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EN BUENAS MANOS
INFORM MACIÓN
Titulo original: Pupille
Año Producción: 2018
Nacionalidad: Francia, Bélgica
Duración: 107 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 12 años
Género: Drama
Director: Jeanne Herry
Guión: Jeanne Herry
Fotografía: Sofian El Fani
Música: Pascal Sangla
FECHA DE ESTRENO
España: 1 Mayo 2019
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Caramel Films


SINOPSIS

Alice es una mujer que acaba de entrar en los cuarenta y la cual acoge a un bebé de solo tres meses tras darlo en adopción su madre biológica...

INTÉRPRETES

SANDRINE KIBERLAIN, GILLES LELLOUCHE, ÉLODIE BOUCHEZ, OLIVIA CÔTE, CLOTILDE MOLLET, JEAN-FRANÇOIS STÉVENIN, BRUNO PODALYDÉS, MIOU-MIOU, LEÏLA MUSE, STÉFI CELMA, AUDE LÉGER, ANNE SUAREZ, JULIE RECOING

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Festivales y premiosPREMIOS Y FESTIVALES

- Premios César: 7 Nominaciones a Mejor película, directora, actriz Sandrine Kiberlain y Élodie Bouchez, actor Gilles Lellouche, guion, música

Informacion exclusivaINFORMACIÓN EXCLUSIVA

ENTREVISTA A LA DIRECTORA...
¿Por qué decidiste abordar el tema de la adopción?...
No creo que sea un tema habitual en el cine y desde luego no de esta forma.
Las películas analizan cómo las personas buscan sus raíces o buscan a un niño. A veces la persona adoptada decide buscar a sus padres, pero esto no ocurre en el momento en el que se adopta al bebé. No es un tema con él que me haya topado personalmente. He tenido dos hijos biológicos, pero tengo una amiga que eligió la vía de la adopción. Acababa de terminar mi película Elle l'adore y estaba trabajando en una obra y buscando un tema cuando mi amiga me dejó un mensaje que lo desencadenó todo. Me decía:o "Me han llamado, tienen un bebé para mí, un bebé francés. Voy a verlo dentro de cuatro días y si todo va bien, me lo traeré a casa dentro de ocho días". La mezcla de euforia y pánico que transmitía su voz era fascinante. Me pregunté por qué le sorprendía que fuera un bebé y un bebé francés, y por qué los plazos eran tan cortos. La forma en que estaba viviendo esta situación me intrigó muchísimo. Le pedí permiso para explorarla más profundamente, para conocer a los trabajadores sociales, pero dejando claro que no contaría su historia. Fui a Finisterre donde tenía
un contacto. Fui varias veces y comprendí que la tarea de los trabajadores sociales es encontrar padres para un bebé y no encontrar un bebé para padres sin hijos: fue una revelación. Encontré algún material de ficción interesante en documentales que hablaban sobre este tema. Secuencias cara a cara, hablando sin parar con el bebé, porque Françoise Dolto (pediatra y psicoanalista francesa famosa por sus descubrimientos en psicoanálisis de la infancia) ha dejado huella. Así que todo lo que descubrí fueron las semillas de la futura historia.

La historia documenta y detalla la masa de procedimientos desde el nacimiento anónimo de un niño hasta su adopción, y no se apropia de la película, sino que sirve para situarla en la realidad. Este método de describir una cadena de eventos, desde el nacimiento anónimo de un bebé hasta su adopción, sin interrupción, está tan bien engrasada como un dispositivo de precisión...
Cuando lo estaba escribiendo, pensé en términos de una ecuación muy simple: hay una mujer que no quiere a su hijo y otra mujer que quiere un hijo. Después tuve que rellenar y desarrollar la ecuación, que es tan hermosa y cruda como una afirmación lógica. Y da cuenta de toda esa fuerza colectiva que se pone en marcha para que la ecuación tenga solución. La película trata de los negativos que se van sumando hasta llegar a un positivo.

¿Los actores interactúan con bebés o con muñecos de plástico?...
Esta es una película que muestra cómo reaccionan los bebés al lenguaje verbal así que no podíamos correr riesgos poniéndolos en situaciones potencialmente traumáticas, escenas en las que hubieran escuchado "tu madre no te quiere", etc. Los actores hablaban con muñecos de plástico, incluyendo el final, cuando Élodie se encuentra con Théo y se derrumba mientras le dice lo emocionada que está de conocerlo.

