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EL LLANTO
INFORMACIÓN
Titulo original: El Llanto
Año Producción: 2024
Nacionalidad: España, Francia, Argentina
Duración: 106 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 16 años
Género: Terror
Director: Pablo Martín-Calero
Guión: Isabel Peña, Pablo Martín-Calero
Fotografía: Constanza Sandoval
Música: Olivier Arson
FECHA DE ESTRENO
España: 25 Octubre 2024
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Universal Pictures


SINOPSIS

Algo acecha a Andrea, pero nadie, ni siquiera ella misma, puede verlo a simple vista. Hace veinte años, a diez mil kilómetros, la misma presencia aterrorizaba a Marie. Camila fue la única persona que pudo entender lo que le ocurría, pero nadie las creyó. Al enfrentarse a esa amenaza opresiva, las tres escuchan el mismo sonido sobrecogedor. Un llanto...

INTÉRPRETES

ESTER ESPÓSITO, MATHILDE OLLIVIER, MALENA VILLA, ÁLEX MONNER, SONIA ALMARCHA, TOMÁS DEL ESTAL, CLAUDIA ROSET, JOSÉ LUIS FERRER, MALENA VILLA, LÍA LOIS

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NOTAS DEL DIRECTOR...
   Siempre concebí “El llanto” como una película de género en la que lo más importante son los personajes. El centro y motor de la película son Andrea, Camila y Marie, tres mujeres jóvenes que buscan su lugar en el mundo. Sus historias no coinciden en el tiempo, pero todas tienen una edad similar y atraviesan un momento vital parecido en el momento de la narración: son mujeres que acaban de entrar en el mundo adulto y que cuando están en pleno proceso de desarrollo de su identidad, una fuerza terrible, ajena a ellas, cambia radicalmente sus vidas. Uniéndolas de una forma terrible.
  En algunas películas de terror los personajes son una mera excusa para que avance la trama y llegar a mostrar al mal o al monstruo de turno. El objetivo principal de Isabel y mío durante la escritura del guion ha sido dotar de alma a Andrea, Camila y Marie. Crear personajes complejos, vivos.
  Porque si no empatizas con los personajes, si como espectador no piensas que son reales, no sufrirás con ellos y por lo tanto ni la historia ni el género funcionarán.
  Además, la película se divide en tres capítulos, uno por cada personaje principal. Cada capítulo está contado a través del punto de vista de una de ellas, lo que nos hace estar más cerca de los personajes y ver la historia a través de sus ojos.

El miedo y la angustia...
  Mis películas favoritas son siempre testigos de su tiempo, son reflejo y consecuencia de cómo era el mundo en el momento en que fueron realizadas. Las mejores películas del género de terror muestran los miedos y angustias de la época en la que fueron escritas y rodadas. Como si fuesen un reflejo oscuro de la realidad o de su subconsciente, de lo que se quiere tapar pero que siempre acaba asomando.
  En este caso, el reflejo de una violencia estructural de una sociedad que por desgracia no ha cambiado tanto como nos gustaría y como a veces aparenta o queremos creer. Y de cómo el dolor no solo afecta a las víctimas en sí, sino también a sus hijos y seres queridos, haciendo que este perdure y pase de generación en generación.

