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CRITICA
Por: PACO CASADO
A lo largo de la historia del cine está plagada de producciones bélicas de toda clase de conflictos y todos cortados por el mismo patrón. El director británico Christopher Nolan ha tratado de contarnos este capítulo de manera diferente enfocándolo desde los tres ángulos que se nos presenta al comienzo, tierra, mar y aire.
Durante la Segunda Guerra Mundial cientos de miles de británicos y tropas aliadas están rodeados por las fuerza enemigas. Atrapados en la playa con el gélido Mar del Norte a sus espaldas se enfrentan a una situación imposible mientras el enemigo se acerca.
La película relata la Operación Dinamo de evacuación de las tropas aliadas en territorio francés, que posteriormente fue rebaustizada como el Milagro de Dunkerque, que tuvo lugar a finales de mayo de 1940, que permitió rescatar a más de doscientos mil soldados ingleses y más de cien mil franceses y belgas, que supuso un momento de inflexión en la historia.
Es el primer film basado en hechos reales sobre la batalla de Dunkerque que tuvo lugar entre el 26 de mayo y el 4 de junio de 1940 con guion y realización de este director de culto de 46 años y décimo de su filmografía, con títulos como 'Memento' (2000), 'El caballero oscuro' (2008), 'Interstellar' (2014), que goza de una gran consideración popular, contado más como una historia de supervivencia que de guerra propiamente dicha, retratando así lo absurdo de ésta, a través de la agonía que vivieron los soldados en la costa francesa, poniendo a prueba la solidaridad entre franceses e ingleses, o el esfuerzo individual, sin tener que mostrar el horror de miembros destrozados o sangre derramada pero sí el miedo de los litigantes.
La acción transcurre cuando 400.000 soldados quedaron atrapados en las costas de Dunkerque, rodeados por los alemanes y el ejército británico intenta rescatar a los suyos por el mar mientras los nazis les atacan desde el aire.
Se utiliza para narrarlo los mecanismos clásicos de tensión y suspense de cada momento en los que los soldados tratan de sobrevivir.
Los jóvenes militares acorralados están siendo bombardeados mientras los barcos del ejército y los civiles acuden al rescate y los pilotos británicos intentan abatir los aparatos germanos.
Estos tres puntos de vista, filmados como si fuera un documental, se van alternando y ofreciendo una panorámica del suceso, como en la grandes producciones hollywoodienses, en los que hay momentos que se pueden sentir como si se estuviera en medio del combate, tratando de evitar en lo posible imágenes creadas por ordenador para obtener las secuencias de guerra.
Mientras, los pilotos desde arriba están viendo todo lo que ocurre intentando evitar la masacre y el sufrimiento de los soldados que ni a bordo de los barcos se pueden sentir a salvo porque también los aviones alemanes los bombardean o la importante respuesta de las pequeñas embarcaciones civiles que se lanzaron a ayudar en el rescate de sus compatriotas y traerlos de vuelta a casa.
Pero como en toda cinta bélica el caos que supone el ejercicio de guerra se transmite en ocasiones también a las imágenes, con algunos momentos en los que la acción se dispersa tanto en varios frentes que el espectador termina desubicándose sin saber dónde está en cada caso, mientras que otros resultan repetitivos.
El sonido es muy importante con los efectos de los disparos y bombas que están muy presentes y contribuyen a ponerle emoción a lo que estamos viendo, sobre todo con la ayuda de la tensa banda sonora del germano Hans Zimmer, inquietante y repetitiva, que en la película funciona, pero no para oírla en un disco, siendo la sexta vez que colabora este compositor con Nolan.
Es un film coral, sin un claro protagonista, con Fionn Whitehead un debutante al frente del reparto, unos cuantos secundarios de lujo, como Tom Hardy, Cilliam Murphy, que ya actuaron con Nolan, Mark Rylance o Kenneth Branagh, escasos diálogos y espectaculares escenas aéreas.
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