
El muelle restaurado de la producción también resultó vulnerable a los ataques, pero de la naturaleza esta vez. Para que pudiera resistir a los embates del océano, el departamento artístico de Crowley tuvo que construirlo con troncos de unos 35x35 cm en las patas, empleando una barcaza con grúa para levantarlo poco a poco desde el mar. “Había unos 180 metros de construcción ya existente, a los que tuvimos que sumar otros 150”, explica el diseñador de producción. “Fue una gran empresa que exigió la ayuda de la ciudad, la autoridad portuaria, los ingenieros del puerto y empresas de dragados. Y puesto que tratamos de hacerlo todo ante la cámara, también tuvimos que encontrar embarcaciones dispuestas a atracar en esta estructura. El rodaje fue muy complicado desde una perspectiva práctica”.
El tiempo también fue un problema, para sorpresa del equipo, que contaba con un comienzo del verano agradable en la costa francesa. Parte del calendario de rodaje coincidió con el aniversario de la evacuación, del 27 de mayo al 4 de junio. Pero mientras que los días más cruciales del rescate real de 1940 fueron notablemente tranquilos, el rodaje de Dunkerque tuvo que enfrentarse a unas condiciones climáticas muy duras. Una tormenta fue tan fuerte que hizo que las olas llegaran a arrancar trozos del muelle construido para la ocasión.
“Cuando soplaba el viento, las olas lo martilleaban literalmente”, recuerda el supervisor de efectos especiales Scott Fisher. “Los troncos eran enormes, y la estructura se había diseñado para resistir mucho, pero el mal tiempo superó con creces nuestras expectativas. Con los envites constantes de las olas, empezaron a desprenderse algunas piezas y parte del recubrimiento”.
Thomas lo recuerda así: “Varias veces llegamos por la mañana para descubrir que durante la noche, habíamos perdido parte del muelle”.
“El mar era muy bravo”, reitera Crowley. “Lo único bueno era que cada vez que, el mar se llevaba algún trozo del muelle, siempre lo devolvía al mismo punto de la playa, así que sabíamos dónde buscarlos. Tuvimos que hacer un trabajo de reparación constante”.
Aparte del muelle, el equipo de Crowley también tuvo que recrear un tipo de acceso por agua totalmente diferente. “Una de las cosas que hacían los soldados por aquel entonces era levantar esos muelles improvisados de camiones conduciéndolos hasta el agua y alienándolos allí”, ilustra Crowley. “Así que terminamos construyendo un muelle de camiones también... y aprendimos lo difícil que es hacerlo", recuerda impasible.
El mal tiempo no fue lo único que obstaculizó el rodaje en la costa. La marea de la playa resultó tan problemática como lo fue en 1940. Nolan lo confirma: “La marea —como ocurrió en los acontecimientos originales en los que está basado la película— fue un factor determinante, porque tiene una fuerza colosal en Dunkerque”.
Los rápidos cambios en las condiciones climáticas también tuvieron su peso en términos de continuidad. El director de fotografía Hoyte van Hoytema lo recuerda: “El Mar del Norte está muy nublado en esa parte de Francia, con nubes bajas que cambian constantemente. De pronto puede brillar el sol y, a continuación, la niebla lo cubre todo. Se trata de un sistema climatológico muy dinámico. Si buscas coherencia y precisión a lo largo de toda una toma, vas a tener problemas. Pero, puesto que la historia salta de un momento a otro, logramos incorporar esa luz que cambiaba incesantemente”.
Siempre que resultara seguro, Nolan quiso aprovechar las inclemencias atmosféricas. “Resulta irónico, porque todo el mundo dice que tengo buena suerte con el tiempo, pero lo cierto es que no es así en absoluto”, comenta divertido el director. “Hay que adaptarse a él y, en ese sentido, tienes que buscarte tu propia suerte. En realidad, algunos de los mejores materiales se han rodado en las condiciones más duras”.
El reparto y el equipo técnico le agradecieron que siempre estuviera a su lado, enfrentándose a los elementos junto a ellos. “¡Chris no puede estar sentado!”, recuerda Harry Styles. “Siempre que hacíamos un descanso, era porque otra persona lo necesitaba. No se quedaba sentado en una tienda calentita mirándolo todo en un monitor. Estaba ahí fuera con los demás. Me dejó maravillado”.
