|
CRITICA
Por: PACO CASADO
El hecho de que haya una secuela de una producción está en la mayoría de las veces en el resultado de la taquilla, como es el caso de esta continuación, ya que 'El otro guardaespaldas' (2017) tras un coste de 30 millones de dólares hizo a nivel mundial la bonita cifra de más de 176 millones de dólares.
Ante esta evidencia una secuela era lógico que no tardaría en llegar y aquí están sus principales personajes en una nueva aventura.
La pareja más rara, divertida y mortal, formada por el guardaespaldas sin licencia Michael Bryce y el asesino a sueldo sin trabajo Darius Kincaid, vuelve a la carga en una misión que pondrá en serio peligro sus vidas, en la que se verán obligados garantizar la paz y la estabilidad económica en Europa.
Bryce, aún bajo investigación a la espera de recuperar su ansiada licencia de guardaespaldas, se encuentra disfrutando de un año sabático, por recomendación de su terapeuta, que le ruega que se aleje de las armas, de la acción, de cuanto le pueda recordar su oficio y le aconseja que se vaya de vacaciones a la bonita y tranquila Italia.
Pero su descanso en una playa de la costa amalfitana no va a durar mucho, ya que apenas ha comenzado, cuando Sonia Kincaid, la impulsiva y peligrosa estafadora, esposa de Darius, con quien se acaba de casar, un asesino a sueldo con el que Bryce continua teniendo una gran amistad, reaparece de repente para que le ayude a liberar a su marido y luchar contra un complot mundial en el que están implicados Aristóteles Papadopoulous, un malvado griego multimillonario y un célebre ex agente, que pretenden inyectar un peligroso virus que hará que Europa caiga en un caos mortal.
Los tres son reclutados por un agente de la Interpol para rescatar un valioso maletín con que se pagará el virus.
Esta vez no ha hecho falta la coproducción con media docena de cinematografías, tan solo con Inglaterra, ya que el éxito estaba asegurado sin más ayuda, puesto que la vuelta de este trío de personajes garantiza la acción, la violencia, los engaños, los disparos, las peleas, las palabrotas, las explosiones, las situaciones caóticas y peligrosas, el humor negro y las persecuciones por la idílica Toscana.
Esta secuela ofrece más de lo mismo que la primera parte con un guion en el que no falta la acción en ningún momento, así como los tiroteos y enfrentamientos personales en un montaje tan dinámico y dislocado que a veces no da tiempo a ver contra quien se dispara cuando ya ha caído muerto.
Otra cuestión es la pretendida comicidad que apenas aparece, salvo en los momentos en los que Michael Bryce se ve apurado en las inverosímiles situaciones poniendo cara de tonto o de no haber roto un plato.
Por otra parte el guion toma a los personajes como si fueran los de un comic en el que si uno es atropellado por un coche se levanta como si nada hubiera sucedido, por ejemplo, y se podrían citar algunos más, mientras que los enemigos parece que disparan con balas de fogueo, ya que nunca alcanzan a los protagonistas.
De pasada se tocan temas como la maternidad, la relación padre e hijo, la amistad, el amor, el racismo y la violencia contra la mujer, aunque ésta sabe defenderse sola.
El trío protagonista compuesto por el ingenuo Ryan Reynolds, la dinámica Salma Hayek y el activo Samuel L. Jackson, al que parece que le han pegado el sombrero, hacen sus cometidos en esta ocasión con facilidad ya que sus personajes están en todo momento pasados de rosca y no son para tomárselos muy en serio.
A Antonio Banderas le ha tocado esta vez el papel del malo, con una peluca horrible y un Morgan Freeman desaprovechado.
El australiano Patrick Hughes vuelve a encargase de la dirección como en la primera y con la experiencia en el género de haber dirigido anteriormente 'Red Hill' (2010) que fue su debut en el largometraje y 'Los mercenarios 3' (2014) ambas de acción.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
PREMIERE