Los ojos son el centro de todo, ahí es donde se forja el vínculo con el bebé. Nos miramos unos a otros, y el amor en los ojos de la otra persona nos da la vida. La película es un ballet de miradas donde se encuentran diferentes visiones...
Los profesionales y los trabajadores sociales hablan mucho sobre la observación, sobre los diferentes puntos de vista de una situación, no solo para la madre y el bebé; su trabajo es sobre la subjetividad, donde van componiendo retratos. Dos trabajadores sociales comparan sus puntos de vista y opiniones sobre cada candidato a la adopción.

¿De dónde viene el título de Pupille? (Pupilo en francés)...
Me gusta el juego de significados de esta palabra: un pupilo del Estado y la pupila del ojo. También presté mucha atención al papel de mi visión durante todo el rodaje de la película. Me pregunté sobre mi punto de vista en cada secuencia y cómo ver a cada personaje, desde qué perspectiva. Y la dirección en la que miraba cada personaje.

¿No dudaste en la elección de Sandrine Kiberlain?...
Quería volver a trabajar con ella después de nuestra última película. Es una gran inspiración para mí. Hay una convergencia entre las palabras que escribo y la forma en que ella las interpreta. Pero es difícil trabajar con una actriz a la que se le ofrece todo tipo de papeles.

¿Es tu doble?...
Sí, es una versión mejorada de mí misma, un doble perfecto. Es lo que siento. Me gusta ver a Sandrine en papeles como este, interpretando a una mujer que lleva a todos sobre sus hombros. Sólida, concienzuda, meticulosa, poco convencional, divertida. Gilles apoya al bebé y Sandrine apoya a Gilles. Y luego está su deseo, que no es correspondido.

En la película, ¿dirías que Élodie Bouchez, la candidata a la adopción, pasa de la vulnerabilidad a una seguridad inquebrantable durante un período de ocho años?...
Al principio, se acomoda a su relación, piensa como una pareja, pero poco a poco se muestra más independiente. La vida la ha desgastado, ha sufrido, pero se ha recuperado a lo largo de estos diez años. Está decidida a seguir adelante. Elegí a Élodie porque encarnaba a la perfección a una mujer inteligente y deslumbrante, un soldadito discreto, fuerte sin ser una caricatura, un bulldozer.

En la película, tiene un trabajo muy especial. Se dedica a la audio descripción para ciegos en un teatro. ¿Filmar a los personajes haciendo su trabajo ayuda a comprenderlos?...
Me gustan las profesiones de la gente. Me gusta ver a las personas en el trabajo, en la vida real y en las películas. En buenas manos (Pupille) empieza enseñándonos a los trabajadores, después a los hombres y mujeres ejerciendo su profesión según su puesto en una organización. En el caso de Alice, la vi como a una persona subordinada, la mujer de la que nos hacemos cargo, pero quería que también fuera la jefa, y que no fuera única que recibiera ayuda. Me topé con esta profesión poco habitual mientras ensayaba para una obra de teatro; un hombre vestido de negro se deslizó en la habitación y me enseñó en qué consiste su trabajo. He conocido a muchos descriptores de audio; forman parte del espectáculo pero en los márgenes. Es un trabajo bonito y desinteresado. Alice describe El oso de Chéjov, mi dramaturgo favorito. En esta obra hay un tiro fallido muy cómico.

¿Por qué dar un papel protagonista a Jean, un hombre afectuoso que encarna Giles Lellouche?...
El mundo de la adopción es muy femenino, así que elegí a un niño y a un cuidador de acogida. Conocí a un hombre durante mi investigación, ya que esta profesión está cada vez más masculinizada. Pero estaba pensando en términos cinematográficos, no de género. Observar los gestos que implica el cuidado de un bebé realizados por un hombre es una perspectiva nueva. Fue muy estimulante y además había que filmarlo de otra manera. Un hombre, con la dosis justa de virilidad, que ha encarnado una masculinidad sin ambages en la pantalla garantizaba el efecto sorpresa para mí y para los espectadores, y es una imagen muy potente.

