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SINOPSIS
La pareja más letal del mundo, el guardaespaldas Michael Bryce y el asesino a sueldo Darius Kincaid, están de vuelta en otra misión que pone en peligro su vida. Aún sin licencia, Bryce se ve obligado a actuar por la esposa de Darius, la infame estafadora internacional Sonia Kincaid. Mientras Bryce es llevado al límite por sus dos protegidos más peligrosos, el trío se mete de cabeza en una trama global y pronto descubre que son todo lo que se interpone entre Europa y un loco vengativo y poderoso...
INTÉRPRETES
RYAN REYNOLDS, SAMUEL L. JACKSON, SALMA HAYEK, FRANK GRILLO, MORGAN FREEMAN, TOM HOPPER, ANTONIO BANDERAS, RICHARD E. GRANT, CAROLINE GOODALL, GABRIELLA WRIGHT, BLAKE RITSON, GIULIO BERRUTI, TOMI MAY, MAREK LICHTENBERG, KATE NICHOLS
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
PREMIERE
SECUELAS El otro guardaespaldas (2017)
INFORMACIÓN EXCLUSIVA
LA PRODUCCIÓN...
Según el director, Patrick Hughes, el germen de lo que se convertiría en El otro guardaespaldas 2 surgió durante el proceso de montaje de su predecesora El otro guardaespaldas. Su éxito en taquilla le convenció a él y a Millenium Media de que había opciones de sacar adelante una secuela. «No dejaba de preguntarme qué habría sido de Michael Bryce después de su viaje con Kincaid; algo me decía que lo más probable es que hubiera acabado en terapia. Asimismo, en la primera entrega Kincaid parecía la típica figura paterna sobreprotectora y disconforme, mientras que Bryce tenía un enorme y profundo
complejo de necesidad de reconocimiento, lo cual suponía una perfecta oportunidad para explorar las dinámicas familiares». Y en esta ocasión dicha dinámica se ve complementada con la figura materna, algo intimidante pero muy divertida de Sonia Kincaid. De hecho, su personalidad encaja bastante bien en ese rol, pues abarca desde sus repentinos ataques maniáticos hasta sus empáticos intentos de mediar entre Bryce y Kincaid, o su ayuda a la hora de enseñar a los demás que la familia no siempre está donde la buscas.
El presidente de Millennium Media, Jeffrey Greenstein, comenta que «después de ver el amor hacia los personajes y la diversión que despertó la primera entrega, no podríamos vivir sin Michael Bryce, Darius y Sonia Kincaid. Así que abrochaos el cinturón para este nuevo y trepidante viaje.»
Greenstein añade: «Si esta película es tan divertida es gracias a la increíble química en pantalla de su reparto, que regresa acompañado de nuevas incorporaciones, como Morgan Freeman, Antonio Banderas o Frank Grillo».
Michael Bryce, que en su día fue un guardaespaldas de categoría Triple A, está atravesando una profunda crisis vital a la que trata de combatir mediante una ingente cantidad de terapia. Le han retirado la licencia, tiene la autoestima por los suelos, lleva meses sin tener ningún cliente y sufre pesadillas recurrentes en las que aparece su antagonista, el famoso sicario Darius Kincaid. Su terapeuta obliga a Bryce a tomarse unas largas vacaciones con instrucciones precisas: olvidarse de su trabajo de guardaespaldas y deshacerse de todas las armas. Únicamente deberá relajarse y redescubrir su «yo» interior.
Durante su romántica luna de miel en Italia, el sanguinario sicario Darius Kincaid ha sido secuestrado por Carlo, un jefe mafioso. Y Kincaid, curiosamente, ha pedido a Sonia, su impredecible esposa, que recurra a Bryce para que la ayude a rescatarlo. Ambos logran salvarle el pellejo a Darius, dejando a su paso un reguero de destrucción, pero es obvio que Carlo trabajaba para alguien más importante. Y, para colmo, sin darse cuenta han cometido el error de entrometerse en una delicada operación de la Interpol.
