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INFORMACIÓN
Titulo original: The Revenant
Año Producción: 2015
Nacionalidad: EE.UU., Hong Kong, Taiwan
Duración: 157 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de años
Género: Aventuras, Drama
Director: Alejandro González-Iñarritu
Guión: Alejandro González-Iñarritu, Mark L. Smith. Basados en la novela de Michael Punke
Fotografía: Emmanuel Lubezki
Música: Ryuichi Sakamoto
FECHAS DE ESTRENO
España: 5 Febrero 2016
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
20Th Century Fox


SINOPSIS

Hugh se gana la vida como trampero. Siendo herido es abandonado por un miembro de su equipo. Ahora lo único que le queda a Hugh es su fuerza de voluntad , teniendose que enfrentar a la hostilidad del terreno, a un invierno desgarrador y a la guerra entre las diferentes tribus indias, mientras busca venganza...

INTÉRPRETES

LEONARDO DiCAPRIO, TOM HARDY, WILL POULTER, DOMHNALL GLEESON, PAUL ANDERSON, LUKAS HAAS, BRAD CARTER, BRENDAN FLETCHER, JAVIER BOTET, KRISTOFFER JONER

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   Durante dos siglos, la historia de Hugh Glass se ha consolidado como uno de los relatos más increíbles sobre un hombre que excede todos los límites que se esperan de cuerpo, mente y alma. Nacido en Filadelfia en 1773, poco se sabe sobre los primeros años de vida del verdadero Glass, pero se cree que pasó años en el mar ejerciendo de pirata. En la treintena, Glass viajó al Oeste, y en 1823, se enroló, fatídicamente, en la expedición del capitán Andrew Henry para explorar el río Missouri. Fue entonces, aproximándose la expedición a lo que ahora es Lemmon, Dakota del Sur, cuando Glass resultó atacado por un oso pardo y fue abandonado por los hombres que tenían órdenes de quedarse con él, que supusieron, erróneamente, que pronto moriría.
G  lass no dejó nada escrito, excepto una sola carta que escribió a los padres de un compañero asesinado por la tribu india de los Arikara. Cuando Glass apareció vivo, los periodistas de la época difundieron su historia por toda la nación. Desde entonces, ha habido biografías y novelas, no obstante, en 2002, el escritor Michael Punke publicó uno de los trabajos de investigación más exhaustiva: The Revenant: A Novel of Revenge. Curiosamente, Punke tiene otra carrera completamente distinta como representante comercial en Estados Unidos, pero también ha sentido siempre una gran fascinación por los “hombres de la montaña”, lo que le ha llevado a explorar todas las fuentes para proporcionar la imagen más realista de Glass hasta la fecha.
  El libro fue alabado por Publisher’s Weekly, que lo calificó como “una fascinante historia de heroísmo y venganza obsesiva”, y se convirtió en favorito de los lectores ávidos de grandes aventuras. Entre dichos lectores, se encontraban tres productores de la compañía Anonymous Content: Steve Golin, Keith Redmon y David Kanter.
   “Siempre me han gustado las películas de supervivencia en la naturaleza, y a todos nos pareció que ésta podía ser una increíble y original aventura”, recuerda Golin. “Para David, Keith y yo mismo, esto ha sido un largo viaje, pero estamos muy contentos de que funcionara de la forma en que lo hizo con el extraordinario grupo de personas que la realizaron. No fue fácil, pero ha sido un sueño hecho realidad en lo que se refiere a la creatividad que la historia inspiraba”.
  Anonymous Content reclutó a Mark L. Smith para escribir el guión. Smith vio en esta historia la oportunidad de brindar al público una experiencia que difícilmente podemos imaginar en nuestras tecnológicas vidas del siglo XXI.
  “En la década de 1820, cuando te abandonaban en plena naturaleza, estabas abandonado en plena naturaleza. No podías sacar un iPhone de tu bolsillo”, señala Smith. “Glass se ve impelido a soportar experiencias casi inimaginables: desde caer por cascadas hasta luchar contra lobos por un búfalo. Su historia es una aventura, pero también es un emotivo y fructífero viaje, y yo esperaba que también pudiera ser un sorprendente espectáculo visual”.
  Dicha esperanza se convirtió en realidad cuando Iñárritu se incorporó al proyecto, confiando en sumergir directamente al público en un mundo que ha fascinado y atraído durante mucho tiempo; pero que, sin embargo, permanecía inaccesible. “Esta historia es muy diferente gracias a Alejandro. Al principio me impactó el hecho de que le interesara el proyecto”, admite Smith. “Pero una vez que empezó a trabajar en el guión, todo cobró vida. Alejandro se implica mucho y es muy creativo. La colaboración entre ambos fue maravillosa”.
  A New Regency le entusiasmaba el hecho de trabajar con Iñárritu. El director ejecutivo y presidente Brad Weston señala: “Nos comprometimos absolutamente con la visión de Alejandro; entendíamos la envergadura y la dimensión de su enfoque así como la necesidad de flexibilidad, y lo vimos como una oportunidad de volver a nuestras raíces como compañía de producción basada en el punto de vista del director. Lo vimos como un proyecto muy creativo, pero también como una historia de enorme y generalizado atractivo comercial”.
I  ñárritu añadió ficticios giros argumentales a las ya apócrifas historias sobre Glass, mientras profundizaba constantemente en la exploración de los temas que traslucían bajo la superficie. “Me interesaba explorar no solo los procesos físicos que experimentan Glass y Fitzgerald, sino también su estado psicológico, sus sueños, sus temores y sus pérdidas”, explica el director. “El argumento era una base genial, como sucede en la música, pero lo que pasa por sus mentes y sus corazones constituye los solos, las trompetas y el piano”.