Aneurin Barnard comenta: “Organizar todo esto es como una operación militar. Todo era muy grande y tuvimos que superar diferentes pruebas, como con el tiempo, las explosiones y toda la acción”.
Con el reparto y miles de extras en la playa, Fisher y su equipo de efectos especiales trazaron cuidadosamente un plan para las explosiones provocadas por las bombas lanzadas contra los soldados atrapados. “Es una playa de arena, pero tiene muchas rocas y residuos”, explica Fisher. “Por motivos de seguridad, cavamos agujeros para colocar las cargas en ellos. Y luego usamos arena limpia tamizada para cubrirlos, de manera que no hubiera rocas que salieran despedidas con los estallidos”.
Uniformar a los actores y los extras supuso un esfuerzo colosal para el diseñador de vestuario Jeffrey Kurland y su departamento, que empezó con una profunda investigación. Lo recuerda así: “Repasamos los libros, visitamos eBay y hojeamos viejas revistas de época. También visionamos grabaciones de las noticias y accedimos a algunos relatos increíbles de primera mano. Recopilamos mucha información y luego la compartimos con todo el equipo, no solo dentro de mi departamento, porque todos queríamos que esto saliera bien”.
Esa atención al detalle se trasladó también al reparto. En palabras de Styles: “El primer día, me puso el uniforme y, cuando salí, Chris me miró y dijo: ‘Tienes las botas mal abrochadas’. Me explicó que los soldados británicos hacían lazos en lugar de cruzar los cordones. Lo había buscado todo acerca de Dunkerque, hasta el más mínimo detalle. Fue genial participar en algo así, donde todos empujábamos hacia el mismo lado”.
El principal desafío para el equipo de Kurland fue fabricar todo el vestuario partiendo de cero. “No alquilamos nada, porque teníamos miedo de estropear demasiadas prendas, así que tuvimos que confeccionarlo todo”, explica Kurland. “Y, como todo era nuestro, podíamos hacer lo que quisiéramos. Fabricamos la lana para los uniformes, y luego tuvimos que cepillar la tela porque el tono no era el que Chris estaba buscando. También quería que la lana fuera un poco más fina, así que mojamos cada pieza y la pasamos con mucho cuidado por el fuego. Y, por último, las envejecimos. Fue un proceso colosal que nos llevó mucho tiempo”.
La mayor parte de los extras procedían de la ciudad de Dunkerque y la zona colindante, “así que no solo la ciudad aparece en la película, sino también sus habitantes”, afirma Thomas. “El alcalde nos ayudó mucho en todos los sentidos”.
“Fue estupendo trabajar allí”, reflexiona Thomas. “Hasta el día de hoy hay recuerdos de 1940 que no dejan de ver la luz. Cuando la marea está muy baja, se pueden ver los restos de un barco que se hundió al lado del muelle. Y todavía aparecen botones y hebillas de los uniformes de los soldados. Es increíble”.
Rodar en Dunkerque causó una gran impresión en los actores que daban vida a los soldados. Más que nada, les hizo vivir cómo pudo ser todo para esos jóvenes que estuvieron en esa misma playa hace unas décadas. Fionn Whitehead lo comenta: “Algunos días, estaba realmente mal. Llovía mucho, te congelabas, el viento soplaba con fuerza y estábamos empapados. Llevábamos nuestros uniformes de época, que eran de lana, así que el agua los dejaba calados. Me sentía realmente mal”, admite. “Pero, luego, me sobrepasaba la realidad de la situación de los soldados de verdad. Resultaba muy fácil imaginárselo cuando salías a la playa y llegaba el agua, y oías todas esas explosiones... Lo vivías de verdad, dejaba de ser una historia. Fui capaz de empatizar con los soldados como nunca antes. Me hizo darme cuenta de lo terrible que tuvo que ser para ellos y a lo que tuvieron que enfrentarse”.
El equipo de realización está de acuerdo: “En ocasiones, me llegó muy dentro”, confiesa Thomas, “sobre todo cuando estaba físicamente mal tras enfrentarme a los elementos en la playa durante días. Pero, por supuesto, nadie me estaba atacando, y dormía en una cama caliente por la noche... Solo era un recordatorio de lo que se vivió en esa playa”.
POR AGUA...