El llanto es una pesadilla...
  Según Walter Murch, teórico del cine -también montador de películas como “Apocalypse Now” y “La conversación”- el lenguaje cinematográfico está ligado a los sueños, a la sucesión de imágenes que vemos mientras dormimos. Él defiende que ese es el motivo por el cual desde el principio fue tan fácil para los espectadores asimilar y comprender los saltos temporales, el paso a nuevas localizaciones en la narración, las sucesivas apariciones de distintos personajes que se van sumando a la historia… Me gusta pensar que está en lo cierto y me hace llegar a la conclusión de que, si el cine en general apela al lenguaje onírico, el cine de terror apela en concreto a las pesadillas, con todas las posibilidades visuales y emocionales que ello conlleva.
  Veo “El Llanto” como una pesadilla, una película llena de imágenes llenas de significado, oscuras, a veces cercanas al surrealismo. Atmósferas profundas y desasosegantes y un uso del tiempo más propio de dichos sueños que de los parámetros comunes del cine de terror. Uno de los objetivos de “El Llanto” es no solo que no sepas qué va a ocurrir al final de la película, es que no sepas qué va a ocurrir al momento siguiente. Como en las pesadillas.
  Desestructurando la historia, nos adentraremos en un “tiempo pesadillesco” a medida que huimos de la linealidad habitual del cine de terror que en ocasiones lo hace previsible.
  La decisión de utilizar una estructura no lineal no es sólo una cuestión formal, tiene un sentido narrativo y también conceptual. Provocar en el espectador una sensación de bucle, de repetición. Apuntando a una violencia inherente a la sociedad y su consiguiente dolor que desgraciadamente ha ocurrido, está ocurriendo y probablemente siga pasando.
  Aquí, allí, en España, en Argentina, en centro Europa, en todos los sitios.

Una película de terror moderna...
  “El Llanto” la narración viaja al pasado para entender el presente y poder atisbar el futuro. Lo mismo hemos hecho Isabel y yo conceptualmente: mirar hacia atrás en el género para arrojar una nueva mirada sobre ciertos arquetipos del cine de terror.
  La casa encantada, tótem del terror gótico, es en “El Llanto” un lugar anodino, un espacio que vemos en nuestro día a día caminando por cualquier ciudad y al que no prestamos atención. No es una casa de madera negra del siglo XVII en lo alto de una colina. Es un bloque de apartamentos.
  Sencillo y olvidable, el típico lugar donde desgraciadamente ocurren episodios violentos. Una casa normal que podría ser la de cualquiera.
En “El Llanto” las psicofonías se escuchan a través de AirPods, no son grabaciones de mala calidad en viejos magnetófonos. Es un sonido nítido, digital y atemporal que se ha colado en los cascos de Andrea. Así es como pienso que oiríamos una llamada de auxilio desde el inframundo en el año 2024.
  Cuando el mal aparece en “El Llanto”, no asusta: destroza y mata. Isabel y yo hemos luchado deliberadamente contra ese arquetipo en el que el mal va apareciendo poco a poco, dejando oportunas pistas, hasta que se presenta con toda su fuerza en el último acto. Aquí no hay sustos: hay horror, y cuando hace acto de presencia cambia a los personajes para siempre. Aquí tampoco hay un descubrimiento final que hace que todo se resuelva en el clímax: aquí el daño es irreversible.

La cámara, el presente y el pasado...
  “El Llanto” ocurre en dos tiempos y lugares diferentes: primero en el Madrid de la actualidad, después en La Plata, Argentina, en 1998.
En la parte que transcurre en el presente hay material rodado con móviles, videollamadas, cámaras de seguridad…
  También iPhone Live Photos, Google Maps, Google Street View, WhatsApp, múltiples dispositivos y aplicaciones que forman parte de nuestro día a día. Todas estas diferentes pantallas y cámaras se han utilizado de forma narrativa haciendo avanzar la historia, pero también generando terror de una forma insidiosa: al ser elementos tan presentes en nuestra rutina, necesarios tanto para nuestro trabajo como para nuestras relaciones sociales, he intentado mostrar cómo el horror puede entrar por esta vía en nuestras universidades, casas, dormitorios… En lo más íntimo de nuestras vidas.
  Es una obviedad decir que con el avance de la tecnología el mundo va más rápido que nunca, pero paradójicamente la mayoría de las cosas que hacemos son sentados frente a una pantalla. Mi sensación es que el mundo se mueve cada vez más rápido pero nosotros cada vez nos movemos menos. He querido mostrar esta percepción personal en la primera parte de la película, con muchos planos que rozan lo contemplativo, encuadres que muestran la soledad de Andrea, ocasionales zooms… Un estilo visual frío y preciso que refuerce mi sensación sobre cómo la tecnología ha cambiado nuestra forma de estar en el mundo y de relacionarnos.
  En cuanto a 1998, en aquel año prácticamente comenzaba mi adolescencia, recuerdo perfectamente aquella época sin teléfonos móviles, con un internet todavía en pañales, solo dos canales de televisión en mi ciudad… También recuerdo que si querías que te pasasen cosas tenías que salir a la calle y daba la sensación de que todo podía ocurrir, nada era virtual, todo parecía estar vivo. En la parte de Argentina quise mostrar esa sensación a través de una cámara más física. Con movimientos rápidos de dolly y steady y más planos cámara en mano. Una cámara viva, enérgica, dentro de la acción. Además, la textura analógica -y por lo tanto orgánica- del material rodado con vídeo analógico aportará calidez a la imagen y ayuda a viajar atrás en el tiempo. Pero no he querido hacer una mirada nostálgica y edulcorada de esa época, no quería restar un ápice a la dureza de la historia.
  A pesar de estas diferencias he buscado una unidad estética general en ambas partes para reforzar la sensación de continuidad entre ambas. Con una luz realista que no recuerde al cine de género, con cierta crudeza en las texturas que aporten verdad a la historia y con encuadres milimétricos pensados para buscar siempre la tensión.
  Quería que a pesar de ser una película con ciertos toques fantásticos el mundo que refleja “El llanto” sea tan creíble como en el que vivimos todos los días de nuestra vida.