  Para DiCaprio, el sello de Iñárritu en el guión era algo indiscutible. “Cuando Alejandro se incorporó, el proyecto se convirtió para mí en una interesante perspectiva puesto que se trata de un cineasta muy singular”, dice el actor. “Sabía que podía proporcionar al público una experiencia verdaderamente envolvente. Por un lado, el filme es una primaria historia de supervivencia existencial, pero Alejandro introduce tantos diferentes matices que se convierte en algo más”.
  Dado que solamente se conocen hechos históricos básicos, la historia demandaba imaginación, pero dos palabras destacaban en el enfoque de Iñárritu y Smith: autenticidad cultural. “Lo investigamos todo, desde la forma de hablar de los colonos hasta las herramientas que utilizaban. Queríamos sumergir al espectador en este mundo por completo”, señala Smith.
  Iñárritu se tomó muy en serio la responsabilidad de recrear un mundo perdido. En el primer día de rodaje, el director reunió al equipo de producción en las orillas del río Bow de la provincia canadiense de Alberta; en cuyas heladas aguas pronto se sumergiría el elenco para una escena repleta de acción. Cada miembro del equipo llevaba una rosa roja. Craig Falcon, asesor cultural y miembro de la tribu Pies Negros, dirigió una ceremonia ayudado por ancianos indígenas de la tribu local, los Stoney, para bendecir el filme, las criaturas y la tierra. Tras la bendición, Iñárritu pidió a las 300 personas que había que se cogieran de la mano en silencio. Después, al unísono, todas se metieron en el río, esparciendo los pétalos de sus rosas.

  Leonardo DiCaprio ha interpretado una caleidoscópica variedad de personajes –desde Howard Hughes a Jay Gatsby o el libertino Jordan Belfort de El lobo de Wall Street–, pero el papel de Hugh Glass representaba un desafío completamente nuevo, llevando al actor hasta límites que pocos en nuestro mundo actual han experimentado. Es el papel más exigente físicamente de DiCaprio y, al mismo tiempo, pura interpretación sin prácticamente palabras.
  “Para mí, hay temas muy potentes en el filme: la voluntad de vivir y nuestra relación con la naturaleza”, explica DiCaprio sobre su inmediato interés por la historia. “Había interpretado anteriormente a muchos personajes que eran extraordinariamente elocuentes, de diferentes formas, y que tenían mucho que decir, así que este papel era un reto único para mí. Se trataba de transmitir cosas sin decir una palabra o hablando un idioma diferente. En gran parte, se trataba de adaptarse al momento, reaccionar a lo que la naturaleza nos daba y a lo que Glass experimentaba mientras estábamos filmando. Se trataba de explorar los elementos más intrínsecos del instinto de supervivencia”.
  DiCaprio se sintió también cautivado por el propósito de Iñárritu de retratar la historia de Glass con un realismo que sumiría al público en la vida de las prístinas tierras del Oeste mucho tiempo antes de la llegada de cowboys y forajidos. “La verdad es que nunca he visto esa época de la historia americana reflejada en el cine, de manera que me interesaba mucho”, afirma. “Eran una época y un sitio únicos en la historia del Oeste americano porque éste era mucho más salvaje de lo que consideramos que es ‘el salvaje, salvaje Oeste’. Era como el Amazonas, una naturaleza absolutamente desconocida, una tierra de nadie donde la aplicación de las leyes era escasa. Esos tramperos que vinieron de Europa y de la Costa Este tuvieron que aprender a vivir su vida en medio de los elementos; sobreviviendo como cualquier otro animal en una tierra salvaje”.
  A Iñárritu le satisfizo mucho saber que DiCaprio estaba preparado para explorar todos los límites, al igual que Glass. “Leo es extraordinario en todos los detalles, en todos los aspectos que tienen que ver con la observación y el comportamiento humano. Es muy natural aportando matices y cadencias de movimientos y todo eso que hace sentir completamente vivo a un personaje. Es muy colaborador e inteligente, siempre interrogándose qué es lo que hace a una escena más potente. Y contribuyó con su propia y profunda conexión personal con la naturaleza. Lo que DiCaprio entregaba en pantalla no era sólo emotivo sino también sorprendente”.
  El director subraya que DiCaprio se enfrentó en su interpretación a pruebas para las que ningún actor podría prepararse plenamente. “Leo estuvo trabajando en las condiciones más duras, con ropa dificultosa, con maquillaje extremo, y yendo a los lugares más emocionalmente incómodos y oscuros. Sin embargo, independientemente de lo que le esté pasando, hay algo instantáneo que cobra vida cuando Leo está delante de la cámara. Hay una fuerza increíble”, observa Iñárritu. “La forma en que rodábamos exigía muchísimo de él en términos de ritmo, manejo del tempo dramático, energía y silencio, sin embargo, Leo hace que todo funcione porque siempre está muy presente”.
  A su vez, DiCaprio dice que tenía plena confianza en Iñárritu. “Lo que verdaderamente me gusta del enfoque de Alejandro es que es un cineasta de la vieja escuela que cree en el arte de crear algo en la pantalla; y también es una especie de marginado dentro de la industria, aunque trabaja dentro de ella. Entiende perfectamente cómo es la industria actualmente, pero está influido por una vida entera de estudio de la historia del cine y ha desarrollado un estilo propio, sin concesiones, que ahora se ha convertido en sinónimo de su nombre. Hay muy pocos cineastas por ahí que puedan escapar al paradigma de Hollywood y, aun así, lograr a una escala tan épica una película como ésta”.
  El ataque del oso que amenaza con acabar con la vida de Glass llevaba inmediatamente a DiCaprio a mantener una lucha cuerpo a cuerpo con uno de los más hábiles depredadores de la naturaleza. “La escena del ataque del oso fue extraordinariamente complicada y dificultosa”, recuerda DiCaprio, “pero también es profundamente emotiva. En el filme, Alejandro sitúa al espectador allí, como si fuera una mosca que revolotea alrededor, de modo que sientes la respiración de Glass y la del oso. Lo que Alejandro logró está mucho más allá de cualquier cosa que haya visto antes. Glass tiene que encontrar la forma de lidiar con ese inmenso animal que está encima de él. Glass se encuentra al borde de la muerte; y el espectador se halla totalmente inmerso en ese momento con él”.