Aunque algunas de las secuencias acuáticas se rodaron cerca de Dunkerque, en el Canal de la Mancha, la mayoría de las escenas del Moonstone corresponden al rodaje en los Países Bajos, en un lago artificial poco profundo llamado Ijsselmeer. Nolan recuerda: “Por sugerencia de Hoyte, fuimos a Ijsselmeer, que no tiene mareas, lo que nos permitió anclar sin tener que preocuparnos por ese aspecto. La profundidad es de entre 3,5 y 4 metros aproximadamente y parecen aguas abiertas porque se mueven como el mar, aunque no tan violentamente la mayoría de las veces”.
Al preparar el rodaje en el agua, Nolan organizó varias visitas con sus técnicos principales. “Vivimos de verdad el movimiento de los barcos y discutimos mucho sobre cómo fotografiarlo. La idea básica que surgió fue utilizar una cámara manual siempre que fuera posible, porque cuando dispones de un experto en la materia como Hoyte, es la plataforma más estable y versátil que puedes encontrar en un barco que sube y baja con las olas. Y lo haríamos con una barca con cámara muy eficiente que pudiera seguir el ritmo de las demás embarcaciones para poder filmar de una a otra de manera muy versátil también. Esos fueron nuestros dos planteamientos principales a la hora de trabajar en el agua”.
La cámara empleada en Dunkerque fue una ingeniosa adaptación del equipo empleado por Nolan en las secuencias de coches de las películas de El caballero oscuro, conocido como Edge. Myers nos lo describe: “Se trata de una grúa montada en un SUV Mercedes. Queríamos crear el equivalente en barco, así que buscamos un gran catamarán y montamos una grúa telescópica giroestabilizada de 8 metros delante. Era muy flexible, y podía girar y maniobrar con facilidad al tiempo que sustentaba las cámaras IMAX, lo que nos permitía acercarnos al agua lo máximo posible. Utilizamos esa plataforma para rodarlo prácticamente todo en el agua”.
La película planteó ciertos retos interesantes al coordinador de Edge, Dean Bailey, más acostumbrado a trabajar con coches. “Todo es más lento en un barco”, apunta. “Es difícil mantener la posición; te afecta el viento, las olas, la marea, las corrientes... Y el sistema estuvo mojado todos los días durante casi dos meses. No obstante, su diseño era impermeable y capaz de soportar ese ajetreo día tras día”.
“Era la primera vez que los chicos de Edge montaban una cámara en una plataforma tan grande con acceso al agua”, comenta NoIan. “Era muy resistente, por lo que podía hacer frente a las condiciones más duras”.
Para ayudar a conseguir todos los barcos y botes necesarios para la producción, Nathan Crowley trabajó con el experimentado coordinador marino Neil Andrea localizando docenas de barcos de época que se conservaban en nueve países diferentes. Incluían tres dragaminas, un barco-hospital y un destructor francés de 107 metros de largo llamado Maillé-Brézé, que, puesto que ya no tenía motor, fue remolcado desde Nantes, donde hacía de museo desde 1991. Este último aparece en algunas de las imágenes más impactantes de la cinta “cuando el Moonstone pasa a su lado con cientos de soldados en cubierta”, recuerda Thomas. “Creo que es uno de los momentos que más me han calado de ‘Dunkerque’ porque resume lo increíble de esta historia: la idea de gente normal en embarcaciones de recreo haciendo algo realmente crucial por el ejército”.
La producción adquirió un pintoresco yate de 12 metros construido en 1939 para que fuera el Moonstone del señor Dawson. Andrea comenta: “Lo compramos porque nos permitía hacer lo que quisiéramos con él, con el reparto, con el equipo técnico y con las cámaras IMAX”.
Mark Rylance, que rodó casi todas sus escenas a bordo del Moonstone, se encariñó especialmente del barco de su personaje. “Me enamoré de él”, confirma. “Pasé muchas horas dentro. Tiene una cabina preciosa, que el departamento de arte decoró maravillosamente con pequeños libros en la estantería y todos esos artículos de época. Incluso cuando abrías un cajón, te encontrabas esas preciosas latas y demás elementos de los años 40. Pero la quilla no era profunda, lo que hacía que se moviera mucho en el agua”.
“Al final me acostumbré”, rememora Barry Keoghan. “Los primeros días estaba un poco nervioso hasta que me hice al mar. Pasamos mucho tiempo en el Moonstone para llegar a sentirnos cómodos moviéndonos arriba y abajo por cubierta. Chris quería que nos sintiéramos los dueños del barco, y creo que se nota”.
