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EMILIA PEREZ
INFORMACIÓN
Titulo original: Emilia Perez
Año Producción: 2024
Nacionalidad: Francia
Duración: 132 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 16 años
Género: Comedia, Música
Director: Jacques Audiard
Guión: Jacques Audiard, Thomas Bidegain, Thomas Bidegain, Nicolas Livecchi, Léa Mysius
Fotografía: Paul Guilhaume
Música: Camille, Clément Ducol
FECHA DE ESTRENO
España: 5 Diciembre 2024
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Wanda Films


SINOPSIS

Sobre cualificada e infravalorada, Rita es abogada de un gran bufete que está más interesado en sacar a los criminales del atolladero que en llevarlos ante la justicia. Un día, se le presenta una salida inesperada, cuando Manitas, el líder de un cártel, la contrata para que le ayude a retirarse de sus negocios y hacer realidad un plan que lleva años preparando en secreto: convertirse en la mujer que siempre ha soñado ser...

INTÉRPRETES

SELENA GOMEZ, ZOE SALDANA, EDGAR RAMÍREZ, KARLA SOFÍA GASCÓN, MARK IVANIR, ADRIANA PAZ, JAMES GERARD, ERIC GEYNES, AGATHE BOKJA, SHIRAZ TZARFATI, TULIKA SRIVASTAVA, YOHAN LEVY, ANABEL LOPEZ, EDUARDO ALADRO, CYRUS KHODAVEISI

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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
¿Cómo se le ocurrió la idea de la película?...
Hace seis años leí Écoute, la novela de Boris Razon. A mitad del libro, aparece un traficante de drogas transgénero que desea someterse a una cirugía. Como el personaje no estaba demasiado desarrollado en los capítulos posteriores, decidí comenzar mi historia con él.

¿Cómo trabajó en el guion partiendo de esa premisa?...
Durante el primer confinamiento escribí rápidamente un tratamiento y me di cuenta sobre la marcha de que se parecía más a un libreto de ópera que a un guion de cine.
De hecho, estaba dividido en actos, había pocos decorados y los personajes eran arquetípicos.

¿Hacía tiempo que quería hacer una ópera?...
No me entusiasmaba demasiado, pero es cierto que la idea de hacer una ópera me había rondado la cabeza mientras trabajaba en Un héroe muy discreto. Alexandre Desplat y yo habíamos pensado en escribir una ópera verista, algo sin demasiadas pretensiones, como Nixon en China, La ópera de los tres centavos o la Carmen de Peter Brook.

Con la idea de una ópera en mente, ¿empezó a buscar un músico?...
Así fue. Un amigo productor, que también es un gran amante de la música, me habló de Clément Ducol, así que me reuní con él.
Su compañera Camille se nos unió pronto como letrista. Los cuatro, incluido Thomas Bidegain, nos encerramos en una casa en las afueras de París para empezar a trabajar. Esto ocurrió en la primavera de 2020.

¿En qué momento el libreto se convirtió en guion?...
Fue cuando empecé a cambiar los personajes de la novela. En el libro, el abogado era un hombre: un tipo cansado, desilusionado y al límite de sus fuerzas. Lo convertí en una mujer. También es abogada, pero joven, ambiciosa, sin escrúpulos, cínica y, con Zoe Saldaña interpretando al personaje, negra. Resulta un personaje con un gran potencial de desarrollo y muchos giros. Además, me di cuenta de que, al igual que Emilia, el guion podía abarcar varios géneros: cine negro, melodrama, comedia costumbrista, musical, telenovela…

¿Por qué tomó un camino tan sinuoso para terminar escribiendo un guion?...
No estoy seguro, pero creo que siempre me ocurre lo mismo. Tengo una intuición, un punto de partida, y aprovecho el tiempo que va pasando para complicar las cosas, para enturbiar las aguas, para esconderme detrás de máscaras... Al final, es decir, durante el proceso de mezclas, la película se acerca más a mi idea original que todas las diferentes versiones intermedias. “¡Qué camino tan largo he tenido que recorrer para encontrarte!”, dice el protagonista al final de Pickpocket, la película de Bresson.