  Iñárritu y DiCaprio mantuvieron intensas conversaciones sobre Glass profundizando en lo que es una continua actuación cinética. El actor señala que la esposa ficticia de Glass, miembro de la tribu Pawnee, y su hijo ya han convertido a Glass en alguien diferente al resto de tramperos. “Glass es alguien que ya se ha incrustado en la naturaleza y que en cierto punto ha abandonado el mundo más material de los tramperos”, observa. “En ese entorno, Glass ha tenido que enfrentarse a un excepcional conjunto de desafíos como padre, y ése es un constante sentimiento de fondo de su personaje. Hay una sensación de que Hawk y él ya se encuentran aislados y solos, por lo tanto, su vínculo paterno-filial es una fuerza muy poderosa que impulsa a Glass durante todo el tiempo”.
  DiCaprio llevó a cabo muchas de las escenas arriesgadas en vez de dejarse doblar por especialistas: fue enterrado bajo la nieve, caminó desnudo a 40 grados bajo cero y saltó a las glaciales aguas de un río, poniéndose en cada momento más en contacto con la voluntad de Glass. Pero mientras se va abriendo camino, Glass no sólo sigue adelante; también cambia profundamente, algo que DiCaprio deja traslucir en una gama multicolor de sutiles detalles que contribuyen al emocionante clímax de la película. “Durante todo el tiempo, está esa cuestión de si algún tipo de venganza será definitivamente lo que aplacará la sed de Glass al final del día. Pero la necesidad de continuar camino se transforma en algo más para él…, se transforma en una especie de esfuerzo espiritual”, concluye el actor.

    La historia del comercio de pieles en América es breve, sin embargo, esencial, y está repleta de relatos de temeraria pero también peligrosa devastación. Aunque el comercio de pieles fraguó la imagen romántica del hombre de montaña –idealizados eremitas supuestamente tan duros como la tierra salvaje que se habían comprometido a conquistar–, el comercio de pieles era también, en buena medida, un negocio. En cierto sentido, dio lugar a la primera manifestación del arquetípico empresario del Oeste, el visionario iconoclasta que avanza con determinación sin rendir cuentas a nadie sino a sí mismo.
  “Esta época inauguró el desarrollo del industrialismo en el Oeste. Incluso antes del descubrimiento de oro y petróleo, el comercio de pieles era un enorme y lucrativo negocio”, explica DiCaprio. “Había tramperos que penetraban en territorios vírgenes, ocupados por poblaciones indígenas, para extraer recursos; y la pregunta que surge es: ¿A qué coste? Glass se ve atrapado en el medio de esa polémica, y es un tema muy potente en la película”.
  El comercio de pieles comenzó a finales del siglo XVII, cuando las tribus indígenas empezaron a intercambiar sus pieles, extraordinariamente cálidas, por herramientas de metal europeas. A principios del siglo XIX, cuando la demanda de sombreros adornados con pieles se disparó en Europa –y los precios de la piel de castor alcanzaron los 6 dólares/500 gramos--, el comercio de pieles se convirtió en un gran impulso para la economía americana, así como en el responsable de las nuevas rutas comerciales que prepararían el terreno para el desarrollo del Oeste que estaba por venir.
  En torno a la década de 1820, el comercio de pieles había llegado hasta las Montañas Rocosas y se había hecho intensamente competitivo, con comerciantes que luchaban entre sí y con las tribus nativas. Hugh Glass trabajó para la Rocky Mountain Fur Company, que por entonces entraba en escena. La compañía utilizó el llamado “rendezvous system” (sistema de lugares de encuentro), lo cual significaba que no construían cabañas o fuertes. En vez de eso, se suponía que sus tramperos debían cazar su propia comida, construir sus propios refugios y librar sus propias batallas, lo que aumentaba su reputación de personas imperturbables.
  No obstante, los idealizados mitos en torno a los heroicos hombres de montaña han ocultado algunas de las realidades más oscuras de la época. Muchos tramperos se pasaron la vida sumamente endeudados, mientras que los propietarios de las compañías de pieles se hacían inmensamente ricos. Y aunque los tramperos vivían tomando el pulso a la naturaleza, su relación con el entorno era a menudo conflictiva; teniendo consecuencias tales como la caza de especies hasta el borde de la extinción y un profundo impacto tanto sobre el ecosistema como sobre las culturas nativas americanas ligadas al mismo.
  Para recrear este mundo con veracidad y todos sus matices, Iñárritu reclutó a una serie de expertos, como el historiador Clay Landry, vinculado a los únicos dos museos estadounidenses dedicados a este período: el Museo del Hombre de Montaña, en Wyoming, y el Museo del Comercio de Pieles, en Nebraska. Landry señala que, entre los historiadores, la historia de Hugh Glass es de las más importantes. “Si estudias la historia del comercio de pieles en las Montañas Rocosas, una de las primeras cosas que aprendes es la historia de Glass. Tiene esa épica”, observa.
  Durante toda la producción, Landry proporcionó asesoramiento sobre la mentalidad, herramientas y técnicas de supervivencia de los tramperos. Landry dio al reparto una muestra personal de todo esto en un “Campo de Entrenamiento sobre el Comerciante”; donde los deberes consistían en dibujar arcos, poner trampas de castor, desollar castores [falsos] y lanzar hachas.
  “En el Campo de Entrenamiento, los actores hincaron el codo de verdad”, dice Landry. “Les enseñamos todo lo que un trampero necesitaba saber. Por supuesto, los actores disparaban balas de fogueo y realmente no tenían que arreglárselas por sí solos, pero aun así pudieron sentir esa sensación. Tanto el reparto como el equipo querían saber todo lo que fuera posible sobre la época”.