Van Hoytema confiesa que el mayor problema para él fue sujetar las pesadas cámaras de gran formato en su pequeña cubierta. “No era como pasear por el parque”, confiesa el director de fotografía. “Era estrecho y resultaba muy difícil sujetar la cámara con las olas. Pero contaba con la inestimable ayuda como asistente de Ryan Monro, que fue como mi mano derecha a la hora de sujetar la cámara. Se ataba a un arnés que fijaba mediante cables a las aberturas del casco del barco y se ponía a mi lado ayudándome a sujetar la cámara. Desarrollamos una relación simbiótica en la que me dejaba libre al tiempo que me ayudaba a no perder el equilibrio para que pudiera manejar la cámara”.
“Resultaba agotador”, reconoce Nolan, “pero también era divertido, porque nos trasladaba al tipo de rodajes que más nos gustan a Hoyte y a mí, y creo que también a los actores: el equipo técnico mínimo e imprescindible, en el momento, a merced de los elementos”.
Rodar las escenas en el Canal o en el lago obligó a otros departamentos a meterse también en el agua formando su propia flotilla. Además de los barcos con las cámaras, había embarcaciones de seguridad, de maquillaje y peluquería, vestuario, etc. Incluso había que llevar la comida de todos en ferry. Pero, a diferencia de las producciones rodadas en tierra, no era tan fácil salirse del plano cuando Nolan colocaba la cámara en otro ángulo. Thomas señala: “Cada vez que rodabas en una dirección, había que mover los barcos para que salieran del plano, e impresionaba verlo”.
El día más importante del rodaje en el mar —la semana dedicada al cruce del Canal— había nada menos que 62 barcos sobre el terreno. El equipo estaba muy agradecido de contar con algunos de los barcos que zarparon de verdad de Inglaterra en 1940 para rescatar a los hombres en la playa de Dunkerque y que la Asociación de Pequeñas Embarcaciones de Dunkerque se había encargado de mantener desde entonces. Los barcos que recrearon su viaje audaz e histórico para la película fueron el Caronia, el Elvin, el Endeavour, el Hilfranor, el Mary Jane, el Mimosa, el MTB 102, el New Britannic, el Nyula, el Papillon, el Princess Elizabeth y el RIIS I.
Algunos de los que se adquirieron para la película se adaptaron de formas ingeniosas. Por ejemplo, el equipo de Crowley convirtió los dragaminas en destructores para las tomas generales. Crowley lo explica: “También conseguimos un viejo guardacostas de Róterdam que medía unos 60 metros de largo, así que tuvimos que incorporar ametralladoras y torretas a escala y revestir el exterior para que pareciera un destructor”.
Sin embargo, no lo pudieron hacer todo en aguas del Canal o de Ijsselmeer. Fisher comenta: “Construimos cardanes en el plató 16 de los estudios Warner Bros., que tiene uno de los tanques de agua más grandes del mundo. Lo utilizamos para los interiores de las embarcaciones en los que se necesitaban efectos de abolladuras en el casco y cosas por el estilo. También rodamos algunos exteriores en Falls Lake, en los estudios Universal, como en hundimiento de un barco de 54 toneladas”.
POR AIRE...
Cuando el Moonstone cruza hasta Dunkerque, el señor Dawson, Peter y George se sienten aliviados al ver los Spitfire de la RAF sobre sus cabezas. Para los actores, no se trataba de un efecto visual: se filmó a tres Spitfire de época sobrevolando el cielo del Canal. Tom Glynn-Carney confiesa que no tuvieron que actuar demasiado ya que estaban maravillados con la visión. “Cuando ruedas esas situaciones, en realidad, lo único que tienes que hacer es mirar lo que está ocurriendo. Era una locura tener Spitfire a pocos metros de tu cabeza. ¿Cuándo has visto algo así? ¡Es algo único en la vida!”
Durante la preproducción, Nolan también subió a bordo de un Spitfire, e insistió para que van Hoytema y Crowley lo hicieran también y pudieran experimentar así la dinámica de los magníficos aviones que ayudaron a defender a los hombres de Dunkerque. “Cuando estás en un Spitfire, algo que tuve la inmensa suerte de poder hacer”, explica Nolan, “sientes un enorme respeto por quienes los pilotaban en esas condiciones. Es muy emocionante, pero no es el aparato más cómodo del mundo. Fue fascinante plasmar esa concentración y adrenalina, además del evidente valor de sus pilotos”.
