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  Vivió durante muchos años de su vida en Francia, desarrollando una actividad científica que nunca se conoció al sur de los Pirineos. Su prestigio y sus cualidades humanas fueron tales que llegó incluso a ser Presidente del Gobierno de la República en el exilio. Le hablamos de un español universal. Y este documental narra su fascinante vida y recupera su llegado del olvido.
  ¿Cómo es posible que Emilio Herrera no sea conocido en España, ni siquiera en los ámbitos científicos? ¿Cómo un personaje que aparece en todos los grandes hitos de la aviación, las comunicaciones y la astronáutica mundial sea tan ignorado?.
  En el autogiro de De la Cierva, en los grandes vuelos de principios del siglo XX, fundando la Escuela de Ingenieros Aeronáuticos; creando un laboratorio aerodinámico de referencia mundial en Cuatro Vientos, desarrollando un inmenso proyecto de hacer de España la terminal de Europa con una linea regular de dirigibles que cruzaban el océano.
  En todos los grandes hitos de la aviación estaba la mente de Emilio Herrera. Siempre con una visión clara, adelantándose a su tiempo.
Fue comandante del famoso Gran Zepelín en el primer vuelo a Nueva York, desde donde hizo la primera llamada telefónica que cruzó el Atlántico para contar su aventuraal rey. Creó las primeras rutas aéreas con América. Patentó aparatos y cartas aéreas que utilizaron los aviones durante décadas.
  Y hacia 1935 fue portada en la prensa de medio mundo debido a su, entonces famosísimo, traje de astronauta con el que intentaría alcanzar el espacio, algo visionario e inimaginable entonces. Si la terrible guerra civil hubiera empezado uno meses más tarde habría conseguido un hito universal.
  Como divulgador fue un gran defensor del uso pacífico de la ciencia. Anticipándose y denunciando los desastrosos usos que podía tener la recién descubierta energía nuclear; lo que sorprendió a las potencias de la guerra fría que no entendían como una persona sola desde su apartamento de Paris sabía tanto de aquella nueva arma destructiva.
  Fue tan conocido que no es de extrañar que primero se lo quisieran llevar los ingenieros de Hitler para trabajar en los laboratorios que desarrollaban las terriblemente famosas V2; y posteriormente la mismísima NASA desesperada por por alcanzar a los Soviéticos en la carrera espacial.
  Su capacidad era tal que diseñó vuelos espaciales y satélites de comunicaciones con los cálculos de trayectorias y toda la ingeniería necesaria para llevarlos a cabo muchos años antes de que se hicieran realidad.
  Herrera trabajó para la ONU como asesor científico.
Fundó el Ateneo Iberoamericano de París, y contaban que por su humilde casa era fácil encontrar a toda la intelectualidad del momento: Picasso, Neruda, Madariaga. y así en un largo etc.
  Siempre fue fiel a su palabra y sus ideas.
Consideraba la rectitud y el honor los pilares del hombre.
  Su vida fue un ejemplo continuo; cómo cuando en 1931 se declaró la segunda República y tuvo que reunirse con Alfonso XIII para que le desligara del juramento como Gentil Hombre de su Majestad. Si tenía que servir al nuevo gobierno legalmente establecido no podía convivir con su palabra dada a una monarquía que ya no ejercía. En la España dividida que llegó más adelante fue un ejemplo de lealtad y rectitud.
  Amigo de Einstein, vivió con Picasso el anhelo y las acciones libertadoras en España. Neruda dijo de él: “aliento insobornable contra la injusticia”. Miguel Maura: “No creo que haya habido ejemplo igual nunca… fue cumbre del exilio”.
  Lo recuerdan como el gran auxiliador de los exiliados españoles que llegaban a su casa buscando una ayuda que nunca les negó, muchas veces aumentando sus privaciones, de las que nunca se le escuchó una queja.
  Son tantos personajes fundamentales de nuestra historia reciente los que estuvieron en su universo que no hacen sino agrandar su figura. Dicen que los científicos no pasa na la fama por llevar una vida anodina.
  Herrera fue mucho más, y con él nos enfrentamos a una existencia polifacética llena de aventuras y dramatismo, entremezclados con los hechos históricos mas determinantes del último siglo. Aunque sea tarde, Emilio Herrera merece ser conocido y estar en el altar de nuestros más grandes hombres.
  En su lápida se puede leer: “No lo lloréis, imitadlo”