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El director Martin Scorsese ha tratado el dramático terreno del delito en Estados Unidos desde múltiples ángulos, pero con este nuevo largometraje se asoma al abismo sumiéndose en el mundo de la variedad delictiva más contemporánea: las altas finanzas.
Basada en un hecho real, ‘El lobo de Wall Street’ cuenta el inverosímil auge y la continua caída al reino del placer de Jordan Belfort, el corredor de bolsa neoyorquino que, junto a sus alegres colegas, amasaron una descomunal fortuna estafando millones de dólares a inversores.
“La historia me hizo pensar en Calígula en la época actual”, dice Leonardo DiCaprio. El actor no duda en comparar la vida de Jordan Belfort con el emperador romano más depravado y autoindulgente, pero se quedó estupefacto al ver los deseos desaforados de Calígula trasladados a una agencia de bolsa en Wall Street dirigida por unos chicos de Queens.
Antes de que Jordan Belfort fuese acusado de fraude y blanqueo de dinero, llevaba la vida más barroca y orgiástica imaginable: pilotaba su helicóptero, conducía seis coches de lujo, surcaba los mares con un yate de 50 metros de eslora que había pertenecido a Coco Chanel, llegó a gastarse 700.000 dólares de golpe en hoteles y prostitutas, y tomaba habitualmente 20 metacualonas diarias además de cocaína y morfina.
Y lo perdió todo. Con mucho tiempo y nada que hacer, escribió una crónica exacta de su auge y caída, revelando paso a paso cómo empezó a vender acciones muy baratas desde un garaje, hasta convertir el negocio en un “pump and dump” (la perfecta estafa en la que los corredores inflan los precios de los valores, los venden e inmediatamente hacer caer el precio), antes de destrozar su vida por culpa de una voracidad desmedida. El libro, escrito con la típica irreverencia e ironía neoyorquinas, fue muy aclamado por los críticos gracias a su ritmo rápido y a su sentido del humor, y a algunos incluso les pareció el perfecto retrato del consumismo y de la locura por el dinero que se ha apoderado de Estados Unidos.
El retrato de Jordan Belfort le daba a Martin Scorsese la oportunidad de adentrarse en un terreno que desconocía como cineasta, los extremos más cómicos del comportamiento humano.
“La historia de Jordan Belfort encaja perfectamente con la fascinación que sienten los estadounidenses por el auge y la caída, la tradición mafiosa”, dice el director.
También ofrecía a Martin Scorsese la posibilidad de describir de forma entretenida el ciclo financiero, compuesto por el éxtasis, la locura y el desastre que parece repetirse eternamente en la economía estadounidense.
“Me gusta estudiar historia”, dice Martin Scorsese, “y siempre me sorprende descubrir que todo se repite. Hay momentos de enorme prosperidad económica donde reina la euforia y parece que todos vamos a hacernos ricos, que la vida siempre será genial, pero de pronto todo se desmorona y nos damos cuenta de que unos pocos se han enriquecido a costa de muchos”.
Terence Winter dibujó un retrato multidimensional de Jordan Belfort en su mente. “El genio de Jordan reside en que es extremadamente seductor; es divertido, inteligente y se quita importancia”.
En opinión de Terence Winter, la historia llega en el momento oportuno, después de una crisis financiera mundial durante la que salieron a la luz numerosos casos de corrupción y que cambió la idea que nos hacíamos de Wall Street.
Después de las primeras conversaciones con Leonardo DiCaprio, Martin Scorsese aceptó dirigir ‘El lobo de Wall Street’ con una condición: llevar abiertamente a la gran pantalla la excesiva decadencia descrita en el guión de Terence Winter y en el libro de Jordan Belfort.
“Quería libertad total con los actores y el equipo para hacer lo que quisiera”, recuerda el realizador. “Desde un principio, todos decidimos que llegaríamos hasta el final”.
El diseño de la película es tan colorido, excesivo e insolente como sus personajes. Es la segunda película en la que Martin Scorsese se inclina por el digital, y aquí sirve para subrayar el contraste entre la realidad y un efímero y estrafalario mundo basado en la fantasía.
El director pidió al galardonado Bob Shaw que se ocupara del diseño de producción. Bob Shaw se encargó de crear el mundo en que se movería un nuevo rico procedente de la clase media de Queens si pudiera acceder a una vida de lujo sin límite en los años noventa.
Bob Shaw recuerda que Martin Scorsese y él buscaron una casa enorme para el hogar escogido por Jordan para vivir con Naomi, su segunda esposa. “La casa que escogimos finalmente era aún más ostentosa que la que imaginábamos”.
El vestuario de los personajes también cambia a medida que avanza la historia. La oscarizada diseñadora Sandy Powell cuenta que empezó leyendo el libro que escribió Jordan Belfort. “Conocía la historia a grandes rasgos, pero me quedé estupefacta”, recuerda. “Luego, cuando leí el guión, me costó imaginar los excesos y que todo fuera tan absurdo”.