Para capturar la furia e intensidad de los combates aéreos, Nolan volvió a superar los límites de lo posible, especialmente con las cámaras de gran formato. Señala: “En nuestros días, con las GoPro y otros dispositivos similares, estamos muy acostumbrados a ver acontecimientos extremadamente físicos desde ángulos subjetivos muy interesantes. Como realizador, eso me hace subir el listón al tratar de rodar aviones de 1940 de forma atractiva para el público moderno. Queríamos mostrarlo todo desde la perspectiva de los pilotos, pero usando cámaras IMAX. Fue todo un desafío meter una cámara enorme en la cabina de un Spitfire, pero estábamos decididos a hacerlo”.
El primer paso fue conseguir los aviones. Nathan Crowley encontró tres Spitfire —dos Mark 1 y un Mark 5— además de un HA-1112 Buchón español para hacer de los ME-109 alemanes, más conocidos como Messerschmitt. Sin embargo, Nolan reconoce: “Nos tomamos ciertas licencias históricas por exigencias narrativas. Por ejemplo, nuestros ME-109 Messerschmitt tienen el morro amarillo, aunque todavía no habían empezado a pintarlos así por aquel entonces. Pero eso permite al público distinguir más fácilmente a los enemigos de los Spitfire”.
Además, el coordinador de escenas de acción Tom Struthers tuvo la idea de utilizar un Yak-52, un aparato soviético biplaza que se parece lo suficiente a un Spitfire y que el equipo de Crowley podría hacer pasar por uno de los aviones de combate británicos más icónicos en los planos cortos de los actores a los mandos.
Para rodar esas secuencias trepidantes, van Hoytema trabajó con el hombre que ha sido bautizado como el “gurú de las lentes” de Panavision, Dan Sasaki, en el diseño de una lente giratoria tipo periscopio que le permitiera encajar la gran cámara IMAX en vertical en el pequeño habitáculo de la cabina. De esta forma, podrían acceder a la línea de visión del piloto mirando a través del parabrisas.
“Esas minúsculas cabinas tienen una dimensión físicamente íntima... Queríamos que fuera uno de los aspectos más importantes de la película, colocando al público en ese asiento. Fue muy difícil de lograr”, comenta Nolan.
Van Hoytema también contó con el ingeniero aeronáutico Andy McCluskie para construir una plataforma que permitiera montar de forma segura una cámara IMAX en el Yak. Nolan lo detalla: “Adaptamos nuestro Yak para crear una plataforma para la cámara que nos permitiera captar primeros planos de los actores desde diferentes ángulos utilizando distintos montajes de la cámara mientras estábamos de verdad en el aire. Queríamos lograr esa sensación de combate real”.
Para Jack Lowden, rodar escenas en pleno vuelo fue muy divertido. “Esta película lo tiene todo para mí. He volado en un Yak. He sobrevolado el Canal a bordo de verdaderos Spitfire... Le dije a Chris: ‘Después de esto, voy a encontrar aburrida cualquier otra cosa que haga’”, recuerda divertido.
Los otros aparatos con cámara utilizados durante la producción fueron un helicóptero y un Aerostar. El director de fotografía aérea Hans Bjerno señala: “Lo que te limita con un helicóptero es la velocidad. Solo puede ir a 190 kilómetros por hora, mientras que los Spitfire vuelan a 320 km/h. Así que, básicamente, es como tener los ojos en el cielo y ver a los aviones pasar. Pero el Aerostar puede alcanzar la misma velocidad”.
Los combates en Dunkerque obligaron a los pilotos a volar con los distintos aviones para preparar una minuciosa coreografía con todas las maniobras. Nolan lo confirma: “Debido a la velocidad a la que ocurría todo, nuestros pilotos tuvieron que dedicar mucho tiempo en tierra a la planificación y preparación. Cuando estás en el aire, la comunicación —especialmente con estos aparatos antiguos, que son muy ruidosos— puede resultar complicada”.
El primer paso fue que el supervisor de efectos visuales Andrew Jackson cartografiara junto a Nolan cada secuencia aérea. “Empezamos a trabajar muy pronto”, recuerda Jackson, “recreando con exactitud lo que hicieron los aviones durante cada una de las batallas aéreas sirviéndonos de la previsualización por ordenador. Eso nos permitió empezar la película con una idea general de cómo iba a discurrir la acción”.
