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NOTAS DEL DIRECTOR...
Blancas o negras. En esa gran partida de ajedrez que es la vida, casi siempre, te toca jugar con las negras.
“El jugador de ajedrez” nos enseña el horror de un enfrentamiento que dio lugar a uno de los acontecimientos más dramáticos y terribles que ha afrontado la humanidad. Todos los personajes de la película son sólo piezas de ese inmenso tablero que es la Europa de la II Guerra Mundial y a través de nuestro protagonista, un simple peón de negras, descubriremos la dimensión individual, incluso personal, de la guerra.
Como el humilde campesino interpretado por Anthony Quinn en “La Hora 25”, el inocente niño de “El imperio del sol”, o el maravilloso profesor de “Esta tierra es mía”, nuestro protagonista, Diego Padilla, un hombre bueno, enemigo de extremismos y violencias y brillante jugador de ajedrez, se verá arrastrado a buscar en su interior la fuerza necesaria para sobrevivir a la miseria y la barbarie de unos conflictos que apenas entiende. Como alfiles, torres y peones, nuestros protagonistas se verán envueltos en una época que les pilla por sorpresa y que los marcará para siempre.
“El jugador de ajedrez” es una película realista, con un estilo visual sencillo y sobrio pero con un mensaje profundo y estremecedor. El espectador reconocerá a través de sus personajes los rostros de la crueldad, la agresividad, el egoísmo, la avaricia, la corrupción, pero también los del amor, la amistad, el sacrificio y la solidaridad, revelándonos así la dualidad de la condición humana.
Pero, sobre todo, vivirán una historia de amor.