  Arthur Redcloud, que interpreta a Hikuc, el curandero indio que Glass encuentra en su viaje, añade: “El campo de entrenamiento no sólo tenía lugar a nivel físico; también nos aportó algo a nivel emocional y espiritual. Para mí, la cuestión no era únicamente reconectar con el pasado. Se trataba de tener una nueva visión”.

  En el inicio de 'El Renacido' (The Revenant), la expedición de tramperos del capitán Henry es atacada por un grupo de miembros de una tribu asentada a orillas del río Missouri. Se trata de los Arikara –apodados simplemente los Ree por los tramperos–, cuya histórica ofensiva contra la Rocky Mountain Fur Trading Company alteraría para siempre su destino. Parte de la historia de Glass frecuentemente ignorada todavía, Iñárritu se sintió obligado a destacar la presencia de los Arikara en su narración de la historia.
  Conocidos entre su propia gente como los Sahnish, los Arikara eran llamados así por otras tribus debido a sus tocados de plumas. Habían poblado las llanuras durante más de 1.000 años como granjeros seminómadas y tenían una rica cultura antes de que los europeos llegaran. En 1804, Lewis y Clark se habían topado con los Arikara, y los habían considerado pacíficos. Sin embargo, hacia la década de 1820, tras haber sido desplazados repetidamente, las hostilidades con esta tribu habían subido de nivel. Un ataque a los tramperos provocó una respuesta de los militares norteamericanos, que diezmó la tribu en la primera de las muchas y brutales guerras que tuvieron lugar en las llanuras. El menguante número de miembros de los Arikara se redujo posteriormente, en la década de 1830, hasta un 70%, debido a una plaga de viruela y a sus sucesivos conflictos con los Sioux. No obstante, los Arikara lograron sobrevivir, instalándose en Dakota del Norte, donde los últimos hablantes han conseguido conservar el amenazado idioma arikara.
  Retratar fidedignamente al pueblo Arikara era tan importante para Iñárritu que se trajo al asesor Loren Yellowbird Sr., miembro de dicha tribu, historiador, antropólogo e intérprete principal y ranger en el Fort Union Trading Post de Dakota del Norte.
  Para Yellowbird, resultó estimulante ver a los Arikara convertirse por fin en parte integrante de esta historia. “Hay mucha gente que nunca ha oído hablar de los Arikara, así que ésta era una oportunidad de mostrar otra perspectiva y resucitar aquel mundo”, afirma. “Lo aprecié enormemente, porque yo creo que poder afianzar en esta época el idioma arikara y sacar a la luz algo de su cultura tradicional es muy importante”.
  Yellowbird señala que el período reproducido en el filme representa los últimos momentos del tradicional estilo de vida de los Arikara. “El pueblo Arikara había vivido allí durante cientos de años… Tenían una fuerte cultura comercial y una intrincada cultural ceremonial que todavía no habían sufrido alteración alguna”.
  Eso cambió rápidamente cuando el comercio de pieles fue en aumento. “Aquellos tramperos venían y no eran respetuosos desde nuestro punto de vista. Invadían territorios de otras personas y se adueñaban de las cosas. No había negociación. Los tramperos simplemente cogían lo que querían”, refiere Yellowbird.
  Después del ataque, los Arikara adquirieron una reputación de guerreros letales, pero Yellowbird dice que el contexto es mucho más amplio. “Los comerciantes empezaron a tener miedo de los Arikara. Sin embargo, lo gracioso es que las mujeres arikara seguían casándose con los comerciantes”, señala. “De manera que si te acercabas a los Arikara con respeto, había paz. Pero yo creo que los Arikara trataban a los tramperos y a los militares del mismo modo que ellos sentían que eran tratados”.
  Fue el principio de la casi destrucción de la forma de vida de la tribu. “En aquel momento, nuestro modo de vida estaba siendo tan rápidamente usurpado que no sabíamos cómo parar eso”, se lamenta Yellowbird. “Tuvimos la suerte de contar con jefes inteligentes; visionarios que pensaron en el futuro y se interrogaron acerca de qué podíamos hacer para garantizar la supervivencia de nuestro pueblo. Yo todavía sigo ese camino. Al hacer la película, yo pensaba en lo que puedo hacer para asegurarme de que mis tatara-tataranietos puedan tener esas cosas: nuestro idioma, nuestra cultura, nuestras canciones y nuestras costumbres”.
  A Yellowbird le emociona especialmente que algunos jóvenes Arikara puedan tener por primera vez la oportunidad de escuchar el idioma y ver cómo vivían sus ancestros cuando vean El Renacido (The Revenant). “Yo soy una persona que tiene un iPhone, pero todavía me mantengo fiel a nuestras tradiciones porque creo que para nosotros es bueno respetar a nuestros antepasados. Estas historias muestran todas las adversidades que tuvieron que padecer para que nosotros pudiéramos vivir hoy”, concluye.
  Aunque Yellowbird era el único miembro de los Arikara implicado en la producción, en el filme aparecen, aproximadamente, unos 1.500 nativos americanos y miembros de las tribus aborígenes canadienses (las llamadas Primeras Naciones). A Yellowbird le agradó mucho su disposición a aprender sobre los Arikara. “El reparto estaba muy interesado en representar ese mundo de la forma más realista posible. Ver eso me hizo sentirme profundamente humilde”, afirma. “Si yo estuviera interpretando a alguien de otra tribu, haría lo mismo”.