Sirviéndose de esa guía, los pilotos discutieron cada secuencia aérea con Nolan y van Hoytema antes de rodar. “Comentamos nuestra visión y cómo pensábamos que debía hacerse”, explica Nolan. “Luego, los pilotos hablaban entre ellos y creaban un patrón, pretendiendo ser aviones de verdad. En ocasiones, incluso ponían los brazos como si fueran las alas. En un primer momento, para alguien que lo estuviera viendo desde fuera, parecería un planteamiento un tanto extraño. Pero cuando has hecho un par de vuelos con ellos, pronto te das cuenta de que se trata de un sistema muy preciso y seguro para que todos en el equipo sepan con exactitud dónde deben estar y en qué momento”.
Jackson también pasó tiempo con la unidad aérea rodando tomas de los aviones y desde la perspectiva de la cabina a través de las miras de las ametralladoras. “Colocamos cámaras dentro del parabrisas y las movíamos para conseguir los destellos del sol y otros efectos atmosféricos”, nos cuenta. “Esos elementos no se podían componer en los aviones reales con los que volamos”.
Aunque hicieron un esfuerzo tremendo con las tomas aéreas, no todas las escenas en la cabina con Hardy y Lowden pudieron rodarse en vuelo. “Algunas tuvieron que filmarse en un decorado”, confiesa Thomas, “para lo que el departamento artístico construyó un increíble cardán con la cabina de un Spitfire en el que Chris pudiera controlarlo todo manualmente”.
No obstante, el director insiste: “Decidimos no utilizar croma. Queríamos rodar las escenas siempre con agua de verdad detrás y a una altitud adecuada, con cielos auténticos e iluminación natural”.
Para conseguirlo, se les permitió colocar su cardán en unas instalaciones de la Guardia Costera estadounidense en un acantilado en Palos Verdes, California. “Contar con una plataforma a gran altitud desde la que rodar el ‘vuelo’ de los actores nos dio un nivel básico de verosimilitud para combinar luego esas escenas con la fotografía aérea real. De esa manera, pudimos lograr coherencia en los combates, señala Nolan.
ECOS DE DUNKERQUE...
Cuando la fotografía principal de Dunkerque ya estaba lista, Nolan se reunió con dos de sus antiguos colaboradores, el montador Lee Smith y el compositor Hans Zimmer, para completar este thriller épico. El sonido y la música se fusionaron para destacar la carrera contra el reloj.
Nolan afirma: “La música debía amplificar el ritmo poco habitual del guion. En la película, la banda sonora aparece como una pieza larga con una estructura de tonos compleja y unificadora. Los efectos de sonido y las distintas escalas temporales de la historia se entrelazan con la música de Hans”.
El diseñador y editor supervisor de sonido Richard King grabó el motor del Moonstone, así como el de otras embarcaciones, “y se lo hicimos llegar a Hans Zimmer a su estudio”, explica Smith. “Lo trataron y así los motores siempre suenan como si estuvieran acelerando. Además, Hans grabó el tic-tac del reloj de Chris, y lo sintetizó. En combinación con la música, todo esto cobra una fuerza enorme”.
Para incrementar el suspense, Nolan y Zimmer implementaron también una variación de un tema que sirve de guía, una técnica que crea la ilusión de un tono continuamente in crescendo.
Por sugerencia de Nolan, Zimmer integró en su banda sonora una adaptación de “Nimrod”, el tema ascendente de Edward Elgar, que Nolan describe como “tan querido por los ingleses como la propia historia de Dunkerque”.
Zimmer recurrió al compositor y director Benjamin Wallfisch quien, junto con Nolan y el editor musical Alex Gibson, “elaboraron una nueva versión moderna que va cobrando fuerza con la imagen y el sonido del film”, señala el director. “La sección de metal dirigida por el propio Hans acentúa e intensifica la potencia de la pieza. Queríamos que la banda sonora reflejara las circunstancias del acontecimiento que estábamos rememorando: una historia de supervivencia y el triunfo del esfuerzo común frente al heroísmo individual”.
“Lo que pasó en Dunkerque es algo sagrado”, reflexiona Nolan, “y hay que aproximarse a los hechos con sumo cuidado. Impone, pero también resulta irresistible. En algunos momentos, cuando miraba la recreación a gran escala de lo que habíamos logrado —la llegada de pequeñas embarcaciones de verdad, con destructores navales en el mar y la reconstrucción del muelle— lo veía como algo extraordinario. Haber logrado reunir todos esos elementos sin duda me ha marcado”.
