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SINOPSIS
Mientras se prepara para dejar la política, Elisabeth de Raincy, presidenta de Francia, descubre que un escándalo afectará a su sucesor designado y dará la victoria al candidato de extrema derecha. Ella y su equipo tienen tres días para cambiar el curso de la historia por todo tipo de medios y estrategias...
INTÉRPRETES
BENJAMIN BIOLAY, EMMA DE CAUNES, LÉA DRUCKER, ALBAN LENOIR, DENIS PODALYDÉS
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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
Como ‘French Bold’ en 2015, ‘El Mundo de Ayer’ trata sobre el ascenso de la extrema derecha en Francia, pero en términos de política e instituciones. ¿Cómo surgió la película?...
Por desgracia, el problema no ha hecho más que empeorar desde 2015, no sólo en Francia sino en todo el mundo. Obviamente, me preocupa. Hemos tenido a Trump, Bolsonaro, Turquía, Hungría, Polonia, Salvini en Italia, todo al mismo tiempo. No veía el sentido de escribir sobre otra cosa, la verdad...
¿Cómo fue la redacción del guion?...
No quería que la historia fuera totalmente realista, supongo que me influyó mi afición por la tragedia y el teatro isabelino. Quería que la película fuera a la vez un thriller político y un relato con moraleja. Sabía que el ambiente tenía que ser fluido, alejado de los juegos políticos a la francesa.
Sin embargo, aunque el tono en sí no es realista, quería que todo lo relacionado con la jerarquía, las relaciones laborales entre los personajes y el lenguaje utilizado en la residencia presidencial fuera auténtico. Y para ello necesitaba la ayuda de los expertos.
Gérard Davet y Fabrice Lhomme son reporteros políticos del periódico Le Monde y aceptaron ser mis asesores.
Me dieron su opinión sobre los diálogos, sobre la relación personal y oculta entre estos colaboradores... Me animaron a utilizar registros lingüísticos que quizá no me hubiera planteado. Los personajes llevan mucho tiempo trabajando juntos, hay sin duda un cierto nivel de respeto, pero también de intimidad. Es importante entender cuando dicen “Sra. presidenta” o “Elisabeth” a cuando hablan de “Tú” o “Usted”...
Una vez terminado, llamé a Christophe Honoré para ultimar el guion con él, siempre centrándome en los mecanismos del thriller político, así como en la fuerza emocional de la historia.
Al principio de la película, sentimos que es el fin de una era...
Sí, las cosas ya han dado un giro trágico y enseguida nos damos cuenta de que la situación es aún peor de lo que nos pensábamos. Elisabeth es una presidenta republicana de centro izquierda cuyo mandato está llegando a su fin. No se presenta a las reelecciones. Tiene problemas de salud y su legislatura ha sido un desastre. ¿Qué ha fallado? No lo sabemos. En cuanto a la estructura narrativa, la historia tuvo que desarrollarse a lo largo de tres días, por lo que no tenemos una visión de lo que sucedió antes.
Pero creo que, de alguna manera, lo entendemos, estamos acostumbrados a que los presidentes tengan grandes objetivos cuando asumen el cargo, sólo para acabar saturados; no necesariamente reniegan de sus convicciones, simplemente no las cumplen. Pueden verse perjudicados por alguna crisis, como la Covid, un atentado terrorista, un movimiento social, etc. Pero a veces son víctimas de su propia cobardía, impotencia o desprecio... Empezamos con ideales y terminamos con arrepentimientos. Este tipo de fracaso alimenta la protesta social, el odio, el malestar y el fascismo. Ha sido así desde el principio de los tiempos.
Ante un proyecto que probablemente permitirá que el candidato de la extrema derecha llegue al poder, la presidenta es instada a actuar por su jefe administrativo...
No sé qué decidirá hacer Elisabeth; la película tiene un final abierto. No doy pistas sobre lo que creo que debería hacer (sinceramente no lo sé), los personajes tienen sus propias opiniones... La cuestión de la delincuencia estatal es compleja; como dice Frank: “cuando Francia ejecuta a un soldado del Daesh, ¿se trata de un crimen de Estado? Hace un tiempo, el presidente se reafirmó en un tuit ante la noticia de que el ejército francés había “neutralizado” a un dirigente de Al Qaeda. Neutralizar significa matar. ¿En qué momento podemos decidir que un ser humano ha de ser juzgado, pero otro no? ¿Cuándo uno se convierte en asesino? Aquí la belleza del relato: se cuestiona la moralidad sin dar una respuesta clara. Cuando era estudiante, con sólo una pequeña noción de lo que significaba la extrema derecha, a veces nos preguntaban: “si hubieras podido matar a Hitler en 1933, ¿lo habrías hecho?” La película se titula El mundo de ayer y termina con las últimas palabras del libro homónimo de Stefan Zweig, y ya sabemos lo que hizo después...
¿Cuáles fueron sus decisiones como director?...
He optado por una puesta en escena clásica, con algunos códigos del género del thriller, aunque no necesariamente del thriller moderno: casi no utilizo ninguna toma fija, sino planos de seguimiento, contra planos, técnicas que no suelo utilizar a menudo. He intentado no acumular tomas y enfoques de cámara para no aburrir al espectador. Y centrarme en los rostros. No tengo miedo al clasicismo. Además, cuanto más veo las películas de actualidad, más me doy cuenta de que el clasicismo ha muerto y que está pasado de moda… así que… ¡A por ello!
Y qué hay de la música, ¿está siempre presente en la película?...
La música tiene un papel importante en la película ya que acompaña toda la historia. La banda sonora del compositor y violonchelista Valentine Duteil enfoca la película hacia los sentimientos. Le pedí que compusiera un pequeño concierto para un cuarteto de cuerda, con un vals triste y pizzicato para realzar el suspense y la atmósfera onírica.
¿Cómo se recreó el Palacio del Elíseo?...
Nunca lo denominamos el Elíseo. La idea era recrear un palacio presidencial creíble, pero que, de hecho, no es el Elíseo. Fue divertido ya que rodamos la mitad de la película en el castillo de Rambouillet, y la otra mitad en el ayuntamiento de Rennes.
Mencionamos a La Bella y la Bestia en la película, y pensé mucho en Cocteau o en la obra de Man Ray. El palacio es también un escenario. Un espacio que oprime a los personajes, un lugar en el que la espontaneidad está prohibida, en el que cada uno de los movimientos es analizado y en el que se siente el peso de la historia.
Frank está obsesionado con la idea de dejar huella en la historia...
Creo que todos nos preguntamos qué huella vamos a dejar, más aún en puestos de altísima responsabilidad.
En un momento de la película, Frank le dice a Elisabeth: “Tu nombre aparecerá como una marca en los libros de historia”. ¿Eres Churchill o Chamberlain? La posteridad no es relevante para los personajes comunes, perosí para personas de este calibre.
Frank insiste: “hay cosas más importantes que nosotros mismos, nosotros no somos nada”. Poco a poco se esta frase se va apoderando de la conciencia de Elisabeth. Sabe que deberá pagar el precio de un modo u otro. La extrema derecha es la muerte. Siempre lo ha sido, sea cual sea el momento o el lugar. Ya sea político, religioso o económico - podemos ver los resultados en el entorno - el fascismo es la muerte. La película está impregnada de muerte.
GALERÍA DE FOTOS
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