¿Y seguro que también para Lellouche?...
Gilles tiene una gran conciencia de su cuerpo, es denso, sensual. Un bebé es una cosa física, y funcionó entre los dos. Y no es un trabajador social, es un cuidador de acogida elegido por la gente de servicios sociales. Él representa al hombre común, y me divertí mucho filmándolo como un amo de casa; la personificación de la masculinidad sólida, responsable, fiable, divertida, en una pareja donde los roles están invertidos: la mujer trabaja fuera de casa, gana dinero y lo alienta a seguir trabajando, a pesar de sus estados de ánimo.

Clotilde Mollet, que encarna a la asesora, aporta una extravagancia que contrasta con el realismo de la película. Su manera de hablar, su aspecto algo anticuado, todo en ella es peculiar y fascinante a la vez que natural...
No solo es una fantástica actriz de teatro, también ha trabajado en las películas Un héroe muy discreto, Amélie, Intocable, La crisis, y más. Me gusta esa autenticidad absoluta que desprende. Es así en persona. Cuando dice: "mis labios están sellados", o cualquier otra frase trillada, le da nueva vida a las palabras.

Convierte una secuencia poco creíble, como aquella en la que le explica al bebé lo que su madre biológica no quería decirle, en un momento muy emotivo. Sin embargo, en el papel, seguro que te dijiste "esto puede ser un éxito o un fracaso total...”
Bueno, sí. Me preocupaba que la gente pensara que era una tontería absurda. Pero todo estaba preparado para que pareciera plausible. El bebé se libera de su inercia y entra a formar parte de
nuestro mundo cuando los espacios en blanco que hay en su historia se completan con las palabras sinceras pronunciadas por Clothilde, que lo "autoriza" a comprometerse con el proceso de adopción.

Los encuentros entre Élodie y su trabajadora social se han rodado como enfrentamientos directos pero educados...
Hablar es pensar y dar nacimiento a una acción. Eso es mayéutica. En buenas manos (Pupille) es una película sobre el lenguaje, el coraje de la expresión y su necesidad. Por esa razón el camino de la adopción resulta tan difícil para algunas personas, porque se les pide que se expliquen sin cesar, que muestren quiénes son, que articulen los orígenes de sus deseos más profundos y oscuros, su existencia, que la verbalicen.

¿Por qué razón la película se desarrolla en el campo?...
Hay una ley nacional que rige los protocolos de adopción, pero se permite a cada departamento hacer pequeñas modificaciones en los protocolos. Para escribir el guión, investigué en Finisterre. Estoy bastante familiarizada con la forma en que se hacen las cosas allí. Bretaña forma parte de mi historia, es una tierra de mar y de madres.

Tu película es optimista: la gente trabaja duro, las discusiones son fructíferas, siempre se encuentran soluciones, el amor imposible puede convertirse en camaradería profesional, el enfoque colectivo funciona. ¿Eres optimista por naturaleza? ¿En buenas manos (Pupille) quiere ser optimista en un momento en el que aumentan las sospechas, la desconfianza y el desencanto?...
Descubrí que todos esos protocolos en torno a la adopción son fantásticos, dotados de un impresionante sentido de civilización y de forma de pensar. Me gusta la época en la que vivo, pero en el aire flota una sensación de histeria. Me tranquilizan los lugares donde la gente piensa y confía en lo colectivo. Veo que mi película arroja una luz favorable sobre el nacimiento anónimo. Las mujeres que abandonan a su bebé lo harían de todas formas ellas mismas y de mala manera. El sistema da muestras de un grado notable de civilización. Aunque reconozco el sufrimiento de las custodias del Estado que tienen que construir su identidad en un vacío, falta algo. Pero por encima de todo, es una película sobre el triunfo de lo colectivo. Es un catalizador, el placer de hacer cosas juntos, una película o una reunión que concluirá con la búsqueda de una familia para un niño.

Por último, unas palabras sobre tu madre, Miou-Miou, que interpreta a una coordinadora...
Es una actriz increíble. Tenía que estar allí, en una oda al colectivo. ¡Ella pone en marcha la película, su voz, que me encanta, es un ejemplo para todo el equipo!


