INFORMACIÓN EXCLUSIVA
NOTAS DEL DIRECTOR...
El trasfondo de adversidad, la lucha por la propia vida y la delgada línea que separa, y en este caso entrecruza, la vida y la muerte, unido al fin del mundo de la minería del carbón y la épica que siempre lo ha acompañado, son el escenario sobre el que discurre esta película.
En la comarca minera que mostramos la vida de la gente pertenece al acervo colectivo; desde el nacimiento hasta el nicho del cementerio la existencia está bajo constante observación y la biografía de cada uno se almacena en forma poliédrica, como ocurre en los lugares pequeños donde todos se conocen. Desde este punto de vista se aborda también la narración, desde distintos planos paralelos que se fragmentan para finalmente poder contemplar mejor un cuerpo común. El hilo de pequeñas historias que se van entrelazando acaba por formar una visión que abarca los cuatro costados de la trama, sustentada por dos grandes líneas narrativas aparentes; la del grupo de mineros prisioneros en el interior con su peripecia para intentar escapar del agujero, y la vida del exterior, la propia del protagonista antes del suceso y las implicaciones en la vida de los demás alrededor. Además existe otra línea invisible; una trama intangible que va creciendo desde lo profundo, desde lo sensorial, a la que debemos asomarnos a través de un espejo que no sólo refleja nuestra propia imagen, y es al que simbólica y físicamente se abisma el protagonista en un largo plano secuencia que da paso al nudo de la película.
Nací en Mieres, en Asturias; soy hijo y nieto de mineros, y hace muchos años que tenía esbozado este proyecto que hemos conseguido materializar. Se da que a veces pasa desapercibido el potencial que tiene contar sobre lo que tenemos más cerca y conocemos mejor. Y la magia de las películas no sólo reside en su capacidad de alejarnos por un tiempo de la realidad. En este caso, además, destaca por su autoridad artística para representar voces desconocidas, mostrar otros paisajes y realidades y por retratar al mismo tiempo una cultura a punto de perderse y por permitir asomarnos a la profundidad de nosotros mismos sujetando el hilo que portan los actores.
La fuerza de los mineros siempre ha estado en el imaginario colectivo, representando la solidaridad, el compañerismo, el poder de la unión, la dignidad en el esfuerzo por ganarse el pan. Y lo que permite este trasfondo y este escenario, sobre todo, es narrar una historia de emociones, una aventura por la propia subsistencia, y una reflexión sobre la vida y la muerte que, al modo de las muñecas rusas, encierra a cada paso apariencias aún más profundas e inquietantes a través de los ojos del protagonista, un hombre común atrapado junto a sus compañeros en una situación inesperada y extrema.
Muchas películas y sobre todo los libros clásicos suelen estar construidos entorno a la tragedia, que es con lo que tenemos que aprender a lidiar si se presenta inesperadamente. Cuando en la vida nos ocurre algo difícil, eso se convierte en un momento crucial en el que ahondar y aprender, y en el que conocernos a nosotros mismos. Por eso nos gusta ver historias en las que ocurren cosas que preferiríamos no tener que vivir, pero sí hacer el viaje con los personajes que tienen que enfrentarlas.
Además del extraordinario equipo técnico y artístico que afrontó un rodaje muy duro debido a las condiciones reales de trabajar a 700 metros de profundidad, quiero destacar el increíble trabajo de los actores, y especialmente el de su protagonista, Joaquín Furriel, con un compromiso y una entrega admirables que le han llevado a conseguir una interpretación sobrecogedora y perdurable.
En los escenarios naturales de la cuenca minera asturiana se confunden el verde, los bosques y las montañas, con el agujero negro que se hunde en la tierra, que no deja de ser la brecha de la propia conciencia. Tanto los exteriores de la naturaleza como los interiores de la mina real donde rodamos tienen una enorme fuerza expresiva y proporcionan un contraste que multiplica el propio entre los atrapados y los que están fuera, el presente y el pasado, entre la luz de arriba y la oscuridad de abajo.
Una oscuridad de la que lucha por escapar el protagonista del relato ayudado por sus compañeros, reales o simplemente fruto de una elaborada alucinación debida a la experiencia extrema a la que se ve sometido. Una historia de supervivencia que se transforma finalmente en algo sorprendente, una película en la que los muertos interactúan aparentemente con los vivos, en la que descender a los infiernos y ver lo que ve un hombre atrapado, donde nada resulta ser lo que parece hasta que todo queda finalmente a la luz.