La mayoría de sus películas tratan sobre la paternidad y el legado de la violencia. ¿Es consciente de esta premisa mientras escribe el guion?...
En realidad, soy bastante ingenuo y nunca hago las cosas de la misma forma. Pero es cierto que los temas recurrentes son precisamente la paternidad y la violencia: ¿cómo te deshaces de la violencia paterna?
Ha sido así desde el principio, tengo que reconocerlo. En realidad, mi primer largometraje se llamaba Mira a los hombres caer. Una pista contundente, ¿no es así?

En el caso de Emilia Pérez, plantea su punto de vista de una manera algo diferente al abordar el tema de la masculinidad como subproducto integral de la violencia…
En realidad, se trata de una historia sobre la redención: ¿Cambiar de género te ayuda a ver la violencia masculina desde una perspectiva diferente? Para ser sincero, la verdad es que no lo creo. El personaje de Emilia bien podría asumir esa creencia, pero aun así ella sigue atrapada en la violencia. Lo que es virtuoso en sí mismo es el recorrido vital que la aleja de ese ciclo de violencia. Al final, ya sea muerto o vivo, habrás aprendido algo por el camino.

La mayor parte de la película se rodó en un plató de París. ¿Fue una elección creativa o surgió por necesidad técnica?...
Exploramos varias localizaciones en México, pero no cuadraban. Todos los decorados parecían demasiado reales, demasiado sólidos, demasiado pequeños o demasiado complicados. Mi intuición original estaba relacionada con una ópera, así que ¿por qué no recuperar esa premisa? ¿Por qué no volver a la esencia del ADN del proyecto y rodar en un plató? Esto ilustra perfectamente mi punto anterior sobre el tiempo que suelo perder negando mi intuición original.

¿Cómo trabajaron en la parte visual de la película tanto con su director de fotografía Paul Guilhaume como con su directora de arte Virginie Montel?
Cuando se rueda en un plató, por mucho que suene a cliché, estás ante una página en blanco y tienes que crearlo todo: la iluminación, la escala, los colores… la vida.
Debes pensar en lo que estará en primer plano y cómo reproducir la profundidad de campo. Por ejemplo, había pensado que el primer tercio de la película, centrado en el personaje de Manitas, se desarrollaría de noche o al menos en la oscuridad. Esto ayudaría a reducir el coste del diseño y le daría a la narrativa una identidad visual muy potente. Junto con Virginie Montel, también pensamos que, en ciertos momentos, los extras y su dimensión física aervirían como decorados. Por ejemplo, en la secuencia de apertura del mercado, una suerte de ecuación de cuerpos, los decorados juegan un papel. Pero insisto, siempre hay una posibilidad de que la película se vuelva estática cuando se filma en un plató, así que siempre tuvimos en mente que necesitábamos dinamismo, ya sea en los primeros planos o usando la profundidad de campo. En lo que se refiere a la dicotomía primer plano-fondo nos basamos en lo que habíamos aprendido en Un profeta.

¿A qué se refiere?...
Antes de Un profeta, cuando tenía que rodar, por ejemplo, una escena en la calle, colocaba a los actores en primer plano, ajustaba sus actuaciones y luego preparaba lo que sucedería en el fondo: transeúntes, coches... Pero en Un profeta eso no funcionaba en absoluto. Si ajustaba el primer plano (los personajes principales) y luego me ocupaba del fondo (los extras), esto último carecía de vida. Fue entonces cuando me di cuenta de que primero tenía que ocuparme del fondo, los extras (es decir, la prisión), y cuando eso empezaba a funcionar, añadía a los actores, es decir, les daba vida.

El hecho de ambientar la película en México significaba que iba a tener que volver a trabajar en una lengua extranjera. Después de Dheepan (2015), cuyo personaje principal hablaba en tamil, y Los hermanos Sisters (2018), rodada íntegramente en inglés, ¿por qué ha querido volver a trabajar en una lengua que no es la suya?...
En francés, tiendo a centrarme en la sintaxis, la elección de las palabras, la puntuación… Todo tipo de detalles que no son de mucha utilidad. En cambio, cuando trabajo en un idioma que no hablo bien o casi nada, mi conexión con el diálogo de la película se vuelve exclusivamente musical.

