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Tras haber empezado su carrera como actor, hacía mucho tiempo que Andrea Di Stefano quería dirigir una película. La idea surgió de repente cuando un amigo suyo policía le contó una historia. La historia de un hombre a quien Pablo Escobar había confiado la misión de esconder su tesoro, antes de ordenar su ejecución, con la esperanza de mantener en secreto su ubicación.
Andrea Di Stefano sentía interés desde hacía tiempo por el mundo del crimen organizado. Fascinado por la historia del tesoro, y por esa figura del crimen que estaba por encima de la ley, Andrea Di Stefano empezó a documentarse sobre Pablo Escobar y su vida. “Creo que es el criminal más odiado y admirado del mundo, en casi igual medida. Incluso hoy día, en Colombia, la gente reza por él y lo considera uno de los buenos, mientras que muchos otros lo ven como un monstruo. El hecho de que estuviera muy unido a su familia parecía otro terreno más que merecía la pena explorar.
Di Stefano se puso a documentarse, rebuscando hasta encontrar todo el material que le fue posible, leyendo y viendo documentales. “Pero, al estudiarlo, al acercarme a la verdad, me pareció problemático mostrar únicamente su lado oscuro, el aspecto criminal de su vida. Tuve que concentrarme en su vida privada. Tenía tanta información sobre él que acabé casi convencido de que pensaba como él. Entonces se me ocurrió la idea de un segundo personaje que hiciera un viaje un tanto insólito, una especie de viaje por la mente de Escobar”.
Al introducir al personaje de Nick, la película sigue un camino distinto a los biopics tradicionales, para convertirse en algo diferente. “Cada vez que entraba en juego el maquiavelismo de Escobar, me venía a la cabeza la imagen de un tsunami haciéndose cada vez más grande, capaz de causar cientos de muertes”.
“Justo antes de empezar a escribir, volví a ver la película de la vida de Pablo Escobar, a fin de encontrar la época más adecuada para ambientar el filme. La cinta empieza en un momento en que los colombianos veían a Pablo Escobar como alguien muy rico, y muy pocos sospechaban que fuera traficante de cocaína, sobre todo dado que, por aquel entonces, esa droga no estaba considerada nada malo”.
En cuanto a los acontecimientos y los diálogos, Andrea Di Stefano asegura que en el primer borrador del guión no había nada inventado. “Todo lo que dice Pablo Escobar fue algo que dijo en algún momento de su vida. Tiene gracia, porque empecé a añadir elementos a la historia a lo largo de tres años, y luego escribí el guión en tres semanas, 20 días completos, desde por la mañana hasta por la noche. Nunca había escrito tan rápido”.
EL DIRECTOR VISTO POR SUS ACTORES...
Para Benicio Del Toro, el entusiasmo de Andrea Di Stefano es contagioso. “Como es actor, es consciente de la presión a la que nosotros mismos nos sometemos al ponernos ante la cámara. Hay mucha tensión cuando te dispones a hacer una escena. Lo más importante es precisamente aliviar ese estrés y ayudar a los actores a relajarse. Él está relajado, pero sabe lo que quiere. Es un placer trabajar con él. Conoce bien los elementos que componen su película; una historia de amor, una historia de familia y, en mitad de todo eso, el malo contra el bueno. Esta película tiene muchos elementos para complacer a los espectadores. Podría atraer a fans del cine más comercial y a los del cine más bien independiente. Andrea me impresionó, y no olvidemos el hecho de que también escribió la historia. Algunos guionistas son rígidos, mientras que él se muestra receptivo a la idea de cambiar líneas de dialogo o añadir cosas. Andrea no estaba en contra de eso, lo que es muy agradable”.
Josh Hutcherson: “Andrea adora ponerlo todo en la imagen. Está haciendo su cine y deja su cámara para contar su historia. Muchos actores-directores se obsesionan con la actuación, la interpretación y lo internalizan todo. Él nos daba cierta libertad. Su director de fotografía y él lograron obtener la imagen que querían de modo que la historia no dejara de avanzar. Le gusta darle vueltas a los diálogos. Entiende a los actores y, cuando te encuentras en el momento y sientes algo, no tiene miedo a la improvisación. Para él, el guión es la literatura del cine. A veces, teníamos muchas líneas que decir, pero lo reducíamos a tres palabras, porque eso hacía la escena más fuerte y le daba autenticidad. No está obsesionado con las palabras, sino que se centra en la historia”.