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El rodaje de El retrato de Dorian Gray comenzó durante el verano de 2008, con un plan de nueve semanas en escenarios de Londres.
LA HISTORIA TRAS EL PROYECTO...
“La verdad es que no quería encasillarme tras haber realizado ya dos adaptaciones de Wilde, pero me encantaba el libro El retrato de Dorian Gray” explica el director, Oliver Parker, “así que Barnaby (Thompson) puso en marcha la idea y mi labor en un principio era únicamente como coproductor”.
Con El retrato de Dorian Gray, Parker decidió que no quería encargarse él mismo de la adaptación; “Si escribes y diriges, a menudo sientes que tienes una responsabilidad para con las palabras, sobre todo si se trata de una obra clásica, pero si tienes una relación con el guionista, hay posibilidad de establecer un valioso diálogo”. Así fue como, hace dos años, el joven guionista Toby Finlay entró a formar parte del proyecto. “Toby ha tenido un gran impacto en esta obra”, explica Parker, “aportó un carácter muy fuerte.
Para Parker, que empezó su carrera cinematográfica en el género del terror, con el legendario maestro Clive Barker, esta adaptación de El retrato de Dorian Gray suponía una oportunidad de volver a probar suerte en ese terreno. “Es muy divertido tocar algo que cuenta con un elemento de terror. No se trata de una película de terror propiamente dicha, pero ciertamente me recuerda a mis primeros tiempos en esta industria, lo que resulta ser una sorpresa para mucha gente.
“Con esta película, contamos con una gran leyenda del terror gótico, y el hecho de que sea de Oscar Wilde le da otro giro”, comenta Barnaby Thompson.
LAS LOCALIZACIONES...
Los lugares elegidos para la filmación de El retrato de Dorian Gray reflejan básicamente la evolución de Dorian, desde su llegada a la gran ciudad como un joven ingenuo a la inocencia despreocupada de Dorian cuando es presentado en sociedad de la mano de Henry Wotton, asistiendo a sofisticadas fiestas en opulentas residencias de Londres a lo largo de su descenso al libertinaje, mientras se dedica a frecuentar los antros de perdición del East End.
Pat Karam, responsable de localizaciones, y su equipo, se encargaron de buscar más de 15 escenarios por Londres y el sureste. Las primeras semanas de rodaje se pasaron en Witanhurst, en el residencial Highgate, al norte de Londres. Witanhurst es una mansión protegida, construida en estilo Reina Ana y es la segunda mayor residencia privada de Londres, después del Palacio de Buckingham. Con sus 25 dormitorios, gran salón de baile de 21 metros, ocho cuartos de baño y ocho recibidores, fue adquirida recientemente por la mujer más rica de Rusia por 50 millones de libras esterlinas.
Entre los lugares característicos de Londres utilizados figuran la antigua Real Escuela Naval de Greenwich, Wilton’s Music Hall en el East End, Bell Yard cerca de los Tribunales Reales de Justicia, Carlton Terrace y la Academia Británica, el Cementerio de Highgate, el edificio de la Royal Exchange de la City (antigua Bolsa de Londres) y el ayuntamiento de Chiswick.
Las fundamentales escenas del “ático”, donde se guarda el monstruoso cuadro, se rodaron en decorados construidos en Ealing Studios y en el plató 2 de Ealing se construyeron una sección de un túnel del metro de Londres y su andén.
EL VESTUARIO...
“Me pareció un guión fabuloso y un enfoque muy fresco de la historia de Dorian Gray, así que quería tomar la ropa eduardiana y tratar de crearla como si se viera a través de ojos modernos”, explica la diseñadora de vestuario candidata al Oscar Ruth Myers.
Myers estaba empeñada en alejarse del típico aspecto de las películas de época, “había gente glamurosa en la época en la que está ambientada la película y yo quería captar eso. Pensaba en Dorian como una especie de Mick Jagger o Rudolf Nureyev. Quería que el vestuario y el aspecto evocaran esa idea de glamour de los años 60 o 70”.
La mayor parte del vestuario se creó expresamente, pero incluso la ropa que se compró se modificó, “todo está básicamente hecho para la película”, explica Myers. “El mayor reto fue que tuvimos que tenerlo todo listo muy rápido y hacer que resultara fastuoso, como si el dinero no importara”.