¿La traducción cambió la musicalidad de los diálogos que había escrito en francés?...
Sí, por supuesto, y ese era precisamente el objetivo: escribir una ópera en español, que es una lengua muy potente, muy física, muy acentuada.

Emilia Pérez es su décima película. ¿Qué ha aprendido desde su primera cinta como director en 1993?...
Con mis tres primeras películas aprendí cosas muy concretas. Desde entonces, he utilizado y aplicado todo lo aprendido, pero al mismo tiempo he ido descubriendo cosas nuevas. Gracias a la experiencia, puedes llevar a los actores al siguiente nivel, rodar el tipo de imágenes que tienes en mente con más facilidad, compartir mejor en el set lo que quieres hacer con las personas que necesitan saberlo, es decir con el equipo. Con la confianza, he ganado libertad. Sé hacia dónde voy, aunque no demasiado.

¿Pudo ensayar con las actrices protagonistas antes del rodaje?..
Por lo general, ensayar es un lujo que impones a la gente, pero en este proyecto, con la coreografía, las canciones y los momentos cómicos, fue una necesidad absoluta. Damien Jalet diseñó la coreografía y se encargó de los ensayos.
Clément Ducol y Camille escribieron la música, las letras, grabaron las maquetas y se las presentaron a las actrices… Cada día teníamos tres o cuatro asuntos que cubrir.
Fue agotador, aunque muy emocionante.

Cuéntenos cómo fue el proceso de casting...
Conocí a Selena Gomez una mañana en Nueva York. Recordaba haberla visto en la película Spring Breakers de Harmony Korine (2013), pero no sabía casi nada de ella. En diez minutos supe que sería ella. Fue lo que le dije, pero no se lo creyó. Cuando la llamamos un año después para decirle que la película tenía luz verde, ¡pensó que me había olvidado de ella!

¿Y en el caso de Zoe Saldaña?...
Zoe cumplía todos los requisitos: podía cantar y bailar como bailarina principal; además, su interpretación es sorprendentemente carismática. Zoe quería hacer la película, pero estaba ocupada. Así que la esperamos un año.

¿Y Karla Sofía?...
Encontrar una actriz para hacer su papel fue lo más difícil. Me reuní con muchas actrices transgénero en Ciudad de México, pero no lograba encontrar a la persona adecuada.
Creo que lo que me generaba problemas cada vez que las entrevistaba era que su transición era lo más importante de sus vidas. Desde luego, reconozco que es un hecho trascendental, pero cuando ocupa un lugar central, se vuelve intrusivo. Karla Sofía era actor antes de convertirse en actriz, pero la coherencia de su trayectoria resolvió el problema. Es muy ingeniosa, inventiva, tiene una mente aguda y un gran sentido del humor.

¿Cómo manejó la barrera del idioma con los actores?...
Cuando se volvía demasiado difícil, utilizaba un traductor. Pero con los actores y actrices la comunicación es como el esperanto. Les cogí mucho cariño a todos y disfrutaba trabajando con ellos todos los días.

¿Cómo construiste el personaje de Manitas con los diferentes departamentos?...
Tuve largas conversaciones sobre este tema con Virginie Montel. Para su personaje, la cuestión era cómo elaborar a Emilia a partir de Manitas, ¿y hasta qué punto?
Virginie hizo muchas pruebas con su equipo (artistas de maquillaje, artistas de efectos visuales, diseñador de vestuario) hasta que logró el aspecto de una bestia suave con voz de ángel. Y yo mismo me dejé engañar.
De hecho, cuando vi las primeras fotos de Manitas no reconocí a Karla Sofía.