  Craig Falcon, educador cultural y miembro de los Pies Negros, especializado en cultura nativa americana/indígena, también se incorporó al proyecto, interesado sobre todo en pinturas de guerra y caballos. La autenticidad cultural que Iñárritu buscaba fue un enorme aliciente. “El pueblo nativo americano queremos ver verdad”, dice Falcon, “y no como en las viejas películas, ¡donde veías a Ricardo Montalbán vestido de indio! 'El Renacido' (The Revenant) consigue verdadera autenticidad en el idioma, en las pinturas que llevan los caballos y en su forma de representar a cada tribu”.
  Arthur Redcloud, que creció en una reserva de Navajos e interpreta a Hikuc, señala: “La película es un regalo muy especial, y nosotros queríamos verter en ella el alma y el corazón de nuestro pueblo”.

  Inmediatamente después de 'Birdman', el director Alejandro G. Iñárritu lleva su perfeccionista pasión por la realización cinematográfica a un nuevo mundo con la película 'El Renacido' (The Revenant). Iñárritu y el director de fotografía Emmanuel Lubezki, alias “El Chivo”, con el que colabora hace mucho tiempo, tomaron algunas decisiones clave desde el principio que fijaron las reglas para la producción. Primero, decidieron rodar la película cronológicamente, con el fin de que el viaje de Glass mantuviera un fluido ritmo natural. Segundo, se comprometieron a rodar el filme utilizando exclusivamente la luz del sol y de las hogueras, evitando la inserción de iluminación artificial de épocas posteriores, y trabajando con la luz natural de una forma creativa. Finalmente, querían explorar los largos, fluidos e ininterrumpidos planos por los que se dieron a conocer en 'Birdman' pero con un tipo de efecto muy diferente.  
  Iñárritu siempre se imaginó el aspecto de la película 'El Renacido' (The Revenant) como si una pintura en claroscuro, llena de luz y sombra, cobrara vida de manera visceral. “Al igual que en Birdman nos inspiramos en la música”, dice Iñárritu, “en este filme lo hicimos en la pintura. El Chivo ha jugado un increíble papel a la hora de crear esta película como una obra de arte visual”.  
  Trabajando con la innovadora Arri Alexa 65 –la nueva cámara de gran formato de la pionera compañía de cámaras digitales–, Lubezki utilizó una amplia gama de lentes gran angular, que abarcaban desde 12 mm a 21 mm, para producir una gran profundidad de campo. La flexibilidad del sistema se prestaba a movimientos de cámara que a menudo iban desde intensos primeros planos hasta panorámicas sincronizadas con la acción, las fantasías y las emociones del filme. El equipo mezcló tres métodos –grúas telescópicas, steadicams y cámara en mano– para permitir que, posteriormente, Iñárritu secuenciara las imágenes como un coreógrafo junto con el montador y ganador del Premio de la Academia Stephen Mirrione.
  Realizar planos largos en un rodaje absolutamente impredecible en plena naturaleza era algo completamente nuevo para todos. Los retos fueron abrumadores al principio. Dado que el equipo técnico se encontraba en la invernal ciudad de Calgary, donde el tiempo de horas de luz ya es fastidiosamente corto, las ocasiones para realizar las tomas eran pocas y la presión era extraordinaria. A la hora de hacer cualquier plano, nadie podía estar seguro de si una segunda o tercera toma era posible.  
  “Teníamos que coreografiar los tiempos y los ritmos, encontrar la hora más adecuada del día y, después, rezar para que las condiciones climáticas se mantuvieran”, dice Iñárritu. “Fue un desafío y algo muy divertido, pero hacerlo correctamente requirió mucho tiempo, reflexión y ensayos. Había cierta pátina y atmósfera que nosotros queríamos conservar. Las condiciones que habíamos establecido eran muy específicas; teníamos que ser muy pacientes, o forzarlas y crearlas. Yo creo que, a nuestro modo, nosotros mismos nos convertimos en tramperos; tramperos debido a las circunstancias”.  
  'El Renacido' (The Revenant) transportó a Lubezki no sólo al salvaje Oeste sino también al paisaje onírico que transmite el subconsciente de Glass. Iñárritu explica, “Durante el viaje de Glass, cuando está solo y físicamente al borde del colapso, la única forma de saber cómo es él como persona es a través de sus visiones y fantasías, que nos proporcionan información sobre su estado de ánimo y su pasado”.  
  Todos los actores se quedaron absolutamente fascinados con el estilo fotográfico del “Chivo”, que también les exigía a ellos mucho más. “La fotografía del “Chivo” es una parte intrínseca del proceso creativo de Alejandro”, observa DiCaprio. “Ambos se sumergen por completo en el material del que disponen y después trabajan con los actores en la coordinación de planos y movimientos increíblemente complejos. Lo que excepcionalmente logran en este filme es una realidad virtual donde sientes que tú estás allí luchando contra los elementos junto a los personajes. Visualmente, tienes la perspectiva de Glass hasta el punto de que parece que casi formas parte de su subconsciente”.

  Para retratar el mundo tal y como era en 1823, Iñárritu contó con la colaboración del diseñador de producción Jack Fisk, nominado al Premio de la Academia. Fisk no es ajeno a este tipo de producciones épicas, pues trabajó en el filme de Paul Thomas Anderson Pozos de ambición y en El árbol de la vida, de Terence Malick, pero este período histórico era absolutamente nuevo para él.
  A Fisk le entusiasmó la crudeza sin paliativos de la época. “Me encanta ese período”, afirma el diseñador de producción. “La gente estaba limitada a aquello que tenía por ahí, de manera que prácticamente eran hachas y cuchillos y muy pocas comodidades. Hemos intentado replicar eso de la forma mejor posible con el fin de poder perderse verdaderamente en ese mundo. Alejandro quería que todo fuera descarnado, mugriento y ajado, así que ése era nuestro objetivo. Hay que tener en cuenta que esos tramperos a menudo pasaban meses sin darse un baño y que cada hombre comía alrededor de 10 libras de carne al día, por lo tanto, no sería nada agradable. La crudeza y la decrepitud nos ayudaron a entender lo difícil que era la vida por entonces”.