NOTAS DE LA GUIONISTA...
  A principios de 2019, Pedro me hizo una propuesta: escribir juntos una peli de terror pequeña y sencilla, que se pudiera producir de manera más o menos fácil porque él tenía muchas ganas de rodar, quizá incluso el próximo invierno. Le pregunté qué tenía en mente y me describió una imagen: una mujer joven baila en una discoteca bajo las luces estroboscópicas, hasta que algo, alguien, que no podemos ver empieza a golpearla, y nadie sabe si es una pesadilla o si es real, ni siquiera ella misma. Era solo una imagen, pero había algo en lo que acababa de escuchar que me cautivó tanto como me asustó, y acepté su propuesta: íbamos a escribir rápido una película sencilla.
  Empezamos a hablar sobre qué película queríamos hacer, a pensar en referentes y, una vez más, las cosas no salieron como estaban planeadas. A medida que íbamos trabajando el guion, la película crecía irremediablemente, en dimensión, en ambición, pero, sobre todo, en los temas que tratábamos. Experimentamos en la práctica lo que ya nos sabíamos desde lo teórico, y es que el terror es un género que permite hablar de lo humano desde un lugar fértil, sorprendente, desprejuiciado, y ahí fue cuando los dos sentimos que nuestro vínculo con “El llanto” acababa de mutar: la historia que queríamos contar ya no se podía ni escribir rápido ni rodar rápido con un presupuesto bajo, pero asumiríamos el riesgo, porque una vez que habíamos llegado aquí, ya solo podíamos contar esta historia de esta manera.
  Llegó marzo de 2020 y mientras estábamos encerrados y separados escribimos mucho, conectados a través de nuestros móviles, y de alguna manera agarrándonos a la escritura para mantener la calma y la cordura. Ese verano tuvimos una primera versión, que no dejamos de revisar y   reescribir hasta el mismo rodaje, que sucedió a lo largo de varios meses en dos continentes.
Cinco años después de que Pedro me contara aquella imagen y arropados por el mejor equipo posible, “El llanto” es una realidad.