¿Investigó mucho sobre la identidad transgénero durante la preproducción?...
No tengo ningún conocimiento académico sobre el tema transgénero. Fue Karla Sofía quien me lo enseñó todo. Le hacía preguntas por correo electrónico y ella me respondía.
Lo que se me ha quedado grabado es su determinación y su coraje (tanto mental como físico). ¡Qué gran coraje necesitó para someterse a la cirugía y cuánto dolor sufrió antes de las operaciones! Había pasado toda una vida atrapada en un cuerpo al que no pertenecía. Y, además, Karla todavía vive con la madre de su hija, que ya debe tener unos 15 años. No sé si se puede decir que esto es un ejemplo de libertad, pero creo que sí que lo es.


ENTREVISTA A ZOE SALDAÑA...
¿Por qué piensas que Jacques Audiard te eligió para el papel de Rita nada más conocerte por Zoom?...
En un mundo perfecto, o si yo fuera una artista con más confianza en mí misma, diría que le gustó mi voz y el hecho de que tengo experiencia como bailarina… Pero la verdad es que no lo sé con certeza. Lo que sí sé es que cuando me concedieron la entrevista y me enviaron el enlace de Zoom, me esforcé mucho para no estar nerviosa.
Es uno de mis directores favoritos y veo películas francesas desde niña.

¿Qué te pareció el guion cuando lo leíste por primera vez?...
Que era literalmente extraordinario.
No era una trama normal y tampoco eran personas normales. Todos los personajes viven fuera de los esquemas convencionales. Luego escuché las canciones y me emocioné aún más. A partir de ese momento tuve que reunir el coraje suficiente para creer que podía lograrlo.

Las películas tienen una nacionalidad. En este caso, ¿cuál sería la nacionalidad de Emilia Pérez?...
Yo la veo como una película de Jacques Audiard. La historia se desarrolla en una hiperrealidad, pero más allá de ese ámbito, trata de personas que están luchando.
Emilia Pérez habla de personas atrapadas en situaciones imposibles y que conciben soluciones imposibles.

¿Cómo se refleja esa dimensión tan gigantesca en Rita, tu personaje?...
Rita es una inmigrante en un lugar poco convencional y quiere ser algo más en la vida. Aunque la oferta viene en forma de peligro y cada parte de su cerebro le dice que no es una buena idea, su corazón sí lo desea.

Dices que Rita es una inmigrante… No creo que eso esté en el guion. ¿Es parte de una historia de fondo que creaste mientras estudiabas para el papel?...
Sí, es parte de una historia que yo me inventé. Jacques apoyó la idea en todo momento, siempre y cuando me ayudara a dar vida a Rita.

¿Cómo fue para ti actuar en español?...
Como mujer latina y caribeña, es el primer idioma que aprendí. Poder crear mi personaje en mi lengua materna fue muy especial. No me dan esa oportunidad todos los días.

¿Esto añadió una capa de representación para ti, como actriz latina en Hollywood?...
Dejé de pensar en términos de representación para liberarme de la responsabilidad social. En los primeros años de mi carrera, le daba muchas vueltas a la justicia social y a la responsabilidad que pesaba sobre mis hombros de “representar bien mis orígenes”. Pero últimamente he priorizado mi oficio, mi trabajo y lo que me gusta.

Ensayaste mucho antes del rodaje. ¿Qué añadió a tu trabajo?...
Crecí bailando y haciendo teatro, así que me resultaba imposible hacerlo bien sin ensayar, preparar, investigar y practicar.
Me siento más segura cuando tengo la oportunidad de hacer todo eso. Por supuesto es un sacrificio, porque es mucho trabajo. Pero una vez que estás en el set, te da total libertad para ser flexible con tu director, de modo que, si él o ella quiere que cambies algo, puedes aprovechar todas esas horas de preparación. También soy muy ansiosa y, además, disléxica, así que me gusta practicar una y otra vez. Es mi manera de meditar.