Bobby O'Neill, un duro y excéntrico agente de la Interpol con muy malas pulgas, es quien está a cargo de dicha operación y nuestros héroes se verán extraoficialmente obligados a ayudarle a reparar los platos rotos. La capital croata, Zagreb, ha sido objeto de un misterioso ciberataque. Al parecer, el objetivo era mostrar al mundo una nueva y peligrosa tecnología, por lo que O'Neill, tras saber que también ha sido robado un componente secreto de material militar, teme que lo peor esté por llegar. Por desgracia, Bryce y los Kincaid se han cargado al contacto infiltrado de O'Neill, que iba a encontrar la pista para dar con el cabecilla de la trama, de modo que ahora los tres tendrán echar una mano al agente de la Interpol.
La nueva aventura de Bryce lo llevará a enfrentarse a algunos «asuntos» familiares y a pedir ayuda a su padre, al que idolatra y teme a partes iguales.
Sonia, por su parte, no tardará en descubrir que a veces deshacerte de un antiguo novio puede provocar desagradables e inesperadas consecuencias.
Para Hughes, el guion debía cumplir con una premisa: «El pobre Ryan tenía que pasarlas canutas. Michael Bryce acaba mal haga lo que haga. Nada le sale bien, esa era la regla que debía seguir el guion. Si tras la primera película acabó yendo a terapia, en esta tenía que acabar en el hospital; debíamos conseguir que lo atropellara un coche, un barco, que lo golpearan, le dispararan, lo apuñalaran, quemaran y ahogaran».
Ryan Reynolds señala: «¡Es como si mi cara se hubiera acostado con un cortacésped! En casi todas las escenas me ocurría algo horrible.»
Hughes asegura que no siente más que admiración hacia Reynolds, y comenta entre risas: «Ryan Reynolds lo tiene todo (un enorme talento, atractivo físico) y al hacer la primera película entablamos una gran amistad. Pero, no sé por qué, me encantaban todas las escenas violentas en las que Ryan salía herido. En la vida real no puedes ir haciendo daño a la gente, pero cuando estás haciendo una película basta con ponerlo en el guion y ya puedes atropellar a alguien…»
A Ryan, por su parte, no parecen importarle las lesiones, pues son un componente más de la diversión: «El humor y las escenas absurdas son el elemento cohesionador de esta película y para mí eso es genial y lo asumo (me encanta reírme de mí mismo). Las películas son una vía de escape maravillosa. Me siento muy cómodo dentro de este mundo».
Además, la faceta vulnerable de Bryce y el hecho de que sea un personaje
«multiusos» lo convierten en el blanco perfecto para este tipo de ensañamiento. Es un hombre que lo ha perdido todo (incluyendo lo más valioso, su licencia Triple A), pero a pesar de ello, aún trata de hacer lo correcto. Igualmente, tendremos la oportunidad de conocer a Bryce más a fondo, su pasado familiar, la tensa relación con su padre y su obsesión con los cinturones de seguridad.
Uno de los puntos fuertes del guion reside en el duelo cómico entre los actores que interpretan a Bryce y a Kincaid, y eso, al igual que buena parte de los diálogos, en gran medida fue fruto de la improvisación. A la pregunta de cómo fue trabajar con Samuel, Reynolds responde: «Fue como la seda, muy fluido. Simplemente nos poníamos ante la cámara y hacíamos nuestro papel».
Samuel L. Jackson añade: «Entendemos a la perfección la comedia, el humor, y ambos sabemos lo que queremos ver cuando aparecemos en la pantalla. Cuando actuamos, tanto Ryan como yo tenemos enfrente a la persona indicada, alguien con una perfecta sensibilidad y control del ritmo, capaz de entender en clave de comedia lo que estamos haciendo. Y sí, algunas escenas son muy salvajes, pero queremos hacer que el público disfrute y se identifique de verdad. Por otra parte, los tíos siempre tratan de parecer más duros de lo que son y ambos sabemos cómo jugar esa baza a nuestro favor (no nos asusta hacer el ridículo).»
En muchos sentidos, Kincaid es como el «hombre modélico» (bueno, al margen de ser un asesino a sueldo). Es molón, divertido, inteligente, espabilado, increíblemente bueno en su trabajo, seguro de sí mismo y sin remordimientos, y ama muchísimo a su esposa. Jackson lo describe entre risas: «¿A que a todos nos gustaría ser como ese tío? Es un ejemplo de autorrealización y básicamente es una persona muy, muy feliz. Está casado con su alma gemela y vive plenamente satisfecho con su trabajo. Es un personaje muy divertido de interpretar y tuve el gran privilegio de poder hacerlo junto a Salma Hayek. A primera vista el tío no es más que un sicario totalmente desquiciado, pero resulta que tiene todo lo que necesita y entiende lo importante que es el amor y su relación. Y lo cierto es que gran parte de esa sabiduría se la transmite a Bryce».