NOTAS DEL DISEÑADOR DE PRODUCCIÓN...
  Cuando empezamos a imaginarnos “El llanto” junto a Pedro (director), Constanza (directora de fotografía) y Carolina (diseñadora de vestuario) la primera duda que nos planteamos fue cómo plasmar, a nivel estético, la diferencia de épocas, lugares y contextos sociales en los que transcurre la historia.
  ¿Queríamos o no remarcar una diferencia visual entre la Argentina de finales de los 90 de Marie y Camila con respecto a la actualidad en la que viven Andrea o Lisbeth (Madrid y Bruselas respectivamente)? Debatimos sobre el uso de formatos de grabación diferentes, utilizar cámaras o lentes distintas entre una parte y la otra, incluso hablamos de diferenciar la textura mediante el grano de la imagen o la paleta cromática… pero finalmente descartamos estas ideas.
  Lejos de subrayar esa diferencia decidimos apostar por una unidad visual que recorriera toda la película. Creímos que, si nuestras protagonistas sufrían una misma violencia, sin distinguir origen ni contexto sociocultural, quizá podía ser interesante crear una continuidad estética que reforzara esta idea.
  Nos interesaba que este universo estético uniforme fuera cercano a nuestros días, pero atemporal al mismo tiempo, donde sólo la tecnología de una u otra época permitiera diferenciar en qué momento de la historia nos encontrábamos. Hay algo muy parecido, casi idéntico, entre la casa de Marie, en Argentina, y la de Andrea, ubicada en Madrid casi 25 años más tarde, así como ciertos ecos entre el vestuario de ambas. A lo largo del film se repiten de forma recurrente tanto materiales (el mármol, la madera o el ladrillo) como gama de color: casi siempre imperan los tonos neutros, grises o marrones, para los extras y las localizaciones, mientras que colores como el blanco, el azul o el rojo quedan reservados para nuestras protagonistas y los espacios que habitan.
  Y sólo el verde, que es casi inexistente en la parte de España, pasa a llenar la pantalla cuando la historia viaja a Argentina, gracias a la naturaleza y la vegetación exuberante de Sudamérica. Pensábamos que la creación de una propuesta estética tan reconocible y cercana a nuestra realidad, pero a la vez marcada por una repetición constante de decisiones estéticas muy intencionadas, aportaría cierto toque de extrañeza e incomodidad a la película. Intentamos, siempre siguiendo la visión de Pedro, recrear un universo a medio camino entre la realidad y el sueño, como si algo raro o incómodo se fuera colando continuamente en esa cotidianidad.
  En relación con esto, hacía referencia antes a la importancia que juegan en la propuesta estética de “El llanto” los colores blanco, rojo y azul. No en vano, son los colores que dieron título a la trilogía dirigida por Kieślowski y que aparece referenciada en un momento de la película. El guiño que hacemos al director polaco parte de la admiración que, como nuestra aspirante a cineasta Camila, sentíamos nosotros los días en que éramos jóvenes estudiantes de la escuela de cine.
  Quizá hayamos apelado a aquella estilización (basada en un tratamiento fotográfico naturalista, realista y hasta crudo),
para contar una historia de terror y violencia muy actual. Hemos intentado hacer una película de género, con una propuesta visual sofisticada, usando una cámara sobria y una fotografía austera, para generar esa sensación de extrañeza que tan importante era en la propuesta de Pedro. Desde nuestro punto de vista, la suya era una visión original, interesante y arriesgada, así que esperamos resulte tan placentera de ver para los espectadores y espectadoras como para nosotros ha sido llevarla a cabo.

NOTAS DEL COMPOSITOR MUSICAL...
  La idea de la banda sonora de “El llanto” era crear una prolongación musical de los llantos que escuchan las protagonistas de la película. Una prolongación que funcionará como un hilo conductor entre los distintos saltos temporales. En este sentido, es una música que no busca la individualidad de Andrea, Camila y Marie, sino que crea nexos de unión en cada una de sus historias.
  Uno de los primeros puntos de partida que teníamos con Pedro era el ensayo "Lo siniestro" ("Das Unheimliche", 1919) de Freud, donde el filósofo plantea que lo más inquietante reside en lo más familiar. Inspirado en esa idea, y en el propio planteamiento de la puesta en escena, más cercano al costumbrismo que al cine de terror, hemos decidido utilizar el instrumento más común y corriente: la voz humana.
  Me parecía importante también potenciar que esa música fuese sencilla y que sonara íntima, escrita desde lo pequeño, a la imagen, una vez más, del sonido del llanto. Por ello, he compuesto unos cantos de apariencia simple y a menudo con voces tan suaves como si se fuesen a susurrar al oído.
  Por último, inspirado por la presencia invisible del mal que acecha a esas mujeres, no quería materializar la violencia de manera frontal, sino abordar la opresión desde una posición de vulnerabilidad y de fragilidad. Y crear tensión simplemente con multiplicar esas voces a medida que avanza la trama y repetirlas hasta que parezcan atrapar a las protagonistas en una espiral emocional.
  La banda sonora ha sido interpretada por un coro de seis voces creado y dirigido por Aurora Bauzà y Pere Jou, y grabada en los estudios Sol de Sants en Barcelona.