ENTREVISTA A SANDRINE KIBERLAIN...
Jeanne y tú lleváis mucho tiempo trabajando juntas, desde su primera película...
Me gustaba el guionista antes de hacer el papel. Recibí el guión de Elle l'adore e hice todo lo posible para estar en esa película. Jeanne tiene grandes cualidades, es divertida, inteligente y sensible. Es honesta. Es una idealista, cuando se trata del mundo y de la gente que hay en él. Es auténtica y su visión del mundo impregna la película.
Las palabras que Pierre Salvadori me hizo decir en su película Usted primero podría resumir su cine y su ética: “Tengo tendencia a acordarme solamente de los aspectos positivos de la gente”.
Cuando me mandó el guión de En buenas manos (Pupille) me conquistó su estructura. Al igual que Vidas cruzadas (Short Cuts), es un homenaje a la solidaridad y a lo colectivo, así que no dudé en aceptar.
Cuando habla del bebé que Alice va a adoptar, lo hace en un tono monótono porque se muestra algo distante, comprometida pero guardando las distancias.

Tu personaje siempre está comiendo caramelos. ¿Se trata de una manía divertida y reveladora?...
Me encanta definir un personaje con un detalle gracioso como ese. A Jeanne se le ocurrió ese hábito. Karine está siempre comiendo caramelos lo que la identifica con los niños que la rodean constantemente, y deja al descubierto el vacío creado por una falta de amor que tiene que llenar con azúcar y dulces.

Jeanne Herry rueda una historia de amor imposible entre usted y Jean, el cuidador viril pero maternal con honestidad y comprensión. ¿Es un hombre real?...
Un hombre, que respeta a las mujeres, es amable con las personas que lo rodean e instintivo cuando se trata de bebés, cautiva a mi personaje, porque además tiene sentido del humor. Gilles Lellouche encarna a ese hombre ideal.

¿Qué tipo de directora de actores es?...
Precisa y confiada. Sabe lo que quiere, pero acepta las sugerencias porque sabe cómo confiar en sí misma. No hay ninguna neurosis. A Jeanne le gusta trabajar en equipo, ¡su alegría en el set es contagiosa!

Tu personaje, Karine, es una trabajadora social enérgica pero infantil, una mujer decidida que está un poco perdida...
Sí, Karine, mi personaje, se ocupa de muchas cosas, gestiona y tranquiliza a los demás. Sobre todo a Jean, el cuidador de acogida del que está enamorada, pero en su interior siente cierta desazón.
También me gusta la pareja que él y su esposa forman en la película. Se nota que se llevan tan bien, es algo sensual y físico.
La visión de Jeanne del hombre moderno está en sintonía con la forma en la que hombres y mujeres están evolucionando.
Y en cuanto Gilles cogía un bebé, se calmaba, sonreía, lo seguía con los ojos. El bebé estaba encantado. Gilles tiene un aura que tranquiliza a los bebés. Creo que eso le impresionó mucho.

¿Y Élodie Bouchez, con quien interactúas en un contexto muy emocional?...
La conozco hace mucho tiempo. Me encanta su personalidad deslumbrante. Está impresionante en la escena en la que habla con el bebé.
Élodie hizo dos tomas y estuvo increíblemente emotiva y auténtica.


ENTREVISTA A GILLES LELLOUCHE...
¿Estabas familiarizado con el tema de En buenas manos (Pupille)?...
La verdad es que desconocía totalmente en qué consiste el procedimiento de adopción en Francia, pero tenía amigos que habían adoptado. No sabía de la existencia de esa cadena humana que trabaja incansablemente para encontrar un hogar para bebés abandonados. Admiro a Jeanne por sacar a la luz este tema.

Al darte el papel de Jean, la directora pone de manifiesto hasta qué punto algunas profesiones tradicionalmente femeninas se están masculinizando. ¿También te sorprendió que los hombres cuidaran de bebés y niños que esperan encontrar una familia?...
¡Me sorprendió y me impresionó! ¡Era fantástico! Sé que mi personaje le debe mucho a un Jean que existe en la vida real y que trabaja como cuidador temporal cerca de Brest. Jeanne hizo mucha investigación para mi personaje. Está maravillosamente bien escrito, con humor y ternura.

Jeanne Herry es actriz, escritora y directora: ¿cómo te dirigió ella?...
Es una mujer increíble, llena de vida y energía; quiere a sus actores y puede que se deba a su propia experiencia de actriz. A diferencia de algunos directores, ella no le tiene miedo a los actores. Es una relación fructífera y relajada, nunca restrictiva.