  En una etapa inicial, Iñárritu envió a Fisk una copia de la película Andrei Rublev, de Andrei Tarkovsky, para darle una idea del desabrido diseño que tenía en mente. “Comprendí inmediatamente qué tipo de película quería hacer”, recuerda Fisk. Fisk también era consciente de la decisión de utilizar únicamente luz natural, lo que implicaba una interminable búsqueda de localizaciones que tuvieran la luz idónea en las horas adecuadas del día. “Teníamos que lidiar constantemente con lo que la naturaleza nos quisiera proporcionar”, señala Fisk, “pero eso se convirtió en una parte importante del propio proceso creativo”.
  Uno de los platos fuertes de Fisk es su diseño del set que representa al descontroladamente espacioso Fuerte Kiowa, fabricado artesanalmente en una vieja gravera del Parque Provincial de Spray Valley, cerca de Canmore, Alberta. Decidido a repetir la historia, el equipo de Fisk construyó el fuerte utilizando materiales y diseños reales de la década de 1820, aprovechando toda la madera que encontraron.
  “Yo quería realmente que este fuerte fuera extraordinariamente fiel a la época; algo que lo convierte en un lugar en el que hoy no querríamos vivir”, dice Fisk bromeando. “En lugar de hacer un sitio atractivo, lo hicimos inhóspito, porque las vidas de aquellos hombres eran muy duras. Además, no eran carpinteros, de manera que explotamos la idea de no hacer las cosas demasiado bien. Yo me enfadaba con los carpinteros siempre que hacían algo demasiado bonito. Nuestro lema para el fuerte llegó a ser: ‘Lo bueno es malo, pero lo malo es bueno’”.
  Envejecer los sets se convirtió en una forma de arte en sí misma en 'El Renacido' (The Revenant). “Teníamos a los encargados de avejentar decorados trabajando muy duro en el fuerte. Una estructura era demasiado cuadrada, así que los puse a trabajar con una máquina elevadora, levantando la estructura un par de veces y dejándola caer hasta darle una forma un poco más desvencijada”, recuerda Fisk. “Dedicamos tanto tiempo a las tareas de envejecimiento como a la construcción”.
  Para ajustarse a la necesidad de luz natural, Fisk construyó incluso dos fuertes absolutamente idénticos; uno orientado al Este para los rodajes de mañana y otro orientado al Oeste para para aprovechar el sol vespertino.
  Fisk recreó el poblado de la tribu Pawnee en un estudio de Los Ángeles utilizando auténticos materiales y técnicas de su cultura. “Simplificamos algunos pasos del proceso relativos al poblado en invierno, pero las pequeñas casas están todas hechas de madera, barro y paja, como habrían sido en realidad”, señala.
  Aunque la mayoría de los sets tienen una base histórica, Fisk diseñó también elementos oníricos, tales como la imponente montaña de calaveras de búfalo y el ruinoso cascarón de una iglesia europea. Otro evocador set es el campamento de los tramperos que es atacado por los Arikara en la batalla inicial. Cuando comienza la escena, el campamento está formado por tiendas improvisadas, cobertizos, fogatas y ocupados tramperos que despellejan pieles de castor y las agrupan en fardos. Fisk incluso construyó una barcaza de la época, un keelboat, donde tiene lugar una importante parte de la acción. “Me gusta que el barco sea absolutamente auténtico”, afirma, “¡excepto por el motor de 450 caballos de potencia que oculta en su interior para que pudiéramos ir aguas arriba!”
  Fisk es famoso por construir sets que pueden ser fotografiados desde cualquier ángulo y 'El Renacido' (The Revenant) no fue ninguna excepción. Fisk afirma, “Me gusta que los sets puedan filmarse con una cobertura de 360 grados; y un director como Alejandro saca el máximo provecho de ello. Si le proporcionas eso, él siempre encontrará los ángulos más creativos para rodar una toma”, observa.

  La imagen del hombre de montaña se ha convertido en un perdurable icono de Norteamérica, pero para 'El Renacido' (The Revenant), la diseñadora de vestuario Jacqueline West (Argo, The Curious Case of Benjamin Button), nominada en dos ocasiones al Premio de la Academia, quería ir más allá de los clichés.
  West señala que ella misma creció con la leyenda de Glass: “Conozco la historia de Hugh Glass porque tengo un rancho en Dakota del Sur, y allí es un personaje mítico. Aquellos tramperos fueron los verdaderos pioneros”, puntualiza West. “Sin embargo, el guión me pareció mucho más una novela rusa que una del Oeste. Yo estoy obsesionada con Dostoievski, Chéjov y Tolstoi, de manera que el aspecto psicológico de la historia me atrajo muchísimo”.
  Buceando en el tema, West extrajo influencias de un amplia variedad de artistas, incluyendo pinturas y bocetos de dos reconocidos artistas de la época: Alfred Jacob Miller, que se trasladó a las Montañas Rocosas a mediados del siglo XIX y fue uno de los pocos artistas que capturaron cómo se desarrollaba la vida allí; y Karl Bodmer, un pintor suizo conocido por sus retratos de nativos americanos, especialmente de la tribu Mandan de Dakota del Sur.
  Una pintura en concreto le sirvió de inspiración para la apariencia del personaje que interpreta Leonardo DiCaprio. “Es un cuadro de un cazador nativo, absolutamente rodeado de bosque, que viste una levita con capucha extremadamente sencilla”, describe West. “A Alejandro le encantó cuando se lo enseñé. A Alejandro le gustan las cosas modestas pero en absoluto incómodas. Le gusta que la persona se manifieste a través de su ropa. La capucha viene de la imagen que Alejandro tuvo siempre de Glass como personal espiritual, algo así como un monje. Su camisa es amplia y muy funcional, hecha en tela de lino, que Glass había comprado en el fuerte local. No hay nada ostentoso en el personaje. Su vestimenta le evita las incomodidades de los elementos naturales del entorno”.