¿Esa disciplina heredada de tu formación como bailarina la has aplicado siempre a tus interpretaciones?...
Siempre lo he aplicado al aspecto físico de mis personajes, pero debido a mi dislexia suelo dedicar muy poco tiempo a memorizar mis líneas.
Prefiero centrarme en la investigación, en la construcción de una historia de fondo, en las conversaciones y los correos electrónicos con el director…
Mi miedo ha sido siempre sentarme y empezar a memorizar mis diálogos, pero en esta película me puse a ello y lo hice. Contraté a una persona para que repasara los diálogos conmigo, y me puse a practicar mi acento mexicano.

¿Cuál fue la escena más difícil de rodar para ti?...
Las escenas con otros actores, especialmente si son muy apasionados y están decididos a hacer lo que quieren, suelen darme miedo. La escena en el restaurante en la que Emilia se me revela como Emilia fue particularmente complicada en ese sentido. Había muchísimos extras. Sonaba una canción durante toda la escena y también hubo mucha experimentación mientras rodábamos. Jacques tuvo que hacer malabarismos, Karla Sofía tuvo que hacer malabarismos y yo también… Aunque aparentemente parecía muy tranquila, por dentro estaba muerta de miedo.

¿Tuviste mucho tiempo para trabajar con Karla Sofía antes del rodaje?...
Conocí a Karla un año antes de empezar a rodar e hicimos muchos ensayos con Jacques, así que me sentí muy cómoda con ella. Karla estaba muy preparada, y como el tema de la película es muy importante para ella, encarnó maravillosamente bien a Emilia y a Manitas. Fue maravilloso verla actuar. El nivel de respeto y admiración que tengo por todos los actores de esta película es inmenso.
Selena se adapta a todo, es aventurera y flexible.

¿Durante cuánto tiempo trabajaste en la escena de la gala, en la que tu trabajo como bailarín, cantante y actor es absolutamente espectacular?...
¡Durante meses! Empezamos a trabajar en El Mal, la escena de la gala, en enero, y fue una de las últimas escenas que rodamos en junio. Descubrimos el set tres días antes del rodaje, lo que fue bastante estresante para Damien, el coreógrafo. Pero afortunadamente, pudimos ensayar mucho con nuestro operador de Steadicam, Sacha Naceri, porque en realidad, la escena era un baile con él. Fue divertido, increíble, aterrador… ¡Y me dolía todo! Después, estuve poniéndome hielo en la espalda, los codos y el cuello durante días, ¡pero lo conseguí! Me gusta todo de esa escena.

¿Puedes describir tu trabajo en las canciones con Camille y Clément?...
Fue un proceso muy técnico y Jacques se implicó en todo. Tuve el placer de ver a tres maestros en acción: Jacques como narrador y Camille y Clément como músicos.
Hubo muchas conversaciones, reuniones y sesiones. Yo quería que se sintieran orgullosos, que su música pareciera sincera y que el personaje de Rita estuviera a la altura de lo que quería Jacques. Crecí en Nueva York haciendo teatro, así que estaba familiarizada con la idea de un musical. En cierto modo, trabajar con un director, un coreógrafo, directores musicales y unirlo todo para ver cómo cobra vida me recordó mis experiencias en el teatro. Pero nunca había estado tan rodeada de músicos y compositores, y me sorprendían todos los días.

¿Rodar en un plató en París fue una experiencia liberadora o un desafío extra?...
Un plató es un entorno controlado, así que siempre me ha parecido liberador. Cuando trabajas en decorados exteriores, casi se convierten en un personaje extra. El clima y la luz cambian constantemente y afectan a tu manera de rodar... Dependes de muchas piezas móviles cuando filmas en localizaciones. Pero cuando estás en un entorno cerrado, entra en juego una forma de manipulación que te da mucha libertad creativa. Soy fan de las pantallas verdes porque tengo mucha imaginación.
Lo único que tienes que hacer es investigar lo máximo posible antes de rodar. Pero si el director es partidario de la preparación, la investigación y los ensayos, puedo recrear cualquier cosa con mi imaginación. Me ha encantado.