Pero la película es un juego a tres bandas, pues el humor, la acción y la improvisación también corren a cargo de Salma Hayek. Curiosamente, Sonia es una mujer descaradamente sexy y Hayek se esforzó mucho en demostrar que las mujeres fuertes también pueden resultar cautivadoras sin importar la edad.
Sin lugar a dudas, su habilidad para soltar improperios con esa incontenible bravura estremece hasta a su propio marido. Pero también es compleja a nivel emocional y, aunque tiende a dejar un reguero de muerte y destrucción allá por donde va, su fuerte instinto maternal hace que aún anhele tener un hijo y una familia estable. Hayek comenta: «¡Me encanta mi personaje! Me siento muy orgullosa de haberle dado vida. Está loca, pero no de un modo errático. Yo tenía muy claro cómo debía ser. Está llena de contradicciones, pero yo contaba con mi propio manual de instrucciones sobre su modo de pensar y me encargaba de dar sentido a esas contradicciones. Una de las cosas que más me gusta de ella es su forma de razonar: es extraño, pero a la vez coherente. Fue muy divertido y le agradezco mucho a Patrick haber confiado en mí.»
Trabajar con sus compañeros de reparto también fue una gran experiencia para Hayek. «Sam y yo conectamos al instante. Tenemos mucha química, una gran energía y nos entendemos a la perfección. Además me encanta la historia de Darius y Sonia. Trata del amor que perdura, no simplemente del primer enamoramiento, lo cual me parece original especialmente en una película de acción. Con Ryan no compartí ninguna escena en la primera película así que ha sido una alegría poder trabajar junto a él, y juntos hemos podido improvisar mucho. Admiro el talento de Ryan y de Sam, he aprendido mucho de ellos, como también he aprendido mucho sobre mí misma al trabajar con ellos, de modo que, gracias a ellos, siempre tendré un gran recuerdo de esta película».
AMIGO O ENEMIGO...
Para Patrick Hughes elegir al resto del reparto fue de lo más divertido: «Si puedes contar con alguna que otra estrella en esos papeles un poco más secundarios consigues que el público se entusiasme mucho más». Apuntó alto y acertó.
Desde el primer momento, Patrick pensó en Antonio Banderas para dar vida al supervillano, el multimillonario griego Aristóteles Papadopolous, y para Banderas fue un placer aceptar ese papel. «Me atrae la idea de hacer comedia y también la idea de interpretar a un villano, porque los malos pueden hacer lo que sea. Sobre todo, cuando el personaje es un sociópata, como mi personaje. Papadopoulos sería como una metáfora de derechas de cualquier persona de Europa que se oponga a la Unión Europea. Lucha por los derechos del pueblo griego, pero dudo que, en el mundo real, los griegos quisieran que alguien como él les representara. Su personaje, en definitiva, sólo lucha por sí mismo, aunque después vemos que en el pasado había sido mejor persona. Ahora simplemente está muy amargado, y es un tipo malvado».
Vengativo y con aires de superioridad, Papadopoulos es el origen de prácticamente todo lo malo que ocurre. Sus compatriotas en Grecia se amotinan en contra de las sanciones impuestas por la Unión Europea, por lo que ha decidido vengarse de la UE y, ya de paso, exigir compensación también por una relación que tuvo con Sonia hace tiempo. Podríamos describirlo como una persona a la que «le gusta sobreactuar». Su aspecto recuerda a una mezcla entre Liberace, Scarface y Aristóteles Onassis, rematado con peinado Pompadour y un bronceado de tono anaranjado. Resulta grotesco en muchos sentidos, aunque en realidad lo que vemos en pantalla es su versión moderada.
Banderas añade: «Mi idea inicial era darle un tono mucho más cómico a mi papel, pero a medida que rodábamos el personaje se volvía más peligroso y perturbador, y me di cuenta de que eso era lo que hacía falta. Tiene poder, astucia, dinero y todo un ejército de sucios esbirros a su servicio. Y ahora mismo en el mundo hay personas reales que son como él».
