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NOTA DE LA DIRECTORA...
Vengo de una familia de mujeres fuertes, centros de familia, por un lado mi abuela paterna, jefa de hogar crió a sus siete hijos sola, mi abuela materna con once hijos, mi madre por su cuenta con cinco. Todos mis recuerdos sobre el amor giran alrededor de situaciones o conversaciones con mi mamá, mis hermanas, mis tías, mis abuelas. De ellas aprendí a amar. Ellas sin saberlo me enseñaron que el amor debía ser incondicional, complaciente, me enseñaron a estar a disposición de los demás, a amar de forma “maternal”.
Pocas veces entendemos el machismo desde el amor. Y pocas veces lo asociamos al lado más femenino que creemos tener. El amor materno muchas veces es machista, y estos patrones que aprendemos sin darnos cuenta los repetimos en las distintas esferas de nuestras vidas. Aprender a amar es un acto político.
Con El Despertar de las Hormigas quise reflexionar sobre esas pequeñas acciones que día a día nos van enseñando a complacer, servir, atender, estar casadas, ser madres, ser para los demás; enseñanzas y exigencias heredadas que no surgen de la mala intención, sino de la costumbre.
Quería contar una historia que retratara ese amor maternal idealizado y machista que nos hace desvelarnos por los demás y nos lleva a olvidarnos de nosotras mismas. Isabel es una mujer sencilla, nunca se cuestionó qué quería. Toda su feminidad, sexualidad y realización personal han pasado por las exigencias ajenas que, sin pensarlo mucho, asumió como propias. La vida la encontró a sus 30 años, casada con dos hijas, con un marido de una familia grande que le plantea muy claramente lo que esperan de ella. Isabel comienza a dudar. Y de esa duda surge una gran y silenciosa revolución.
En plena tercera ola del feminismo, en un contexto de gran movilización, donde mujeres de todo el mundo gritan al unísono #NiUnaMenos y #MeToo, con El Despertar de las Hormigas busco explorar aquellas violencias no dichas, las que se silencian, las que se guardan en casa. El abuso y micromachismos se enseñan a puerta cerrada a través de las pequeñas cosas, tenemos la responsabilidad de romper el silencio, abandonar la costumbre y reeducar en el amor a nuestros hijos e hijas. Esta es la verdadera revolución.
La película representa para mí los miedos e inseguridades de descubrirse como mujer en un mundo cambiante, que a ratos te da atisbos permisivos, te deja creer que podés decidir, pero que constantemente te tienta con la costumbre.
Seguimos siendo infinitamente conservadores. Isabel - así como yo - entiende que tiene que dejar de simplemente ser y decidir quién quiere ser.
Me encantaría que conozcan a Isabel y la acompañen en su viaje de descubrimiento y replanteamiento de su identidad, en su proceso profundo de resistencia social y hermosa transformación.
La historia de Isabel de El Despertar de las Hormigas está inmersa en un proyecto transmedia que explora qué es ser mujer y reflexiona sobre la sexualidad en las diferentes etapas de la vida: niñez, juventud y adultez. El proyecto es interdisciplinar y colaborativo, e invita a artistas de todo el mundo a crear un mosaico colectivo de experiencias honestas sobre feminidad y sexualidad para desmitificar el tema y provocar una ruptura con la violencia inherente a los roles tradicionales de género.
En Costa Rica hasta hace poco no habían programas de educación sexual, y desde que se empezaron a implementar los programas del Ministerio de Educación Pública en las aulas de las escuelas y colegios públicos del país, ha surgido un grupo de padres que bajo el lema “a mis hijos los educo yo” perpetúan de forma muy desafortunada los mitos alrededor de la sexualidad. Es claro que la falta de discusión sobre el tema resulta en altas tasas de embarazo adolescente, abortos ilegales, violencia sexual, así como frustración e insatisfacción. Este panorama se repite en muchos otros países latinoamericanos. Aprender sobre sexualidad sana, donde la mujer pueda ejercer el derecho a decidir sobre su propio cuerpo y aprendamos la responsabilidad que tenemos las mujeres con nuestro placer y satisfacción, también es un acto político.