  West prosigue: “Alejandro tuvo la muy poética idea de que Leo llevaría encima la piel de oso que sus compañeros olvidan cuando le abandonan. Es una imagen extraordinariamente lírica, y hay cierta ironía en el hecho de que el animal que casi le mató, salva su vida. La piel le mantiene caliente, le protege y le permite flotar en el río”.
  West contrapuso la imagen de Glass con la de su antagonista, Fitzgerald. “Yo veo a Fitzgerald como alguien cuyos impulsos obedecen al miedo casi por completo”, explica. “Por tanto, incorporé montones de animales en su vestuario, con un abrigo totalmente forrado por pieles de nutria y un sombrero de castor”. (West subraya que todas las pieles utilizadas en la película procedían de Pacific Fur Trade, que las adquiere en el Departamento de Parques, y fueron extraídas todas de forma humanitaria”.)
  La apariencia de los tramperos es particular y distintiva para cada uno de ellos. “Jim Bridger era un chico de granja, así que le hice una ropa casera pero también un increíble abrigo de piel de búfalo. El aspecto de Stubby Bill lo saqué de una pintura de un trampero que llevaba pantalones a rayas y un chaquetón azul. Murphy tenía una personalidad más europea, y yo me imaginé que habría comerciado con los franceses por el capote que lleva. A cada persona le proporcioné unos antecedentes, lo cual diferenció completamente sus atuendos”.
  El vestuario del capitán Henry está basado en su indumentaria real, actualmente expuesta en el Museo del Comercio de Pieles de Nebraska. “Es el único personaje sobre el que tenía más información visual. Sus mallas eran extraordinariamente inadecuadas, pero eran las polainas que él llevaba realmente. Y el corte de su abrigo es también muy famoso, así que teníamos que reproducirlo”.
  Al igual que Jack Fisk en su apartado, West tuvo que dedicarse a envejecer y oscurecer constantemente. “Usábamos como tema de fondo la canción ‘Paint It Black’”, dice entre risas. “Desgarramos, restregamos e hicimos tiras las telas. Todo se ve mugriento y castigado por el clima; no obstante, yo lo encontraba hermoso, porque, precisamente por el contraste, se aprecia el brillo de los ojos de los actores”.
  A West le entusiasmaba especialmente tener la oportunidad de mostrar la vestimenta de los nativos americanos de la época. “Los nativos llevaban frecuentemente lo que se denominaba una ‘camisa de guerra’, fabricadas con dos pieles y habitualmente decoradas por sus esposas. También nos esforzamos en ser fieles a los distintos atuendos de cada una de las tribus”, explica. “Los Pawnee usan algodón y lana porque estaban más cerca del puesto comercial, mientras que los Arikara, los Mandan y los Sioux llevan cuero”.
  Para la ‘camisa de guerra’ de Elk Dog, West utilizó uno de los símbolos más potentes de los Arikara: un grano de maíz. “El maíz significa que, si mueres en la batalla, plantarán en la tierra esas semillas junto a tu cuerpo, y de ahí surgirá algo nuevo. Es una forma de tener a la madre naturaleza contigo durante la batalla”, explica.
  La vestimenta, sencilla pero auténtica, del curandero indio, Hikuc, con sus vínculos con el pasado, conmovió a Arthur Redcloud. “Sentí como si la ropa que llevaba fuera una parte de mí y desarrollé un empatía emocional con ella. Un traje de ceremonia se agarra a ti cuando él quiere. Yo sentí que mi vestuario me había elegido y lo llevaba con gran honor y respeto”, afirma, “no sólo por mí mismo o por la película, sino por mis antepasados”.

  La diseñadora de maquillaje Sian Grigg ha colaborado con Leonardo DiCaprio durante veinte años, desde que trabajaron por primera vez en la película Titanic, pero El Renacido (The Revenant) exigía el proceso de maquillaje más intensivo al que DiCaprio se hubiera sometido nunca. Desde el momento en que Glass es atacado por el oso, Grigg señala que se transforma en alguien casi irreconocible. “Nadie espera que Glass sobreviva, por lo que sus heridas tenían que parecer terribles”, afirma. “Tienes que creer realmente que Glass posiblemente no viva, lo cual implicaba una asombrosa cantidad de maquillaje”.
  El proceso comenzó analizando lo que el ataque de un oso puede hacer a un cuerpo humano. Fue un trabajo de maquillaje particularmente dinámico; dado que Glass se empieza a curar lentamente y luego sufre nuevas heridas, su cara, su pelo y su piel cambian constantemente. Los cardenales derivados de las contusiones y las heridas infectadas de DiCaprio se transforman en todo un mapa de cicatrices.
  “Debía mostrarse en pantalla todo lo que Glass padece”, dice Grigg. “Pero el hecho de rodar en orden cronológico supuso una enorme ventaja para nuestro trabajo. Ello implicaba que efectivamente podíamos hacer todos los días sutiles cambios de maquillaje que reflejaran el estado físico de Glass”.
  Incluso antes del ataque, DiCaprio tenía que aparecer como un leñador que vive sin un espejo o un baño. El actor se dejó crecer una poblada y descuidada barba; y recibió una diaria capa de suciedad sobre rostro, cuerpo y uñas. Posteriormente, el cuerpo de DiCaprio fue cubierto con prótesis post-ataque, creadas por el diseñador de maquillaje de efectos especiales Duncan Jarmon. Fue un proceso minucioso, que implicaba esculpir, pintar y cubrir de pelo cada pieza individualmente. Cada una de las heridas tenía que verse en sus diferentes fases de recuperación, y asimismo debían ser susceptibles de poder cerrarse con hilo y aguja.
  “No es habitual que el maquillaje sea tan fundamental para una historia como lo es aquí”, dice Grigg. “Tener la oportunidad de contar parcialmente una historia a través del maquillaje es todo un regalo”.