Y luego está el padre de Michael Bryce, el hombre que Bryce aspira a ser (así como el origen principal de su complejo de inseguridad y de falta de reconocimiento). Bryce Senior, al que da vida Morgan Freeman, es una célebre y veterana eminencia entre los guardaespaldas, pero pronto se revelará como una figura no tan paternal ni tan noble de espíritu como parecía en un principio. Se comporta de un modo exigente, manipulador y no del todo sincero con su hijo. Pero a Freeman, pese a todo, le agrada su personaje: «Yo admiro a cualquier persona que tiene éxito en la vida, sin importar lo que haga, y además si no te gusta tu personaje no es fácil interpretarlo».
Lo primero que atrajo al actor a participar en la película fue la oportunidad de trabajar junto a sus protagonistas: «¡Sam L. Jackson es un fenómeno! Trabajamos juntos en Nueva York durante los ochenta, cuando él era un crío, y desde entonces no he vuelto a hacer nada con él. He visto casi todas sus películas y sin duda es un actor con “maña”: siempre resulta totalmente creíble, da igual en qué situación lo veas. A Ryan no lo conocía más que por lo que había visto de él, lo cual ya es una de las mejores cartas de presentación posibles. Es espontáneo, extrovertido y muy entregado a la hora de rodar, y eso es lo que de verdad distingue a los buenos actores. ¿Y qué hay de Salma? Pues mira, a mí me divierte actuar con cualquier intérprete que se divierta actuando, y está claro que ella es así».
El único de los buenos que tiene algo de idea de lo que está pasando es el agente de la Interpol Bobby O’Neill, interpretado por Frank Grillo. O’Neill está casi todo el rato de mal humor, rebosa frustración y sarcasmo y le encanta cabrear a la gente. Grillo comenta: «Casi siempre está gritando. Es un cascarrabias, odia Europa, pero está atrapado ahí. Hará lo que sea para volver a casa lo antes posible». Y eso incluye saltarse un buen número de normas, lo cual no le gustará nada a su jefe, Crowley.
Grillo prosigue: «Lo que me gusta de O'Neill es que no se corta un pelo, y que bajo toda esa brusquedad y esos gritos de enfado en el fondo es tierno, vulnerable, y en cierto modo se hace querer. Fue muy divertido interpretarlo porque es un tipo formal en medio de tanto mamarracho».
REPARTO ADICIONAL...
Tampoco en lo que se refiere al resto de secundarios se ha reparado en gastos. En el bando de los buenos, Caroline Goodall interpreta a la jefa de O'Neill en la Interpol, y Rebecca Front es la estoica terapeuta de Bryce. Los sucios esbirros de Papadopoulos tienen como líderes a todo un «equipazo» del mal: Gabriella Wright es Veronika, una implacable mujer que tiene la fea costumbre de dejar una marca distintiva en sus víctimas aunque, una vez más, el mejor amigo de una mujer son los diamantes; Kristoffer Kamiyasu es Zento el asesino, un hombre capaz de helar la sangre al mismísimo Kincaid, y Tom Hopper es Magnusson, un guardaespaldas muy admirado por Bryce, pero cuyo vapeador alberga desagradables sorpresas (al igual que él). Hopper comenta: «Yo creo que Magnussen en el fondo es una especie de psicópata funcional y lo que me encanta de él es que es tremendamente encantador todo el rato, y muy británico en todo lo que hace. Pero en realidad es bastante despiadado. Es como que no quiere herir tus sentimientos, pero no tendría reparos en soltarte un puñetazo en la cara». Alice McMillan es Ailso, la infeliz agente e intérprete de la Interpol que soporta con paciencia las continuas críticas del gruñón de O'Neill. Blake Ritson es el genial y retorcido ciberdelincuente Gunther y Richard
E. Grant interpreta de nuevo a Seifert, el extravagante hedonista que por supuesto aparece justo en el peor momento. Grant bromea: «¿Me cae bien Seifert? Sí, porque no tiene responsabilidades, y yo en mi vida tengo tantas que interpretar a alguien que no tiene ninguna y además es más rico que Bill Gates es un verdadero placer».
LOCALIZACIONES Y DECORADOS...