NOTAS DE LAS PRODUCTORAS...
¿POR QUÉ EL LLANTO?...
  Está en el ADN de todos los productores de “El llanto” hacer películas con vocación de trascender lo exclusivamente comercial. Nos gustan las obras que además de tener el potencial para llegar al mayor público posible, tienen una mirada propia que aportar y un tema del que hablar, y “El llanto” reúne todos estos requisitos. Sentimos que “El llanto” puede llegar desde lugares muy diferentes al corazón de los espectadores, igual que llegó al nuestro. Y que, desde luego, no dejará a nadie indiferente.
  Desde el primer momento nos encantó el enfoque de la propuesta: partir de los arquetipos propios del género de terror para darles la vuelta desde una mirada autoral.
  Y de forma complementaria pero fundamental, estaba el tema. “El llanto” habla de cosas que nos importan, de realidades que nos definen como sociedad. Nos invita a hacernos preguntas, pero sin plantearlas de forma evidente en la narración ni darnos las respuestas.
  Y más allá de todas las razones intrínsecas al propio proyecto, uno de los motores fundamentales durante todo el proceso fue la creencia en Pedro como nueva voz en el panorama de directores europeos, y el deseo de acompañarle en su primer largometraje.
  A pesar de tratarse de su primera película, Pedro tiene una amplia trayectoria como director de publicidad, y sus dos cortometrajes realizados en Reino Unido ya mostraban su potencial para la narración y, sobre todo, que es un director con mirada y personalidad propia.

DESAFÍOS...
  El primer desafío fue la financiación. Teníamos entre manos la primera película de un director desconocido, pero con una ambición y unas necesidades de diseño de película industrial media-alta. Por eso seguramente la película ha tardado tiempo en convertirse en una realidad, y se han asumido riesgos elevados en todas las fases hasta lograr encontrar la estructura que la hiciera posible.
  La propia naturaleza de su historia, que transcurre entre España y Argentina, en dos épocas diferentes y con protagonistas de tres países distintos, obligaba a un diseño complejo y minucioso de producción y de estructura de coproducción.
  Además, “El llanto” suponía la primera incursión en el terror para todos nosotros. Esto nos obligó a enfrentarnos a una serie de aspectos técnicos con los que no habíamos lidiado hasta ahora. Por todo ello, teníamos claro que debíamos empezar a trabajar con mucha más antelación de lo habitual, formar un equipo sólido en todas las áreas y en los tres países. Hubo decenas de “primeras veces” de todo, para todos.

POSICIONAMIENTO...
  “El llanto” camina en la frontera entre dos tipos de cine: el cine de terror y el cine de autor. Una dualidad ya presente desde el guion y que fue siempre parte de uno de los grandes desafíos de producción y del diseño de audiencia de “El llanto”. Por momentos, una debilidad, por otros, su fortaleza.
  Y finalmente, la película encontró su lugar. La selección para su estreno internacional en Sección Oficial a Competición en el Festival de Cine de San Sebastián la coloca como una de las grandes sorpresas del año, ya que no es habitual encontrar óperas primas en esta sección.
  Confiamos en que este lanzamiento ayude a construir la trayectoria de una película que, ojalá, atraiga de forma complementaria a distintos tipos de espectadores abrazando su naturaleza de ser algo más que una película de terror.

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