En esta película actúas con Sandrine Kiberlain, que siente una pasión asimétrica por ti. ¿Cómo fue trabajar con la Katharine Hepburn francesa?...
¡Fue un absoluto placer trabajar con Sandrine! Es increíble y tiene ese un tipo de gracia que tan me gusta y que no se suele ver en los actores. Está totalmente inmersa en la inteligencia de la interpretación. Mathieu Amalric también tiene eso. Es maravillosa tanto dentro como fuera del set.

Háblame de Élodie Bouchez, la mujer que va a adoptar, a quien Jean enseña amablemente a confiar en ella en su relación con el bebé...
Tengo que reconocer que me impresionó su incansable compromiso emocional y físico. Y la escena cuando ella le habla al bebé es aún más impresionante,

Y a esto se suma tu impresionante presencia, la de un hombre viril y protector...
No tengo muchas alternativas para personificar lo que ya soy. Acepto lo de viril pero no me gusta cuando me tachan de macho o del típico patán heterosexual impresentable, como dijeron de mí hace unos años. Mi personaje en En buenas manos (Pupille) está escrito con tanta benevolencia que me limité a adoptar una actitud tierna y considerada, que asumo que también está acompañada por sus propias dudas. Adoro a este Jean, que vive en su burbuja doméstica y crea un vínculo con un bebé sabiendo que solo estará con él un par de meses aunque vivirá con él como si fuera su hijo. ¡Además cocina para su mujer! Me encanta que Jeanne Herry le hiciera decir a mi mujer en la película: “No me gusta que no hagas nada, no eres sexy cuando no haces nada". Los hombres han cambiado, pueden cambiar y cambiarán... Tengo una hija de 9 años y la diferencia de actitud entre ella y yo y la relación que tenía mi padre conmigo es tan enorme, ¡que parece un mundo completamente diferente! Todo eso constituye el tema de En buenas manos (Pupille) y mi personaje se alimenta de ello.
Se entrega al cien por cien, está en un estado de vibración emocional increíble. Desde nuestra primera escena juntos, comprendí que había algo excepcional en su actuación.

La película En buenas manos (Pupille) defiende los servicios públicos y solidarios, ¿también lo defiendes tú?...
Apoyo totalmente el mensaje, sus esperanzas, incluso su utopía, la recuperación de la solidaridad, una palabra que ha ido perdiendo sentido. En broma, le dije a Jeanne en el set: “Tus espectadores van a pensar que vale la pena pagar los impuestos”... Desconfiamos de la utilidad de los servicios públicos, pero en este caso tenemos la prueba de que el dinero público se destina a este acto de injerto, una adopción feliz, ¡y no solo en la construcción de otra rotonda!
Es muy parecido a lo que quería expresar en mi película, El gran baño, es decir la confianza en lo colectivo, la humanidad, el rechazo de la tecnología omnipresente.


ENTREVISTA A ÉLODIE BOUCHEZ...
¿Estabas familiarizada con el tema de la película?...
Tengo algunos amigos que han adoptado, pero no sabía nada del tema hasta que hice mi papel en En buenas manos (Pupille). Además, cada historia es única. El guión era increíble, muy bien escrito y con una estructura atrevida, como un gran ballet sobre el nacimiento de este bebé y su destino. Me impresionó y me recordó a Vidas cruzadas (Short cuts).

¿Hiciste alguna investigación o conociste a alguna madre adoptiva?...
Jeanne no me pidió que lo hiciera, así que seguí sus métodos. Para mí, el periplo de Alice era totalmente claro y transparente. Ella emprende un largo viaje. Tener un hijo que debía hacerlo con ese estallido de emociones, pero ella quería más control y al final se mantuvo la escena con una enorme carga emocional.

¿Cómo es Jeanne Herry como directora?...
Es muy precisa, y es buena a la hora de afinar, de ayudar a los actores a explorar, y lo hace con sutileza. Irradia entusiasmo, ganas de vivir, claridad y los actores se entregan con toda naturalidad.

Olivia Côte encarna a tu "abnegada" trabajadora social en escenas que son desgarradoras, así como en enfrentamientos reales y constructivos...
Su punto de vista ayuda a Alice a definir su plan con más detalle. Olivia y yo tenemos la misma forma de trabajar, con energía, humor y concentración. Me encantó nuestra ósmosis.
es un problema para su relación, pero al final este destino bastante solitario la lleva al acto del injerto, la adopción. Tal y como lo veo yo, el personaje es una oda a la confianza, a la confianza en el destino y a la benevolencia de los trabajadores sociales.