El otro guardaespaldas 2 fue rodada en Croacia, Italia, Reino Unido, Eslovenia y en los estudios Nu Boyana en Sofía, Bulgaria. La mayor parte del trabajo en estudio tuvo lugar durante la primera mitad del rodaje, en Londres, con Russell De Rozario como diseñador de producción a cargo de los decorados. Como ya había trabajado en la anterior película, De Rozario ya estaba acostumbrado a que muchos de sus decorados acabaran completamente destrozados. Cuando hay que destruir algo se debe planear con bastante antelación, en coordinación con el director y el departamento de especialistas, y en esta película había una importante cantidad de decorados que debían estar diseñados para poder ser destruidos de forma fácil y segura. Los decorados de los estudios de Londres incluían el interior del multimillonario yate de Papadopoulos, que debía semejar el interior del yate real que se usó en Croacia. También se usaron construcciones de ese estilo para recrear la discoteca y la finca vitivinícola del padre de Bryce, ambas con su correspondiente versión real en Croacia. Pero quizá el diseño más ambicioso fue el de la escena de acción que simulaba las calles de Italia, con locales comerciales exteriores e interiores, incluyendo una heladería estilo años cincuenta y una taberna, listas para volar por los aires. El departamento de dirección artística tuvo también que revestir varias localizaciones, entre ellas el edificio del ayuntamiento de Woolwich, en Londres, que recreaba el interior de la mansión de Papadopoulos, o el Museo de Historia Natural, para la escena en que Bryce sueña con la ceremonia de premios. El antiguo y pintoresco pueblo pesquero de Rovinj, en la costa de Istria, reproducía varias localizaciones de la costa amalfitana de Italia y, al otro lado de la frontera, en la histórica ciudad de Trieste, el equipo tuvo la posibilidad de rodar junto al bello castillo Miramare, en la sede de la prefectura de Trieste y en la Piazza Unità.
ARMAS Y ESPECIALISTAS...
El director de la 2ª unidad y coordinador de especialistas, Greg Powell, es otro de los miembros del equipo que ya había participado en la anterior película, y sin duda en El otro guardaespaldas 2 tuvo de nuevo mucho trabajo que hacer. Para Greg, el reto de una película como esta, plagada de explosiones y especialistas, es conseguir que lo que vea el espectador resulte en todo momento auténtico, emocionante y entretenido. Powell lo explica: «Con Patrick y su imaginación todo se hace más fácil. Todos los días charlábamos, revisábamos las viñetas del guion y las completábamos si era necesario. Hubo mucha conversación y brainstorming y a Patrick siempre se le ocurrían cosas que quería probar».
La 2ª unidad de dirección se dedicaba principalmente a las grandes escenas en exteriores que incluían especialistas, vehículos y barcos. Hay muchas escenas de acción donde elegir, pero para Powell la que tuvo la puesta en escena más impresionante fue la secuencia de persecución en la que una furgoneta llena de tuberías, a la que persigue un Range Rover, cae por unas escaleras. Esa escena tuvo que hacerse dos veces: una para la secuencia imaginada, con Bryce al volante, y otra para la secuencia real, en la que conducía Kincaid. Una furgoneta no es precisamente el vehículo ideal para una escena de acción a alta velocidad, y aquí la vemos compitiendo contra un todoterreno. La escena se llevó a cabo en la ciudad portuaria de Rijeka, en Croacia, y Powell sorprendió a todos al decidir rodarla en unas escaleras de época romana. «Teníamos autorización y procuramos al máximo no dañar los escalones, ya que había que «lanzar» la furgoneta y el Range Rover desde lo alto de las escaleras. Fue todo un alivio ver que llegaron hasta abajo sin problema porque en el momento en que la furgoneta salió volando pensé que se le iban a salir las ruedas.
De todas formas, las persecuciones en coche fueron bastante complicadas; nos enfrentamos a muchas limitaciones debido a la estrechez de las calles y los pulidos adoquines de la calzada, que resbalaban un montón, sobre todo cuando había humedad. Nos habría gustado poder doblar las esquinas derrapando, pero fue literalmente imposible. Eso sí, no hubo daños importantes, aunque nos llevamos por delante algunas mesas y sillas...»