Sin embargo, el equipo de realización está de acuerdo en que su prioridad máxima siempre fue el entretenimiento y que todas las decisiones creativas de Nolan tenían como finalidad trasladar al público a ese tiempo y ese lugar. “Lo que Chris hace con sus películas, y eso es algo que me gusta mucho, es que cuando las ves en el cine experimentas algo que no puedes vivir en ningún otro lugar”, declara Thomas.
“Queríamos llevar al espectador a la playa de Dunkerque, a la cubierta del Moonstone y a la cabina de un Spitfire”, concluye Nolan. “Queríamos que viviera algo muy intenso. Esa es la experiencia que queríamos ofrecerle: sentirse de verdad allí y sentir cómo fue”.
SELECCIÓN DEL REPARTO...
La búsqueda de la autenticidad de Christopher Nolan llegó hasta la selección de sus actores, especialmente en el caso de los jóvenes cuyas vidas estaban en juego. El director lo confirma: “Para cada una de las tres partes de la historia, quería contar con actores que tuvieran una edad similar a la de los personajes. Estábamos decididos a ser fieles a la realidad de quienes lucharon en ese terrible conflicto. Algunos eran unos niños. Queríamos caras nuevas para que el público pudiera vivir los acontecimientos a través de sus ojos”.
Uno de esos descubrimientos fue Fionn Whitehead, que hace su debut en la gran pantalla en el papel protagonista de Tommy. Bajo el fuego, el joven soldado logra a duras penas escapar de la población vecina para terminar atrapado junto a cientos de miles de soldados más en la playa de Dunkerque, esperando su destino.
A propósito de su personaje, Whitehead comenta: “Tommy es el clásico soldado del montón. Es muy joven e inexperto y, probablemente, no sabía en qué se estaba metiendo. Pero no le faltan recursos y está decidido a hacer todo lo que sea necesario para sobrevivir”.
Poco después de llegar a la playa, Tommy conoce a Gibson, otro soldado con el que conecta. Aneurin Barnard, en el papel de Gibson, apunta: “La única forma que tienen de salir de esa playa es coger una camilla entre los dos y tratar de llegar al barco-hospital que hay al final del muelle. Así que se hacen amigos muy pronto y confían el uno en el otro inmediatamente. Cada uno tiene la vida del otro en sus manos”.
El plan los lleva hasta el muelle, donde conocen a Alex, al que da vida Harry Styles en su primer trabajo en cine. “Alex es un soldado joven que parece agradable, pero que también tiene un límite”, señala Styles. “Está un poco más endurecido que los demás. A Alex le gusta pasar por duro, pero también tiene mucho miedo”.
A Styles no le sorprendió que Tommy, Gibson y Alex no tardaran en encontrar un nexo en común. “Creo que a quienes llevaban un uniforme no les importaba lo que hubiera hecho el tipo que tenían al lado. Era como ‘Bien, estamos en el mismo bando, vamos a estar juntos. Nos vamos a ayudar a salir de esta’. No es más que camaradería. Podían no saber cómo se llamaba el otro, pero no importaba demasiado. Lleva tu mismo uniforme, así que sois del mismo equipo. Es como un familia”.
El estrecho camino de Tommy, Gibson y Alex a la libertad es ese muelle, un peligroso espigón de menos de 2,5 metros vigilado por el oficial naval al mando, Kenneth Branagh, en el papel del comandante Bolton. “Bolton es el encargado de organizar la logística de los barcos y los botes que se dirigen al muelle, donde podrán atracar, recoger a los soldados y marcharse con ellos”, explica. “Y hay que hacerlo deprisa, con la máxima eficiencia, porque les están disparando. Está en una situación de enorme responsabilidad en una zona clave, y tiene que mantener la calma a pesar de la presión mientras toma decisiones a vida o muerte. Sencillamente, no se podía evacuar a todos porque la cifra era inmensa. La situación no era especialmente agradable”.
El oficial de alto rango que acompaña a Bolton es el coronel Winnant. James D’Arcy, quien da vida al personaje, comenta: “Winnant discute mucho con el comandante Bolton la logística para sacar a esos hombres de allí. La mayor parte de la historia se cuenta a través de los ojos de esos chicos, que no tienen ni idea de qué está pasando, así que el coronel Winnant y el comandante Bolton son de los pocos personajes que saben de verdad lo que ocurre”.