  La peluquera de DiCaprio, Kathy Blondell, trabajó conjuntamente con Grigg. A base de mucha experimentación, Blondell logró dar con una mezcla de glicerina y arena que daba al pelo del actor la extraña textura de un hombre que no tiene medios para lavarse la sangre y quitarse la suciedad.
  Mientras tanto, Robert Pandini, jefe del departamento de peluquería, se ocupaba del aspecto de los tramperos. “Probablemente sólo iban a un fuerte para asesarse cada pocos meses, así que la realidad era que tenían un montón de arena encima”, dice Pandini. “Alejandro me pidió que proporcionara a cada trampero unos antecedentes. Algunos tenían quemaduras de pólvora que habían mermado su cabello por los lados; otros tenían piojos, así que se arrancaban trozos de pelo”.
  En cuanto a los personajes nativos americanos, Pandini les dejó el pelo suelto. “Les dejé el cabello muy natural y sencillo. Puede que no fuera fiel a la época para todas las tribus, pero el aspecto de su melena establecía un vínculo entre ellos”, explica.
Graham Johnston, jefe del departamento de maquillaje, asumió el mismo mandato. “La sensación que daba toda la película era de mugre; era sucia, era real”, resume. “En cada fotograma, se veía a cada personaje más castigado por las condiciones climáticas”.

  Al rodar exteriores en Canadá y Argentina, con nieve, viento y, frecuentemente, a elevada altura, tanto reparto como equipo técnico de 'El Renacido' (The Revenant) tuvieron que enfrentarse a remanentes de los mismos peligros y condiciones que afrontó la gente que habitaba la región de Dakota del Sur en 1823. Eso fue algo absolutamente deliberado que se hizo con el fin de disponer de una mayor y auténtica fuente de inspiración para contar la historia y para situar al espectador en el mismo centro de una tierra salvaje, que no es un parque, sino una zona llena de peligros mortales donde la supervivencia no está garantizada.
  “En la actualidad, hemos perdido realmente el contacto o esa clase de íntimo contacto con el mundo natural que esos tramperos tenían entonces. Sin embargo, la naturaleza es siempre una parte de nosotros; nosotros somos nubes, somos ríos, estamos formados por los mismos elementos. Yo creo que al contemplar estos lugares se produce una conexión que te recuerda de dónde vienes y adónde vas. Uno de los privilegios de esta película ha sido poder trasladar a la pantalla entornos que provocan esa sensación”, dice Iñárritu.
  El simple hecho de encontrar paisajes y una meteorología con la suficiente pureza como para replicar el Oeste americano de 1823 fue una tarea abrumadora. “Nos llevó cinco años encontrar las localizaciones adecuadas”, explica Iñárritu. “Me interesaba mucho que en la película aparecieran lugares que no hubieran sido pisados por el ser humano, de manera que buscamos territorios prácticamente vírgenes. Había algo puro y poético en esos parajes”.
  También había algo desgarrador en ellos; y eso proporcionó a reparto y equipo una visión de aquellos hombres para quienes la vida, la muerte y la naturaleza estaban irrevocablemente entrelazadas. “Lo genial fue que como actores reaccionábamos de verdad a los elementos”, afirma Will Poulter. “Cuando estás escalando una montaña a 60 grados bajo cero, no hay nada mejor desde la perspectiva de un actor para meterte por completo en situación”.
  Los peligros incluían desde avalanchas hasta osos; la producción incluso contó diariamente con un Coordinador de Seguridad contra Osos en el set. (Aunque reparto y equipo tenían una justificada preocupación por los osos locales, no se usó a ningún oso real en las secuencias del ataque del oso pardo. Ése fue uno de los pocos casos donde Iñárritu utilizó efectos generados por ordenador.)
  Otra importante amenaza, al igual que lo es para Hugh Glass en la historia, fue el clima. En un momento dado, una ventisca trajo temperaturas de 80 grados bajo cero, así como la necesidad para los miembros del equipo de estar pendientes unos de otros por si sufrían signos de congelación. “He aprendido que no existe el mal tiempo, sólo hay ropa inadecuada”, bromea Iñárritu, pero también señala que el intenso frío proporcionó al filme una escalofriante realidad que un rodaje en condiciones más tibias no habría podido aportar.
  Como suele ocurrir en una película de extremos, una ola de calor que batió récords (el invierno canadiense más cálido en 23 años) convirtió a los realizadores en zahoríes (buscadores) de nieve. “Alberta es muy susceptible a cambios radicales de temperatura”, dice Iñárritu. “Puedes tener hasta siete tipos diferentes de clima en un solo día. Al principio, nos enfrentamos a bajas temperaturas y ventiscas. Más tarde, tuvimos que lidiar con la ausencia de nieve. Fue un invierno de récords de altas temperaturas, y nosotros pasamos de perseguir a los Chinooks a perseguir hielo”.
  En ocasiones, grupos de hombres armados con palas eran enviados a una montaña cercana para traer el valioso y efímero material. Finalmente, la producción se desplazó durante dos semanas a Tierra del Fuego, en el extremo más meridional de América del Sur, para poder capturar las condiciones invernales requeridas para completar el filme.
  La película cerró finalmente el círculo. En el último día de rodaje, Iñárritu reunió a reparto y equipo técnico, igual que lo había hecho al inicio del filme. El director dijo al grupo, “Hacer una película como ésta es el viaje de una vida. Ha sido un viaje maravilloso, con momentos difíciles, duros y hermosos. Me siento honrado, agradecido, respetuoso, feliz y triste de que hayamos logrado lo que hemos logrado. Lo que hemos logrado es algo increíble. Todos y cada uno de los días de producción han sido difíciles, pero yo creo que ésta ha sido la experiencia artística más satisfactoria de toda mi vida”.

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