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Las aventuras de los protagonistas jubilados se iniciaron en la mente de la novelista británica Deborah Moggach, que imaginó a un grupo de pensionistas de escasos recursos económicos que se ven obligados a “deslocalizarse” en la India, cada uno de ellos dispuesto (o forzado) a intentar reubicarse en un exótico escenario por un precio menor al habitual en este tipo de residencias. El libro recibió muchos elogios por sus personajes, quienes, a una edad en la que la mayoría de la gente se toma la vida con calma y se queda en un entorno conocido, se embarcan en la mayor aventura de su vida.
Los productores advirtieron su potencial para realizar una inusual y original película. “Nos gustó la idea de la deslocalización de la etapa de jubilación, llevando mucho más allá el concepto de subcontratación que tenemos en labores tan habituales como la banca o el servicio al cliente”, dice Broadbent.
El guionista Ol Parker asumió y desarrolló el escenario. “Vi la oportunidad de crear una comedia romántica para una generación diferente, la que se halla entre los 60 y 70 años de edad”, dice Parker.
Para la dirección del filme, los productores contactaron con John Madden, uno de los cineastas más reconocidos de Inglaterra. A Madden la premisa le pareció irresistible.
Desde el principio, Madden se mostró entusiasmado por trabajar con un reparto coral que diera vida a cada una de las historias de una forma intensa y verdaderamente humana.
El hecho de que los personajes estuvieran en la última etapa de su vida se convirtió en una indiscutible ventaja. “Como todos los personajes tienen cierta edad, tuvimos la oportunidad de elegir a actores que se encuentran en la cima de su capacidad actoral”, señala Madden.
El atractivo del exótico Hotel Marigold empieza por su localización en el centro de Rajastán, uno de los estados más románticos de la India, un caleidoscópico lugar repleto de engalanados templos, vestigios de antiguos reinados y coloridos saris, todo mezclado con el vertiginoso ritmo de las ciudades que se modernizan a toda velocidad.
En el guion, Ol Parker y John Madden habían reflejado en su mayor parte la tensión que surge naturalmente al trasplantar a unas personas con arraigadas costumbres a un lugar que requiere una manera de ser completamente diferente. Pero la verdadera sorpresa todavía estaba por llegar, puesto que tanto el reparto como el equipo técnico empezaron a experimentar su propio “pasaje a la India”, un país que produjo un profundo impacto en todos y cada uno de ellos.
E.M. Forster declaró que ‘una vez que has visitado la India, tu vida ya no vuelve a ser la misma’, y este axioma también lo pudieron confirmar los actores.
Madden colaboró con el director de fotografía Ben Davis, que acababa de rodar con él ‘La deuda’, para intentar captar toda esa energía y exuberante humanidad sobre la pantalla. No querían retratar a la India al estilo de una tarjeta postal, sino ofrecerle al público una sensación más realista de lo que podrían ver y sentir estos recién llegados.
“Hay imágenes de la India que asociamos con las guías turísticas. Desde luego, ese tipo de iconografía aparece, pero lo que Ben y yo intentábamos analizar era cómo captar la textura de la vida en la India de igual forma que la sientes en la realidad”, explica.
Una de las primeras tareas en la India fue encontrar el entorno más exótico y adecuado para el genuino Hotel Marigold.
Los realizadores tenían claro que querían que el hotel estuviera a las afueras de la ciudad de Jaipur, también conocida como “La Ciudad Rosa”.
“Exploramos diferentes áreas de la India, y nos decidimos por Jaipur porque la cultura, los colores y la atmósfera es realmente apabullante allí e irradia mucha energía, sobre todo si la comparamos con el monótono invierno inglés que nuestros personajes han dejado atrás”, señala el productor.
Respecto al hotel en sí, los realizadores eligieron finalmente el Ravla Khempur, un palacio real reconvertido en hotel especializado en servicios ecuestres, contiguo a la pequeña ciudad de Khempur, justo en las afueras de la pintoresca región de lagos de Udaipur.
La labor de decorar el hotel con la ambición y la ingenuidad de Sonny Kapoor recayó en el diseñador de producción Alan MacDonald.
Alrededor del hotel, MacDonald recreó un animado mercado, típico de Jaipur. “A las afueras del edificio real había simplemente un sendero mugriento, así que lo primero que hicimos fue un camino y luego creamos desde cero un bullicioso mercado indio”, explica.
También se rodó en el centro de Jaipur, en los alrededores del City Palace, en el mercado Marigold, así como en los abarrotados autobuses urbanos y en un rascacielos que alberga un call center, desde el cual se podía divisar gran parte de la ciudad.
El rodaje se adaptó rápidamente al ritmo indio, ya que la filmación se desarrollaba mientras algunas importantes festividades y celebraciones de la India tenían lugar coincidiendo con la producción.