Jeanne decidió hacer un primer plano en la primera escena, ¿es emocionante verse tan de cerca, expuesto, desnudo?...
Actúo "con los ojos vendados", y me encanta. Desde que me dedico a esta profesión, me niego a saber cómo me están filmando, encuadrando y cómo se preparan las tomas. Yo me coloco en un plano amplio, cómodo, o frente a la cámara, y confío en lo que hacen.

¿Conocías la profesión de Alicia antes de hacer esta película?...
Nos parece que tenía otro trabajo cuando estaba casada, pero Jeanne hace hincapié en su trabajo de audio descriptora que encaja muy bien con mi personaje; Es algo que ella hace en la sombra, pero su contribución es muy importante; es una gran ayuda para los ciegos, un regalo, una solución.


ENTREVISTA A OLIVIA CÔTE...
¿Cuánto hace que conoces a Jeanne?...
Hace 20 años que somos amigas; nos conocimos en la Escuela de Estrasburgo. Fue amor platónico a primera vista. Jeanne y yo somos muy amigas. Creo que es extraordinaria, hasta el punto en que la tengo como uno de mis "contactos de emergencia en caso de accidente”. Es la estabilidad en persona. Y además tiene un gran talento como directora, su buen ojo, su honestidad y su amor por los demás, sin culparlos ni juzgarlos. Sabe cómo dirigir a los actores porque los quiere de verdad. Jeanne exploró diferentes medios de expresión. Fue actriz, escritora, directora de escena, pero cuando vi su trabajo en el cine, le dije "Chica, ¡has encontrado la horma de tu zapato!”

Has trabajado con más de una docena de directoras, incluida Jeanne Herry. Esta cifra debe ser un récord para una joven actriz francesa como tú. ¿Es una decisión política deliberada?...
No sé cómo explicarlo, ¡pero siempre he atraído a las mujeres! Siempre me ha resultado más fácil trabajar con ellas. Es más fluido, no hay tensiones tácitas ligadas a la seducción y a la susceptibilidad de los hombres que puedan interferir y pesar sobre la relación. Todas esas directoras, Léa Fazer, Marion Vernoux, Lisa Azuelos, Mona Achache, Solveig Anspach, Marie-Castille Mention-Schaar, pertenecen a generaciones y entornos diferentes, pero trabajar con ellas siempre ha sido algo natural y no forzado. Es un placer trabajar con un director que también es un amigo, como es el caso de Jeanne.

¿Cómo definirías la energía de Lydie?...
Tiene energía para dar y tomar, para lanzarse a la aventura humana que constituye cada caso. Es una mujer que ha dedicado su vida a proteger a los niños. Quería conocer a un trabajador social antes de empezar a rodar porque sabía que iba a hacer una escena difícil en la que tenía que decirle a una pareja que su solicitud de adopción había sido rechazada. ¿Cómo le dices eso a alguien? ¿Cómo puedes ser empático, sin dejarte llevar el sufrimiento que estás causando?

¿En qué consiste el trabajo de Lydie como trabajadora social?...
Es un trabajo centrado en observar y escuchar. Estoy impresionada con mi personaje. Es un trabajo extraño y maravilloso, entre empatía y firmeza. Se enfrenta a diario con personas vulnerables, expuestas, llenas de esperanza y tan frágiles.
Mi lema para comprender y hacer el papel fue "implicarme pero manteniendo la distancia correcta”.

La película aboga por la solidaridad, lo público, para que estas agencias sociales tengan recursos suficientes para llevar a cabo su misión...
Jeanne solía decir: "Es un homenaje a la República Francesa, a sus trabajadores sociales y a sus educadores”. Se paga a diez personas para forjar el destino de un pupilo del Estado, un bebé abandonado. Solo espero que sigan haciéndolo. Toda esa solidaridad que se pone en marcha para encontrar una familia para un niño, es conmovedora, magnífica. Gilles Lellouche, a quien también afectó mucho el tema, dijo que “la película hará feliz a la gente. ¡Les encantará ver dónde van sus impuestos!”

¿Cómo dirigió Jeanne Herry el otro colectivo, él de los actores?...
Los apoya y se mueve en la misma dirección que ellos. Su manera suave y segura de dirigir me recuerda a una cita de Friedrich Nietzsche, "bailar con cadenas”. Jeanne trabaja con precisión y se libera a pesar o gracias a las restricciones.

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