ENTREVISTA A KARLA SOFÍA GASCÓN...
¿Quién es Emilia Pérez?...
Con Emilia Pérez es como si la Bella y la Bestia estuvieran encerradas en el mismo cuerpo. Cuando empieza la película, ella es Manitas, una mujer que está encerrada en una vida que no le pertenece. Pero se encuentra en un punto de su vida en el que tiene la oportunidad de dejar esa vida atrás, una vida de la que ya no quiere formar parte. Manitas creció en un mundo en el que los padres preferían que sus hijos fueran delincuentes en lugar de “maricones”. Así es. Por eso está atrapado en ambos aspectos: en la delincuencia y en una masculinidad con la que no se identifica.

Es entonces cuando decide dejarlo todo atrás para ser él mismo…
Sí, es la historia de la humanidad: siempre debemos renunciar a algo para ganar algo más. Pero es su última oportunidad y decide dejar esa vida de una vez por todas, aunque reconsidera su decisión a lo largo de la película e intenta conservar lo que más le importa: sus hijos.

¿Conocías la obra de Jacques Audiard antes de empezar a trabajar con él?...
Casi nada, y no quise ver ninguna de sus películas anteriores. Su película París, Distrito 13 se estrenó cuando ya habíamos empezado a trabajar juntos en Emilia Pérez y decidí no verla. No quería dejarme influenciar de ninguna manera. Me gusta demasiado la libertad. Verlo como un dios o un genio habría obstaculizado mi trabajo.
En su lugar, desarrollé no una relación amistosa, sino una relación familiar. Una de las primeras cosas que le pregunté cuando nos conocimos fue: “¿Cómo nos comunicaremos?”. Me dio una respuesta preciosa: “¡por telepatía!”. Y tenía razón: ¡funcionó! Es el mejor director de actores del mundo y lo adoro. Tenemos una pasión común por esta forma de arte.

¿Crees que Jacques Audiard ha capturado la complejidad de México, un país que conoces muy bien porque allí has desarrollado parte de tu carrera?...
Lo que él entendió enseguida es el inmenso poder que tienen las mujeres para cambiar el mundo. Y ese es el núcleo de la película. En cuanto a
México, es un país que te atrapa, ves cosas muy duras, pero también muy bonitas. Hay algo suave y acogedor en su gente, y es un país donde he disfrutado de momentos realmente felices. Allí he desarrollado relaciones profundas y entrañables con amigos muy queridos.

Cuando leíste el guion, ¿te sentiste comprendida como mujer y también como mujer trans?...
Por supuesto. Jacques llevaba mucho tiempo dándole vueltas a este proyecto y se hacía muchas preguntas. Evitó errores muy comunes, como por ejemplo los errores de los pronombres.

¿Fue muy difícil, tanto en el plano emocional como técnico, representar las escenas de Manitas?...
Por regla general, me gusta interpretar personajes lo más alejados posible de mí, y Manitas no tiene nada que ver conmigo…
Pero como es natural, había cosas con las que me identificaba, sobre todo su profundo deseo de cambiar y su amor por sus hijos. Lo amo porque es libre mientras que Emilia es más sumisa. Digan lo que digan, las normas sociales presionan a las mujeres, aunque en realidad están más liberadas interiormente, y durante el rodaje, interpretar a Emilia fue un desafío considerable. Tuve que usar un corsé que limitaba mis movimientos, llevar una peluca que se sujeta a mi cabeza con fuerza y, además, tacones altos… Con Manitas, después de que me maquillaran y me colocaran las prótesis en la cara, era libre de moverme como quisiera.

¿Cómo trabajaste tu voz para conseguir la voz muy grave de Manitas, y la de Emilia, que es mucho más aguda?...
Mi propia voz está a medio camino entre la de Manitas y la de Emilia, pero me apasiona el doblaje. Incluso en la vida real, siempre me divierto inventando voces para la gente. En el caso de Manitas, pensé en John Rambo, a quien vi en televisión durante mi infancia con mi hermano. En lo que se refiere a Emilia, que tiene un tono de voz más ligero porque necesita enfatizar su suavidad, me inspiré en la voz de la cantante británica Samantha Fox.