Los dos oficiales son de las pocas personas en la playa que conocen la Operación Dynamo: la movilización de embarcaciones civiles que pueden acercarse más a la costa y salvar aunque sea la más mínima parte de sus fuerzas armadas.
Uno de esos barcos procedente de Inglaterra es el Moonstone, un pequeño yate de madera pilotado por el señor Dawson. Mark Rylance lo recuerda: “Lo que me atrajo del proyecto fue la historia, además del interesante tratamiento que Chris había hecho de la historia en su guion, que me pareció maravilloso”.
“Mi personaje es uno de los muchos cientos de civiles ingleses que respondieron al llamamiento para acudir con sus yates de recreo o sus barcas para cruzar el Canal y sacar a esos hombres de la playa”, explica Rylance.
El señor Dawson está acompañado en esta misión por su hijo de 19 años, Peter, interpretado por Tom Glynn-Carney, quien describe su debut en una película de Christopher Nolan como “ser arrojado al abismo, aunque Chris resultó ser todo lo que esperaba de él, y más. Me ayudó mucho y me abandoné totalmente en sus manos. También estuvo bien trabajar con alguien como Mark. Poder verle y aprender de él no tiene precio y sirvió para forjar nuestra relación como padre e hijo ante la cámara”.
Cuando el señor Dawson y Peter están a punto de embarcar, George, un amigo de Peter, salta a bordo del Moonstone, decidido a compartir lo que cree que va a ser una aventura... su primera aventura. El actor encargado de este papel, Barry Keoghan, afirma: “George se lanza al barco sin saber bien en qué se está metiendo. Admira al señor Dawson y quiere ayudarlo, pero no sabe bien qué es lo que está pasando al otro lado del Canal”.
Sin embargo, no todos en el Moonstone tienen ganas de ir a Dunkerque. A mitad de camino, recogen a un superviviente en shock de un barco que había sido torpedeado. Cillian Murphy, en el papel de un personaje al que solo conocemos como el Soldado tembloroso, no tiene ninguna intención de regresar al infierno del que acaba de escapar. “Mi personaje representa el profundo efecto que la guerra puede tener en la salud mental de las personas”, concluye Murphy.
Independientemente del hecho de que nunca se vaya a conocer su nombre, Murphy afirma que no dudó en aceptar el papel por la oportunidad que suponía de trabajar con Nolan. “Las películas de Chris tienen esa noción y dimensión épica aunque, cuando las estás rodando, las sientes muy compactas y veraces. Nunca te pierdes en esas superproducciones por la forma en que trabaja. Se mantiene muy cerca de los actores, te acompaña en todo momento. Siempre te está ayudando en todos los sentidos”.
Por encima de las aguas del Canal y la arena de la playa, los Spitfire de la RAF se lanzan a la batalla mientras la Luftwaffe ataca a los hombres y los barcos a sus pies. Jack Lowden, que interpreta a Collins, el más joven de esos pilotos, comenta: “Nuestra misión consiste en proteger a los soldados de la playa. Estamos haciendo una incursión en Dunkerque, y, de pronto, se desata todo. Están trabajando. No los han llamado a filas; ser piloto de la RAF es una decisión, y un privilegio. Tienes que ser rápido y listo. Collins ha decidido hacerlo tanto por él como por su rey y su país”.
Tom Hardy, en el papel de Farrier, el piloto de la RAF más veterano, es quien mantiene quizás la conexión más personal con el proyecto. “Mi abuelo estuvo en Dunkerque”, confiesa. “Me lo contó”.
Emma Thomas comenta que Hardy era perfecto para el papel por otros motivos. “Está dentro de la minúscula cabina de un avión, así que sus movimientos están muy limitados, pero Tom tiene una presencia enorme y sabe utilizar esa dimensión física de manera muy interesante. Y, además, tenía que llevar gran parte del rostro cubierto, aunque con Tom eso no es un problema porque es un actor tan expresivo que no hace falta verle la cara. En algunos momentos de la película lo único que se ve son sus ojos, pero él es capaz de comunicar y contar la historia solo con ellos”.
Hardy afirma que tenía muchas ganas de volver a trabajar con Nolan: “Chris es el mejor en su trabajo. Te estimula e inspira como actor. Aceptaría sin dudarlo cualquier papel solo por estar con él”.