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“A mi amigo Hugo y a mí se nos ocurrió una idea”, recuerda Anderson sobre los orígenes del guión. “Ambos habíamos hablado durante años sobre crear un personaje basado en un amigo común, una persona excepcional y absolutamente encantadora, con una personal y maravillosa facilidad de palabra y una forma de ver la vida muy especial. Alguien que no se parece absolutamente a nadie que conozcamos. Después, y ya por separado, tuve la idea de hacer una película al estilo europeo; inspirada sobre todo en Stefan Zweig, un escritor al que verdaderamente he llegado a apreciar durante los últimos años. Había otras cosas que había leído que en un principio podía parecer que no tenían conexión con la película, como ‘Eichmann en Jerusalén’, de Hannah Arendt, que tenía muy poco que ver directamente con ella, pero que contiene un fascinante análisis de cómo respondió cada uno de los países europeos al desafío nazi y de cómo llegó a descomponerse todo un continente; así como ‘Suite Française’, de Irène Némirovsky. Estos fueron algunos de los elementos con los que empecé, y luego los mezclé con la idea que Hugo y yo teníamos sobre nuestro amigo. Y, en cierto modo, sobre eso trata esta película de alguna manera”.
“En cada película que hace Wes hay todo un mundo, y es necesario crear todo un universo que esté acorde con él”, dice el productor Jeremy Dawson. “En este caso, Wes ha creado una zona de la Europa oriental totalmente imaginaria, conocida como la República de Zubrowka.
La exhaustiva planificación de la película comenzó con la búsqueda de la localización idónea para recrear el Gran Hotel Budapest. Como el hotel experimenta varios cambios, desde su apogeo como célebre balneario a principios de los años treinta, hasta caer bajo el control fascista y hasta su declive al convertirse en un edificio prácticamente deshabitado durante el período comunista, Anderson y su equipo buscaban un sitio que destacara tanto por su marcado carácter europeo como por su mucha flexibilidad a nivel visual.
La búsqueda empezó con el minucioso estudio por parte de Anderson de los archivos de la Biblioteca del Congreso, que contiene una gran colección de fotocromos de una época en la que era tradición viajar por Europa. Pero tras examinar algunos de los balnearios fotografiados y descubrir que la mayoría habían sido demolidos o excesivamente modernizados, Anderson decidió no rodar en un hotel. En vez de eso, Wes localizó una especie de inesperado set exterior: unos grandes almacenes construidos a principios de siglo y ubicados entre Alemania, Polonia y República Checa, en la ciudad de Görlitz, nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Pero resultó que la ciudad de Görlitz tenía mucho más que ofrecer que sólo esos grandes almacenes, por ejemplo, su arquitectura, con influencias que abarcan desde el Gótico y el Barroco hasta las curvas prácticamente modernistas del art nouveau.
Muchos de los principales objetos de atrezo fueron realizados por artistas y artesanos de Görlitz, como los pasteles Courtesans au Chocolat, que elaboró la panadera local Anemone Müller-Grossman.
Gran parte de la propia población local apareció en la película. Como Dawson explica: “Trabajar en una ciudad pequeña tiene también otro atractivo como es llegar a conocer a muchos de sus habitantes, y entonces empezamos a incluirlos en el filme. Así, por ejemplo, el tipo que una noche era el camarero que nos servía en el restaurante, al día siguiente se convertía en el extra de una escena”.
Anderson y su equipo no sólo construyeron sus sets en esos grandes almacenes vacíos, sino que también establecieron allí sus oficinas y talleres, creando un mundo absolutamente independiente que mantuvo a actores y técnicos inmersos en el universo de Zubrowka.
El diseño de la película fue fruto de la colaboración entre Anderson y su diseñador de producción, Adam Stockhausen, quién sabía que esta película sería una experiencia creativa que no se parecería a ninguna otra.
Para recrear el interior del hotel, Stockhausen empezó por imaginar su diseño en conexión con el personaje de Gustave.
Stockhausen resume algunas de los pasos que a nivel creativo dieron para construir el vestíbulo del hotel: “Primero, se realizó un interminable y exhaustivo trabajo de investigación sobre cómo eran estéticamente los hoteles de la época, y luego, había detalles que nos llamaban la atención que empezaron a aflorar a la superficie, y decíamos, ‘Esas escaleras son increíbles, esa puerta de ascensor es increíble’ o ‘esa recepción es increíble’.
Casi todos los demás sets los encontraron en Görlitz y en sus alrededores más inmediatos –desde la localización del Puesto de Control 19 de la prisión en la cercana ciudad de Zwickau, hasta la tienda Mendl’s y el Museo de Arte en Dresden, a tan sólo una hora de distancia, con una única e importante excepción: Al final, Anderson y Stockhausen decidieron recrear el exterior del hotel en una maqueta magistralmente elaborada en los talleres de Babelsberg.
Otro antiguo colaborador del director que participa en la película es el director de fotografía Robert Yeoman, que ha filmado todas las películas que Anderson ha realizado con actores reales. Yeoman sintió auténtico e inmediato entusiasmo por los cambios de época que hay en la historia y por las posibilidades que eso le proporcionaba. “Para rodar la versión de la década de los 60, propusimos ese gigantesco techo fluorescente para el vestíbulo”, explica. “Era mucho más monocromático que la versión de los años 30, que tenía colores más cálidos y mucha iluminación de carácter funcional, así como un hermoso tragaluz en el techo. Eso producía una sensación de mucha más amplitud”.