¿Cómo abordaste las partes cantadas?...
Enseguida le dije a Jacques y al resto del equipo que no soy ni cantante ni bailarina.
Por suerte, soy muy trabajadora y tuvimos mucho tiempo para prepararnos: más de un año antes del rodaje. Con el coreógrafo Damien Jalet, nos centramos en los movimientos de las manos de Manitas y Emilia. El trabajo con los compositores Camille y Clément fue un reto, sobre todo en las canciones de Emilia que tienen una tesitura alta. Pero Jacques es lo suficientemente inteligente como para aceptar las habilidades y limitaciones de todos.

¿Cómo ha sido trabajar con Zoe Saldaña y Selena Gomez?...
Si hace veinte años me hubieran dicho que actuaría en una película de Jacques Audiard junto a Zoe Saldaña y Selena Gomez, ¡jamás lo habría creído! Mi truco para no dejarme intimidar por la situación es considerarlas como hermanas y como sus personajes. Debí parecer una loca porque estaba tan inmersa en la película que a veces se desdibujaba la línea entre realidad y ficción: cuando vi las escenas de Selena con Edgar Ramírez interpretando a su amante, llegué a sentir los celos de Emilia.

¿Qué escenas fueron las más difíciles de interpretar?...
La escena del hospital en la que Emilia se despierta después de su operación. Fue una de las primeras escenas que rodamos y fue especialmente complicada en el plano emocional. Y también la escena de Emilia con su hijo, en la habitación del niño.
Me ayudó mucho a darme cuenta de lo profundo que era el papel. Mientras estaba acostada, mirando las luces del techo, supe que necesitaría algún tipo de exorcismo al final de la sesión porque lo que estaba experimentando era realmente intenso. Soy una madre y solía ser un padre. Para mí, ese aspecto de la película fue extremadamente intenso emocionalmente, pero también más fácil de comprender.

Cuando la película se estrene, te convertirás en la voz de la “causa” transgénero y de la lucha por los derechos de las personas trans. ¿Qué se siente?
Lo primero y más importante, creo que antes que ser una defensora de las comunidades trans y LGBTQI+, me veo principalmente como alguien que luchó para hacer realidad sus propios sueños.
Miles de actores en todo el mundo luchan por trabajar y actúan en escenarios de teatro casi vacíos. Personalmente, ya he actuado sólo para una persona en el público. Es un trabajo muy difícil. Así que, antes que nada, me gustaría ser la voz del coraje, del deseo, de la fuerza… de todo lo que te ayuda a alcanzar tus sueños. En cuanto a las personas trans, desearía que dejaran de ser descartadas, categorizadas y encasilladas. Desearía que dejaran de ser objeto de burlas, insultadas y odiadas. Yo tuve bastante suerte. Gracias a mi esposa y a mi familia, pude seguir adelante con mi transición y con mi vida. Pero debemos pensar en todas esas mujeres trans que necesitan prostituirse porque pierden su trabajo y su medio de vida. Desearía que todos pudiéramos vivir a plena luz del día y, lo más importante, tener una vida normal.


ENTREVISTA A SELENA GOMEZ...
¿Qué sabías sobre el trabajo de Audiard cuando lo conociste por primera vez en Nueva York?...
La primera película que vi de él fue De óxido y hueso y me enamoré instantáneamente de su estilo cinematográfico. Estaba deseando conocerlo, pero también estaba nerviosa porque sabía que el papel iba a ser un auténtico desafío para mí.

Él dice que no le creíste cuando te dijo, a los 10 minutos de conversación, que el papel era tuyo…
Cuando hice el casting para él, juro que me desmayé porque era una escena tan apasionante que me perdí en ella.
Cuando dijo que el papel era mío me pareció que estaba soñando.

Jacques Audiard dice que no sabía mucho sobre ti cuando os conocisteis. ¿Crees que su relativo desconocimiento de tu fama y tu personalidad pública tuvo algún efecto en vuestra relación laboral?...
Me encantó que no supiera realmente quién era yo, y creo que en todo caso me benefició. Él me veía únicamente como una actriz. No se daba nada por supuesto y por esa razón sentí que me había ganado el papel por mí misma.

