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En 2008, en las semanas previas a la histórica victoria electoral de Barack Obama, el escritor y antiguo corresponsal en el extranjero del Washington Post Wil Haygood se propuso algo: encontrar a un afroamericano que hubiera trabajado en la Casa Blanca y presenciado el movimiento por los derechos civiles entre bastidores. Tras innumerables llamadas, Haygood encontró a la persona que buscaba justo delante de sus narices en Washington, DC. Se llamaba Eugene Allen, tenía 89 años de edad, y había servido a ocho presidentes, desde la década de 1950 hasta la de 1980. Tras reunirse con Allen y su mujer Helene durante horas, el escritor pudo trazar el perfil de un hombre que tenía un acceso de primera mano inaudito a algunos de los acontecimientos más importantes de la historia del siglo XX del país (y a los hombres en el poder responsables de los mismos).
La copresidenta de Sony Pictures Entertainment, Amy Pascal, leyó en un primer momento la entrevista con Allen en el Washington Post y le hizo llegar el material a la productora Laura Ziskin. El Post publicó la historia el viernes siguiente a la victoria de Obama. Ziskin, responsable de grandes éxitos como “Pretty Woman”, “Mejor... imposible” y la franquicia de “Spider-Man”, se mostró inmediatamente de acuerdo en que la historia de Allen tenía un potencial extraordinario para convertirse en una película épica. Pese a haber recibido ofertas de varios productores más por los derechos de la historia de Allen, Haygood quedó convencido de que la pasión y la visión de Ziskin para el proyecto era inigualable y aceptó poner en marcha el proceso para realizar la película cuanto antes.
Sony adquirió los derechos del proyecto, con el guionista Danny Strong (que escribió recientemente el telefilme de gran éxito de crítica de HBO “Game Change”) encargado de crear una historia ficticia inspirada en el artículo de Haygood. Al final, Sony decidió no seguir adelante con la película. Eso obligó a Ziskin, cuya pasión por el proyecto era inquebrantable, a volver a empezar y reunir la financiación de manera independiente. A la hora de buscar posibles inversores, Ziskin decidió abordar a empresarios y entusiastas del cine especialmente dedicados a proyectos artísticos con un mensaje social, como la cofundadora de BET Sheila Johnson. Con el tiempo, se fueron sumando otros como Michael Finley y Buddy Patrick. Al final, haría falta un buen número de socios para sacar adelante el proyecto, con varias compañías dedicadas a la financiación comprometidas para llevar el proyecto a buen puerto, que incluyen nombres como Earl Stafford, Harry I. Martin, Jr., Charles Saveur Bonan, Film Partners y Al Film.
Ziskin tenía pensado para dirigir el proyecto a Lee Daniels, que acababa de cosechar un éxito descomunal con la ganadora del Oscar® “Precious”. Cuando el proyecto al que estaba ligado por aquel entonces, “Selma”, no consiguió despegar, Daniels quedó libre para comprometerse con Ziskin. Su pericia en el mundo del cine independiente también resultó útil para ayudar a reunir el dinero necesario para la producción. Daniels y Ziskin, junto con su socia en la producción, Pam Williams, colaboraron estrechamente para desarrollar el proyecto, pese a que Ziskin estaba cada vez más enferma de cáncer. Tras el desgraciado y prematuro fallecimiento de la productora en junio de 2011, Williams asumió las riendas para asegurar que el resto de la película estuviera listo.
Forest Whitaker y Oprah Winfrey fueron los siguientes en aceptar los papeles principales de Cecil y Gloria Gaines. David Oyelowo, que había trabajado con Daniels en “El chico del periódico”, también aceptó interpretar a Louis, su testarudo hijo activista. No tardarían en contar con la participación de una larga lista de grandes estrellas confirmadas, como Yaya Alafia, Mariah Carey, John Cusack, Jane Fonda, Cuba Gooding, Jr., Terrence Howard, Elijah Kelley, Minka Kelly, Lenny Kravitz, James Marsden, Alex Pettyfer, Vanessa Redgrave, Alan Rickman, Liev Schreiber y Robin Williams. Muchos de los actores sentían tanta pasión por el proyecto, que aceptaron un recorte sustancial de su caché; algunos estuvieron incluso dispuestos a cancelar compromisos anteriores y fechas de giras para poder tomar parte en el rodaje. Daniels rodó la película en Nueva Orleans, durante el verano de 2012, a lo largo de 41 días, un margen de tiempo relativamente breve, teniendo en cuenta el amplio alcance histórico de la producción y el gran tamaño de su reparto.