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La historia del clan Puccio es también parte de la herencia macabra de la última dictadura militar en la Argentina. Entre 1976 y 1983, un estado terrorista secuestró, torturó e hizo desaparecer a 30 mil personas. En nombre de la lucha contra el comunismo y la guerrilla, la dictadura desplegó un quehacer delictivo sin precedentes, signado por las violaciones sistemáticas a los derechos humanos, incluyendo el robo de bebés nacidos en cautiverio, el desfalco financiero de las víctimas de los secuestros y las estafas indiscriminadas.
América Latina atravesaba un momento similar: Fidel Castro en Cuba y la experiencia socialista de Allende en Chile significaban un peligro para las élites conservadoras, que en buena medida apoyaron golpes de estado en alianza con los militares en toda la región.
En la Argentina, esta alianza construyó y sostuvo un régimen de poder y perversión absoluta, donde los peores crímenes sucedían a plena luz del día.
El clan de Arquímedes Puccio operó entre los últimos años de esta dictadura –que cerró su ciclo trágicamente con la guerra de Malvinas– y los primeros años de la democracia. El material de archivo incluido en “El clan” muestra ese clima de época, desde el discurso del dictador Galtieri para anunciar la rendición en Malvinas del 14 de junio de 1982 emitido por cadena nacional, hasta el primer discurso de Alfonsín como el presidente del retorno a la democracia el 10 de diciembre de 1983. Estos dos hitos aparecen televisados en la mesa de los Puccio y marcan el inicio de la transición democrática y el principio del fin del clan.
El proceso de salir de la dictadura hacia la democracia estuvo profundamente marcada por algunos hechos fundamentales: la acumulación de deuda que ahogaba a la economía –que se manifiesta como noticia en la radio del auto de Arquímedes– y la tensión con los militares salientes, todo un problema para la impunidad con la que operaba el clan Puccio.
Uno de los primeros actos de gobierno de la democracia fue crear la Comisión Nacional sobre la Desaparición de las Personas (CONADEP) y decretar el juzgamiento a las juntas militares. El gobieno de Raúl Alfonsín planteó desde el vamos la necesidad de juzgar a los genocidas y reconstruir el destino de los desparecidos.
La CONADEP, integrada por personalidades de destacada trayectoria en el país, recibió miles de testimonios
de sobrevivientes de torturas en campos de concentración y de familiares de víctimas en todo el país que permitieron construir un mapa del horror. El informe final, conocido como “Nunca Más”, compila las atroces experiencias de las víctimas y aportó las pruebas necesarias para el juzgamiento a los militares como genocidas en un proceso que sentó precedentes en todo el mundo.
La entrega de este informe fundamental también aparece al comienzo de la película y confirma que ya nada será lo mismo.