Siempre has bailado, cantado y actuado. ¿En tu caso, en qué medida están interrelacionados todos estos campos artísticos?...
Lo cierto es que cuando canto, actúo, porque me pierdo en las letras y siento como si estuviera interpretando un personaje. No me considero muy buena bailarina, pero me encanta sentir esa liberación a través de la música y cómo puedes representar cualquier historia.
Triste, feliz, solitaria, empoderada…
Todo está conectado entre sí. En esta película era una parte crucial del personaje y un estilo de baile que nunca había practicado. Era muy elaborado y a la vez precioso.

La película está ambientada en México, el país de origen de tu padre. Como has crecido en Texas, ¿qué relación tenías con México y, en términos más generales, con la cultura mexicana?...
Mi abuela llegó a Estados Unidos desde México en 1973 en la parte trasera de un camión y se convirtió en ciudadana norteamericana 18 años después. No fue fácil para ella, ya que dejó a gran parte de su familia en México. Mi padre se esforzó mucho para que yo siguiera conectada con mis raíces. Todo tenía importancia, desde las tradiciones y la comida hasta la cultura. Y para nosotros, México estaba solo a un viaje en coche.

¿Cómo abordaste el hecho de actuar en español, algo que nunca habías hecho antes?...
He grabado música en español, pero me ponía muy nerviosa tener que hablar español en la película. Mi personaje es mexico-estadounidense y eso me ayudó a soportar parte del estrés porque quería que todo sonara perfecto.

Los derechos de las personas trans están siendo atacados en todo Estados Unidos, y particularmente en Texas, tu Estado natal. ¿Te parece que Emilia Pérez es una película política? ¿Qué importancia tuvo para ti participar en esta historia singular, en este momento particular de la política estadounidense?...
Cuando leí el guion por primera vez, quise asegurarme de que el papel de Emilia lo interpretara alguien que había experimentado esa vida. Para mí era importante que una mujer trans tuviera la oportunidad de hacer el papel, porque la visibilidad es muy importante.

Tu personaje en Emilia Pérez es una mujer muy fuerte, que lucha por su libertad para amar a quien quiera. En cierto sentido, ella también está en transición. ¿Es algo con lo que te puedes identificar?...
Desde luego. Ahora que tengo más de 30 años, estoy pasando por muchos autodescubrimientos. Puede ser complicado y extraño, pero me ha resultado muy gratificante y todo ha ido mejorando con el tiempo. Siento que soy más sabia y mucho más consciente de mí misma.

¿Qué fue lo que más te conmovió de ella?...
Entiendo la intensidad con la que ve todo. Ya fuera pasión o ira, era divertido interpretarla porque nunca había un punto en el que fuera estable.

Ella también es madre y trata de estar ahí para sus hijos, pero también de vivir libremente como mujer. ¿Dónde encontraste la inspiración para ese aspecto del papel?...
Primero, adoro a los niños. No puedo responder a esta pregunta de manera justa en cuanto a lo de ser madre, ya que no tengo hijos. Pero teng un inmenso respeto por las mujeres porque podemos hacerlo todo. Miraba a Zoe y veía a una madre increíble además de una actriz fantástica.

¿Qué escena te ponía más nerviosa antes de empezar el rodaje?...
Lo que más nerviosa me ponía era el número de baile porque nunca había hecho ese estilo de baile. Era muy intenso y sabía que iba a ser duro para mi cuerpo, pero terminé divirtiéndome mucho haciéndolo, tanto durante los ensayos como durante el rodaje.

¿Qué nos puedes contar del rodaje de la película en París? ¿Cómo influyó en tu interpretación el hecho de rodar casi todo el tiempo en un plató?...
Al principio estaba nerviosa, pero hicieron todo tan realista que cuando nos subíamos al escenario nos sentíamos transportados a otro mundo. Aunque hubiera sido maravilloso rodar en México, hicieron un trabajo increíble recreando su atmósfera para que nada me impidiera meterme en la piel del personaje.

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