La larga escena que tiene lugar en el mar, justo antes del violento enfrentamiento del trío protagonista contra Papadopoulos y sus secuaces, es una de las que el público recordará, ya que le tendrá pegado a la butaca con todos los tiroteos y explosiones que contiene. Rodada en el apacible y pintoresco puerto de Rovinj, es una escena en la que la coordinación y la perfecta sincronización de todo lo que ocurre es crucial. En su carrera contrarreloj para acabar con Papadopoulos y salvar a Sonia, Bryce y Kincaid se ven envueltos en una escalofriante persecución intentando escapar de los secuaces del magnate, expertos en el medio acuático y armados hasta los dientes, con el objetivo de llegar hasta la verdadera escena del crimen, su yate. Y por el camino habrá algún que otro daño colateral importante...
La escena incluye varias lanchas motoras, motos acuáticas, un inoportuno barco mercante, y tíos armados en flyboards.
Llevó varios días preparar y filmar toda la escena. Powell lo recuerda: «Lo disfruté mucho. Trazamos cómo sería la escena en el agua, cambiamos cosas sobre la marcha, añadimos más persecuciones y más elementos para que todo fuera emocionante, sorprendente y desconcertante».
Por supuesto, la película incluye también varias escenas de pelea: a puñetazos, a tiros, a puñaladas, cuerpo a cuerpo… Esta tarea le fue encomendada al coordinador de especialistas, Adam Horton, y a su equipo: «Dejamos que los actores hicieran el máximo posible sin que peligrara su integridad. A Ryan, obviamente, se le daba de maravilla. Es muy creativo y siempre aporta un montón. Salma también tuvo escenas que hizo ella misma, y te partes de risa con ella. Pero claro, hay momentos en los que necesitas dobles de acción, y ello supone hacerse cargo no solo de la acción, sino también del personaje: tienen que parecerse al actor, captar sus gestos y expresiones, su forma de andar o su lenguaje corporal. Ha de quedar creíble».
Diseñar las escenas de combate requiere ya de por sí mucha planificación: «Has de tener en cuenta la personalidad y el comportamiento de cada personaje, lo que cada uno ha pasado hasta ese momento, lo que les sucederá, y la conexión que hay entre aquellos que se pelean». Y para ello el equipo de especialistas ha de estar en contacto con el de diseño de producción para asegurarse de que los decorados y el atrezzo intervengan en la escena de forma correcta y segura, con el equipo de armas para garantizar que son las adecuadas y se utilizan con seguridad dentro del espacio disponible, con el equipo de efectos especiales para lograr seguridad y sincronización con los efectos que se necesiten, con el departamento de vestuario para que los diseños que vistan tanto actores como especialistas les permitan moverse según se requiera, y, por supuesto, con el director para garantizar que el resultado obtenido es el que se buscaba.
Para Horton, la escena de combate que supuso un mayor reto fue el gran enfrentamiento en el yate de Papadopoulos: «Todas las escenas de pelea son exigentes, pero esta lo fue especialmente porque en ella hay seis peleas diferentes interactuando. Por ello fue muy importante ceñirnos a la historia y asegurarnos de que el espectador no perdiera el hilo. También nos aseguramos, de que la escena no planteara problemas de cara el montaje, e hizo falta una planificación muy compleja para garantizar que toda esa acción en un escenario tan reducido funcionaba bien». Y toda esa planificación dio sus frutos.
También las armas utilizadas para la película forman un repertorio «de muerte». Si bien es cierto que el spray de pimienta y la navaja que lleva Bryce durante la mayor parte del metraje no es un equipo muy letal que digamos, al final de la película encuentra la iluminación que buscaba con sus sesiones de terapia y se hace con una Sig 226.
Kincaid se apaña con un revólver Smith & Wesson 44, no uno sino dos subfusiles Uzi, una Sig 226, una Glock 17, una Glock 19, y una semiautomática Heckler & Koch USP.
A Sonia le gusta aniquilar con un subfusil semiautomático, el CZ Scorpion Evo 3, así como una semiautomática CZ 75 y una Beretta 92f.
Y los malos, claro está, no se quedan cortos: Papadopoulos cuenta con una ametralladora ligera FN Minimi y una elegante Wildey Magnum con varias culatas personalizadas, y además le protege Veronika con sus dos pistolas Glock 26 con puntero láser y doble funda personalizada.
GALERÍA DE FOTOS
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