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   Al igual que ocurre en otros proyectos tan ambiciosos, llevar a buen término la nueva versión de "El llanero solitario" fue un largo y tortuoso camino. Pero ni el productor Jerry Bruckheimer ni el director Gore Verbinski son hombres que se rinden fácilmente una vez que se deciden entregarse en cuerpo y alma a un proyecto. “Sabíamos que había llegado el momento de resucitar 'El llanero solitario' y el género de las películas del Oeste", afirma Bruckheimer. Y añade: "Lo mismo nos pasó a Gore y a mí cuando comprendimos que había recuperar las películas de piratas".
  A Verbinski sólo le interesaba dirigir “El llanero solitario" si podía darle un nuevo giro a la historia clásica. Verbinski apunta: "Si eres fan de la serie original de televisión, la película te va a sorprender porque aunque todo el mundo conoce la historia, nosotros contamos la historia desde la perspectiva de Toro, algo así como si Sancho Panza fuera el narrador de 'Don Quijote'.”
  Para escribir una visión innovadora del legendario cuento, los realizadores contrataron al equipo de Ted Elliott y Terry Rossio, que también escribieron las cuatro películas de la saga de éxito "Piratas del Caribe".
  A Bruckheimer le encantó que Gore Verbinski, su socio en "Piratas" formara parte del proyecto del "Llanero solitario". “Gore es un director con muchísimo talento, lo reúne todo. A veces das con un director que es excelente haciendo comedia pero al que no se le da bien la acción, y hay otros que sólo saben hacer películas de acción", dice Bruckheimer.

  Cuando empezó el rodaje el 28 de febrero de 2012, estaba claro que el Llanero solitario y Toro volvían a cabalgar juntos. Y lo seguirían haciendo durante siete meses de arduo trabajo por cuatro estados contiguos de sureste americano y del sur de California. Durante todo este tiempo, Bruckheimer, Verbinski, Depp, Hammer, el reparto y el equipo técnico se enfrentaron a todo tipo de obstáculos técnicos y desafíos medioambientales, pero encontraron la manera de superarlos.
  Uno de los retos a los que se enfrentó el asesor visual Mark "Crash" McCreery en "El llanero solitario" era diseñar varios platós gigantescos, en los que representar el drama la comedia y la aventura de la película. Los platós se crearon en exteriores de cinco estados norteamericanos diferentes así como en algunos platós cerrados de Albuquerque Studios.
  Verbinski y McCreery buscaron localidades en el Oeste americano antes de decidir construir desde cero un pueblo en Río Puerco, una llanura azotada por el viento a 56 kilómetros al sur de Albuquerque.
  El lado más salvaje de Crash McCreery salió a relucir en sus diseños de “Hell on Wheels”, un pueblo móvil en forma de tienda que se inspira en un tipo de construcciones que existieron en el siglo XIX.
  El estrafalario y colorido plató de Hell on Wheels se prefabricó en los talleres del departamento artístico en Albuquerque. Se tardaron cinco semanas y después se invirtieron otras seis semanas para montarlo en las colinas de Lamy, en el estado de Nuevo México.

  Pero, ¿qué ocurre cuando un productor y un director necesitan trenes norteamericanos del siglo XIX para las escenas de acción más ambiciosas de la película? Jerry Bruckheimer contesta a la pregunta: "Pues los construimos. Nada supera a la realidad, y como necesitábamos imperativamente esos trenes, la única forma de conseguirlo era hacerlos”.
  La construcción de los dos trenes de 250 toneladas, y de los raíles por donde discurren, fue fruto de la magnífica colaboración entre varios departamentos de la película y de la mejor ingeniería. Se construyeron también 1,6 kilómetros de vía en Creede, Colorado, para el trabajo adicional con los trenes. 
  En un taller de Sun Valley, en California, el coordinador de efectos especiales John Frazier, construyó mientras tanto dos trenes a escala natural para las nuevas vías: el histórico Jupiter y lo que pasó a denominarse el tren de Colby que después se convirtió en el tren de Latham, el Constitution.
  Los trenes se reprodujeron hasta el último detalle, salvo en dos aspectos importantes. En primer lugar, las locomotoras funcionaban con energía hidráulica moderna en lugar de vapor, y en segundo lugar, los vagones se construyeron como contenedores de mercancías para que pudieran levantarse e introducirse en el chasis del tren o en las plataformas de los camiones que transportaban los equipos por carretera.

EL LEGADO DE "EL LLANERO SOLITARIO"...
  Ochenta años después de que se apoderaran de la imaginación del público, los personajes clásicos del Llanero solitario y Toro siguen poblando el paisaje de la cultura norteamericana. El productor Jerry Bruckheimer señala: "Estos personajes tienen algo que ha atraído a todas las generaciones desde su creación. Yo crecí en Detroit y los programas de radio y televisión de 'El Llanero solitario' forman parte de mi juventud y de la de millones de personas". La ininterrumpida popularidad de estos emblemáticos personajes norteamericanos en la radio, la televisión, el cine, los dibujos animados, los cómics, libros, novelas gráficas y videojuegos evidencia la inalterable fascinación que ejercen sobre el público.
  El programa se escuchó por primera vez en la radio el 30 de enero de 1933, cortesía de la emisora WXYZ de Detroit, Michigan. George W. Trendle, propietario de la emisora, quería un Western que atrajera al público infantil. El personaje que creó era íntegro, honrado y una figura paterna que los niños podían admirar. Así nació el concepto del Llanero solitario que se puso en manos de Fran Striker, un guionista de Buffalo, y del director James Jewell.
  Jewell dirigió la serie radiofónica "El llanero solitario" hasta 1938 y se convirtió en un fenómeno nacional. El suegro de Jewell era propietario del campamento Kamp Kee-Mo-Sah-Bee en Mullet Lake, Michigan, que se convirtió en la inspiración lingüística del nombre de Tonto (Toro) para su amigo, el Llanero solitario (Toro apareció en el undécimo episodio de la serie). Se cree que el nombre del campamento viene de la palabra ojibwa “giimoozaabi”, que se ha traducido como "explorador en quien se puede confiar", o también "alguien que no sigue el camino trillado”.
  En Estados Unidos, "El llanero solitario" tuvo 2.956 episodios (el último se emitió el 3 de septiembre de 1954). Se trata de una historia de 21 años que se superpuso a la serie de televisión de enorme éxito, con el leal Clayton Moore en el papel protagonista y el solemne Jay Silverheels en el papel de Toro. Este programa, que se convirtió en un fenómeno internacional, empezó a emitirse en la cadena ABC en 1949 y siguió en antena hasta 1957.
  La enorme popularidad de la serie también dio lugar a dos largometrajes, “The Lone Ranger” (1956), “The Lone Ranger and the Lost City of Gold” (1958) y una nueva versión a principios de los ochenta encarnando al mítico personaje el actor Clinton Spilbury.

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